jueves, 31 de mayo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -40-



En la anterior entrada veíamos cómo la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio que les correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio de l882-83, así como por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio.

A principios de abril de 1884 se daba cuenta del estado de notas, aplicación, aprovechamiento, faltas de asistencia y comportamiento de los alumnos de Comercio y Lengua de esta localidad.

También el camino desde la Avanzada a Las Arenas veía realizar mejoras. El Ayuntamiento de Getxo encargaba a la Compañía del Tranvía, transportar doce vagones de piedra martillada, a razón de 34 reales cada uno, para reponer la ya deteriorada calzada que iba desde ese punto, junto a la Bola, hasta la plazuela de Las Arenas.

Las laderas del monte en la playa de Ereaga eran continuamente atacadas por las mareas. El 24 de abril de 1884, se autorizaba a D. Vicente Suárez, la construcción de un muro en la ladera de Ereaga cómo defensa de las aguas del mar.


Poco a poco los fondos para la creación de la “Sociedad de Salvamento Marítimo de Vizcaya” iban siendo una realidad, por lo que el “Club Náutico de Bilbao” invitaba al Ayuntamiento de Getxo a acudir a una reunión que se iba a celebrar en su sede, en la calle del Arenal N.º 8. En la misma se iban a preparar los reglamento y la inversión de los fondos conseguidos hasta la fecha. El consistorio de Getxo nombró para dicho cometido a D.Luciano de Alday y D. José Ramón de Uriarte.

Los obsequios que se habían realizado, en forma de pasteles y dulces para los niños de las Escuelas Públicas, en el mes de febrero, a instancia del Inspector de Primera Enseñanza de la provincia durante su gira por las escuelas de Vizcaya, además del refresco ofrecido a su acompañante el Gobernador de la Provincia, costaron 226 reales, y parece que dejaron las arcas municipales resentidas, ya que el consistorio acordó no volver a realizar aquellos obsequios en años venideros.

A finales de abril de 1884 eran varios los temas que preocupaban a algunos Ayuntamientos de la Provincia de Bizkaia, entre ellos estaba la utilización de los pastos de ganados por lo que la Diputación Provincial recordaba las normas existentes: “...«Con frecuencia se originan en nuestros pueblos, y hoy mismo penden en no pocos cuestiones sobre pastos de ganado menor en terrenos comunes. Las disposiciones más respetables por su origen son las consignadas en las leyes primera y segunda, titulo treinta y cuatro del fuero de Vizcaya, vigente en esta parte. Estatuyese por la primera de ellas que los ganados se echen a los montes y ejidos altos con guarda y pértiga que los guarde y traiga de sol a sol, y por la segunda se determina cómo los ganados que entran en las heredades ajenas y hagan daño en ellas se podrán prendar y encorralar por los dueños de las mismas heredades, y cómo se ha de proceder para que se haga efectiva la pena y resarcimiento del daño.

El objeto principal de estas leyes, fue evitar los perjuicios que los ganados causaban en las heredades. Da la colindante provincia de Guipúzcoa venían periódicamente a Vizcaya en cierta época del año numerosos rebaños de ganado lanar que no sólo invadían y consumían los mejores y más fértiles pastos del Señorío, sino que además se construían chozas provisionales para albergue de pastores y ganados en montes altos y sitios solitarios, causando en los arbolados, madroñales y jaros contiguos daños de consideración.

Los pastores de aquellos rebaños eran por lo común los autores de los grandes incendios de montes, producidos con objeto de limpiar el suelo de maleza y de que renazca fresca y abundante yerba que se proponen aprovechar a costa casi siempre de incalculables pérdidas y peligros para las comunidades y los particulares.

Por la ordenanza de montes aprobada por real orden de 27 de Noviembre de 1784 se mandó guardar inviolablemente lo estatuido en las leyes forales que hemos citado, y desde 1786 hasta 1866 han venido constantemente las Juntas Generales del Señorío dando disposiciones basadas en las citadas leyes del Fuero.

En 1813 se ordenó a las justicias de los pueblos de Vizcaya que dispusieran inmediatamente que todos los rebaños de ganado lanar forasteros saliesen de los pastos de su jurisdicción, y en 1814, el Señorío, no sólo aprobó esta orden de la Diputación, sino que mandó que todos los alcaldes y fieles procediesen a destruir las chozas construidas para guarida de rebaños por pastores forasteros.

Dos años después el mismo Señorío reiteró estos acuerdos y ordenó que se celase para evitar que por medios capciosos o convenios simulados se eludiesen.

En Junta General de 1823 se reiteraron las mismas disposiciones y se estableció que los guipuzcoanos que quisieran venir con sus ganados a residir en Vizcaya, hubiesen de fijar la residencia al menos por tres ó cuatro años continuos y bajo la garantía y responsabilidad de los dueños de las casas que alquilasen. En 1825 se dictaron enérgicas disposiciones para el cumplimiento de todo lo estatuido en cuanto a pastos.

En 1841 se acordó en junta general que a fin de evitar los graves daños que causaban las cabras y ovejas en los pastos y ejidos comunes, la Diputación tomase enérgicas disposiciones, y a este acuerdo se adicionó con otro en el que se determinaba que todo ganado que se encontrase paciendo en terreno a que hubiese llegado el fuego durante dos años después de la quema, fuese prendado y cayese en comiso»...” Estas eran en resumen las normas que en Vizcaya existían en materia de disposiciones sobre pastos de ganados.


Era el primero de mayo de 1884 cuando el Ayuntamiento de Getxo, a fin de traer el telégrafo a nuestro municipio, realizaba consultas con la Compañía del Tranvía para: “...«Saber la cantidad exigir por la colocación de los hilos, en sus postes, desde Las Arenas a Bilbao»...”

En esas fechas, el Ayuntamiento recordaba las deudas que el municipio tenía con las feligresías de Algorta y Santa María, en concepto de atrasos de 4 años desde 1877, por culto y clero: “...«Las cuales alcanzan los 84.740 reales. Y que ya se habían ido regularizando hasta la cantidad de 7.717 reales, de los cuales se habían abonado al Sr. Beneficiado Artega 823 reales, a D. Victor y al Sr. Egusquiza 3.744 reales, al culto de San Nicolás 1.256 reales, al culto de Santa María 1.256 reales y al organista Sr. Blas 638 reales»...”

Por otro lado el Ayuntamiento autorizaba, siempre que no se distrajera ningún fondo municipal, al 7º Batallón de Artillería de a pie de guarnición en Bilbao: “...«A utilizar el campo o terreno, que se halla en la inmediación de la fuente de Arrigunaga, para establecimiento de la escuela práctica, en la que todos los años realiza sus ejercicios de tiro»...” Se designaba como camino para transportar los materiales necesarios para dicha práctica: “...«El camino que pasa por Pitarrena»...”

En la próxima entrada veremos cómo 1884 las fuerzas armadas seguían dando quebraderos de cabeza al consistorio de Getxo, y este sorteaba como podía sus demandas dando todo tipo de excusas. Y cómo las elecciones a Diputados, venían siendo muy discutidas por algunos habitantes.

lunes, 28 de mayo de 2018

UN PELOTARI DE AREETA : “TXIKITO DE LEKEITIO.”



Un pelotari Txikito”, es lo que la prensa decía, refiriéndose a su estatura, pero que llegó a ser uno de los grandes de ese deporte al que algunos llaman “la mano contra la piedra”, la “Pelota Mano”. Un pelotari Txikito, que ni en su juego ni en su origen dejo indiferente a nadie, y es que a pesar de haber nacido en 1896, en el 2017 volvía a aparecer en la prensa, en la que se cuestiona su lugar de nacimiento.

De la “polémica” acerca de su origen daba cuenta la revista “Herriaren Arima Eibar”, popularmente conocida como “La revista de Eibar”, publicación que se editó por primera vez el año 1952. En sus N.ºs 139 (diciembre 2017) y 140 (marzo 2018), dicha revista reproducía su historial y en uno de ellos surgió la controversia sobre su origen. De su largo historial de la pelota vasca, daba cuenta la prensa histórica, a principios del Siglo XX.


Hablamos de Julio Aretxabaleta Mendiguren “Txikito de Lekeitio”. Bajo ese apelativo, cualquiera hubiera asegurado que se trataba de un pelotari de la villa marinera, en cuyo escudo aparecen representados una ballena y su ballenato siendo arponeados, de Lekeitio.

Julio Aretxabeleta, al igual que otros dos de sus hermanos (María Teresa y Tomás), nace en Las Arenas (Getxo), el día 27 de mayo de 1896, y será bautizado en la Iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta. Fue hijo de Juan Tomás Aretxabaleta Urriolabeitia, natural de Gerrikaitz (Munitibar) y de Benita Mendiguren Garagarza, natural de Bergara. Con pocos años, tras el fallecimiento de su madre, se trasladó a Lekeitio, de donde procede su apodo manomanístico. Muy joven, a los 14 años cambiará su residencia a la Ciudad armera de Eibar (Gipuzkoa). Allí empezará a destacar como pelotari. Profesionalmente desarrolló el oficio de modelista de maderas nobles. Se casa con la Eibartarra Luciana Urcelay Aguirrebeña, con la que tuvieron a su única hija Julia Aretxabaleta Urcelay.

Su carrera como profesional de la pelota, al menos por lo recogido en la prensa, se desarrolla en el primer cuarto del Siglo XX. Txikito de Lekeitio debuta en el Astelena de Eibar, a los 16 años, el 26 de diciembre de 1912, lo hizo teniendo cómo compañero a “Mallavia -I-”, ambos jugaron contra “Mondragones”. A lo largo de los 20 años de su vida deportiva, una de sus citas ineludibles fueron la de las fiestas de San Juan de Eibar.

Así durante las fiestas de esta población armera, en junio de 1920, se va a producir una de sus grandes hazañas deportivas. Jugaba Txikito de Lekeitio contra Murua, a decir de la prensa del momento: “...«El partido careció de interés, pues el de Lequeitio dejó a su enemigo en 20 a 7»...” Como el resultado fue rápido, y el público lo demandaba, se concertó otro partido entre los mismos contrincantes, con saque del 2, desarrollándose la pelea en idénticas condiciones que la anterior, puesto que Txikito se llevó el partido de calle, y eso que jugó con un dedo lesionado.

Pero no todos los partidos fueron victorias, algunos que jugó en pareja, a pesar de su buen juego, no tuvieron el éxito apetecido. Eran las fiestas de San Juan de ese año. Eibar presentaba un aspecto soberbio, a pesar de la honda crisis producida tras el cierre de los principales mercados eibarreses en el exterior (Rusia y Turquía), la villa iba recobrado su pujanza industrial. Las fondas, las casas de comidas, los restaurantes, las casas particulares, todo el pueblo estaba lleno de forasteros. Se iba a celebrar un gran partido de pelota, decía la prensa entre: “...Zapaterito y Chiquito de Lequeitio contra Chiquitó de Azcoitia y Chortena. El partido era a veinte tantos, y desde el primer momento se vio el dominio de la segunda pareja, dominio tan marcado que estuvo el dinero cien a uno. Sin embargo, Zapaterito y chiquito de Lequeitio tuvieron briosas arrancadas, que pusieron en grave aprieto a la pareja contraria. Partido que al llegar a los veinte tantos, la pareja primera solo había conseguido llegara al tanto 14...”


Según recordaba el propio Txikito, en la revista “Herriaren Arima Eibar”: “...uno de los partidos de más grato recuerdo fue el jugado el año 1921, contra Chiquito de Azcoitia y Baltasar, en compañía de aquel gran pelotari que en vida se llamó Zapaterito de Lequeitio. Tras una lucha dura y enconada de más de dos horas, y en contra de todos los pronósticos, resultamos vencedores por 22 a 20...”

En enero de 1922, en un partido en el que contendieron Txikito de Lekeitio, sacando del dos contra Txapasta, con saque libre. Después de varias alternativas y numerosas igualadas en el tanto, venció el primero por dos tantos.

Y es en ese año, un 13 de diciembre, cuando en un espectacular partido jugado en el Astelena, en el que contendían el gran Mondragonés junto al veterano Baltasar, estos con distintivo rojo; contra Echave II y Txikito de Lekeitio, ambos de azul. En un partido que mantuvo hasta el último momento la tensión, que la prensa local definía cómo: “…«La cátedra se inclinó a favor del bando rojo, ofreciendo el ágio en proporción de 20 a 13; pero que cambió de parecer ante el empuje de los azules que venían dispuestos a demostrar que no se arredraban ante enemigo tan temible, y que en materia pelotística eran de tener en cuenta, y así, con esta convicción, comenzaron desarrollando juego envolvente, trayendo en continuo jaque al as de la pelota, al formidable Mondragonés, con jugadas magistrales de Echave, arrimadas y cortadas con toda exactitud y ma temáticamente medidas, y con la acertada y hábil cooperación de Chiquito, que desconcertaron a los adversarios. Haciéndose dueños de la cancha y del tanteador que marcó durante la ruda lucha 9 azul por 1 rojo en la primera decena, dominando con ventaja en la segunda hasta el tanto 20, en que los tantos se suceden, defendidos con tenacidad por ambos bandos. Destacándose en esa etapa Mondragonés, que bien secundado por Baltasar consigue alcanzar a los rojos y colocándose a 20 tantos para 22»...” Cuando saca Txikito y hace tanto, restado el siguiente, el definitivo, el partido se lo apuntan los azules en reñido peloteo, logrando del público una cerrada ovación que confirmaba la victoria de los azules. La prensa decía: “...«Es un fenómeno del juego a pelota este Echave II, un maestrazo; y es muy grande este Chiquito de Lequeitio, que ha crecido mucho»...” Se referían como pelotari.

Algunos de los partidos que jugó Txikito en parejas, lo hizo con algunas dificultades en el desarrollo del juego. El 6 de febrero de 1923, teniendo como compañero a Mondragonés, según contaba el diario “El Liberal”, lo hizo de la siguiente manera: “...«En primer término contendieron el gran Mondragonés, llevando de compañero a Chiquito de Iequeitio, con la limitación este último de jugar con la izquierda libre y con la derecha “aire”, contra Echave II y Ansola, éstos con saque del 1 y los primeros del 3»…” A pesar de lo cual, la pareja de Txikito ganó el partido por 22 a 16.

Entre las historias de este manomanista, está la de haber inaugurado el “Frontón Elorza” de Eibar, un 27 de junio de 1924, durante las fiestas de San Juan de la Ciudad Armera. Frontón que desapareció tras el bombardeo de Eibar, por la aviación franquista, el 26 de abril de 1937. Era un bello pabellón de 19 metros de largo, cubierto, conocido como “Salón Giputza”, que funcionaba como teatro y cine.

En algunas ocasiones, los partidos de pelota en los que participó, fueron de carácter benéfico, como el que se jugó en el Frontón Astelena, el día 30 de noviembre de 1925, festividad de San Andrés, con objeto de recaudar fondos a beneficio de los soldados eibarreses que se encontraban en África. Participando en dicho partido los hermanos Irureta contra Mallabia II y Txikito de Lekeitio.


Al igual que volverían a repetir, en la noche del 21 de julio de 1926, en la que competirían a beneficio de uno de sus vecinos, Juan Carral, que llevaba mucho tiempo enfermo. El partido los siguientes contrincantes Chapasta y Txikito de Lekeitio contra Marino y Errasti, ganando los primeros tras de una palea competidísima, después de la igualada en el penúltimo tanto a 21.

Uno de los últimos partidos de los que he logrado encontrar datos, fue el jugado durante las fiestas de San Juan de 1931. En el se enfrentaron Txikito de Lekeitio y Uribe a Gurruchaga y Aulestiarte derrotando por siete tantos los primeros a los segundos.

Su último encuentro profesional fue en el año 1932, en el frontón Astelena de Eibar, teniendo como compañero a Saturnino Arriola (Chirloya), ambos jugaron contra los elgoibartarras Arriola y Gurruchaga.

Más tarde, en noviembre de 1934, ya se hablaba en el diario “Excelsius” como: “...«el expelotari de mano Chiquito de Lequeitio, actualmente juez en la cancha del Astelena»...” Seguiría en contacto con el mundo que tantos triunfos le deparó, alternado su afición con su profesión de modelista.

Txikito de Lekeitio, Julio Aretxabaleta, fallece en la Clinica Guimón de Bilbao a los 66 años, el día 27 de mayo de 1962. El funeral se celebró en la parroquia de San Andrés Apóstol de Eibar, y sus restos fueron inhumados en el cementerio de dicha localidad.

Quiero agradecer al también Eibartarra Eusebio Gorritxategi Agote, su ayuda para realizar esta entrada.


jueves, 24 de mayo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -39-



En la anterior entrada veíamos cómo en agosto de 1883 el consistorio desarrollaba obras de urbanismo frente a la antigua Fonda San Ignacio. Y la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas, en agosto.

A mediados de noviembre de 1883, la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio del 3,40% que los correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio do l882-83, así como el 1% por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio. El Ayuntamiento de Getxo delegaba en el correo peatón D. Antonio San Martín, el cobro de las cantidades que le correspondían en la Caja de la Administración Provincial.

Las relaciones del barrio de Algorta con las maniobras del ejército, en nuestros barrios, tuvieron sus más y sus menos. En noviembre de 1883, en las actas municipales, se hacía constar que: “...Con motivo del ejercicio de tiro al blanco desde la Campa del Castillo al mar, reventaron en el aire varias bombas esparciendo sus cascotes entre la población, lo cual motivó gran desasosiego entre la población, por cuanto alguno de los restos que pesaba más de 12 libras, cayo sobre alguna casa cercana a la iglesia de San Nicolás...”

Y ya entramos en 1884, año que traería nuevas mejoras al municipio, esta vez relacionadas con la instalación del telégrafo en nuestro Pueblo. El 15 diciembre de 1883, el consistorio de Getxo había solicitado la mediación del Diputado a Cortes D. Eduardo Aguirre para que mediara ante el ministerio, en nombre del Ayuntamiento para solicitar la instalación de dicha estación telegráfica. El 8 de enero de 1884 se recibía una contestación de dicho político: “...referente a la estación telegráfica que se desea establecer en esta población de Algorta y de las gestiones que venía realizando...” El consistorio le mostraba su agradecimiento por ellas.


En febrero de 1884 era el Semáforo de la Galea el que llevaba noticias al libro de plenos. Se nombraba primer vigía del mismo a D. Miguel Morales, a quien se cedía un terreno contiguo para que pudiera cultivarlo. Mientras que de la carretera a Plenzia, estaba echada la grava hasta Sopelana, solo faltaba completar el tramo hasta Algorta. En marzo se trabajaba sobre el camino que iba desde Jauregi hasta la iglesia de Santa María. Y por fin, el 3 de febrero de 1884, llegaba el primer coche desde la Villa de Plentzia a Las Arenas.

Los ingresos de los abastos municipales, que el 7 de febrero de 1884 se daba información en el pleno del Ayuntamiento de Getxo, ascendían a: Por vinos y aguardientes consumidos en Getxo durante el año 1883: 4.677,2 Pesetas. Por suministros de piensos y pan a las tropas del ejército, durante los meses de agosto y octubre: 157,25 pesetas. Quedando por cobrar del mes de noviembre 75 pesetas. Por no haber presentado, el rematante, toro para correr durante las fiestas del verano: 50 pesetas. Por derechos de limpieza del matadero durante el mes de enero: 17,50 pesetas.

En esas fechas, algunos vecinos del barrio de Las Arenas, no parecían estar muy satisfechos del servicio de correspondencia (correo). Al parecer los retrasos muchas veces no eran de horas, si no de días. El Ayuntamiento derivaba la queja al Administrador Provincial de Correos, que era la persona responsable de la distribución en la Provincia para que remediara aquellos fallos de servicio.

Como explicaba con anterioridad, el servicio de telégrafos, no solo era una necesidad, si no que empezaba a ser una realidad en nuestro Pueblo. A primeros de febrero de 1884, el Ayuntamiento de Getxo, tras recibir una instancia del Director del Telégrafo Inglés, situado en Las Arenas, acordaba pasar dicha instancia al Departamento de Fomento municipal, para que el maestro de obras (arquitecto) D. Francisco Ciriaco de Menchaca, señalara al solicitante los terrenos que habían sido comprados a la Familia Aguirre, para tal fin. En ese año los vecinos de Algorta trataron de instalar el servicio de telégrafos en el Ayuntamiento (San Nikolas), por cuenta del municipio.

Por fin el arreglo del camino peatil, que iba desde la encrucijada de Jauregi hasta la Iglesia de Santa María, salía a remate el 16 de febrero de 1884.

El 21 de febrero de ese mismo año, se daba lectura al expediente aprobado por la Diputación de Provincial, relativo a la demolición del antiguo matadero, y a la construcción de una pequeña casa para habitación y despacho de carnes frescas. En la discusión desarrollada en el pleno municipal decían: “...Para poder llenar las necesidades de este vecindario que siempre va en aumento...” No obstante el proyecto aprobado por la Diputación era escaso, por pequeño en dimensiones, por lo que el Consistorio decidía que se aumentara el tamaño de la edificación: “...Se aumente y modifique el plano de dicha casa, incluyendo una alcoba donde se pueda secar las pieles de las reses...” El 28 de febrero de 1884 se sacaba a subasta dicha obra, que se iba a realizar en el punto denominado Altamira, en el barrio de Algorta, que entonces se encontraba en la calle Tetuán (Actual Avenida Basagoiti). Las obras fueron realizadas por el rematante D. Francisco de Fullaondo, a quien acompañaba cómo fiador D. José Antonio de Cortina.

En esa misma fecha, se daba cuenta del obsequio que hacía la Compañía del Tranvía al Ayuntamiento de Getxo para el traslado: “...«De forma gratuita, para trasladar a Bilbao, a los mozos quintos, a quienes no se cobrará el traslado»...” Aquel transporte se realizó el día 21 de febrero de 1884.


El Ayuntamiento de Getxo, el 15 de marzo de 1884, anunciaba la feria de ganado que se venía celebrando en la campa de Alango, para el 19 de ese mismo mes.

En la próxima entrada veremos cómo el camino desde la Avanzada a Las Arenas veía realizar mejoras. Y cómo las laderas del monte en la playa de Ereaga eran continuamente atacadas por las mareas, lo que obligó a realizar un muro en la ladera de Ereaga para defensa de las aguas del mar.

lunes, 21 de mayo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -38-



En la anterior entrada veíamos cómo el Club Náutico de Bilbao se dirigía al Ayuntamiento de Getxo para que encabezara “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Y como la temporada de verano ya estaba llamando a la puerta, el 7 de julio de 1883, la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbaínos”.


Era el 23 de agosto de 1883 cuando el consistorio desarrollaba obras de urbanismo frente a la antigua Fonda San Ignacio y se recibían las mismas: “...«Recibir las obras de afirmado y paseo de carretera al lado sur de donde se hallan colocados los raíles del tranvía, frente a la Fonda de D. Miguel Uria, hasta la casa del finado D. Domingo de Aurrecoechea»...” El rematante de las obras había sido D. Gregorio de Arruabarrena.

Al finalizar el mes de agosto las cuentas de los gastos por los festejos del verano ascendían a 2.797,50 pesetas, los correspondientes a fuegos de artificio, lanzados por el industrial pirotécnico Sr. Charlin ascendía a 2.384 reales. Los faroles del pueblo también tenían su capitulo de gastos: el vecino de Portugalete D. Marcelino de la Vega había construido cuatro faroles nuevos, cuatro quinqués y sus bolas de metal por un importe de 702 reales, mientras que las palomillas de los faroles eran obra de D. José Suarez, cuyo importe ascendía a 40 reales. En las actas municipales se indicaba que los cohetes lanzados en el Puerto habían sido muy satisfactorios.

El 31 de agosto, la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas. En la misiva que envió, expresaba con todo detalle los gastos e ingresos previstos de aquella celebración, señalando al Ayuntamiento su cupo que era de 2000 reales. El consistorio, tras un encendido debate, decidió que en vista de las muchas obligaciones y asuntos a los que debía atender, que solo podía aportar a aquella fiesta la mitad de lo solicitado por la Compañía del Tranvía, por haber agotado el presupuesto de fiestas.


El 13 de septiembre de 1883 el Ayuntamiento estaba tratando sobre la traída de aguas potables al municipio. El ingeniero encargado de dicho asunto era D. Laureano G. Santa María. Para tratar el asunto se convoco a varios vecinos para la colocación de fuentes en los respectivos barrios, entre los que se encontraban: D. Juan José Unibaso, D. José Ramón de Ansoleaga, D. José Joaquín Urisabel, D. Juan Antonio Aldecoa, D. Eladio Sustacha, D. Martín Berreteaga y D. Miguel Uria. Para ello encargaron al alguacil que les entregara la citación. Por otro lado acordaron, previa solicitud del ingeniero, facilitarle: “...«El número de almas que habita en la anteiglesia en los últimos cinco años, especificando los que pertenecían a los barrios de Santa María, Algorta y Las Arenas»…"

A mediados de septiembre, algunos vecinos de Las Arenas, componentes de una comisión de propietarios adinerados, cedían al municipio 27.000 reales para realizar obras en dicho barrio. Entre la que se encontraba la explanación y afirmado del camino que conducía desde el establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, propiedad de la familia Aguirre, a la Ermita de Santa Ana. Pero no sería hasta finales de noviembre de 1883 cuando por fin se aprobara el proyecto.

El 20 de septiembre de 1883, el Ayuntamiento de Getxo recibía una circular de la Junta de Instrucción Provincial, publicada en el Boletín Oficial del 18 del mismo mes, destinada a los maestros y maestras para que: “...«Se esfuercen en inspirar a la niñez los sentimientos de benevolencia y razonable protección que se deben dispensar a los animales y plantas»...” En ella se incluía un listado de animales útiles y perjudiciales para la agricultura. Dicha circular fue publicada el 19 del mismo mes en el “Noticiero Bilbaíno”. Listados que se colocaron en unos cuadros, en las escuelas públicas del municipio.

El 27 de septiembre se recepcionaron las obras del camino que iba desde el Casino Algorteño hasta San Martín, obras que bajo la dirección del Maestro de Obras D. Ciriaco de Menchaca, había realizado el contratista D. Juan Bautista de Eguia.

Las arcas municipales, siempre ávidas de recaudar nuevos fondos, se ponían en marcha en nuestro municipio de la mano de los munícipes D. Roque de Zabala y D. Damián Ibarra. El objeto de los nuevos impuestos iban a ser las landas de la Galea, de las que se decía eran extensas en árgoma, y que algunos vecinos: “...«Se aprovechan de forma atrevida sin utilidad alguna para los fondos municipales»...” A pesar de que desde 1880 existía una prohibición municipal para su uso. Y para que los fondos municipales pudieran obtener nuevos réditos, acordaron dividir las campas en lotes, sacándolos a pública subasta: “...«Desde los confines de Sopelana hasta Aixerrota, para que los vecinos de la feligresía de Santa María hagan uso de ella»...” Era habitual que los agricultores esparcieran, durante el otoño, gran cantidad de paja, helecho, árgoma, hojarasca y otras materias para que pudriéndose allí durante el invierno, se transformaran en material apto para abonar los campos. No obstante, se fijaban fuertes penas a fin de que no se perdieran los terrenos para el pasto, o se extrajeran tierras al cortar la árgoma.

El barrio de Alangüetas, que era así denominado, veía como D. Pedro Mazas, en representación de su hermano D. Diego Mazas, solicitaba que se construyera el caño proyectado anteriormente: “...«En el barranco de Alangüetas, atravesando un solar de su propiedad»...” para suministrar agua a dichos aledaños.

En esas mismas fechas, el Ayuntamiento autorizaba a D. Juan José de Bilbao, responsable de los faroles del alumbrado público del barrio de Las Arenas, a utilizar una casta que se encontraba en la Plazuela de dicho barrio (actual Bizkaiko Zubia Enparantza). Su uso venía condicionado por que dicho señor se comprometiera a cuidar y gobernar los faroles del alumbrado público de dicho barrio, siendo únicamente por cuenta del Ayuntamiento, el suministro del liquido que consumían. Se decía que los faroles eran de “reverbero”, porque hacían reverberar la luz que desprendían. Por ello acordaba el consistorio comprar 40 cajas de esencia de mineral para el alumbrado público.

El 11 octubre de de 1883, se acordaba que todas las pesas y medidas del Ayuntamiento de Getxo: “...«Sean del nuevo sistema métrico decimal, y se adapte a ese sistema la romana que posee la corporación, de arrobas y libras»...”


El 25 de octubre de ese año, en vista del deplorable aspecto que presentaba al camino desde San Martín hasta Jauregi, el consistorio decía repararlo: “...«Hallándose en bastante mal estado el camino de carros de la entrada de San Martín, así como el camino peatil que le sigue desde la puerta del jardín de Telleche, hasta la puerta de la encrucijada llamada de Jauregui, encarga al maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca, realice el proyecto para su reparación»...” En dicha encrucijada, junto al caserío “Jauregi”, se estaba extrayendo piedra para obras particulares. ¿Quién sabe si alguna de ellas pertenecía a la desaparecida torre de Getxo?

En la próxima entrada iremos viendo cómo la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio que los correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio de l882-83, así como por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio.

jueves, 17 de mayo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -37-



En la anterior entrada veíamos cómo algunas reclamaciones del secretario municipal de Getxo alcanzaban a edificios religiosos de Portugalete y Bilbao. Y la solicitud de la Compañía “Direct Spanish Telegraph” para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés.

En la misma sesión municipal se leía la solicitud del Club Náutico de Bilbao, para que el Ayuntamiento de Getxo encabezara, “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Previamente el Club Náutico de Bilbao ya venía realizando algunas gestiones tendentes a llevar a buen puerto dicho proyecto, cruzando comunicaciones con la Institución de botes salvavidas de Gran Bretaña. Como resultado de aquellas averiguaciones convinieron en que eran necesarias 30.000 pesetas para llevar adelante dicha estación de salvamento. Por lo que el día 1 de junio de 1883 anunciaban en la prensa bilbaína su intención de dirigirse a la entidades locales para solicitar su ayuda. El Ayuntamiento de Getxo decidió esperar a ver las cantidades que iban a aportar otros municipios como Bilbao o Portugalete. La capital Bizkaina, el 20 de julio de 1883, decidió colaborar con 1.000 pesetas. La Diputación Bizkaina, el 1 de diciembre de 1883, lo hacía con 2.500 pesetas. Otras entidades colaboraron, según informaba la prensa el 19 de diciembre, como el ayuntamiento de Santurce con 250 pesetas y la Junta del Club Náutico con 1.000 pesetas. El 3 de enero de 1884 la Junta Local de Salvamento de Portugalete, situada en el Muelle Viejo, daba cuenta de la suscripción abierta en dicho municipio, que a la fecha era de 1.397 pesetas. Para febrero de 1885 en la prensa se decía: “...«La suscripción abierta entre el vecindario y comercio de Bilbao y otras entidades, para establecer en Las Arenas la estación de salvamento produjo una suma considerable que, se creyó suficiente para realizar aquel proyecto»...” El 12 de Marzo de 1920, en nombre de la Asociación de Navieros, Francisco de Aldecoa, solicito el permiso para la construcción de un edificio destinado a Salvamento de Náufragos y Cofradía de Pescadores.

Y como la temporada de verano ya estaba llamando a la puerta, el 7 de julio de 1883, la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”. Galería balnearia que estaba situada junto a la playa de Las Arenas (Más o menos donde se encuentra en al actualidad el Club Marítimo del Abra). Los baños de playa eran anunciados desde el día 1 de julio al 30 de septiembre; y los baños calientes, estos dentro del establecimiento, a partir del día 10 de julio hasta el 30 de septiembre. Y como la empresa de baños quería ver sus instalaciones llenas de los veraneantes más exquisitos anunciaban en el “Noticiero Bilbaíno” las excelencias de sus instalaciones y el barrio: “...Todo cuanto se diga acerca do la belleza, agradable estancia y otros atractivos que ofrece la playa de las Arenas es poco. La playa de las Arenas en la costa Cantábrica, de unos dos mil metros de extensión, posee las mejores condiciones para baños; porque además de su clima saturado por las fresca brisa del mar, tiene una pendiente imperceptible, esta roda ella tapizada de una finísima arena sin escollos ni peligros. Dista de Bilbao 11 kilómetros, que los recorren cada quince minutos elegantes coches y tranvías, también vaporcitos por la ría, unos y otros por módicos precios y empleando de 50 a 60 minutos en el trayecto, que se hace sumamente agradable por lo ameno y variado de las orillas del Nervíon, comparadas por muchos viajeros con la pintorescas orillas del Rhin. En Las Arenas existe una vega encantadora junto a la playa, desde la cual se contempla la entrada y salida de centenares de buques de todas las naciones. El Balnerio, en unión de otras fondas y casas de huéspedes y particulares, vístosos chaletes y casas de campo, hacen de dicha playa un lugar de esparcimiento y recreo frecuentado por numerosa y distinguida concurrencia. En una bonita y cercana plazoleta rodeada de jardines, hay música todas las tardes de los jueves y días festivos, también se ofrecen otros espectáculos, romerías, expediciones, y otras diversiones...”


Le seguía una relación de las excelencias del propio balneario: “...En este balneario, además de poderse tomar los baños de ola, para lo cual se dispone de casetas fijas y movibles en la playa, de bañeros prácticos que cuentan muchos años en esta faena, se ha montado con todo esmero y perfección el servicio de baños y duchas calientes; eficaces para combatir, entre otras enfermedades, las alecciones herpéticas y reumáticas, las escrófulas, contusiones, parálisis, raquitismo en los niños e impotencia, así como también para fortalecer las naturalezas débiles. El departamento de baños calientes, está dotado de pilas de mármol blanco y gris. El de hidroterapia, contiene la Ducha general o de circuito, la escocesa, dorsal, hidromezcladora de chorro, lluvia y otros aparatos destinados a ciertas enfermedades y que se adaptan a los expresados, ofrecen la ventaja de poder aplicarse el agua pura del mar por medio de vapor y de una cañería que la conduce a las bañeras y depósitos de hidroterapia, por lo cual no sufre la evaporación ni corrupción que a veces la hacen ineficaz, cuando se trasporta en pipas o vasijas. Existen en la misma galena diversas dependencias y servicios para comodidad del público, como son gabinete de lectura y recreo, excelente guarda-ropa, consulta facultativa, botiquín, estanco, despacho de refrescos, venta de trajes de baño, efectos de playa y otros…”

El balneario de Las Arenas, además distribuía un prospecto y con la tarifa y una bonita vista de la playa, que repartió entre los forasteros. En el grabado de ese prospecto figuraba en primer término la galería balearia, seguía el gran Hotel Bilbaíno, provisto de suntuosos comedores, un elegante casino, salón de baile, capilla y amenos jardines.

Algorta no le iba a la zaga, ya que la Fonda San Ignacio anunciaba también la apertura de sus instalaciones para los visitantes de la provincia y del resto del estado: “...En la misma carretera por la que pasa el tranvía de Bilbao, se halla esta fonda abierta el verano próximo pasado. Rodeada de arbolado y jardines, se disfruta la agradable vista del Abra desembocadura de la ria de Bilbao. Formando cuerpo con la fonda hay otro edificio con habitaciones independientes, cada una de las cuales tiene cinco camas, y su módico precio es de diez pesetas diarias. El establecimiento estará abierto desde el 10 de julio al 15 de setiembre…”

El día 12 de julio de 1883 se trataba en el pleno sobre la construcción de una fuente lavadero en el barrio de Iberre de Santa María de Getxo: “...«El maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca presenta plano y presupuesto para la ejecución de una fuente, lavadero y abrevadero en el punto llamado Chacharro, barrio de Iberres de la feligresía de Santa María»...”


En esas fechas el consistorio tasaba un pequeño terreno de propiedad municipal, de dos metros y sesenta y cinco centímetros cuadrados, decían sobrante de la vía publica y que había sido solicitado por D. Pedro José Urquijo, para levantar en él: “...«Los escusados y el comedor de su casa de Altamira»...” Según el Ayuntamiento: “...«Siendo un terreno insignificante e inútil, sobrante de la vía pública, que no sirve para uso de ninguna clase, que ha sido tasado en 26,50 pesetas, y teniendo este Ayuntamiento el párrafo 1º artículo 89 de la vigente ley municipal, antes de proceder a la cesión del terreno se saca a conocimiento público»...”

El 26 de julio de 1883 el Gobernador Civil autorizaba a correr toros embolados y ensogados en las fiestas de aquel verano. Y como los animales pagaban con su vida las celebraciones, era cosa de que el rematante (comprador) de la res que se corrió en Las Arenas, abonara las 50 pesetas, que tras el festejo sacrificaba al animal, y de las que el consistorio se beneficiaba.

A los vigilantes de arbitrios, que habían cesado por aquellas fechas, se les exigía la devolución de sus revólveres, que los portaban, además de las insignias de identificación.

En la próxima entrada veremos cómo el consistorio desarrollaba obras de urbanismo, frente a la antigua Fonda San Ignacio; y la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas.

lunes, 14 de mayo de 2018

LOS MAYORES CONTRIBUYENTES O LOS HOMBRES INFLUYENTES




Los mayores contribuyentes, ¿Los hombres influyentes, los privilegios de unas castas en otras épocas, ya desaparecieron? Algo de ese poder ya había, al menos así se desprende de los recortes de prensa y leyes que se dictaron, a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Y Getxo no era ajeno a esta circunstancia.

Desde la antigüedad, tanto los filósofos, oradores cómo los políticos griegos (Sócrates, Platón o Pericles…), destacaron por la aplicación de sus conocimientos en beneficio de su pueblo. Sin embargo, los más influyentes o los mayores contribuyentes de Getxo, el orden casi da igual, su poder, su influencia no siempre fue debida a sus conocimientos, muchos de ellos más bien lo fueron por su poder económico y su visión de la evolución del Pueblo ligada a sus intereses. Siempre hubo hombres honrados, pero la generalidad estuvo ligada a intereses económicos. Alguno de ellos a quien Algorta dedicó una avenida, influyó para que nuestras playas fueran respetadas, y su barrio le dedicó un homenaje y una avenida a principios del Siglo XX.

Ese poder ya existía desde los tiempos de los Martiartu y los Butrón, cuyos vecinos ya en el Siglo XVI: “...«obedecían al pariente mayor»...” Tiempos en los que ya contaban con el privilegio de “Nombrar a los Fieles Regidores de la Anteiglesia”. El señor tenía el poder, con lo que esto suponía de control de la vida municipal y administrativa del Pueblo.

A finales del Siglo XVIII, cuando todavía eran cuatro los representantes de cada parcialidad (barrio), los elegidos para decidir de lo que afectaba a los vecinos, ya se oían voces desaconsejando la proximidad de los fieles a los administrados. Este estado de opinión llevaría a la desaparición de los plenos abiertos hasta la llegada de la Ley de bases de régimen local de 1935.

Pero entre tanto, a lo largo del Siglo XIX, será la nobleza y/o los grandes propietarios, perceptores de rentas, que ya comenzaban a destacar en actividades industriales y comerciales quienes ejercieron la hegemonía local. Incluso en la elección de los alcaldes, que a lo largo de los años irá evolucionando. Mientras que en 1812 su figura era la de un cargo de elección directa, de segundo grado y su elección se realizaba a través de electores-compromisarios previamente designados. Los portavoces municipales coincidían con los mayores propietarios y rentistas, tanto vecinos como foráneos. En 1814, debido al gran deterioro que habían sufrido las aportaciones recaudatorias de las zonas de humedal (vegas), que se hallaban inundadas, formaron una comisión para que se rebajara el impuesto establecido por la Diputación al Municipio. Aquella corporación fue presidida por D. Juan Ignacio de Sarria, y entre los propietarios figuraban nombres de nobles como el Marques de Villarías, o propietarios cómo Juan Bta. de Sarria, Juan de Ugarte o Manuela Zalduondo cuyas rentas oscilaban entre los 633 y 311 reales.

En 1837 se promulgará una nueva Ley Electoral, la cual establecerá una serie de requisitos para poder ser elector o elegible. Había que disponer de un mínimo de riqueza; a decir de las actas municipales, tener ciertos estudios y posición. De esta guisa: para ser Diputado General era necesario tener unas rentas urbanas de al menos 12.000 reales. Pero no solo era el poder económico lo que hacía ser elegible. En 1880 para poder ser elegido candidato a Diputado Provincial, había que tener algún titulo que acreditase la capacidad del postulante.

Ya antes, irán apareciendo nombres de esos grandes propietarios, entre los que figuraran apellidos conocidos cómo los: Aldecoa, Arrigunaga, Basaldua, Cortina, Goiri o Sarria. Así que no resulta raro que en 1879 las cuentas de fabrica de la Iglesia de San Nicolás de Bari: “...fueran revisadas por una comisión compuesta por cuatro mayores pudientes o contribuyentes y el Alcalde...”

A partir de la Ley de Ayuntamientos de 1840, el Alcalde será nombrado por el Monarca o sus delegados. La Ley Municipal del 21 de octubre de 1868 establecía ya que la elección del Alcalde se realizara por los Concejales. La Ley de Bases de 1935, anteriormente citada, sentenciaba que: “...«Los Alcaldes serán siempre elegidos por el pueblo o por el Ayuntamiento»...”


En 1904 se producía un dictamen a una ley del senado de reforma de la administración local y provincial, propuesta en la que se dejaba bien claro que: “...ante transcendencia de la reforma acometida por el Gobierno de S. M. al presentar este problema de la Administración local y provincial ante las Cortes.., cuidando de que no resulten alteradas en las provincias Vascongadas y Navarra las especialidades hoy subsistentes en ellas...” Ya que en dicho proyecto se contemplaba que: “...Entre las variaciones que ha introducido la Comisión en el proyecto de ley que remitió a esta Cámara el Senado, presentado el 27 de Mayo último al Senado por el Sr. Maura, Ministro entonces de la Gobernación, era sin duda la de mayor relieve la que hace referencia al nombramiento de alcaldes en las capitales de provincias…, el nombramiento de los alcaldes, de las capitales de provincia se atribuía, por excepción, al Gobierno…, creemos lealmente, que dada la duplicidad de funciones que los alcaldes han de ejercer, representando en una como jefes a la administración municipal, obrando en otras como delegados del Gobierno; que sean elegidos por la propia Corporación. Así se respeta el voto popular y se reconocen el carácter y el origen municipal del cargo...” Por ello, proponían que: “...en las poblaciones de más de 100.000 residentes se establecerán cuatro grupos o turnos, que serán los siguientes: 1.° De Ateneos, Academias, Círculos científicos, artísticos y literarios, Sociedades de Amigos del País y cualesquiera otras Corporaciones ó Asociaciones análogas con fines de ilustración y cultura. 2.° De Cámaras de Comercio, Círculos mercantiles, Centros industriales, Asociaciones de fabricantes, Cabildos de mareantes y otras entidades sociales para fines mercantiles é industriales. 3.° De las Cámaras agrícolas, Sindicatos de propietarios, Centros de labradores, Sindicatos de riegos y otras Corporaciones animadas por los fines relativos á la prosperidad de la propiedad rústica y urbana; y 4.° De las Asociaciones obreras de todo orden…” En aquellos Municipios donde no existían Asociaciones ni Corporaciones algunas proponían que: “...se elegirán por mitad los concejales entre los contribuyentes con mayores cuotas...” Así que Getxo quedaba entre estos últimos.

Incluso en 1929 el consistorio de Getxo acordaba: “...«Aprobar la formación definitiva de la lista de mayores contribuyentes que, con los señores concejales, tendrán derecho a la designación de compromisarios para la elección de senadores durante el año actual»…” ( El Noticiero Bilbaíno del 7 de febrero de 1929). Un año más tarde, y en el mismo diario, se recogía la relación de los 11 mayores contribuyentes del municipio, quienes tenían la potestad: “...«En virtud del decreto ministerial reciente, de integrar la mitad del Ayuntamiento»...”

Entre los hacendados:

Se encontraban los siguientes, Ramón de la Sota y Llano, Luis Lezama Leguizamón, Cristóbal Valdés Menéndez, el marqués de Arriluce de Ibarra, Venancio Echevarría Careaga, Constantino Zabala Arrigorriaga, Horacio Echevarrieta Maruri, Manuel Eguía Iturain, José María de Basterra Ortiz y Policarpo Eguiraun Cortina. Los cuales pertenecían a familias dedicadas a actividades navieras, mineras, comerciantes o simplemente acaudaladas.

Los diez restantes puestos habían de proveerse entre los que obtuvieron mayor número de votos en las elecciones para concejales de los años 1917 a 1923, correspondientes a los tres distritos de Santa María de Getxo, Algorta y Las Arenas.

Por el Distrito Primero (Andra Mari) fueron: Agustín Aldecoa Eguzquiza, Juan Ardanza García, Félix Arrieta Ugarte, Serafín Laucirica Acha, Tomás Acillona Uría y Serapio Bringas Trueba.

Distrito segundo (Algorta) fueron: José Antonio Gáldiz Mendiola, Nicomedes Mendialdúa Idezaga, Jesús Uribarri Ituráin, Román Arana Bengoecbea y Jacinto Araluce Ajuria.

Distrito tercero (Las Arenas) fueron: Gregorio Domingo Aldama, Agustín Elejoste Astarbe, Celestino Elorza Elabe, Alejandro de la Sota Aburto, Marcelino Ruiz de Aguirre Lambarri y José María Abaitua Amézaga.

Durante las dictaduras los hombres influyentes, los mayores contribuyentes siguieron en los Ayuntamientos, en los despachos, incluso como gobernantes, volviendo a repetirse los nombres conocidos de épocas anteriores. Ahora que todos son elegibles y que las decisiones formalmente se toman en los plenos, cabe la pregunta de si: ¿Tienen algo que ver en las decisiones los hombres influyentes, ahora que no coinciden con ser los mayores contribuyentes, porque la ingeniería fiscal se lo permite?