En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX veíamos como se producía un importante desacuerdo entre la “Comisión Provincial de Ventas de Bienes Nacionales” de la provincia y nuestros representantes Municipales.
Tras haber acordado en un pleno anterior, que el puente de la Vega de Santa Eugenia que había construido el Sr Cajigas no era de interés para el Ayuntamiento de Getxo. Este Consistorio de desdecía y acordaba adquirirlo a petición de varios vecinos: “...Presentada por los concejales D. Gregorio Arzubiaga y D. Antonio María Ugarte la tasación de un puente de madera que tiene construido en Las Arenas, junto a la propiedad del Sr. Romo, D. Valentín Cajigas, del que se hacía mención en la anterior sesión en la que se dispuso fuese retirado por su dueño, acuerda este Ayuntamiento dejar nulo ese acuerdo, en consideración a suplica verbal planteada por varios propietarios de aquel barrio, a quienes de una manera notable se perjudicaba con la decisión anterior, pues venían haciendo uso del puente y si desapareciera este, tendrían que dar un gran rodeo para dirigirse a sus domicilios. Y teniendo en cuenta que se halla valorado el puente en 100 pesetas, se comisiona a los Sres. Arzubiaga y Ugarte con objeto de hablar con el interesado y cerrar el trato y abonar la citada cantidad al citado Sr. Cajigas...”
También, en el mismo pleno se acordaba: “...Abonar una cuanta del sastre D. Nemesio Ibañez que importa 92,50 pesetas por un traje y gorra hechos para el Alguacil del Juzgado Municipal de este Pueblo...”
Resulta curioso los oficios ya perdidos, aunque por Getxo también se les vea actualmente, me refiero a los limpiadores de calle mediante agua a presión, lo cual hablaba de los terrenos, aún sin edificar, que había por la Villa. Decía a cerca de ello la prensa bilbaína: “...Los mangueros municipales hicieron ayer una limpieza general en las calles de Bilbao, con objeto de despejarlas del barro que se había formado debido a las últimas lluvias...” Además en la Villa de Don Diego ya se avanzaba en la instalación de los soportes para la línea del tranvía eléctrico para comunicar Bilbao y Las Arenas: “...Los ingenieros del tranvía eléctrico, los concejales los concejales y el arquitecto municipal inspeccionaron ayer la vía de Bilbao a Las Arenas en la jurisdicción de esta Villa y designaron los puntos donde han de colocarse los postes para la transición eléctrica...” (El Noticiero Bilbaíno del 29 de febrero de 1896).
Uno de los diarios de la Villa llamaba la atención sobre los nuevos medios de locomoción, en concreto sobre la bicicleta, aunque a lo largo del artículo, con más o menos gracia tiraba a dar a ese novedoso artilugio de dos ruedas, dejando de paso ver, como circulaban por nuestras calles los peatones: “...Si para la infatigable actividad del hombre es carácter distintivo ganar mucho espacio en poco tiempo, carácter especifico de nuestro actual momento histórico es el empleo de la bicicleta. La bicicleta se ha impuesto en nuestras costumbres en este ultimo lustro, con tal imperio que ya apenas puede llamarse Pedro el que no dispone de la máquina. De poco sirve que la bienaventurada máquina sirva principalmente para descalabrarse uno o para atropellar al prójimo que pacífico y a paso de tortuga camina por esa calles de Dios...” (El Nervión del 29 de febrero de 1896).
Por otro lado algún echo luctuoso, de vecinos de la Anteiglesia, llegaba también a las paginas de otro diario de la villa: “...El gobernador civil ha concedido el oportuno permiso a don Carlos Araluce, para que pueda trasladar los restos mortales de su hija Javiera de Araluce y Larrea desde el camposanto de Algorta al de Elejabarri de Bilbao...” (El Noticiero Bilbaíno del 1 de marzo de 1896).
Por aquellos días estaba en candelero la Guerra de Cuba, y algún vecino de Algorta, que apoyaba la causa española, realizaba donaciones para los combatientes: “...EI señor Basagoiti, que es paisano nuestro, de Algorta, ha hecho donaciones considerables en metálico para la compra de caballos y armamentos destinados a Cuba...” (El Noticiero Bilbaíno del 2 de marzo de 1896).
Una Sociedad de Las Arenas veía aprobados sus reglamentos por parte del Gobernador Civil: “...El gobernador civil ha aprobado el reglamento de la sociedad de socorros mutuos “Las mercedes” establecida recientemente en Las Arenas...” Y de mientras el tiempo no daba respiro a nuestro vecinos: “...El Abra presentaba un aspecto imponente. Las olas corrían por encima de los muelles de Portugalete y Las Arenas. La resaca alcanzaba una altura considerable. No hubo entrada ni salida de buques...”(El Nervión del 4 de marzo de 1896).
Tan mala estaba la mar que a consecuencia del temporal la boya del Puerto Exterior había sido arrebatada por al embestida de las olas, y se lanzaba un aviso a los Capitanes: “...A consecuencia del furioso temporal que reina en el mar, ha sido arrebatada la boya luminosa que se halla colocada en las obras del puerto exterior, en el Abra; y hasta que no sean reparadas las averías que ha sufrido, se colocará una boya ordinaria, que es más pequeña que la luminosa...” A aquella mar embravecida se cobraba la vida de un vecino de Getxo: “...Estando pescando anteayer tarde, con caña, el vecino de Guecho, Juan Martín Aldecoa, del caserío Arteaga, en el termino de Batiz, entre la rivera de la Galea y Azcorri, a consecuencia de un golpe de mar, tuvo la desgracia de caer al agua, pereciendo ahogado. El infeliz, de 45 años, estaba casado...” (El Noticiero Bilbaíno del 5 de marzo de 1896).
En el mismo diario y en la misma fecha era publicado un escrito remitido por un político de relevancia en aquellos días, se trataba de una carta de D. Sabino Arna y Goiri, quien fuera director del periódico Bizkaitarra: “...Se me ha presentado por varios amigos preguntándome por la nueva sociedad que, con el título de Aurrera, tan traído y llevado, tan usado y abusado, se funda en Bilbao es realmente nacionalista, o en términos más vulgares “bizkaitarra”, pues han oído, dicen, que su reglamento ha sido aprobado por mi; y aunque es de suponer que no serán los iniciadores del nuevo círculo los que han propalado semejante especie, puede esta, divulgada como está, causar sus efectos, tal es la razón por la que se hace oportuno dar a conocer a los que fueron lectores “bizkaitarra” lo que haya de cierto sobre el particular, no sin antes advertirles que solo la necesidad de hacerlo y el no publicarse actualmente el periódico de mi dirección me puede autorizar a servirme al efecto de un diario que no es voz del lema al que sirvo.
¿Ha sido, pues, aprobado por mi el reglamento de la Sociedad Aurrera? No. Pero ¿Se me ha pedido dictamen? Esto es algo a lo que no debo contestar mientras no se me obligue.
¿Es Nacionalista dicha Sociedad? No: porque no informa su reglamento (que he examinado) en el lema “Jaun Goikua eta Lagi-Zarra”. ¿Que es? Esta pregunta ya es otro cantar, y aunque podría contestarle, lo dejaré por ahora, pues ya he terminado lo que me proponía decir. Firmaba: A. eta G. `tarr Sabin...” (El Noticiero Bilbaíno del 5 de marzo de 1896).
El día 5 de marzo de 1896 la mar seguía continuaba revuelta y los buques no entraban ni salían de puerto: “...Esta mañana se veían en el Abra cuatro vapores en demanda de entrada al puerto; pero como la mar estaba muy picada, el vapor de los prácticos estaba en puerto y la señal de la boya luminosa no existí por haberla arrancado la mar, los vapores se han quedado sin poder entrar por estas causas, no determinándose a hacerlo, por temor a naufragar...” (El Nervión del 5 de marzo de 1896).
En la próxima entrada de esta serie veremos como varios propietarios de la vega de Santa Eugenia (Romo) acordaban ceder ala Ayuntamiento una calle de 10 metros que iba hasta el limite con Leioa.
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