En
la anterior entrada veíamos cómo el juego de pelota en el frontón
de la Casa Consistorial de San Nicolás de Algorta, veía peligrar su
continuidad; y los socios del Casino Algorteño veían necesario
instalar un buzón para recoger y enviar su correspondencia. En ésta
seguiremos desgranando los aconteceres de aquellos días de 1881.
La
taberna del Ángel fue otra de las concesiones que se realizaron en
aquellos días. La adjudicataria fue la viuda Dña. Juana de Ibarra.
Y por primera vez, teniendo en cuenta su condición de viuda, se le
arrendó sin renta. Los vinos y licores le eran servidos por el
propio Ayuntamiento previo pago, siendo la ganancia de la venta a
beneficio de la misma; se le autorizaba la venta de chacolies en la
taberna; también se le permitía establecer un estanco en la misma,
pero sin que el consistorio interviniera en la concesión.
El
7 de julio de 1881 se nombraban los Alcades de barrio de Las Arenas y
Santa María, quedando mentados para el cargo D. Juan Domingo de
Echevarria por Las Arenas y D. Gervasio de Vidaurrazaga por Santa
María.
Y
como la iglesia, las fiestas y aquella Alcaldía, por los hábitos de
la época, parecían inseparables, poco antes de llegar las fiestas
de Algorta, el Alcalde de Getxo, contactaba con el capellán de Las
Arenas para que le facilitara un buen predicador para la festividad
de San Nicolás de Bari de Algorta. En esta parroquia parece que el
lugar que venía siendo reservado al Ayuntamiento no era del agrado,
o de suficiente dignidad, para nuestros ediles, por lo que crearon
una comisión que negociara, un sitio más acorde dentro de la
iglesia.
Preocupados
el consistorio y gobernador, a primeros de julio de 1881, por el
orden, la vigilancia de playas y el contrabando de bebidas,
decidieron contratar a tres vigilantes. Nombramientos que recayeron
en las figuras de un carabinero licenciado, otro jubilado de la misma
arma y un tercero licenciado del ejercito, enseguida constataron la
poca robustez y fortaleza física de las personas elegidas por su
edad, ya que iban a tener que soportar largas vigilias nocturnas,
sobre todo durante las gélidas noches del invierno. Para soportar
aquellas largas vigilias se les proveyó de un traje adecuado y gorra
que indicase su dignidad, también se le dotó de armamento para sus
rondas nocturnas, comprándoles tres revólveres con sus respectivos
cinturones y fundas de cuero. Pero sobre todo en el pensamiento de
los ediles se encontraba el contrabando de bebidas, que dañaba
seriamente a las arcas municipales. Ya que no pagaban los arbitrios.
Para facilitar la vigilancia en el barrio de Las Arenas colocaron
nuevos faroles, que facilitaran la visión nocturna de aquellos
vigilantes. Y aprovechando que el verdadero objetivo era la cobranza
de los arbitrios, negociaron con la compañía del tranvía, que el
cobrador de dichos impuestos, pudiera viajar en el tranvía
controlando los trasiegos de vinos y aguardientes, en el trayecto que
iba desde el Balneario de los Aguire (Las Arenas) hasta la casa del
Sr. Careaga (La Avanzada).
Y
como la economía apretaba a la corporación, ya que los ingresos
municipales seguían siendo más bien escasos, y salían de la
recaudación de arbitrios, que consistían básicamente en vinos y
licores, abacería (aceite, vinagre, bacalao), carnes y materiales de
construcción (piedra de las canteras municipales). Hicieron hincapié
en las “cedulas personales”, que como decía en mi entrada del
16 de noviembre del 2017: “...«cada
vecino tenía una, eran de diferentes clases, dependiendo de la
riqueza contributiva y económica de sus propietarios...»”
Y eran las que realmente permitía cubrir las necesidades económicas
del Ayuntamiento.
Para
dar un pequeño respiro a tantos asuntos económicos, comentar un
acontecimiento, de los tira y afloja de las mujeres de Algorta con
los hombres, por preservar algunas parcelas de poder. Lo indicaba el
conflicto por los bancos de la iglesia de San Nikolas, en 1881. Al
parecer eran estas quienes ocupaban todos los bancos de la iglesia, a
decir de lo escrito en las actas de ese año: “...las
mujeres habían invadido todos los bancos de la Iglesia...”
Obviamente algunos hombres, de cierto predicamento en el Consistorio,
acudieron al Alcalde pidiendo su intervención ante el Párroco, el
Ayuntamiento se posicionó a favor de estos, enviando un exhorto al
responsable eclesiástico diciendo: “...excitamos
su celo para a fin de impedir este abuso, deberán de colocarse
letreros en los bancos de la iglesia, que digan !Para hombres, !Para
mujeres!...”
En ese mismo año se desmantelaban las troneras y parapetos de la
campa del Castillo.
A
mediados de julio de 1881, el Puerto Viejo de Algorta, era uno de los
lugares en los que se fabricaba yeso, material que ya era utilizado
desde los tiempos de Catón en la antigua Roma. Dicho material era
usado en nuestro pueblo para varias aplicaciones. Se utilizaba dicho
mortero para la confección de masas simples, para la ejecución de
tabiques, enlucido de interiores, pero también para mejorar las
tierras de cultivo como abono y desalinizador. El fabricante era un
vecino de dicho barrio D. Martín de Arispe. Y por aquello de
aparentar, el consistorio para iluminar de blanco las casas decidía
que: “...«como
una medida de higiene y ornato público se excite el buen celo de los
vecinos para que proceda a blanquear las fachadas que den frente a la
calle o vías públicas»...”
Y
como ya era la hora de las fiestas del Pueblo: “...«las
de Santa Ana, San Ignacio, San Nicolás y Nuestra Señora (Andra
Mari), se creó una comisión para que confeccionara el calendario
festivo para el mayor lucimiento, tanto de las funciones religiosas
como de festejos y bailes nocturnos. Durante la romería se correrán
cuatro toros ensogados, siendo tres de ellos por cuenta del rematante
de carnes frescas, y el cuarto será sorteado el día 26 de julio,
por la tarde, en la romería del campo de la ermita de Santa Ana. La
aparición de aquellos toros iba a ser sorteada para el resto de
fiestas: Las de los día de San Ignacio y San Nicolás se iban a
celebrar en la playa de Ereaga, la primera a las cuatro de la tarde y
la segunda a las nueve de la mañana; la de Andra Mari en la campa de
la iglesia; todos los toros se iban a correr embolados...»”
De los refrescos y cervezas, durante las fiestas del Puerto, se
encargó el vecino de Bilbao D. Simón de Orbea. Por otro lado, se
nombraba como Alcalde del barrio del Puerto Viejo a D. Manuel Ignacio
Ugarte. Los fuegos de artificio fueron otros de los protagonistas de
aquellas fiestas, hasta el extremo que muchos vecinos felicitaron al
Ayuntamiento, por la vistosidad de los mismos.
Las
fiestas en su vertiente religiosa eran un lugar de conflicto entre
las mujeres y hombres asistentes. De los tira y afloja de las
mujeres de Algorta con los hombres dan cuenta lo recogido en las
actas municipales de mediados de julio de 1881, ya que algunos
hombres, de cierto predicamento en el Consistorio, acudieron al
Alcalde pidiendo su intervención ante el Párroco, para preservar
algunas de sus parcelas de poder: “...«se
acordaba excitar el buen celo del señor cura de la parroquia de San
Nicolás, pues a pesar de que se habían colocado bancos en sitios
destinados a los hombres, las mujeres habían invadido todos los
bancos de la Iglesia»...”
El Ayuntamiento se posicionó a favor de estos, enviando un exhorto
al responsable eclesiástico diciendo: “...«excitamos
su celo para a fin de impedir este abuso, deberán de colocarse
letreros en los bancos de la iglesia, que digan !Para hombres, !Para
mujeres!»...”
Como si fuera un símbolo para acabar con esa guerra incruenta, en
esas mismas fechas se desmantelaban las troneras y parapetos de la
campa del Castillo.
Y
como era menester, el consistorio de Getxo veía hecha realidad su
situación de preeminencia en la Iglesia de San Nicolas de Bari de
Algorta. El 21 de julio de 1881 se realizaban las obras de reforma
del presbiterio de la iglesia: “...«el
maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca, dirigía las obras
de la reforma del presbiterio, a fin de poder colocar en él a la
Corporación Municipal en las festividades y actos religiosos. Y
ejecutar las obras lo más tardar para el próximo día 11 de agosto,
festividad del patrón de la parroquia»…”
El reloj de la torre era cuidado por el alguacil D. Juan Antonio
Miragaray, por lo que recibía 200 reales anuales, trabajo que venía
realizando desde 1878.
En
esa misma fecha se decidía realizar la explanación del trazado del
tranvía, hasta llegar al nuevo Casino o Amesti.
En
la próxima entrada veremos cómo, con el fin de atraer visitantes al
barrio de Algorta, el consistorio decidía que se celebraran dos
ferias de ganado mensualmente en la campa denominada de Alango; y
cómo en agosto
de 1881 se celebraron las regatas internacionales de vela en el Abra.