A
lo largo de los siglos muchos fueron los naufragios que terminaron
con los buques en nuestras playas. Uno de ellos fue el “Vapor
Bilbao”, que el día 19 de diciembre de 1890 al salir de puerto
cargado de mineral, por efecto de una guiñada, fue a chocar contra
la escollera del muelle de hierro de Portugalete.
“El
Noticiero Bilbaíno” del día 20 de diciembre de 1890 daba amplia
cuenta del siniestro: “...Como
consecuencia de la tarascada se abrió una vía de agua en uno de los
costados del vapor. Sus tripulantes realizaron una llamada de auxilio
a los remolcadores, acudiendo en su ayuda el “Bilbao” y el
“Nervión”. Después de realizar varias maniobras y cuando el
vapor siniestrado se había ido sobre el muelle, consiguieron
sacarlo, entonces tomaron la decisión de conducirlo hasta la playa
cercana de Las Arenas, donde dejaron varada la embarcación frente al
establecimiento de “Baños de Mar Bilbaínos”. Su situación en
aquel punto, embarrancada, resultaba harto comprometida...”
Al día siguiente el “Vapor Bilbao” continuaba en la playa de Las
Arenas en la misma posición, solo que la mar seguía movida, con el
cielo nublado, y viento del S. E.
Otras
noticias ofrecían versiones diferentes. Decían sobre el naufragio
que: “...Cuando
los remolcadores estaban prestando auxilio al “Vapor Bilbao”
debió de romperse algún calabrote, lo que provocó que el barco se
fuera sobre el banco del N. E...”
Aquel
día y como consecuencia de una avería producida por la explosión
de un barreno en Sestao, las líneas telefónicas quedaron cortadas
con Portugalete.
Mientras,
llegaban noticias de que: “...La
tripulación fue recogida sin novedad, a las dos y media de la tarde,
por un bote de la “Junta de Salvamento de Portugalete…”
El trabajo de la sociedad de salvamento de Portugalete merecía
menciones de algún diario por sus actuaciones, en este caso se
trataba de “El Liberal”. Decía, el día 23 de diciembre sobre la
actuación de la Junta de Salvamento: “…El
presidente de la Junta local de Portugalete anunciaba haber sido
salvada con el bote insumergible la tripulación completa de 17
hombres del vapor inglés Bilbao que naufragó en la playa de las
Arenas. Así pues, la Sociedad de Salvamento se felicita de haber
registrado en la anterior semana cincuenta y una asistencias librando
de las olas a varios barcos...”
Aquel
naufragio fue recogido también por varios diarios madrileños:
“La
Época” de Madrid del 19 de diciembre de 1890, decía en su tercera
pagina: “...Hoy
a las nueve de la mañana, según telegrama del comandante de Marina
de Bilbao, ha naufragado en la boca de aquel puerto, hacia el rumbo
N. O. y a consecuencia de haber chocado con las escolleras, el vapor
mercante inglés Bilbao...”
“El
Heraldo de Madrid” y “La Unión Católica” recogían en su
tercera página la noticia el día 19 de diciembre de 1890, “La
Correspondencia de España” al día siguiente recogía el mismo
suelto : “...El
ministro de Marina ha recibido hoy el siguiente telegrama del
comandante de marina de Bilbao: Al salir de este puerto a las nueve
de la mañana de hoy el vapor inglés Bilbao, tocó en una escollera,
produciéndose averías en los fondos. Con tal motivo intentó volver
a entrar, y al hacerlo no pudo tomar el canal de la barra, yéndose
sobre el banco de N. O. , considerándose perdido totalmente. No
impide la circulación de los demás buques...”
El
diario madrileño “La Dinastía” del día 20 de diciembre lo daba
como: “...Completamente
perdido al vapor inglés «Bilbao», que es el buque que encalló al
salir de dicho puerto, en el banco Noroeste...”
Ya
para el día 22 de diciembre el diario madrileño “El Día”
sentenciaba: “...El
Vapor Bilbao, embarrancado en la playa da las Arenas, sigue
hundiéndose cada vez más...”
Y no le faltaba razón porque solo un día más tarde, el 24 de
diciembre, “El País” anunciaba: “...El
vapor Bilbao de matricula inglesa, que como nuestros lectores
recordarán, que embarrancó hace cinco días en la playa de Las
Arenas, se rompió en tres pedazos...”
Aquel
día la mar estaba movida con vientos del N. O. Fueron varios los
buques que desaparecieron en aguas de otras latitudes, el Gaulois, el
Luidesnaes, el Saint Jean. Algún relato de naufragios parecía
sacado de una película: “...Era
el caso del “Carnot” que había naufragado en el mar Báltico, y
cuyo capitán “Maimen” antes de ir al fondo del mar, tuvo tiempo
de escribir una carta de despedida para su mujer, considerando segura
su muerte, depositándola en una botella que más tarde fue
encontrada en la playa de Bing...”
La mar se cobraba su tributo.