El transporte pluvial en la ria de Bilbao debido a las condiciones que ofrecía la misma para la navegación no puede decirse que fuera ni siquiera aceptable en la segunda mitad del siglo XIX.
La barra no podía ser cruzada por buques que calasen más de cuatro metros en pleamares vivas, cuando los temporales la afectaban era imposible entrar y los buque se veían obligados a guarecerse en Santurtzi. Por lo que debían de realizar el transporte mediante gabarras, ya que en el interior de la ria eran frecuentes las varaduras debidas al calado y la eslora de los buques.
Así, los barcos que lograban pasar sin accidentes el bajo del «El Fraile» y la curva de Axpe se detenían antes de la vuelta de Elorrieta, y los más atrevidos, que la pasaban con serios riesgos, habían de detenerse en Olaveaga. Por lo que se veían obligados a descargar a una distancia de cuatro a seis kilómetros de la villa, transbordando la carga a gabarras que, llevadas a la sirga, la conducían a Bilbao con un incremento de coste de entre 1,20 y 1,75 pesetas tonelada.
Ya en las Ordenanzas de contratación de la ILUSTRE UNIVERSIDAD Y CASA DE CONTRATACION DE LA M.N. Y M.L. VILLA DE BILBAO (INSERTOS SUS REALES PRIVILEGIOS) del año de 1737 ya aparecía un Capitulo de los gabarreros y barqueros, gabarras, y barcos ; sus obligaciones, y fletes.
Los Gabarreros a mediados del pasado siglo eran hombres que luchaban todos los días contra las inclemencias del tiempo, con sus capotes y botas de agua, a la intemperie asidos a su pesado timón llevaban por la ria las gabarras con sus cargas de carbón, troncos, goma y un sinfín de mercancías.
No tenían como las gabarras de hoy cabina donde guarecerse de los temporales, eran tiempos duros y aquellas gentes denotaban en sus rostros curtidos por el sol, la lluvia y el frió la dureza de su trabajo.
Muchas veces tenían que comer sin poder siquiera calentar la comida que sus esposas les preparaban la cual llevaban en una canariera, que no era sino una sencilla cesta de mimbre con un basico sistema de cierre mediante una mariposa.
En recuerdo de aquellos tiempos traigo a estas paginas el recuerdo de los mismos.