lunes, 28 de septiembre de 2015

LA ACTIVIDAD CULTURAL EN EL GETXO DE 1929 -I-



El Getxo de 1929 hervía en actividad cultural. Dos eran los polos fundamentales de esa actividad: la “Agrupación de Obreros Vascos” de Algorta y la “Casa Social de Areeta-Las Arenas”, la primera ligada al nacionalismo vasco, la segunda corría de la mano del párroco de Las Mercedes D. Manuel Escauriaza.

Otros grupos deportivos y asociativos también formaban parte de esa dinámica (Casinos de Areeta-Las Arenas y Algorta, etc.), pero solo tocaremos en este momento las dos primeras. En esta primera entrada referida a la “Agrupación de Obreros Vascos” veremos algunas de sus actividades, centradas en representaciones teatrales para pasar en una posterior a la desarrollada por la “Casa Social de Areeta-Las Arenas”.

La “Agrupación de Obreros Vascos” de Algorta tenía su sede en la Avenida Basagoiti. El 25 de febrero de 1929 celebraron en dichos locales su junta general, en ella. tras elegir a los nuevos miembros, procedieron a la aprobación de cuentas y memoria del ejercicio. Así mismo perfilaron el programa de la obra teatral “Peru Gizon” que tenían previsto representar en el Gran Cinema de Algorta el día 2 de marzo.


Esa comedía fue obra del periodista y dramaturgo bilbaino Alfredo de Echave, nacido en la calle de la Estufa el 8 de febrero de 1872. Echave volcó en el periódico Euzkadi múltiples relatos e historias costumbristas, firmados por un personaje de su creación, por el que fue más tarde conocido “Josetxu, el de Iturribide”. Es considerado como el impulsor del teatro lírico vasco, y “Peru Gixon” como su mejor creación.

Esa representación contaba con un cuadro escénico compuesto por los siguientes actores algorteños:

Peru Gixon: Roberto Llantada.
Andrés: Juan Otaola.
Enrique: M. Larrinaga.
Gorritxu: Juan Cruz Urgoitia.
Venansio: Juan Cruz Basañez.
Rufino: Pedro María Lezama.
Basili: Eugenia Sarria.
Pantsike: Josefina Zubiaga.
Alguacil: Luis Ugarte.
Pinche primero: Juan Tellitu.
Pinche segundo: Antonio Zalvidea.

A continuación fue representada la comedia de un acto titulada “El cuestión del Calabasa”, atribuida a Miguel de Unamuno, que contaba con el siguiente cuadro escénico: Juan Otaola, Juan Cruz Urgoiti y Ramón Guerediaga. Los beneficios que se obtuvieron en aquella función se destinaron a la “Caja de Socorros por Enfermedad”.

La prensa bilbaína, al referirse a aquella actuación, decía: “...Todos los intérpretes se revelaron como consumados artistas, sobresaliendo tas señoritas Eugenia Sarria y Josefina Zubíaga, que hicieron con gran justeza y enorme soltura sus respectivos papeles de “ Basili" y “ Pantxike”..., los actores fueron constantemente interrumpidos por su acabadísima labor, tributándoseles como premio, al final, una cerrada ovación...”.

A aquella inquietud cultural se sumó también el club de foot-ball “Club Deportivo Getxo”, que el sábado 9 de marzo organizaba otra velada teatral, en la que se pusieron en escena las mismas obras arriba mencionadas. Los entreactos fueron amenizados por el entonces actor cómico, creador e interprete del celebre personaje de “Arlote” Alberto San Cristóbal, que deleitó al público con uno de sus divertidos monólogos titulado “Patxico tras el gordo”. Las localidades para esa función se despachaban en el domicilio social del club y en el de “Bar de Seco” en la Avenida Basagoiti, todas las noches de siete a nueve. Las localidades parece ser que tuvieron gran demanda por parte del publico, pues ya en los primeros días estuvieron a punto de agotarse.

Esa actividad volvía a los escenarios en sábado 13 de abril de 1929. Se celebraba nuevamente en el aforo del “Gran Cinema” de Algorta. La función era nocturna, comenzó a las nueve de la noche. Esa velada teatral fue a beneficio de la “Caja de Socorro por Enfermedad y Escuela Industrial”. Se celebró de acuerdo con el siguiente programa:


Primer acto: Representación de la divertida comedia, en un acto, titulada “Los calmosos” de D. Isidoro Prada, autor de varias piezas teatrales cortas. Que desarrolló su faceta de escritor y autor teatral desde finales del siglo XIX hasta su fallecimiento en 1932. La obra que ya había sido representada en 1911 en el teatro Arriaga de Bilbao, contaba con un escenario que recreaba dentro de una humilde habitación, una cocina provista a su derecha un fogón con hornillo y sobre él un puchero, en el centro del escenario una mesa con sus sillas, a la izquierda contra la decoración del fondo un armario y la puerta, al fondo. Finalizaba la obra y caía el telón con la siguiente frase: “...Si te hemos hecho reír público distinguido, eso quería el autor...”, y se interrogaba con la frase: “...¿Lo habremos conseguido?...”, al parecer, por los aplausos cosechados, sí lo lograron.

Segundo acto: Representación, a petición del público que no pudo acudir a las actuaciones anteriores, de la comedia “Peru Gixon”.

Tercero acto: Cuentos vascos interpretados por Varela.

Los entreactos de aquella actuación fueron amenizados por la Banda de Música Municipal de Getxo a las ordenes del maestro D. Manuel Gainza.

Mientras, en la Iglesia de San Ignacio, la Cruzada Eucarística y la catequesis preparaban otras actuaciones teatrales a cargo de los niños y niñas de la catequesis. Las actuaciones estaban separadas por sexos: los niños trabajaban en el divertido sainete de José Cantagalls “Los apuros de un fotógrafo”; mientras las niñas lo hacían con un drama en tres actos y en verso inspirado en un boceto dramático francés y en la primitiva novela de este nombre del Cardenal Nicholas Patrick Stephen Wiseman, editado en libro por “Fabio” seudónimo de Emilio Ruiz Muñoz.


Felisa de Llantada

Las representaciones de la Agrupación de Obreros Vascos continuaron en la primavera-verano de 1929. El sábado 15 de junio volvían al escenario del Gran Cinema de Algorta, esta vez con la obra “Eskuz-Esku” comedia costumbrista, fue una obra muy popular entre la “Juventudes Vascas” de la época. En esa ocasión las alabanzas de la prensa bilbaina recayeron en el cuadro escénico: “...fue admirable, mereciendo especial mención las señoritas Nieves de Bilbao, Eugenia de Sarria, Josefina de Zubiaga y Felisa de Llantada, que se mostraron unas actrices consumadas...”. A lo largo del reportaje podemos ver fotografías de alguna de las interpretes de aquella obra.

Hasta aquí un pequeño repaso de los movimientos culturales que se celebraban en el barrio de Algorta en el año de 1929, que tendrían una interrupción dramática, pocos años más tarde, con el Golpe de Estado franquista.



jueves, 24 de septiembre de 2015

FIESTAS DE LAS MERCEDES A PRINCIPIOS DEL SIGLO DEL XX



Al acercarse la festividad de Las Mercedes, fiestas ya centenarias en el barrio de Areeta-Las Arenas, no quiero dejar en el olvido otras celebradas ya hace más de 100 años, y hacer un pequeño recorrido por ellas, para ver cómo se divertían nuestros antepasados sin dejar mencionar a las de este año.

Durante las mismas, y en diferentes épocas, podemos ver a continuación algunos de los actos festivos que se celebraban:

El día 24 de septiembre de 1903 transcurrió con diversos espectáculos; mientras que en la Plaza del Mercado se realizaba el juego de “Los Ciegos Inteligentes” dotado con 15 premios de 2 pesetas, a la vez se realizaba un concurso de dantzas vascas por parejas; un poco más tarde le llegaba el turno a los “Barrenadores” de piedra. Las barrenas eran de 20milímetros de boca; por la tarde, a las 16 horas, daba inicio la romería, y de 21 a 23 horas le tocaba el turno al baile. Todos los festejos fueron celebrados con la animación de la banda de música, los gaiteros de Etxarri Aranaz y los tamborileros. 



Más elitista, el “Club Marítimo del Abra”, se inclinaba por celebrar en sus instalaciones un concierto y bailables por la noche. El programa musical tuvo dos partes: la primera el concierto, se compuso de cinco piezas: la marcha “Unter dem Poppeladler” de Wagner (marcha referida a la doble águila del escudo de armas del imperio austro-húngaro). Le siguieron las obras “Serenade” de Gabriel Pierne; la meditación de la ópera “Thais de Massenet; la obra para piano de “fantasía de Don Giovanni” de Mozart; finalizando con el concierto para piano “segundo vals (op.56)” de Benjamin Godard. Al finalizar el mismo, el público asistente pudo disfrutar de bailables hasta bien entrada la noche.



En 1910 la celebración tuvo como elemento musical destacado la inauguración de un órgano que había sido costeado por varias familias del barrio. A la función religiosa acudió el Ayuntamiento en pleno, precedido de la Banda municipal. El concierto corrió a cargo de un coro de 40 voces de los orfeones de Bilbao, que cantó la Misa de Franck y el Credo de Gonnod, fueron dirigidos por el maestro Ansón y acompañados al órgano por el señor Anúcita; se distinguieron en los solos el tenor Sr. Ercilla y el bajo Sr. Arando. Al ofertorio sonó una composición del maestro Guridi. En la parte propiamente religiosa, la oración estuvo a cargo del presbítero Gillín.



Como se anunciaba en el pregón de 1926, también contaron las fiestas de Las Mercedes con campeonatos ciclistas organizados por el “Arenas Club”. En las que parte de su programa festivo se desarrollaba en el embarcadero, con cucaña y suelta de patos. El día 26 de septiembre, a las once menos cuarto de la mañana, se celebró un partido de “foot-ball” en el campo de “Ibaiondo” entre los equipos Real Unión de Irún y el Arenas. Por la tarde se celebraron dos regatas, una de traineras protagonizadas por la “Antiguako Ama” de Ondarroa y la “Juanita” de Sestao. El desafío tenía carácter, ya que generó un llamado “Canto a la Raza”, en el se decía refiriéndose a la ganadora Ondarroa: “...remeros de rojas camisetas, de busto erguido, en alto la mirada, los remos levantados, dirigiendo a la cumbre de Antigua y hacia Ondarroa su pensamiento y corazón..., en cuanto se conoce la noticia en Ondarroa ya no están, no, las calles desiertas y arrasadas: ya es torrente de vida y regocijo lo que por ellas rueda, grita y canta...”. La otra regata fue de yolas, en ella participaron el real Club Náutico de San Sebastian, Athletic de Bilbao y Real Sporting Club. En la regata de yolas resultó ganador el Real Club de San Sebastián.



Fiestas de Las Mercedes en Areeta-Las Arenas, celebración que ya desde 1929 contaba acompañamientos musicales a cargo de la Banda de Música de Getxo, y de algunos aficionados a los sonidos emanados de bellos pentagramas. Uno de esos músicos callejeros era Blas Reguera, probablemente, como muchos en la época, haciendo de la necesidad virtud, con su piano rodante, de aquellos de manubrio, se ganaba la vida. Y era por ello que solicitaba permiso para acompañar los actos festivos En su escrito decía: “...para poder acompañar, en los descansos a la citada Banda, comprometiéndome a tocar toques bailables y morales...”.

A uno siempre le ha movido la curiosidad saber qué tipo de toques podían ser considerados inmorales ya que desde la antigüedad así fueron tratadas algunas danzas, de las que ya en el siglo XVI se decía: “...danzas peligrosas y pecaminosas, particularmente si permiten el contacto físico entre hombres y mujeres de las clases bajas...”, al parecer esos ritmos no eran pecaminosos si quienes los realizaban eran las clases bendecidas por la diosa fortuna. En diversas épocas así fueron consideradas, como inmorales, danzas como “La Volta”, la “Danza del Cojín”, el “Vals”, “Can Can”, “Tango” y “Charlestón”, todas ellas tenían en común que permitían el contacto fisco entre hombres y mujeres. Por lo que cabe deducir que a nuestro convecino Reguera, las normas de “decencia” de esos años le obligaban a entonar solo bailes de corro y jotas.



Fiestas con sus bailes, que se celebraban en varios escenarios, en la “Plazuela de Las Arenas”, así era conocida la plaza del Puente hoy Bizkaiko Zubia Emparantza, y en la de Las Escuelas, también conocida como los Arcos. En ellas eran los acordeonistas y tamborileros quienes se encargaban de amenizar las romerías, que ya desde 1926 eran anunciadas en los programas festivos del 24 y 26 de septiembre en diversos escenarios festivos, los dos anteriores descritos y en la parte trasera de la iglesia de Las Mercedes, a su izquierda; y en el solar que se encuentra entre las calles Mayor, Barria y Areetako Etorbidea, allí junto al quiosco de la música de la calle Mayor en donde se colocaban las barracas.



En el presente, al igual que en los últimos años, la comisión de fiestas nos regala un sugerente programa festivo, que dará comienzo con un recuerdo para la tercera edad (lunch), seguido del Txupinazo y pregón que se leerá en la Plaza de Las Escuelas el día de comienzo de fiestas el 25 de septiembre a las 19 horas, al que seguirá una vistosa kalejira por todo el barrio. La programación para niños, el deporte rural, los talleres, la actuación de los grupos Berantzagi y Zasi Eskola, V Carrera Popular Puente Bizkaia, el inigualable mago Oliver y como no, el ya consolidado y esperado Concurso de Caracoles, llenarán el barrio de alegría y visitantes durante los días 25, 26 y 27 de septiembre.



Animo y a disfrutar !ONDO PASA!.



lunes, 21 de septiembre de 2015

LOS TAMARINDOS DE CHURRUCA



Los tamarindos de Churruca, esa especie de árboles, que curiosamente son de origen tropical y que ocupan laderas y parques a lo largo de Getxo, fueron plantados en la plaza de Evaristo Churruca por las manos de unos pequeños escolares durante la celebración de la “Fiesta del Árbol”, en 1929.

Fiesta de vieja tradición, que en muchos lugares del mundo terminó por institucionalizarse como una actividad escolar recibiendo el nombre de “Fiesta del Árbol”. Desde Nebraska, país que instauró la celebración del “Arbor Day” por primera vez un 10 de abril de 1872, pasando por Cincinnati (Ohaio 1882), Irlanda (1904), Noruega (1910) y más cerca, Deusto, en febrero de 1899. Tendrían que pasar 57 años para que una imagen de esa fiesta tuviera lugar en nuestro pueblo de Getxo. Esta tradición se siguió practicando en las primeras décadas del siglo XX.


Fiesta que, como si fuera un remake de cuando Máximo Aguirre empezó a urbanizar la zona de Baños de Mar Bilbainos para fijar las tierras del barrio de Areeta-Las Arenas y llevó a los niños del barrio, en 1929, a celebrar dicha actividad. Eran las cuatro de la tarde de un 7 de marzo cuando se concentraron los alumnos de las escuelas públicas y privadas con sus respectivos maestros en la que luego iba a ser la Plaza de Evaristo Churruca. Celebraban a la vez la Fiesta del Árbol y la de la Mutualidad Escolar (Institución fundada en París en 1881 por un filántropo llamado Cavé). El régimen de mutualidad escolar fue regulado en el Estado por un Real Decreto del 7 de julio de 1911.


En la Fiesta, ligada a la actividad escolar, se solían servir meriendas a los niños participantes, (dicen que la merienda era opípara !seguro que dependía de la zona en la que se celebrara).

Como era preceptivo en la época (Dictadura de Primo Rivera) los alumnos fueron acompañados por autoridades civiles, militares y eclesiásticas. La fiesta fue amenizada por la Banda de Música Municipal de Getxo, que acompañó a un coro mixto de escolares. A los niños se les entregó una libreta de Ahorro Escolar con un sello de 50 céntimos, donación de la “Caja de Ahorros Vizcaina”. Después, un grupo de niños y niñas previamente seleccionados, procedieron a la plantación de cincuenta tamarindos.


En la actualidad y a lo largo de los años, esta fiesta se ha venido celebrando por la comunidad de escolares de Getxo, como la celebrada en el parque de Malakate en 1980, cuyas fotos podemos ver sobre estas líneas.

Hasta aquí un pequeño relato que nos lleva a pensar que quizá gracias a aquellos pequeños, hoy podemos disfrutar de la sombra que nos ofrecen esos casi centenarios árboles, que ornan esta espléndida plaza de Churruca y que podemos ver en la fotografía que acompaña al encabezamiento de esta entrada.

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL CUENTO DEL MES DE SEPTIEMBRE DE J.J. RAPHA



Esta vez, casi con puntualidad getxotarra, !ya esta aquí!, ese esperado relato que mes tras mes nos regala nuestro amigo Rapha. Y que como a Cleónimo nos da cuerda para llegar hasta el siguiente, sin tener que esquivar esos pasos de cebra, aunque al igual que a la “Peque” nos apremie la prisa por recibir el próximo.

Y como dice el propio autor: “...Con “Peque” abrimos la puerta del nuevo Curso. ¡Ánimo y a leer!...”.

lunes, 14 de septiembre de 2015

EL ZAMACONA, ALGO MÁS QUE UN CINE DE BARRIO



Cine Zamacona, cine de barrio, pero no un cine cualquiera, fue un gran salón que hizo funciones de teatro en un pueblo que empezaba a crecer. Nace de la mano de Isidoro Zamacona Charroalde. Como ya explicaba en una entrada anterior, este cinematógrafo inicia su andadura a partir del proyecto de construcción que fue presentado en el Ayuntamiento de Getxo el 20 de julio de 1929. La dirección de las obras corrió a cargo del arquitecto ondarrutarra Pedro Guimón Eguiguren, autor, de entre otras obras, de la “Iglesia de los Trinitarios” y de “Kaioabia” edificación singular, que estuvo situada en la ladera de Arrigunaga, más conocida como “El Castillo de Arrigunaga” de la que ya hablé en una entrada anterior.

No tuvo un inicio fácil, diversos contenciosos retrasaron su apertura, pero finalmente el 3 de septiembre de 1.931 la Junta Provincial de Espectáculos autorizó, de forma provisional, la apertura de aquel gran salón de cine, pese a que su inauguración oficial fue el 27 de aquel mismo mes.


Este cine contaba con 750 butacas de patio, pero que según decían podía albergar hasta 900 personas; con amplios palcos de 6 asientos; 25 delanteras de palco; 140 butacas de antepecho y 400 asientos de “paraíso”, que no era otra cosa que el punto más elevado del cine, conocido coloquiálmente como “Arriba” o “Gallinero”, con bancos corridos, eran las localidades de los humildes. Lo que le convertía en el de mayor aforo de Getxo. La descripción de las comodidades de aquel gran salón del séptimo arte, hacía que las clases más pudientes fijaran su mirada en el mismo, la prensa bilbaina decía respecto de ellas: “...dos cómodas escaleras que dan acceso a dos salones de fumar, un ambigú bien montado, un hermoso foyer (vestíbulo), guardarropía, urinarios, etc...”, para adornarlo se habían empleado 100 metros de un rico terciopelo. Su decoración corrió a cargo de una acreditada casa bilbaina la de “Agapito Lazcano”. Completaban las comodidades de aquel centro un moderno sistema de calefacción y renovación de aire. Contaba el cine con dos proyectores, con una bomba con capacidad para 900 metros de cinta.


La prensa local decía respecto al mismo: “...Después de la inauguración del Gran Cinema de Zamacona, es muy numeroso el público que asiste a pasar un rato de solaz, contemplando las magnificas producciones que presenta el inteligente Isidoro, el cual tiene gusto en la elección de las películas, y de aquí en adelante el vecindario de Las Arenas no tendrá necesidad de acudir a Bilbao para poder presenciar una buena película sonora...”. Aquel cinematógrafo además de comodidades y buenas películas, ofertaba precios más bajos que los de las salas bilbainas, la propia prensa decía respeto a los cinéfilos locales: “...además se economizará los gastos de viaje, que en la temporada de invierno ascienden a un puñado de pesetas....”.

El día de la inauguración acudieron numerosas familias llegadas, algunas quizá por la novedad de aquella magnifica sala, desde Bilbao y los entornos de Getxo. El local y sus inmediaciones presentaba un aspecto imponente. Durante los primero días se proyectaron varias películas, entre ellas alguna de cine mudo, como la del lunes día 5 de octubre titulada “El vals del amor” que fue amenizada por la orquesta di-camera, que ejecutó varias piezas, entre ellas “La viuda alegre” y “La viejecita”, el publico encantado no paro de aplaudir. Siguieron los ajustes de rigor, y durante unos días se proyectaron películas de cine mudo para realizar los mismos; según palabras del responsable del cine: “...se trata de dejarlo a la altura de los mejores cines de París o Berlín...”.



Quienes vivieron aquellos días comentaban respecto a la situación de las calles que conducían al local: “...Sería conveniente que el Ayuntamiento mande colocar un par de luces, arregle las aceras y el piso en el trayecto de la calle de la Estación y la del Club, por el mucho transito que hay los días de función y a fin de evitar el barrizal que se pueda formar los días de lluvia...”.

Durante muchos años el “Gran Cinema” o “Cine Zamacona” de Areeta-Las Arenas fue el centro de la vida social del barrio. En 1944 y hasta finales de los 70 la sala fue explotada por Emilio Betran Barrio y Gil de Ayala. En 1981 fue adquirido por Gomez Cambronero. Aquellas paredes aún guardan muchos recuerdos que quizá más adelante pueda relatar.


Cerró sus puertas el 27 de Enero del 2.005, con la proyección de la película “Diarios de motocicleta“, con él desaparecía la comodidad de un cine de barrio, que no requería de desplazamientos en el que pudimos disfrutar de largas sesiones de buen cine, de su recuerdo para muchos antiguos areneros su “Gallinero”, con sus bancos corridos.


jueves, 10 de septiembre de 2015

LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS DE GETXO


Una de las nuevas modalidades de enseñanza que surge en Francia a mediados del siglo XIX y en el estado español a comienzos del XX, fueron las Escuelas de Artes y Oficios. Y es precisamente a comienzos de este siglo cuando tomará cuerpo dicha enseñanza en Getxo.

Pero demos algún paso atrás para ver la segregación que se producía entre hombres y mujeres. Mientras que a lo largo del XVIII y buena parte del XIX, las mujeres no tenían derecho a la educación, reservándoles el papel de trabajadoras domésticas al cuidado de la familia, al considerar que no necesitaban de una enseñanza reglada. Su centro de educación era el hogar, y en algunos casos, pocos, y para personas de alto poder adquisitivo, eran determinadas instituciones las que les preparaban para ser complacientes y sumisas.


En el período comprendido entre 1860 y1930, la tasa de alfabetización de las mujeres tan solo alcanzaba el 13,16%. En 1887 la alfabetización de los hombres era un 25% mayor que en las mujeres. Y a pesar de ser Bizkaia una de las provincias con tasas más altas de alfabetización, no se producirá un salto cualitativo en las mujeres hasta comienzos del siglo XX. En el cuadro inferior podemos ver las fechas de creación de algunas de las Escuelas de Artes y Oficios de Bizkaia.


Los antecedentes de esta escuela en nuestro municipio se remontan a 1900. El Ayuntamiento de Getxo el 21 de julio de 1900 acordaba por unanimidad la creación de la Escuela de Artes y Oficios de Getxo. Para ello, se creó una comisión encargada de estudiar su implantación. Para recabar experiencias ya existentes se dirigió al consistorio de Portugalete, solicitando información de la escuela que ya existía en la villa jarrillera, la cual envió un presupuesto de obras e instalación, el Reglamento y otros documentos como el aviso que iban a poner en la prensa con el anuncio de la apertura de curso.

Tras el estudio de este material elaboraron su propio presupuesto de instalación y establecimiento de una Escuela de Artes y Oficios en Algorta. En el mismo señalaban que los costes de obras ascendían a 1783 pesetas, el presupuesto anual de sostenimiento de la misma (sueldo de profesores, alquiler del local, consumos de agua, luz, alumbrado y limpieza) ascendería a 6040 pesetas. Preveían que la financiación fuera al 50% entre Diputación y Ayuntamiento.

La celeridad con la que se llevó el asunto, hizo que el 6 de agosto de 1900 saliera en la prensa el anuncio para el arriendo de los locales. La contestación también fue rápida ya que el mismo día se recibían dos propuestas, una de Domingo Ochoa (Director del Colegio San Bernardo) y otra de Francisco Elorriaga. Fue este último el elegido. El local estaba situado en la Avenida Basagoiti.




Rápidamente se elaboró el Reglamento de la Escuela de Artes y Oficios de Getxo, en el se decía: “...tiene por objeto facilitar la adquisición de cocimientos necesarios para obtener el título de Maquinista Naval...”. Dicho centro tenía al frente un consejo de dirección compuesto por (Presidente, vicepresidente, secretario-contador, tesorero e inspector de semana), este último tenía como cometido acudir diariamente a la escuela y examinar el progreso de los alumnos. En el apartado referido a la enseñanza se establecían dos clases:

Para los obreros (hombres) con tres niveles:

1º Lectura, escritura, aritmética y geometría, como preparatorias.
2º Aritmética y geometría plana.
3º Geometría del espacio y nociones descriptivas.
4º Física y nociones de mecánica.
5º Dibujo lineal, geométrico, de adorno y de figura.


Para las Mujeres, tan solo eran dos los niveles de enseñanza:

1º Corte de vestidos de hombre y de mujer.

2º Manejo de maquinas de coser.

Quedaba claro, como decía al principio, el rol asignado a cada género en aquel primer Reglamento. Respecto de la rigidez de la época en cuanto a premios y castigos, basta con ver lo que se indicaba en su capitulo VII (Recompensas y Castigos, ver fotografía inferior). Firmaban el mismo el 23 de septiembre de 1900 el Alcalde D. Juan Bautista Ibarra, el secretario D. José de Abarrategui, los miembros de la Comisión D. Francisco Goicoechea e Higinio Cereceda; otra de las firmas era la del Gobernador D. José Galvan.


Años más tarde volvíamos a tener noticia de dicha escuela, esta vez por la prensa, el 1 de enero de 1930 quedaba abierta la matricula para la asistencia a las clases de las Escuelas de Artes y Oficios. En aquella época detentaba la alcaldía D. Juan L. Prado Mathurin, de la agrupación “Partido Unitario Guecho”. Para entonces la enseñanza constaba de dos secciones, una llamada “Obrera”, en Algorta, y otra “Comercial”, en Las Arenas.

La denominada “Sección Obrera” estaba destinada exclusivamente para los chicos. Las clases se daban en la escuela municipal, constaba de dos cursos, cuyo plan de estudios era:

Curso primero:

Nociones de gramática con aplicación especial a la escritura, ortografía y ejercicios de lectura.
Nociones de aritmética práctica.
Nociones de geografía industrial española. Dibujo lineal.

Curso segundo:

Nociones de geometría práctica.
Nociones de higiene industrial.
Nociones de legislación obrera.
Dibujo lineal.

La segunda de las secciones, la de Las Arenas, denominada “Sección Comercial”, estaba destinada exclusivamente a la enseñanza especial de la mujer. Se daba en las escuelas públicas del mencionado barrio, bajo el siguiente plan de estudios:

Curso primero:

Nociones de gramática con aplicación especial de escritura, ortografía y ejercicios de lectura.
Mecanografía, primer curso.
Inglés, primer curso.

Curso segundo:

Correspondencia comercial y organización de oficinas.
Mecanografía, segundo curso, y taquigrafía.
Segundo curso de inglés.

En aquellas clases se podía ver con claridad el papel que se continuaba asignando a cada genero.


Para aquellos que deseaban inscribirse para la obtención de las enseñanzas, debían de efectuarlo, todos los días laborables, hasta el día 10 de enero inclusive, de nueve a doce de la mañana y de cuatro a seis de la tarde, en las oficinas municipales o en la Conserjería de la Plaza del Mercado de Las Arenas. La certificación de Inscripción era facilitada y canjeada por la de la matrícula una vez comenzadas las clases, previo pago de los derechos que se fijaban, los cuales eran devueltos a la finalización del curso, a todos aquellos alumnos que durante el mismo no hubieran incurrido en un determinado número de faltas de asistencia injustificadas.

Las clases de las escuelas de Artes y Oficios comenzaron su andadura el lunes 13 de enero de 1930 en Algorta y las Arenas. Mientras, el lunes 27 de enero salían a subasta la adjudicación de las obras de urbanización de las calles de Las Mercedes, Urquijo y Paulino de Mendibil del barrio de Las Arenas. El martes 25 de febrero se elegía nuevo alcalde en la persona de Manuel de Eguia e Iturain. Comenzaba marzo con la urbanización de la Vega de Santa Eugenia, en la zona donde iba a instalarse el frontón y la Capilla de los Ángeles. La duración de los alcaldes era corta, ya que el día 24 de marzo entraba el nuevo capitular Pedro de Kareaga.


Y hasta aquí una pequeña reseña sobre aquella Escuela de Artes y Oficios, que a principios del siglo XX continuaba asignado a las mujeres un papel secundario y auxiliar de los hombres, segregando dentro de la escuela a ambos sexos.


lunes, 7 de septiembre de 2015

CAPITANES Y PILOTINES DE GETXO



La formación de pilotos desde el siglo XVI estaba bajo control de la Casa de Contratación de Sevilla, básicamente dedicada a la formación de pilotos de la Armada.

El intenso tráfico marítimo comercial mantenido entre el estado y las colonias de ultramar, a lo largo de la Edad Moderna, requirió de una gran infraestructura logística de barcos y del elemento humano necesario para integrar las tripulaciones de sus navíos. La formación de los pilotos asigna dos a los buques que transitaron las rutas atlánticas, se convirtió en un problema de Estado, dada la importancia del grado de preparación de estos profesionales a la hora de hacerse a la mar.

La carencia de pilotos para la flota mercante se puso de manifiesto al liberalizarse el tráfico con América. En 1778 se promulgaría el reglamento de Libre Comercio con los puertos Americanos, lo que favoreció el nacimiento de escuelas de Náutica. La escuela de Náutica de Bilbao, anterior a esta liberalización, se crea a mediados del Siglo XVIII, por iniciativa del Señor de Bizkaia, la Villa de Bilbao y su Consulado, mediante un decreto del 31 de Octubre de 1739. Las Ordenanzas de la Universidad y Casa de Contratación de la Noble Consulado de Bilbao de 1737, refiriéndose al oficio de Pilotos, decía en capitulo 24, nº 3: “...Ninguno podrá ser recibido en adelante por tal Capitán , Maestre, o Patrón, sin que haya navegado antes seis años, los quatro de Marinero, y los dos de Piloto, y que antes de empezará mandar Navio, Pudiendo acontecer, que un Marinero se haya dedicado a estudiar, y practicar el Arte de Pilotage, sin el titulo de tal, sino de mero Marinero, le ordena, que los de esta calidad, como hagan constar por Certificación de Capitanes, y Pilotos, haver llevado en algunos viages su punto, y diario formal de los rumbos, durante dos años, y navegado en el todo seis...”.


Y es en ese contexto cuando adquiere gran importancia la formación de pilotos y de sus diferentes titulaciones, para la tripulación de las naves. La Escuela de Algorta (Puerto Viejo), estuvo situada en la antigua Ermita de San Nikolas, que había sido construida en la década de 1650-1660. Al cerrarse al público el 2 de julio de 1863, la Cofradía de Mareantes pidió permiso al Obispo para convertirla en Escuela, lo que les fue concedido el 4 de enero de 1868, pasando a ser de propiedad Municipal el 10 de noviembre de 1879.

Allí se instaló la primera Escuela de Náutica, cuando la Cofradía de Mareantes, una vez desaparecidas las actividades de lemanaje, llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento, a cambio de traspasarle el cobro de los impuestos que hasta entonces gestionaba por su cuenta la Cofradía. Dentro de la misma se impartieron los títulos que los pilotos requerían para la navegación (Pilotín, Piloto de primero y segundo grado) titulaciones necesarias para quien quisiera dedicarse a la profesión marinera y a la tripulación de barcos.


Respecto de la funciones de estos, en las ordenanzas de la ilustre universidad y casa de contratación de la M.N. y M. L. Villa de Bilbao de 1737 y 1814 se puede decir lo siguiente:

Capitán, maestre o patrón de navío, era aquella persona que siendo dueño propietario del buque, lo mandaba y gobernaba en los viajes que se le ofrecían; o que no siendo tal dueño, otros que lo son del casco y aparejos, le eligen y nombran por tal maestre, capitán o patrón , para que en su nombre gobernara y mandara el navío, con facultad de disponer de él y sus aparejos, como si realmente fuese tal dueño en propiedad.

De el se exigía: “...debe ser hombre conocido, prudente y práctico en la navegación, leal, de buenos procedimientos, que sepa leer , escribir y contar, para dar puntual cuenta y razón, así del navío y sus aparejos, como de las mercaderías que se cargaren en él, y gobernarse con prudencia en los casos y cosas que pudieren ofrecérsele en sus viajes, así en tiempos de paz, como de guerra...”.

Respecto a sus practicas de navegación se decía: “...Ninguno podrá ser recibido en adelante por tal capitán, maestre o patrón sin que haya navegado antes seis años, los cuatro de marinero y los dos de piloto, y que antes de empezar á mandar navío sea examinado con comisión de Prior y Cónsules por las personas prácticas que para ello nombraren, y bailándolos hábiles y capaces, se les podrá dar el título de tales...”.

Para hacerse a la mar debía de: “...Para resolver el salir al mar deberá todo capitán o maestre tomar consejo de su piloto y contra-maestre, y con su dictamen disponer y mandar lo que convenga....”.

Piloto de un navío era el segundo oficial del buque, e inmediato al capitán, a quien por ausencia o enfermedad de éste toca mandar y gobernar en todos tiempos, en los viajes, rumbos y derrotas para donde navegare hasta conducirle al puerto de su destino.

Al igual que a los capitanes se le exigía: “...Deberán ser para el tal oficio de piloto hombres prudentes, conocidos, discretos y de buenos procedimientos, estudiosos, prácticos y muy hábiles en el arte de navegar, por haberse de fiar de su prudencia y destreza del navío y su carga en cuantos viajes se hicieren bajo de su dirección; de que se sigue que hayan de saber con precisión leer, escribir y contar, en cuanto sea necesario para el mejor cumplimiento de su obligación...”.


En cuanto a sus practicas de navegación se decía: “...Ninguno podrá ser admitido al oficio de piloto de navío sin que primero haya estudiado el arte de navegar teóricamente por lo menos durante seis meses con persona hábil y capaz , de quien deberá exhibir certificación, y practicádolo dos años en diferentes viajes, y que en ellos haya llevado su punto y rumbo: y mediante que esto puede acaecer antes ó después del estudio de la teórica, y con capitanes y pilotos diversos ya examinados, en este caso deberá también traer certificación de ellos; con cuyos requisitos cuando cualquiera intentare obtener título de tal piloto deberá acudir ante Prior y Cónsules, para que, siendo examinado por la persona o personas que nombraren, pueda dársele...”.

Respecto a sus obligaciones en la navegación: “...En cualquiera viaje ha de ser del cargo del piloto del navío llevar a bordo las cartas de mar, compás de marcar, corredera con su naveta y minuto, y demás instrumentos concernientes a su ejercicio, así para tomar la altura del sol, como para enderezar y saber el rumbo en que lleva su navegación; y siempre que conviniere mudarle por vientos contrarios, por cercanía a costa de otros motivos, deberá dar cuenta al capitán para que conformándose con su dictamen ejecute lo que le mandare; pero si el capitán por poco experto ó por otro mal fin contra la opinión del mismo piloto y demás oficiales le quisiere obligar a pasar bancos u otros parajes y rumbos peligrosos y conocidamente contrarios; en este caso deberá reconvenir sobre ello el piloto al capitán en presencia de los demás oficiales y equipaje, para que siempre se pueda justificar; pues de cualquiera accidente contrario serán de cargo del capitán los daños y menoscabos que se siguieren...”.

Pilotín era el nombre que se daba al principiante o aspirante a piloto. Servía en los buques como ayudante del piloto. Respecto de estos no se encuentra la descripción de sus funciones, salvo la referencia de las normas del Consulado de Bilbao: “...Asimismo será de la obligación de capitanes o maestres atender y observar si cada uno de los de su equipaje cumple con lo que es de su cargo, para de lo contrario reprenderlos y obligarlos a la puntual ejecución de lo que les tocare; y todos los días a la hora de medio día, y en todas las demás que convenga , juntará al piloto y pilotines y demás principales oficiales que sean expertos en la navegación para conferir con ellos sobre las alturas y rumbos de su viaje...”.



Existieron tres clases de pilotos: primeros, segundos y ayudantes o pilotines, que habían sido establecidas en 1783, se mantuvieron hasta la Real Orden de 20 de mayo de 1890, en la que se establecieron las dos denominaciones de Capitán de la Marina Mercante y Piloto de la Marina Mercante. 

Uno de los primeros expedientes de esas titulaciones fue expedido a nombre de Ramón de Bareño natural de Getxo, solicitando ser admitido a examen con el fin de obtener el título de pilotín para América. Dicha solicitud que aparece en el Archivo Foral de Bizkaia, se formalizó el 14 de junio de 1788. Pero no sería la única, le seguiría en 1879 Manuel de Sarria, natural de Getxo, solicitando ser admitido a examen con el fin de obtener el título de pilotín para América; y en 1792 Francisco Antonio de Piñaga, natural y vecino de Getxo, solicitando también ser admitido a examen con el fin de obtener el título de pilotín en los mares de América.

Otro de aquellos títulos sería el de Capitán, esta vez de la mano de Francisco de Piñaga, vecino de Algorta, de quien en 1762 se informaba había sido examinado y aprobado para navegar desde Galicia hasta Francia en el barco “San Francisco y Ánimas”, de su propiedad, que partiría con destino a Bayona. Lo hacía con cinco marineros a su cargo. Pero aquel título no le facultaba para dirigirse al Norte, para esa labor debía de contratar a un Piloto de Altura. Aquel examen fue realizado por Joseph Bengoetxea.




Años mas tarde, avanzado el siglo XX, la prensa local hablaba de aquellos que, al igual que sus antepasados, deseaban surcar los mares. El 14 de marzo de 1929 el diario bilbaino “La Tarde”, recogía la noticia de los exámenes para pilotos celebrados en Bilbao, en los que habían participado algunos jóvenes getxotarras: “...En los exámenes para pilotos verificados últimamente en Bilbao, les han sido concedidos los títulos de primeros pilotos a los jóvenes de esta localidad D. Abel Uriarte, D. Blas Dobaran y D. Ramón Eguia...”.

Hasta aquí una pequeña entrada de aquellos primeros marinos de nuestro pueblo, que tras obtener sus titulaciones, surcaron mares por medio mundo.