Ya
ha llegado la Navidad. Parece que tan solo han pasado unos pocos días
desde el caluroso verano. El tiempo ha cambiado, el frío y los
resfriados nos acechan, y nuevamente estamos metidos en esas fechas
tan extrañas en las que parece que de repente todos se vuelven
buenos.
Sin
embargo, muchas son las preocupaciones que embargan a miles de
personas en todo el mundo. Los del llamado primer mundo, que también
lo pasamos mal, aunque nada que se pueda parecer con lo que sufren
los miles de seres humanos de un poco más abajo o a derecha e
izquierda, con hambrunas, miserias y guerras, muchas de ellas
provocadas por este primer mundo. Mientras que los más afortunados
pasaremos unos días de alegría alrededor de una buena mesa. No
todos, pues algunos lloraran, por distintos motivos, la falta de sus
seres queridos o por alguna enfermedad.
Estas
fiestas celebran la llamada Pascua que las diferentes confesiones
religiosas celebran en diferentes fechas:
El
25 de diciembre la Iglesia Romana y la Protestante, ambas regidas por
el calendario reformado por el papa Gregorio XIII el año 1582.
La
Iglesia griega-ortodoxa o comunión ruso-griega se atiene al
calendario Juliano adoptado por Julio Cesar, y según su cuenta su 25
de Diciembre corresponde a nuestro 6 de Enero.
La
Iglesia armenia tiene también diferente calendario eclesiástico y
según él la Pascua cae el 18 de Enero.
Mientras
que otras culturas y tradiciones religiosas celebran sus tradiciones
invocando otras deidades o ritos: El Anuká de los judíos, el Diwali
indú y otras ajenas a la cultura judeo-cristiana.
A
lo largo de los siglos esta fiesta adquiere diferentes ritos
mundanos, algunos relacionadas con la precariedad, como la de las
navidades de 1891, en las que una de las preocupaciones de algunos
bilbaínos menos favorecidos estaban centradas en la posibilidad de
que les tocara la lotería, según contaba el diario “El Nervión”
el 24 de diciembre, en su sección “De ayer a hoy”: “...Desde
hace quince días la preocupación del 50 por 100 era el premio
gordo de la lotería de Navidad. Seguramente no habrá uno solo de
los que interesarán por lo menos una peseta en alguno de los números
de esa extracción, que no se hiciese la ilusión de que buenamente
saliera premiado su billete, llegando a poseer de ese modo una
porrada de miles de duros. No hay que decir que en Bilbao, en donde
se jugaban más de dos millones de reales, las esperanzas fuesen
grandísimas. Nuestro gozo en un pozo, el gordo sé quedó en
Madrid...”
Otros
se preocupaban por cuando iba a ser año bisiesto o la llegada del
fin del mundo. Como este año que vamos a entrar (2020) que los es,
veamos por ejemplo como lo veían un 24 de diciembre de 1895. Era “El
Diario de Álava” de inspiración según decían en su portada de
“Unidad católica-Fuerista”: “...Todo
el mundo sabe que el año próximo será bisiesto por ser 1896
divisible por cuatro; pero lo que tal vez no sea tan general es que
será el último año bisiesto del siglo XIX, pues el año 1900 no
será bisiesto y habrá que esperar ocho años para volver a ver un
mes de Febrero de veintinueve días...”
Eso sí, una de las preocupaciones que seguro todos hemos oído en
alguna ocasión, al menos de niños, era la posible llegada del “Fin
del Mundo”, y este diario incluía un anuncio de la editorial Libro
Nuevo que incluía la noticia: “...El
fin del Mundo después de los 10 Papas futuros, publicado por El
Abate De La Tour de Noé, a 1,50 pesetas, de venta en la Librería
del Corazón de Jesús...”
Este abate publicó su libro en al menos nueve ediciones en 1895.
Estaba basado en las profecías de San Malaquías. Hablaba sobre los
diez papas futuros. Pero no parece que estaba muy seguro de las
fechas en que se había de producir o se aseguraba no caer en futuros
errores, ya que decía en el mismo: “...El
soberano árbitro de la vida de los hombres puede en los últimos
días del mundo abreviar o prolongar la existencia de los pontífices
para el cumplimiento de sus impenetrables designios. Entonces,
la fecha del fin del mundo, que he tomado por el término medio de la
vida de los Papas, se encontrará modificada. Por el contrario, el
número de los pontífices es inmutable.
Pedro II es el último de todos los Papas; después de él, viene el
fin...”
!Así que de momento estamos a salvo, aún no ha llegado ese Papa!.
Otras
formas de entender la navidad estaban relacionadas con la gastronomía
y los excesos culinarios. Era la que nos dejaban algunas
informaciones de principios del Siglo XX. Así en las navidades de
1900-1904 el diario “El Noticiero Bilbaíno” nos regalaba las
siguientes perlas: “...Fiesta
de la religión y del pueblo, que hace olvidar con sus francas
alegrías los rasguños del dolor, que apaga los ecos de le batalla
entre las notas alborotadas del rabel, el redoble de las panderetas y
el bullicioso repiqueteo de las castañas, la Nochebuena no perderá
jamás la poesía...”
Fiesta
en la que viejas costumbres salían a la luz: “...Como
las de los peluqueros que colocaban la bandeja de aguinaldo sobre el
tocador provocando a los parroquianos a dejar su aguinaldo, costumbre
no muy bien vista pues decían que “dicha bandeja era provocadora e
insultante, puesto que la propina de los barberos se da todos los
días...”
Eran
aquellos días en los que las risas, los ruidos de sartenes y
calderos, a cuyo alrededor había multitud de cacharros llenos de
viandas, el besugo y la berza, no faltaban en las mesas de las
familias.
Y
no era para menos, ya que, por ejemplo, en algunos lugares de Euskal
Herria, como en Hondarribia, los arrantzales, tras una fructifica
pesca, llenaban las plazas con sus capturas y dejaban una nota
nostálgica con los precios de la actualidad, ya que algunos
ejemplares se cotizaban más que actualmente: “...En
la pescadería han entrado 2.600 kilos de besugo que se vendió de
1,39 a 1,66 pesetas el kilo. Otros 1.600 kilos de merluza que se
vendió a 1,75 pesetas y 160 kilos de congrio que se vendió de 2,00
a 2,60...”
Incluso
servían para recordar algunas tradiciones curativas, ya que en otra
columna relataban: “...En
tiempos de Catón, se conocían en Roma seis variedades de higueras,
pero que tras largos años de cultivo, dos siglos después de Catón,
Plinio registraba en sus obras más de treinta. Y hablaban sobre las
virtudes del higo como sanador: El higo, antes de estar maduro, y las
partes blandas del Árbol, segregan un zumo blanco lechoso, de sabor
acre, del cual sirve para destruir las verrugas de la piel…”
Mientras
recordaban que: “...Hoy
obliga el ayuno a todo cristiano que tenga 21 años y no esté
imposibilitado para ello. También obliga el precepto de la
vigilia...”
!Malas fechas para castigar el cuerpo!.
Otra
visión, casi premonitoria, ofrecía en 1931 el diario “Navarra”
de Tudela, que al grito !Estamos en Navidad!, escribían con una
visión casi imperecedera de la Navidad, a la que añadían la
machacona realidad de los pueblos pobres y enfrentados: “...¡Pobre
Peralta!... Un pueblo noble, honrado, laborioso, donde parece que la
paz debía tener su asiento. Sigan, sigan peleándose los
campesinos, imiten esa conducta todos los pueblos. Pero ¿no hay unas
cuantas personas de buena voluntad que terminen con esas discordias
de nuestros pueblos, promovidas en muchas ocasiones para servir fines
particulares, por odios y venganzas personales?. No es así como se
termina con el poder de los caciques (y ¡cuidado, que hay muchas
clases de caciques! unos lo fueron antes, y otros están rabiando por
ser ahora. Estamos en Navidad, suculentos banquetes, comidas
opíparas, festines interminables, Turrones, confituras, vinos de
marca, cigarros habanos. ¿No es esto lo que caracteriza estos días
de Navidad? Pero…, por qué se caracterizan estos días de
Navidad? Obreros parados, hogares sin pan, familias enteras sin
amparo. Hambre, miseria, frío, dolor. ¿No es también esta otra
característica de esta Navidad?...”
Así
que ahora, pasados muchos años desde aquellos tiempos, mañana,
cuando nos sentemos a la mesa, entonaremos el Hator, Hator…,
recordando a nuestros seres queridos:
“…Hator,
hator, mutil etxera
gaztainak
ximelak jatera
gabon
gaba ospatutzeko
aitaren
ta amaren ondoan.
Ikusiko
duk aita barrezka
ama
ere poz atseginez.
Eragiok
mutil aurreko dambolin horri
gaztainak
erre artean,
gaztainak
erre artean,
txipli,
txapla, pun.
Gabon
gaba pozik igaro daigun...”
“…Ven,
ven a casa chico
a
comer castañas asadas
para
celebrar la nochebuena
junto
al padre y a la madre
verás
al padre reír y también a la madre llena de alegría
dale,
muchacho
cuida
el fuego
hasta
asar las castañas
hasta
asar las castañas
chipli
chapla pun!
y
que pasemos una
buena
nochebuena...”
Rememoraremos
anteriores fiestas en las que todos estábamos alrededor de la mesa,
mientras que la chapa de la vieja cocina económica chisporroteaba,
las cazuelas se agolpaban en ella y el besugo se asaba en el horno.
Cuando aún no había entrado en nuestras vidas esa cosa que acabó
con las tertulias familiares, la televisión. !Que mayores nos hemos
hecho!.
Y
con esta entrada me despido hasta el próximo año, volveré a estas
páginas el día 7
de enero del 2020.
!Zorionak
eta Urte Berri On!
ONDO
PASA