El Bar de Kolas, no era un bar cualquiera, era un lugar de encuentro de la gente del barrio, en el se podían degustar , ademas de vino, cerveza y otros licores, los bocaditos de carne picada y merluza frita. El vino lo servia en los vasos de la época, los de txikito, eran de culo de cristal macizo, pesaban un montón y no había riesgo de que su néctar se derramase.
En sus mesas se jugaban partidas interminables, dicen que corría mucho dinero por aquellas mesas, al menos por la dedicación que a diario hacían algunos clientes, es posible que así fuera.
Era un bar grande, acogedor, donde Kolas con su eterna sonrisa y su voz amable te hacia sentir gusto.
En su primer piso solía poner unas cazuelitas de callos y otras delicatessenn que ya nos gustaría volver a recordar, no se si era Blanqui o Mari la que tenia buena mano para los guisos, pero lo hacían verdaderamente bien..
Hoy como otros muchos lugares del viejo Romo, ya han pasado a la historia, aunque los nombres permanecen y hasta en fiestas se dice “Txupinazo la Plaza de Kolas”. Su lugar es hoy ocupado por una entidad que en nada nos recuerda a la sonrisa y bien hacer de Kolas.
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