miércoles, 7 de diciembre de 2022

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -303-

 

En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX veíamos como, la Compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta planeaba realizar cambios en algunos cruces de Las Arenas.

En el pleno del 5 de diciembre de 1895, se trataba sobre un conflicto que se produjo en Algorta con un maestro por un asunto de clases particulares, que el Ayuntamiento había prohibido se dieran en un colegio público de la Plaza de San Nicolas, y que el maestro derivó al Gobierno Civil. Lo cual dio lugar a un extenso cruce epistolar: “...Se da cuenta de un oficio del Gobernador Civil como Presidente de la Junta de Instrucción Pública de la Provincia, en el que acompaña una instancia elevada a dicha Junta por el maestro de una de las Escuelas Públicas de esta Anteiglesia, D. Valentín Cuartango, en cargando al Alcalde, que oyendo a esta Corporación Municipal y a la Junta Local de 1ª Enseñanza, le informe de cuanto sobre el particular se le ofrezca, referente a la queja del maestroActo seguido, se señalaban las quejas que el maestro había dirigido al Gobernador: “...Que esta Corporación le había ordenado al maestro, en un comunicado el 6 de julio, que se abstuviera en lo sucesivo de dar lecciones particulares en el local de dicha Escuela, la cual quedaba cerrada después de las horas reglamentarias de clase, y que a consecuencia de semejante orden habían acudido veintiún padres en exposición dirigida a este Ayuntamiento, haciendo ver lo perjudicial que era para el vecindario la prohibición de que el maestro se dedicase a la enseñanza particular en la Escuela Pública, desde las 11 hasta las 12 de la mañana. Acusaba al consistorio de que había persona extraña al magisterio y autorizada por el Ayuntamiento para hacer uso del local y del material de la escuela pública de niñas, parece más razonable se autorice el uso a un maestro propietario.

Que en la sesión municipal del día 12 de septiembre último, había acordado esta Corporación instalar la clase de solfeo en uno de los departamentos de la clase de niños, bajo pretexto de no tener local adecuado para esta clase, quedando ambos departamentos a disposición del organista, puesto que no tiene puerta alguna que pueda incomunicarlos…”

A continuación el Ayuntamiento exponía las suyas y sus acuerdos: “...Por unanimidad, en méritos de la verdad, para que el Sr. Alcalde tenga presente al evacuar el informe que se le ordena lo siguiente: Que aunque es ajeno de esta Corporación el tener que refutar a un maestro aun cuando para hacer atmósfera se disfrazan los hechos para hacerlos parece como verdades, se hace necesario esclarecer aquellos a fin de que la verdad aparezca en toda su desnudez: Si al maestro Sr. Cuartango se le prohibió que diera lecciones particulares en la Escuela Pública entre horas intermedias de clases, fue porque los padres, en general, se quejaban de que por atender de preferencia a las lecciones particulares, que no eran más que para veintiún alumnos, descuidaba la educación de 170 niños, puesto que la matricula actual es de 191 niños.

Esta queja pública llegó a conocimiento de la Corporación Municipal, y de aquí que el Ayuntamiento tomara la determinación que tomó, obrando como lo aconsejaba la necesidad de atender debidamente a la instrucción primaria, base fundamental de toda instrucción.

El Sr. Cuartango, por otra parte, para dar mayores visos de verdad a cuanto expone a la Junta de Instrucción Pública dice en su instancia, que habiendo concedido el Ayuntamiento a persona extraña del Magisterio, que diera lecciones en una escuela de niñas, más razonable y lógico es que se le diera a él, pero ya por ignorancia o por cualquier otra cosa no expresa que aquellas lecciones se dan de noche en una escuela de la parte rural, y que el que las da es hijo político de la maestra y habita con ella en la casa donde se halla la Escuela…” Además el concejo iba desgranado otras razones que en su opinión contradecían lo expuesto por el maestro: “...Además el Ayuntamiento, en sesión ordinaria del 17 de octubre pasado, concedió al titular de la Escuela de niños de Algorta el oportuno permiso para que pudiera dar lecciones nocturnas en el local alto de la misma escuela, que había sido habilitado poco ha para ampliación de aquella.

Si es cierto que tan luego como el Ayuntamiento habilitó los altos de la Escuela de niños para la de los menores, cuyo departamento, bajo la vigilancia del Sr. Cuartango como maestro, esta a cargo del auxiliar, dispuso que la clase de solfeo dirigida por el organista de la parroquia de Algorta, D. Pablo Mugica, se estableciese en uno de los locales del que hoy es Juzgado Municipal, que se halla bastante distante de al escuela pública y muy cerca del Puerto. También es cierto que poco tiempo después de haberse hecho la instalación, vino quejándose el Director de Solfeo de que debido a la distancia del nuevo local, no asistía ni la tercera parte de los inscritos, razón por la cual se consideró conveniente que al enseñanza de solfeo se diera en la misma escuela.

Esta y no otra es la razón que la Corporación tuvo en cuenta para disponer que la clase de solfeo se diera en el lugar que ocupa actualmente. Los cuales han sido reclamados desde ha tiempo por el Juzgado Municipal pata Sala de Audiencias, Secretaría y Archivo, por lo que no era posible dejar allí la clase de solfeo

Mientras esto sucedía en la Plaza de San Nicolás, muy cerca, en el cementerio de Algorta, en la llamada campa del muerto, una nueva profanación de una tumba venía a hacer el tercer acto vandálico contra una de aquella moradas. Pues bien justo en esos mismo días la prensa local decía: “...Por tercera vez ha sido objeto de una profanación el panteón que un estimado amigo posee en el cementerio de Algorta. Hace pocos días que aparecieron rotas las columnas de hierro que rodean el panteón, sin que haya habido medio de averiguar hasta la fecha, quien es el autor de esa hazaña. Puesto que solo dos personas poseen las llaves de aquel sagrado lugar, parece que no sería muy difícil averiguar quien es el autor de la profanación. Nos permitimos excitar el celo del señor cura párroco de Guecho y del señor Alcalde para evitar la repetición de estos hechos…” (“El Noticiero Bilbaíno y “El Nervión” del 5 de diciembre de 1895). Muy posiblemente algunos de los residentes, sobre todo el afectado, desde su lecho eterno dijeran enojados, aquello que tiempo antes alguien escribiera: “...!Al cerrar la noche todos los que hoy vinimos a ocupar nuestras habitaciones eternas en este gran palacio, hemos ido a saludar a los qué nos perturban con el fin de ofrecerles nuestras respectivas tumbas...”

En la próxima entrada de esta serie veremos como, el propio Ayuntamiento trataba en un pleno municipal el tema de la profanación de tumbas.

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