En
la anterior entrada veíamos cómo se encargaba
a los Alcaldes la remisión de las propuestas para la renovación de
las juntas municipales de sanidad.
Tras
las reclamaciones de documentación solicitadas por el Gobierno Civil
de la Provincia, el 22 de mayo de 1887, en la que pedía se le
enviaran los documentos acreditativos de los convenios celebrados con
los propietarios de los molinos de Berango, que recibían mermas en
su caudal por las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas,
el Ayuntamiento de Getxo señalaba haber tenido lugar: “...El
29 de mayo por la tarde la bendición de las aguas del depósito de
Santiena en Alango. Habiendo celebrado la ceremonia con la asistencia
de la Corporación Municipal, el cura párroco y coadjutores de San
Nicolás de Bari, autoridades locales y el arquitecto de la obra D.
Laureano Gómez Santa María y una inmensa concurrencia de personas
de ambos sexos, así como otros venidos de los pueblos más cercanos.
Acordando el Ayuntamiento que una vez realizados los pequeños pagos
ocasionados por la citada ceremonia, se de una limosna a los pobres
de la localidad...”
A
principios de junio de 1887 las noches de Getxo eran lóbregas, ya
que era habitual ver las calles y algunas plazas iluminadas con velas
que yacían dentro de negros faroles, entre ellas la fachada de la
Casa Consistorial de San Nicolás y la plaza de San Ignacio, a las
que se daba luz mediante velas de espelma, que eran suministradas por
D. Higinio Cereceda. Aquella iluminación hacía que las sombras que
se reflejaban en las paredes de las casas circundantes parecieran
pequeños fantasmas que acechaban a los vecinos para atraparles.
Estas plazas eran iluminadas, sobre todo, los días de fiestas, que
según el consistorio: “...Debían
de estar bien iluminadas durante los bailes de la noche...”
Por aquello de la moralidad pública. Otro de los elementos urbanos a
los que se daba luz mediante faroles eran las fuentes del barrio,
sobre todo en las zonas más pobladas, ya que la vecindad todavía se
surtía del líquido elemento en las mismas.
Y
se seguía recordándose en la prensa bilbaína de las ventajas de la
traída de aguas a Las Arenas y Algorta y las características de las
mismas. Escribían en el diario “El Nociero Bilbaíno” del 18 de
junio de 1887, dando bastante coba a nuestro consistorio y Pueblo,
con una exhaustiva descripción de las obras: “…Faltaba
a la populosa o indeciblemente bella, sana y limpia Algorta, y a su
hermana la no menos deliciosa barriada de Las Arenas, un gran
elemento de regalo y salud, sin el cual no puede haber pueblo bueno.
Esto elemento era el agua potable abundante y buena, de que casi en
absoluto carecían ambas barriadas marítimas de la anteiglesia. El
29 de junio de 1883 encomendó el ayuntamiento de Guecho al
ingeniero D. Laureano Gómez Santa María el estudio del
abastecimiento de agua potable del barrio de Algorta, el proyecto
quedó ultimado el 22 se diciembre del mismo año.
En
él se fijó el aprovechamiento de los manantiales de Basarte,
Achabale y Jauncoerreca, que nacen en la vertiente oriental de la
cordillera que separa las jurisdicciones de Berango y Sopelana. Estos
manantiales poseen abundantes y excelentes aguas, brotan a gran
altura sobre los más elevados puntos de Algorta, y su caudal de más
de 200.000 litros diarios, puede duplicarse agregando con suma
facilidad y cortos gastos los manantiales de Acharbide, Seierri y
Sustacha que nacen en la proximidad, de manera que resulta asegurado
el abastecimiento de Algorta y Las Arenas aun cuando su población se
duplicase.
El
costo de las obras se presupuso en 166.389 pesetas. Aprobado el
proyecto y declarada de utilidad pública la ocupación de las aguas
se sacaron a subasta las obras a principios de marzo de 1886,
obteniéndose una baja de 37.674 pesetas, que el ayuntamiento tuvo el
buen criterio de utilizar en beneficio de las mismas, a cuyo efecto
mandó al señor ingeniero que ampliase el proyecto prolongando las
cañerías hasta Las Arenas, construyendo dos lavaderes, una larga y
profunda alcantarilla, desde la escuela (de fundación piadosa) de
niñas pobres, hasta enlazar con la que existe en la calle de
Arechondo hasta el Puerto, otra desde el Casino Algorteño hasta la
Alhóndiga, un urinario decente en la plazuela de Las Arenas, y tres
fuentes más, algo decoradas, para colocar en las tres plazas de la
Constitución, San Ignacio y Las Arenas...”
Este último dato permite situar la fecha de instalación de las
esfinges, que hoy adornan la plaza de María Cristina, y que entonces
eran fuentes.
Seguían
describiendo las obras de traída de agua potables: “...A
pesar de estos considerables aumentos de obra, y gracias al cuidado y
economías introducidas durante su ejecución, el importe de las
liquidaciones no ha ascendido más que a 149.713 pesetas, a las
cuales hay que agregar aproximadamente 29.829 pesetas por concepto de
expropiación de los molinos, dos interdictos ante el juez de primera
instancia, interpuestos por dos propietarios de los antedichos
molinos, expropiación de agua, terrenos y servicio del viaducto y
dirección, peritos y gastos generales. Resultando que el costo total
y general de tan importantes mejoras ha sido de 149.572 pesetas. Las
obras se ejecutaron en menos de un año.
Se
iniciaron las obras con la toma de aguas do Jauncoerreca, dispuesta
de modo que el agua se pasa a un pequeño depósito, desde el que
nace completamente clara. Tanto esta toma como las de los otros
manantiales, están dispuestas de manera que pueda aislarse
cualquiera de ellos y aprovechar los restantes.
Todos
los manantiales están reunidos por una cañería de barro de 200
m.m. de diámetro y 955 metros de longitud. Desde el más próximo
al pueblo, el de Basarte, arranca la cañería de hierro de 155 m.m.
diámetro y 3.800 mts. de longitud, que termina en el depósito
situado cerca de las canteras y fuerte de Algorta, cercano a la
carretera de Alangos, cuya carretera, con las mejoras que se están
llevando a cabo, pasará a la categoría de calle del Depósito.
Esta
cañería forma un largo sifón cuya carga, en el punto más bajo, es
de 91 metros, y sobre la solera del depósito, de 38 metros; tiene
varias llaves de paso pava fraccionarla en caso de rotura de algún
tubo, y una de entrada al depósito.
El
depósito es un rectángulo de 28 metros de largo por 21 metros de
ancho, cubierto de bóvedas, sobre las cuales se ha formado un lindo
jardín, rodeado por una sencilla y sólida barandilla. En uno de sus
costados se eleva un elegante edificio que, además de servir para
habitación del guarda, contiene la bajada al depósito, almacén y
aparatos de maniobra; en la fachada principal que da al jardín tiene
una lápida de mármol blanco, con letras de bronce, que indica:
Siendo Alcalde D. J.A. Aldecoa, Ingeniero Constructor D. L.G. Santa
María; se construyó este acueducto en 1886.
La
capacidad del depósito es de 1.050 metros cúbicos, o sea el agua
que los manantiales producen en siete días, y suficiente, en caso de
necesidad, para abastecer a la población durante quince días por lo
menos. El servicio de lagera se hace por medio do 13 fuentes y
numerosas bocas de riego. Los lavaderos, situados uno de ellos en la
plazuela de Alangos, y el otro en el alto de San Martín, son
cubiertos, pero perfectamente dispuestos para su ventilación y luz,
la cual penetra por numerosas persianas de cristal y por los luceros
del tejado. Cada uno de ellos tiene doce espaciosas pilas para el
jabonado, una piscina para el aclarado y una habitación aislada para
desinfección y fumigación de ropas en casos de epidemia. Las aguas
que consumen estos dos lavaderos se aprovechan para la limpieza del
alcantarillado desde la escuela de fundación hasta el Puerto, y
desde Alangos hasta Ereaga con un trayecto que casi recorre todo el
barrio de extremo a extremo...”
El
11 de junio de 1887 se recibían en el Ayuntamiento las actas de
recepción de las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas,
firmadas por D. Laureano G. Santa María.
Y
en vista de que las fiestas ya estaban llamando a la puerta, el
consistorio de Getxo encargaba la limpieza de los instrumentos de la
Banda Municipal. Eran dieciocho instrumentos que a decir del
consistorio se hallaban: “...En
mediano estado de conservación y pertenecen al municipio…”
Se encargó el arreglo de los mismos a D. Alberto Orio, y supuso un
desembolso municipal de 600 pesetas.
En
la próxima entrada veremos cómo el barrio de Algorta estaba
creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de
propiedades se hacía sentir entre la población.