A
principios de siglo XIX, en Europa, el carruaje era el medio de
transporte más utilizado. Con el paso del tiempo y la mejora de las
redes de caminos y carreteras surgieron nuevos medios de
comunicación. Uno de los grandes avances en el transporte llegó en
1829, cuando comenzó a funcionar el primer
ónmibus
en Londres tirado
por caballos.
Esa
transformación, que se estaba produciendo ya con los medios de
transporte, comenzó con el uso generalizado de los carruajes,
consecuencia de la política de construcción de caminos reales que
las Juntas Generales de Bizkaia aprobaron en 1818 y en 1832.
Antes
de que llegara el tranvía a nuestras calles, el medio de
comunicación más rápido para comunicar Bilbao con Las Arenas y
Algorta eran las diligencias. Y es que
las diligencias tiradas por caballos eran conocidas como “ómnibus”, su denominación francesa, fue uno de
los medios, que en el Siglo XIX, se utilizaron para comunicar con
nuestras dos poblaciones.
Las
diligencias o “ómnibus” eran un carruaje de cuatro ruedas, que
hacía un servicio regular entre las poblaciones. La primera de la
que he encontrado referencias era la que unía
la Villa de Bilbao con Gasteiz. Se trataba de una carta dirigida
a la Diputación de Bizkaia por la “Compañía de Reales
Diligencias”, con fecha veinte de enero de 1831, en relación con
el establecimiento de una diligencia permanente y periódica entre la
villa de Bilbao y la ciudad Alavesa: “...Con
arreglo a lo que tuve el honor de manifestar a V.S.S. en el año
pasado de 1828, esta Compañía esta dispuesta a establecer una
diligencia permanente y periódica entre desde esa Villa a la ciudad
de Vitoria...”
(Archivo
Foral de Bizkaia
AR00007/017).
A
mediados de ese Siglo, y antes de la aparición del tranvía y los
ferrocarriles, surgieron unas caballerías
(diligencias) que unieron, también, Bilbao con Las Arenas y Algorta.
El principal escollo fueron los caminos que comunicaban nuestros
barrios.
Para
ver como eran los caminos que unían nuestros barrios detengámonos
en la orografía de los mismos, allá por el Siglo XIX: “...En
1853, para atravesar desde Leioa hasta Algorta había avanzar por el
lateral de la ría, a través de los arenales (Las Arenas), llegando
a los altos de la denominada “Avanzada”, que era conocido como
“el alto de los arenales”,
y de allí al barrio de Algorta, no era cosa fácil, aquella
dificultosa subida, a través de la que tenían que correr las
diligencias, requería de un camino, que aunque de tierra batida,
permitiera que la ruedas de los carruajes no quedaran atascadas en
aquel terreno arenoso...”
(1)
Ya
en 1853, en un pleno municipal, se trataba sobre el asunto en el
libro de actas, en el se hablaba sobre la necesidad de mejorar los
caminos para llegar a los baños de mar, autentica fuente de riqueza
para la Anteiglesia. En aquel pleno se decía: “...En
1 de junio de 1853, reunidos en sesión extraordinaria en este salón
consistorial, los Concejales y asociados (Junta Municipal) bajo la
presidencia del alcalde, D. José Antonio de Zubiaga hízose
presente: Lo útil y necesario que es para esta comunidad la mejora
de sus caminos vecinales con dos ramales para los baños de mar de
Ereaga y Areachu. Pero que considerando hoy de nueva necesidad el
desmonte de la incomoda y dificultosa subida o alto de los arenales
en el punto llamado “Avanzada”, cuya vista arredraba a los muchos
transeúntes por lo expuesto de aquel paso. Y que el estado incomodo
y hasta peligroso de aquella , requiere el más pronto y eficaz
remedio por medio de un desmonte o explanación. Se ve necesario
llegar con este desmonte hasta la entrada de la población. Se ha
dispuesto la formación de un presupuesto por medio del maestro de
obras D. Juan Antonio de Menchaca...”
(2)
(Libro
de actas del Ayuntamiento de Getxo de 1850-1857. Veintiuno de abril
de 1850).
(Libro
de actas del Ayuntamiento de Getxo de 1850-1857. 1 de junio de
1853).
El
11 de marzo de 1854, en el pleno municipal de Getxo, se daba cuenta
de lo siguiente: “...El
camino de los arenales que ya había sido aprobado por la
superioridad. El cual pasa por el centro de la población desde
Berango hasta los arenales. Y se considera de utilidad pública
obtener de la autoridad competente la habilitación de los muelles
para el transito de los carruajes hasta enlazar con Deusto...”
(3)
(Libro
de actas del Ayuntamiento de Getxo de 1850-1857. 11 de marzo de
1854).
Las
gentes de Bilbao no se explicaban cómo algunos bilbaínos venían en
verano a la playa de Las Arenas, cuando sin salir de la Villa podían
disfrutar de los mismos aires y aguas del mar. No obstante algunos
negociantes vieron que establecer un servicio de diligencias podía
ser, lucrativo para sus bolsillos además de útil para aquellos
bilbaínos ávidos de mar y sol.
Así
que establecieron esa prestación, a la que curiosamente
la empresa que iba a dar ese servicio mediante las llamadas
diligencias u ómnibus, les dio nombre de ave, “Paloma”,
“Palomo” y “Golondrina”. La diligencia que recibió el nombre
de La Paloma era de color amarillo; a ella iban enganchados cuatro
animales de tiro: “...Un
macho de gran alzada, un caballejo ruin, y una mula no más medrada
que este en varas, y en volea un, un caballo blanco, abatido,
huesudo, y sangrando por varias contusiones y picaduras...”
Más tarde establecerían otro servicio al que dieron el nombre de
“El Joven Faustino” que era de mayor tamaño que “La Paloma”.
(4).
(Del
libro de Carlos María Zabala).
Esta
empresa diversificaba sus líneas de negocio, al menos eso se deduce
de lo que escribía un diario político bilbaíno, el “Irurac Bat”,
que en su edición del 16 de julio de 1862 decía: “...La
empresa de los ómnibus Paloma, Palomo y Golondrina, ha tenido el
buen pensamiento de construir en las Arenas de Guecho casas para
tomar baños, y de colocar en varios puntos, maromas bien sólidas
para que a ellas puedan asirse los bañistas que se han metido en la
mar, facilitan además a cada uno, su traje correspondiente, y por
todo el servicio no cobra más que un real por cada baño. Hemos
dicho que es excelente este pensamiento, y vemos ya se anuncia más o
menos próximo, que piensa instalarse en los Arenales de Guecho una
verdadera casa de baño, a la manera de las de Biarritz , Dieppe y
otros puertos, desde la que los bañistas disfruten de todas las
comodidades de aquellas. Unido a esto al ser la playa de Guecho tan
segura como cómoda, y el distar tan poco de Bilbao, de presumir es
que se halle concurrida, merced a la facilidad que dispensan al
viajero los coches pertenecientes a la referida empresa y el nuevo
proyecto que acaba de poner en marcha...”
En aquel diario, ya se anunciaban los servicios de las diligencias y
coches, los cuales hacían el trayecto entre Bilbao, Las Arenas y
Algorta. En el primer anuncio se ofrecía: “...Coches
a Las Arenas.- Siguen haciendo viajes a dicho punto los coches
Algorta y Concepción, Nº 1 y 2. Salida de Las Arenas a las siete y
media de la mañana. De Bilbao a las once de la mañana y cuatro de
la tarde. Estos coches saldrán de Bilbao de la puerta de la Aduana y
de Las Arenas de las cocheras. Se suspenderán las salidas en días
festivos los de la cuatro de la tarde. Se llevaran los equipajes de
los bañistas a precios módicos hasta el mismo Algorta. La
administración se halla establecida en la de la Unión, Sendeja Nº
1...”
En el siguiente anuncio el servicio ofrecido era el de las
diligencias: “...Servicio
de los ómnibus.- Paloma, Palomo y Golondrina: Salidas desde Bilbao:
La Paloma a las ocho de la mañana; Palomo a las nueve de la mañana;
por la tarde La Paloma lo hacía a las tres de la tarde y La
Golondrina a las dos y media y cuatro de la tarde pero solo hasta el
Desierto...”
El
coche que hacía el servicio hasta Las Arenas, “El Palomo”, era
un nuevo y elegante “Omnibus” de 26 asientos. Que también hacía
el recorrido desde Bilbao a Santurce. (Irurac
Bat del 3 de agosto de 1862).
La
diligencia “La Golondrina”, según relataban en su anuncio, iba a
ser un nuevo servicio de transporte entre Bilbao y Las Arenas: “...La
Golondrina.-Nuevo servicio entre Bilbao y Las Arenas: Desde el
próximo domingo 10 del corriente principiará a hacer sus viajes
este ómnibus saliendo de Bilbao todos los días a las diez de la
mañana y de Las Arenas a las cinco de la tarde. Lo despacha en
Bilbao D . Luciano Porset, calle del Correo, núm. 34...”
(Irurac
Bat del 6 de agosto de 1862).
Y
aunque no pertenece a este relato del transporte, incluyo un pequeño
dato anecdótico sobre el barrio de Las Arenas. Decía ese mismo
diario: “...Todos
estos días se levanta en nuestras costas un terrible galerno que
pone en conmoción a las gentes, y sobre todo a las familias de los
pescadores. El pasado sábado por la tarde derribó las casetas de
los bañistas en la playa de Portugalete y rompió las aspas del
molino de las Arenas...”
Se referían al Molino de Esacerrota. (Irurac
Bat del 8 de agosto de 1862).
Aquellos
servicios coadyuvaban a que los romeros, en las fiestas de los
barrios de Getxo, pudieran acudir en masa: “...Brillante
y animada fue la romería que tuvo lugar ayer en el vecino y
pintoresco pueblo de Algorta. Desde por la mañana comenzaron a
cuajarse de gente cuantos caminos y veredas se dirigen a la espaciosa
plaza donde suele tener lugar la fiesta y desde, nuestra villa
partían multitud de carruajes y vehículos de todas clases
arrastrando al sitio de reunión a lo más alegre y granado de
nuestra bulliciosa juventud. El vapor Nervion condujo también gran
número de romeros a Las Arenas, desde donde se dirigían en
numerosos y vistosos grupos al Castillo. Bello y sorprendente era el
aspecto que ofrecía aquella Campa a la hora del apogeo de la fiesta:
los abigarrados y estudiados colores de nuestros campesinos formaban
un agradable contraste con los prendidos sencillos al par que
elegantes que lucían las jóvenes. Por la noche hubo baile en la
alameda situada cerca de la nueva iglesia y al efecto se adornó
aquel lugar con vistosos gallardetes y faroles de colores, que en
conjunto ofrecían el cuadro más bello y pintoresco que puede
imaginarse. Ni un incidente desagradable vino a turbar por un momento
la alegría de los romeros que rebosando en sus facciones la mas
expansiva satisfacción se divirtieron a más y mejor, hasta cerca de
las dos de la mañana. La música de Plencia colocada debajo de un
sencillo dosel construido al efecto amenizó con sus tocatas la
función. Damos el mas cumplido voto de gracias a los señores de
Algorta, los cuales no perdonaron medio alguno con objeto de
proporcionar a los forasteros una diversión tan amena. Hoy tendrá
lugar la segunda y última romería y tenemos fundados motivos para
creer que no le irá en zaga a la que ligera y desaliñadamente
acabamos de bosquejar...”
(Irurac
Bat del 12 de agosto de 1862).
Había
otros servicios de diligencias desde Bilbao con dirección a otras
poblaciones: Lekeitio, Villaro, cuyos billetes se despachaban en el
Arenal, junto al teatro; también se ofrecía transporte en esas
diligencias hasta Gasteiz por Durango en combinación con la Rioja,
dicho servicio era diario. Además se ofrecían: “...Cómodos
y nuevos carruajes de lujo, que se alquilan para viajes particulares
y paseos, a precios convencionales...”
La empresa que ofrecía estos servicios era “Diligencias de la
Bilbaína”.
Las
que iban hasta los baños de Elorrio tenían su salida desde Bilbao,
a las tres de la tarde, los precios en “Berlina” eran de 35
reales y en interior de 28. Otros ómnibus llevaban a Gernika:
“...Durante
los días de Juntas, saldrá todos los días a las cinco de la mañana
desde el Arenal de Bilbao un ómnibus de seis asientos de interior y
tres de banquetas para llegar a Guernica a las 9. Desde
Guernica saldrá para Bilbao todos los días a las cinco de la larde,
empleando en el trayecto cuatro horas. Lo despacha en Bilbao D.
Luciano Porset, Correo, Nº 3 y 4...”
(Irurak
Bat del 16 de julio de 1862).
Y
es que ese diario recomendaba la utilización de aquel servicio de
diligencias, señalando las condiciones veraniegas de nuestras
playas: “...Les
recomendamos de un servicio de coches a Las Arenas, ligado con el
puerto de Algorta. La
estación de baños ha comenzado ya en aquel bellísimo pueblo, y
nótanse en sus playas algunos forasteros. No dudamos que la
deliciosa situación de Algorta, sus hermosas playas, y la comodidad
y la independencia de que se goza en el puerto, atraerán a el
muchísima gente de la que, huyendo de las calores insoportables del
centro de la monarquía, busca en las benéficas costas del mar
Cantábrico frescura, solaz y libertad de los usos cortesanos.
Algorta reúne, bajo este punto de vista, inapreciables cualidades,
como casi la mayor parte de nuestros puertos...”
El
servicio de diligencias, a través de la empresa “Diligencias
del Norte y Mediodía de España” daba servicio a otras
poblaciones: “...Bayona:
Por Durango, Elgoibar, Azpeitia, Cestona y San Sebastián.
Bayona:
Por Elorrio, Vergara, Tolosa y Lasarte.
Deva:
Por Ermua, Eibar, Alzola y Mendaro.
Santander:
Por Sodupe, Zalla, Balmaseda, Carranza y Ramales.
Ea
y Elanchove: Por Zornoza y Guernica...”
Y
eso que los caminos no siempre estaban practicables, como sucedió en
el más transitado, el de la ría, en el trayecto desde Udondo, poco
antes de llegar a Las Arenas: “...El
lunes se hundió considerablemente un trozo de camino paralelo a la
ría, en el punto llamado de los ocho ojos, y ya el martes por la
mañana estaba habilitado para el tránsito de carruajes del servicio
de Bilbao a Las Arenas. Las murallas no se habían resentido, y sí
solamente las tierras del centro. Esta actividad en la reposición de
la vía dice mucho en elogio del señor ingeniero del puerto D. Amado
de Lázaro, quien ya antes de ahora tiene dadas inequívocas pruebas
de su celo e inteligencia...”
(El
Reino del 18 de agosto de 1862).
Del
ambiente y llegada de los veraneantes a nuestros barrios, en esos
años de mediados del Siglo XIX, daba cuenta el diario bilbaíno :
“...Anteayer
y ayer tarde, ver atravesar sin descanso ómnibus, carretelas y
coches particulares por el Boulevart. Todos ellos venían repletos de
viajeros: sus vacas cargadas de equipajes; acudían los mozos a
conducirlos aquí y allá; las carretas de mano se cargaban y eran
arrastradas con gran trabajo por una persona: se depositaban los
baúles en las aceras del Boulevart por no haber gentes bastantes que
los condujeran a las fondas; los dueños aburridos no se separaban de
ellos; las gentes transitaban por uno y otro lado buscando hospedaje;
en fin desde las seis de la tarde presentaba el Arenal todo el
bullicio y movimiento de una gran ciudad. Bien decíamos el otro día
que muy pronto los puertos de mar inmediatos a Bilbao se hallarían
tan colmados de forasteros, como se encontraba la villa invicta. En
Portugalete y Algorta hay tal afluencia de gentes, que ya apenas
caben en sus casas. Bien es cierto que pocos puertos de mar pueden
disfrutar de las ventajas de los que acabamos de citar...”
(Irurac
Bat del 16 y 19 de julio de 1863).
Antes
de que el tranvía de sangre llegase a Las Arenas, el medio de
transporte colectivo era el de coches de tracción animal y las
diligencias, que perduraron hasta la llegada del tranvía y el
ferrocarril. La Fonda Bernarda (más recordada como “Casa de
Huéspedes de Dña. Bernarda Urrutia”) era el término en Las
Arenas de estas diligencias.
Es muy probable que esta fonda fuera la llamada “Fonda Bernardino”,
que en el diario “El Noticiero Bilbaíno” del 30 de mayo de 1876
se anunciaba: “...Se
arrienda.- La antigua fonda de Bernardino (bombardeada y hoy en
reedificación) situada en la plazuela de las Arenas, frente a
Portugalete...”
Esta Fonda, según notificaban en ese mismo diario, el día 30 de
marzo de 1876, se había trasladado a la calle Bidebarrieta de
Bilbao.
Y
es que, en aquellos días, el movimiento de veraneantes entre Bilbao,
Las Arenas y Algorta era intenso. Decía un diario bilbaíno: “...Ha
empezado un movimiento no conocido de carruajes, vapores y vehículos
de toda clase, imprimiendo una animación inusitada en la villa y
propia únicamente de la época de festejos públicos. Las gentes se
dirigen sin cesar a Porlugalete, Algorta, Las Arenas, y demás sitios
deliciosos que tanto embellecen nuestros alrededores... y unos van...
y otros vienen, y todo es animación, alegría y jolgorio...”
(El
Noticiero Bilbaíno del 19 de agosto de 1876).
A
pesar de lo cual, no parece que algunos coches estuvieran en las
mejores condiciones para transportar a aquellos veraneantes, que
deseosos de recibir las brisas del mar acudían a nuestras playas.
Decían en una carta al director: “...He
tratado varias veces del mal estado en que se hallaban la mayor parte
de los carruajes que hacen el servicio de viajeros entre la Villa y
Las Arenas, y hoy maestro de coches encargado del reconocimiento de
ellos que expida certificación de estar hábiles para el
transporte...”
(El
Noticiero Bilbaíno del 9 de septiembre de 1876).
Por
aquellos días, los coches (diligencias) también transitaban por la
margen izquierda y zona minera: “...En
un carruaje que parte a las siete de la mañana desde Ortuella y
recorre el Nocedal, Santurce, Portugalete, Desierto, Luchana y
Bilbao, regresando por la larde; el precio del viaje es de 6 reales.
Yo supongo que cuando se electrifique el tranvía a Las Arenas,
algunos de los coches que se dedican a aquella carrera pasarán a
esta zona...”
Por otra parte, el tranvía de tracción animal de Bilbao precisaba
de: “...Suministro
de paja y cebada para alimentar a 450 caballerías, y aprovechaba
para reducir gastos con la venta de estiércol procedente de sus
cuadras. Los depósitos estaban situados en en el paso de la Salve.
Su director era D. Juan Amann...”
(El
Noticiero Bilbaíno del 10 de octubre de 1876).
El
llamado “Tranvía
de Sangre”,
el de esfuerzo proporcionado por las bestias de tiro, comunicó
Bilbao con Las Arenas y Algorta en 1.876 (fue eléctrico desde
1.896); el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas en 1.887; el
ferrocarril de Las Arenas a Plentzia en 1.893. Estos serian los
medios de comunicación que articularon nuestros pueblos, dotándolos
en aquella época de agilidad para transportar personas y mercancías.
Con
la llegada del tranvía y el ferrocarril, los servicios de
diligencias perdieron utilidad. No obstante el
servicio de diligencias estuvo vigente hasta bastante avanzado el
siglo XIX, en 1885 todavía existían en Bilbao tres empresas de
diligencias.
Al igual que estos y otros servicios que les siguieron, el paso del
tiempo y las mejoras del propio servicio con el tranvía, ferrocarril
y trolebuses, fueron dejando estas viejas calesas para la historia.
Dando paso a los actuales servicios de transporte de autobuses y metro.