En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX veíamos como el pleno municipal de Getxo nos daba un dato referido a la seguridad del edificio del nuevo Hospital Hospicio de Alango.
En el pleno del 20 de febrero de 1896 se producía un importante desacuerdo entre la “Comisión Provincial de Ventas de Bienes Nacionales” de la provincia y nuestros representantes Municipales: “...Se da cuenta de una instancia de la Comisión Provincial de Ventas de Bienes Nacionales de esta Provincia, fechada el 13 de los corrientes, en la que se dice a esta Alcaldía que habiéndose proveído auto por el Juzgado de 1ª Instancia de Bilbao, mandando dar posesión por aquella Comisión a D. Ignacio Ituarte y consortes del terreno “Aiboa” procedente de sus propios adjudicado a aquel señor en remate público, verificado ante el citado Juzgado del de 1ª Instancia del Distrito del Hospicio de Madrid el 3 de julio de 1894, se sirva en dar cumplimiento a lo proveído y concurrir a la toma de posesión del terreno de referencia, que tendrá lugar el 15 del actual a las 10 horas de la mañana. Manifestó a este tiempo el Sr. Alcalde Presidente que aquel acto tuvo lugar, asistiendo con él el Síndico de esta Corporación D. Gregorio Arzubiaga, no sin que ambos formularan la protesta siguiente: El Alcalde y el Síndico de Guecho hicieron presente que habiendo la Corporación del Municipal que presentaban impugnación a la Real Orden de adjudicación a favor de los compradores ante el Tribunal Contencioso Administrativo, el cual admitió la demanda a tramite, no consideran legítimos poseedores del monte denominado “Aiboa” perteneciente al Ayuntamiento de Guecho, los compradores hasta tanto que dicho tribunal no sancione la referida R.O., que protestan en nombre del Ayuntamiento mencionando el acto llevado hoy a cabo. La Corporación Municipal aprobó esta determinación...”
En ese mismo pleno municipal se trataba sobre un puente construido sobre el río Gobela: “...Se da cuanta de una instancia de D. Valentín Cajigas en solicitud de que, habiendo sido construido por el un puente sobre el río Gobelas, próximo al lugar donde se encuentra instalada la Fábrica Eléctrica de Guecho, para el transporte de materiales para una casa de nueva planta edificada en aquellas cercanías, y pensando retirarlo, hace presente que pudiera tal vez ser útil para el transito público, el cual estaría dispuesto a ceder mediante tasación pericial. Pero el Ayuntamiento considero que dicho puente no era de interés para el municipio y que podía retirarlo...”
Por aquellos días, en Algorta, se arrendaba una casa, y este arriendo era publicado en uno de los diarios bilbaínos: “...Se arrienda una casa en Algorta, con huerta y dos patios en la calle Caridad nº 8...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 20 de febrero de 1896).
También informaba, ese mismo diario, de los trabajos para la electrificación de la línea del tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta: “...La Compañía del Tranvía Eléctrico ha dado principio a los trabajos para la construcción de una torre de 50 metros de altura en el punto más cercano a los muelles de la ría del ferrocarril de la Orconera. La construcción de esta torre tiene por objeto ponerse a nivel con el monte San Pablo o Banderas, que se halla situado en el lado opuesto de la ría, para llevar al otro lado el alambre conductor de fuerza eléctrica que ha de poner en movimiento los coches de la línea de Algorta...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 21 de febrero de 1896).
En la “Sección Literaria” de “El Noticiero Bilbaíno” aparecía un interesante artículo sobre “Gigantones y Cabezudos”, el cual a pesar de referirse a los Erraldoiak y Buruhandiak de Bilbao, me parece interesante de reproducir, en parte: “...Gigantones y Cabezudos.- Bilbao cometió un delito de lesa ingratitud abandonando primero a su clásico Gargantúa, que no murió de ningún hartazgo, a pesar de haber tragado a infinidad de criaturas, y más tarde a los gigantes y cabezudos, que fueron vendidos a precio de chatarra. ¡Que pronto olvidaron nuestros abuelos el placer que en su niñez experimentaron al deslizándose por la interioridades del Gargantua!. ¿De les sirvieron a los cabezudos los méritos contraídos aporreando con la vejigas a una y otra generación; a los gigantes bailar con arte y elegancia, ocultando cuidadosamente a los barrenderos que les daban movimiento y vida, dando brillo y esplendor a las fiestas de la Villa, al frente de la Corporación Municipal? Y por último la forma en que fueron vendidos y exterminados por los concejales, que consideraron a la raza gigantesca, de la que se hace mención por primera vez en el Génesis, indigna de la época y de los gustos presentes !Y los despojos de los vencidos fueron trasladados a la vecina Villa de Portugalete, en inmundo gabarrón, que resultó féretro para tan altos personajes! Decapitado D. Terencio, conservose su cabeza en Club de gente joven, y se verifico la apoteosis a tan popular personaje en las fiestas de Bilbao de agosto de 1894. Personajes que volvieron a nacer para las fiestas en la época del concejal D. José María Pinillos, amante de los recuerdos y tradiciones de la Villa. Siendo fabricados en Bilbao por Basterra y Larrea, vestidos estos con ricas telas de tisú, seda y galones de oro y plata...” Historia que daba colofón a los carnavales recién terminados, que en Lekeitio contaban: “...Ha transcurrido el carnaval en esta Villa en medio de general contentamiento. Los individuos de la banda municipal que dirige el joven D. Andés de Amberri salieron el lunes a recorrer las calles, acompañados de un coro de niños, con trajes airosos y de colores. El martes llegó la estudiantina de Motrico. El baile en la plaza resultó animadísimo los tres día, bien por los tixistularis y el atabalero. Entre las mascaras la más notable fue la representa burdamente al “Dios Jano”, que paseo por las calles con mucha seriedad...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 21 de febrero de 1896).
La prensa daba información sobre un accidente marítimo, que finalmente terminó mejor de lo esperado, acontecido al cruzar la temida barra de Portugalete: “...A consecuencia del fuerte temporal que anteanoche reinaba en la mar, la Torre de señales de Portugalete dio orden de que no entrase ni saliese ningún barco. El vapor inglés «Corrwg» que con cargamento de mineral de hierro pretendió salir a las siete de la noche, varó en la barra, yendo a embarrancar al banco del N. E. Como su situación era muy comprometida el capitán pidió ayuda. El remolcador «Cantabria» estuvo hasta las diez trabajando para conseguir poner a flote al «Corrwg», retirándose a esta hora sin haber podido conseguirlo. Para entonces la Junta de Salvamentos de Portugalete había enviado una lancha de salvamento. A la una menos cuarto de la madrugada y siendo casi la hora de la bajamar, sin duda el Vapor resbaló de su cama se puso a flote sin ninguna ayuda, yendo a fondear frente a la estación del ferrocarril de Portugalete, a las tres y media de la madrugada dio un cabo al muelle de Las Arenas haciendo la ciaboga y marchando a la dársena de Axpe, en donde serán reparadas las averías. Cuando embarrancó había bastante mar por lo que se creía que se perdería totalmente, pero la mar cedió tanto que hoy es bella...” (“El Noticiero Bilbaíno” y “EL Nervión” del 22 y 23 de febrero de 1896).
Según aparecía escrito en las actas municipales de Getxo del 27 de febrero de 1896: “...Se ha visto y aprobado un presupuesto presentado por el Arquitecto Municipal D. Fidel Iturria, para la construcción de un pequeño coro en la Capilla del Hospital Hospicio de Algorta...”
En la próxima entrada de esta serie veremos como el Ayuntamiento de Getxo revocaba el acuerdo por el que se desechaba la proposición de un vecino de la vega de Santa Eugenia para la adquisición de un puente sobre el río Gobela.
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