En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como, el tendido de postes de teléfono y telégrafo era asunto de aquel pleno municipal.
Y aunque con cierto retraso, ya llegada la temporada del verano, el balneario de más renombre del barrio de Las Arenas anunciaba su apertura al público: “...Establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos.- Las Arenas. Este acreditado establecimiento , situado en el punto más céntrico de la playa de Las Arenas, abrirá al público el domingo día 19 de julio. Dispone de restaurant a todas horas, mesa redonda a la una. Precios económicos. Dirigirse a Andrés Larrazabal...” Y como curiosidad contar, que en aquellos días, eran populares las cajetillas de cigarrillos habanos de la marca “Siboney”. (El Noticiero Bilbaíno del 12 de julio de 1896).
También anunciaba su apertura otro afamado establecimiento de Algorta: “...Gran Fonda San Ignacio-Algorta.- En esta acreditada fonda, situada cerca de la playa, con espacioso salón, piano, frontón y buenas vistas, rodeada de frondoso arbolado, con acceso mediante tranvía y ferrocarril, hallaran los señores bañistas un esmerado trato a módicos precios. Hay habitaciones independientes de 4 y 5 camas, para familias que comiendo en la misma mesa quieran vivir separadamente. Alquilase para la temporada de verano un piso amueblado. Dirigirse a Dña. Josefa Uribe...” (El Noticiero Bilbaíno del 12 de julio de 1896).
Para mediados de julio de 1896 entraba en funcionamiento el servicio de playas del tranvía eléctrico: “...La Compañía del Tranvía Eléctrico pone en conocimiento del público que desde el jueves 10 del corriente dará principio en la línea de Las Arenas el servicio a la playa, y desde dicho día la salida de Bilbao de las ocho de la noche continuará hasta Las Arenas, y la de ocho de la noche de Algorta y ocho y media de Las Arenas llagarán a Bilbao...” (El Noticiero Bilbaíno del 15 de julio de 1896).
En relación con el barrio de Las Arenas, su inmensa playa y uno de sus establecimientos hosteleros, uno de sus visitantes, entusiasmado, contaba en la prensa bilbaína del 15 de julio de 1896: “...Los Baños de Mar Bilbaínos.- La casualidad, más que otra cosa, hizo que yo enderezara mis pasos el domingo último al lindo barrio de Las Arenas. Allí me encontré con dos amigos míos, los cuales me invitaron a comer con ellos en el establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos.
Buena fue la comida; pero todavía fue mejor el delicioso rato que pasamos en la hermosa terraza del establecimiento, desde la cual se domina el grandioso panorama que a todas horas ofrecen el Abra y puerto de Bilbao con su constante entrada y salida de buques. Las magnificas obras del puerto exterior, el atrevido y airoso Puente Vizcaya; los tranvías, trenes; las fabricas... y otros muchos atractivos que hacen del acreditado establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos de Las Arenas uno da los más concurridos y amenos del Cantábrico.
En la extensa playa de Las Arenas, de más de un kilómetro de largo, y que en formada de rampa muy suave desciende en dirección al mar, pueden bañarse a la vez, cómodamente y con la mayor seguridad más de cinco mil personas.
Y que decir del establecimiento de baños, harto acreditado para que yo me atreva a elogiarlo. Baste decir que el encargado de su administración, D. Andrés Larrazabal, quien lleva ya más de treinta años al frente de ese hermoso balneario. Aquí se encuentra cariño, amabilidad, economía, buen trato, y una cocina, !Vaya cocina! Como que están a su cargo dos reputados maestros del arte culinario...” (El Noticiero Bilbaíno del 15 de julio de 1896).
Uno de los titulares de prensa, a pesar de no tener relación con nuestra Anteiglesia, y tenerla con la Villa de de Don Diego (Bilbao), nos dejaba un curioso dato relativo a la llegada de los primeros feriantes al “Botxo”, que al parecer había generado una discusión en el consultorio bilbaíno, sobre si autorizar o no la presencia de los mismos: “...La mayoría de la comisión Municipal que entiende el asunto de «Las barracas» abogó en la última cesión, porque no se permita su instalación durante los días de fiestas en Bilbao. Este espectáculo, las barracas, es seguramente el más barato de cuantos tiene lugar en los días de fiestas. Desde el año de 1877 en que por vez primera se vio en Bilbao este espectáculo y lo trajeron de improviso los feriantes que habían terminado su campaña en Santander. La primera vez que tomaron carta de naturaleza en nuestra villa, se colocaron las barracas, sin orden ni concierto en la Sendeja. Al año siguiente creemos, se trasladaron las tiendas al campo de Volantín, luego a la Gran Vía y más tarde al Campo nuevamente...” (El Nervión del 17 de julio de 1896).
También, en la prensa, se informaba sobre los abonos para acudir a los baños, en el tranvía de Bilbao a Las Arenas: “...La Compañía del tranvía Eléctrico de Bilbao pone en conocimiento del público que, desde el día 20 del corriente, se expenderán los abonos para baños, para su línea de Las Arenas, al precio de siete pesetas cincuenta céntimos...” (El Noticiero Bilbaíno del 18 de julio de 1896).
En el pleno de 18 de julio de 1896 se trataba, entre otros asuntos, sobre la instalación de atracciones en las fiestas de San Ignacio: “...Se da cuenta de una instancia de D. Damián Guerricagoitia, vecino de esta, a la que este Ayuntamiento acuerda acceder. Y autoriza al exponente a colocar en el punto que designa, contiguo a la campa de San Ignacio, el aparato o tiovivo que expresa en su escrito, así como en otras romerías de la localidad...” Otra autorización para instalar atracciones en las fiestas llegaba para el barrio de Las Arenas: “...Acuerda este Ayuntamiento conceder permiso a D. Benito Bustamante para que en el barrio de Las Arenas de esta Anteiglesia pueda poner una barraca dedicada al tiro de ballesta y de pichón...”
En ese pleno municipal también se trataba sobre el abono de algunos objetos religiosos comprados para el Hospital Hospicio: “...En vista de una cuenta entregada por el cura ecónomo de la Parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta, procedente de ornamentos y otros objetos traídos por el Sr. Alcalde desde Zaragoza y Vitoria para la Capilla del Hospital Hospicio, en construcción. Acuerda este Ayuntamiento que dichos objetos se paguen con donativos a favor de dicho centro...”
Y siguiendo con una vieja costumbre, en ese mismo pleno, se daba cuenta de la marcha a uno de los antiguos balnearios de Araba, el de Sobrón, Balneario construido a mediados del Siglo XIX, que se mantuvo activo hasta 1936: “...A instancias del interesado, se concede permiso al Sr. Alcalde e Guecho D. Santiago Diliz para ausentarse por veinte días para hacer uso de las aguas del Balneario de Sobrón, siendo sustituido mientras dure su ausencia, por el primer teniente de Alcalde D. Juan Libano, debiendo ser puesto en conocimiento, lo mencionado, del Gobernador Civil de la Provincia...”
En el último pleno municipal de Getxo, del 18 de julio de 1896, se trataba sobre una cesión de suelo al municipio por parte de Dña. Julia Elortegui y Soltura para el Hospital Hospicio de Algorta: “...EL Sr. Alcalde manifiesta que había tenido hace poco tiempo una conferencia verbal con D. José Berasaluce, procurador y vecino de Bilbao, esposo de Dña. Julia Elortegui y Soltura, en la que quedaron ambos conformes en que este último cederá gratuitamente al Municipio parte del solar pertenencia de esta última, comprendido entre la alineación del nuevo Hospital Hospicio y la esquina de la casa de Dña. Felipa Arana en la calle de la Carretera de Algorta, con la condición de que el Ayuntamiento construya por cuenta del mismo, tanto la pared que mira hacia el Este cuanto también la que da vista a la calle...”
En la próxima entrada de esta serie veremos como, se daba cuenta de una circular del Gobernador Civil en la que se indicaba que para la celebración de regatas y cucañas, previamente se debía solicitar autorización a la Comandancia Militar de Marina de la Provincia.
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