En
la anterior entrada veíamos cómo con la llegada de la Semana Santa,
el Ayuntamiento se preparaba para organizar el desfile de la
procesión. Cómo naufragaba en la Galea la lancha del práctico de
la Cofradía de Algorta D. Eustaquio Encera. Y cómo los veraneantes
acudían en tropel a nuestras afamadas playas. En esta seguiremos
viendo cómo la lactancia para niños de pecho era una de las ayudas
municipales; y cómo ya cercanas las fiestas de San Nicolás, el
Ayuntamiento las preparaba con diligencia.
La
lactancia para niños de pecho, cuyas madres por diferentes motivos
no pudieran amamantarlos, era otro de los motivos de solicitud
municipal. En este caso se trataba de un niño de de tres días cuya
madre había fallecido, y careciendo el padre de recursos para criar
a dicho pequeño, solicitaba ayuda al consistorio. En general las
ayudas eran para periodos de lactancia de 15 meses, y el Ayuntamiento
decía en julio de 1880: “...teniendo
en cuenta la costumbre que ha sido observada en iguales casos, se
conceda la lactancia de dicho niño por 15 meses, por la cantidad de
825 reales de vellón pagaderos trimestralmente...”
Y en esos menesteres, también el consistorio se cubría y trataba de
ahorrar, ya que decía a continuación: “...y
si muriese antes el citado niño, lo que correspondiera...”
Las ayudas solicitadas para otros casos, como cuando por enfermedad
algunas vecinas no podían trabajar, eran rechazadas, y sin embargo,
eso no sucedía con los militares destacados en el Castillo, ya que
según un acuerdo del 27 de junio de 1879, en vigor en aquellas
fechas, los artilleros destacados en dicha batería tenían derecho a
los suministro por parte del municipio de camas, carbón y aceite.
A
finales de julio de 1880, varios vecinos de Algorta, encabezados por
D. Pedro José de Urquijo, solicitaban al consistorio: “...que
el tranvía sin detenerse en Amesti, continúe por el camino peatil
hasta la Plaza de San Nicolás, hasta llegar junto a la iglesia…”
El Ayuntamiento acordó que dicho transporte llegara hasta el punto
denominado Altamira de acuerdo con la escritura firmada con la
compañía del tranvía.
La
playa de Las Arenas, una de las más grandes de Getxo, en su día
tenía algo más de un kilómetro de longitud. Era en julio de 1880
una de las más solicitadas del municipio, hasta el extremo de que en
ese mes, el vecino de Bilbao D. Anselmo Pascual solicitó la
colocación en dicha playa de 500 sillas, licencia que se concedió
para esa temporada de baños.
Y
como se acercaban las fiestas de San Nicolás, el Ayuntamiento ordenó
el día 29 de julio de 1880: “...Aproximándose
los días de celebración de romerías de Algorta, el 11 de agosto, y
encontrándose imposibilitada para dicho fin la Plaza de San Nicolas,
con piedras y otros escombros, por las obras del nuevo Ayuntamiento,
a fin de que se puedan celebrara en la misma, según costumbre, las
diversiones públicas, se limpie la misma por dentro y fuera, y se
arregle el empedrado que se halla bajo ella…”
Finalmente, las fiestas de Algorta (San Ignacio y San Nicolás) y las
de Getxo (Andra Mari), fiestas llamadas votivas, se celebraron con
gran profusión de actos lúdicos, algunos que se han mantenido a
través del tiempo, como la cucaña, y como no las deseadas romerías,
que en San Ignacio se celebraron en la campa del mismo nombre.
En
esa misma fecha, como se hallaba la linea del tranvía en condiciones
de realizar la puesta en marcha entre la Avanzada y el lugar próximo
a Algorta conocido como “La Carnicería”, acordaba el
consistorio: “...autorizar
a la empresa para que, sin prejuicio de continuar los trabajos hasta
el termino designado en contrato, ponga en marcha la explotación de
la línea hasta la carnicería...”
En
Algorta y Getxo, en 1880, la influencia de la iglesia se dejaba
sentir en las relaciones con los ciudadanos y los poderes públicos.
En agosto de ese año el párroco de San Nicolás de Bari, en nombre
de los cabildos de Algorta, Getxo y Berango, invitaba a que los
ciudadanos y Ayuntamiento formaran parte de una peregrinación, que
pensaban en breves fechas al Santuario de Nuestra Señora de Begoña.
Y como lo de pedir era algo innato a la iglesia solicitaban al
consistorio: “...en
nombre de la junta de los tres cabildos, se facilite alguna ayuda de
los fondos municipales, para alivio de personas pobres que desean
participar en la peregrinación, pero no disponen de medios para
costearse el gasto del viaje...”
El consistorio con cargo al capitulo de beneficencia donaba 100
reales de vellón como ayuda. En esas mismas fechas D. Cándido de
Zugazagoitia abría una nueva farmacia en Algorta.
En
agosto de 1880 para poder ser elegido candidato a Diputado Provincial
había que tener algún titulo que acreditase la capacidad del
postulante. Entre los que deseaban optar a dicha plaza se encontraba
D. José Ramón de Aqueche: “...quien
solicitaba al consistorio ser incluido para las elecciones de
Diputados Provinciales y Concejales, en clase de capacidad como
Perito Mercantil. Así mismo se incluya a D. Santiago Echevarria y a
D. Ramón de Barandica como pilotos...”
El
tranvía de Bilbao a Algorta realizaba parada en la Avanzada para
permitir que el empleado municipal, responsable del cobro de
arbitrios, pudiera subir en la misma, y cobrar a las baserritarras
que acudían a los mercados locales. En dicho punto, la Avanzada,
disponían de una caseta para el resguardo del empleado y la
caballería, que era utilizada para subir la cuesta.
Llegaba
septiembre de 1880 y con el las horas de oscuridad aumentaban, los
consumos de los líquidos que alimentaban los escasos faroles
existentes en el Pueblo se disparaban, la mayor parte de ellos
situados en calles céntricas de Algorta (Tetuán, actual Avd.
Basagoiti) y alguno en Las Arenas (Plazuela, actual Bizkaiko Zubia).
El consistorio acordó controlar el gasto de un único farol, para
hacer una estimación del líquido necesario para toda la temporada.
El responsable (el farolero) fue D. Francisco Lapresa, quien provisto
de esparto para limpieza de los cristales, mecha y petróleo, era
quien los mantenía encendidos. Encendido que tanto en Algorta como
en Las Arenas duraba 3 horas. El combustible que se consumía era de
180 litros en Algorta y 60 litros en Las Arenas. En ese año se
adquirieron 20 faroles nuevos cuyo importe supuso a las arcas
municipales 4.241 reales.
La
nueva Casa Consistorial de la Plaza de San Nicolás iba a ver
finalizada su construcción, se estaba retejando, el 14 de octubre de
1880 por lo que el Ayuntamiento, para completar su fachada determinó
que: “...el
rematante de las obras D. Domingo de Aurrecoechea, coloque en la
parte superior de la fachada, un escudo de armas de Vizcaya dibujado
en piedra y con las palabras «Casa Consistorial Año 1881»…”
En él se incluían a ambos lados los atributos del comercio y
navegación.
El
22 de ese mismo mes, el consistorio ordenaba a la Comisión
permanente de la Policía Urbana y Rural que se practicaran todas las
diligencias necesarias para obtener todos los planos y datos sobre
terrenos que habían sido vendidos en los arenales.
El
19 de octubre de 1880 se recibían las obras del Camino de Erega, que
había realizado el rematante D. Gregorio de Bengoa. En esa misma
fecha, era declarado por la Diputación como camino de primera clase,
el proyectado que iba desde Plencia hasta la taberna del Ángel.
No
todos los adelantos que se instalaban a fin de hacer la vida más
cómoda a algunos vecinos, eran bien recibidos por el Ayuntamiento.
Fue el caso de un “Potrero” (aparato para herrar animales) que en
diciembre de 1880 se instaló en una fachada de la vía pública de
Las Arenas, probablemente, por requerimiento de algún vecino a quien
disgustaba el servicio y los herradores, tuvo que ser retirado.
Terminaba
el año con un exhorto al rematante de vinos y licores para que
tuviera siempre existencias en la taberna de Ángel.
Entre
los años 1850 y 1880 parecía que la población se había dormido,
ya que en la primera fecha Getxo contaba con 2.079 habitantes y en la
segunda tan solo había crecido hasta llegar a los 2.807 habitantes.
No llegaría a los 5.442 hasta finales de ese siglo.
En
la próxima entrada veremos empezar el año 1881, bajo la presidencia
de D. José Ramón de Arecheta, con una noticia referida al Barco del
Pasaje. Y cómo la viruela hacía acto de presencia en el Puerto de
Algorta.