En
la anterior entrada veíamos cómo se acordaba la exención de cupo
del servicio de marina para los mozos que, siendo hijos únicos y con
madres viudas, que por su condición de pobreza, no tuvieran más
ingresos que los derivados del trabajo de sus hijos.
A
finales de octubre de 1885, la actividad de extracción de piedra en
Ereaga, era de gran utilidad para las obras de Algorta. Una de las
personas que realizaba la misma era D. Juan Bautista Eguia. La piedra
era depositada a ambos lados de la carretera de la playa para ser
conducida posteriormente a Algorta.
El
monte o derrumbadero, que así se llamaba, de Satistegui, daba no
pocos quebraderos de cabeza a los vecinos de la zona. El 5 de
noviembre de 1885 D. Martín Berreteaga y otros 22 vecinos se
dirigían al Ayuntamiento solicitando: “...Que
teniendo presentes los terribles derrumbamientos y hundimientos
producidos últimamente por la aguas en el monte o derrumbadero de
Satistegui, se acuerde que aquel terreno sea reconocido por un
ingeniero...”
El consistorio aceptaba la propuesta vecinal, acordando fuera
inspeccionado todo el acantilado desde Satistegui hasta la plazuela
de Erega por un ingeniero de minas con la condición de que dicho
informe: “...Solo
se obliga el Ayuntamiento a pagar la mitad de los honorarios de dicho
inteligente, debiendo satisfacer la otra mitad los propietarios...”
Aunque
pocos días más tarde el consistorio decidía: “...Prohibir,
como acordó este Ayuntamiento el 31 de octubre de 1878, la saca y
extracción de toda clase de piedra en la ribera del mar, desde bajo
el punto llamado Castillo de San Ignacio hasta la línea de pared de
la propiedad del finado Gana, que confina con la plazuela de Ereaga,
y tomando en consideración los derrumbamiento ocurridos en los
montes colindantes, como consecuencia de haber sido extraídas de su
pie las piedras de mar, que amontonadas servían de base al monte
Satistegui...”
Y hacían extensiva la orden a toda la zona de la playa de Ereaga:
“...Prohibición
absoluta de extraer piedra en toda la playa y costa de Ereaga, dado
que a causa de la gran cantidad de piedra y arena que se quita en la
parte no prohibida, puede quedar inútil la playa para baños, y
hasta desaparezca en una época no muy lejana toda la plazuela y
hasta el camino a la fuente, debido a los abusos cometidos...”
Añadían que para realizar las obras del barrio: “...Existe
arena de sobra en el terreno comunal de la Avanzada y paseo de mar
próximo a aquella punta..”
En
esos días, a primeros de octubre de 1885, y a pesar de que el
establecimiento “El Café de la Marina” del Puerto Viejo de
Algorta, ya había sido dado de baja el 8 de octubre cómo lugar de
internamiento de coléricos, la Feria de Las Arenas era suspendida:
“...Teniendo
presente lo perjudicial y peligroso que es en la actuales
circunstancias la reunión de gentes, cuando la epidemia colérica
existe en varia localidades próximas, y teniendo en cuenta las
órdenes emanadas del Gobernador de la Provincia, acuerda el
Ayuntamiento suspender por ahora, y mientras las circunstancias
actuales continúen, la feria que se celebra en el barrio de Las
Arenas...”
Tal era la preocupación sanitaria, que el 12 de ese mes el
Gobernador ordenaba una inspección sanitaria del barrio. El
alojamiento y alimentación de la brigada sanitaria, que estuvo 12
días en el establecimiento de D. Antolín Urteaga de Las Arenas,
supuso para las arcas públicas la cantidad de 308 pesetas, así como
otra partida de 28,25 pesetas por carbón y velas que utilizaron para
sus labores. También los alguaciles y peones camineros fueron
recompensados por su ayuda durante aquellos días de prevención del
cólera con 25 pesetas.
En
esas fechas la llamada “Casa Caba”, que al parecer se encontraba
en los alrededores de Talayeta, era compartida por varias familias.
Entre sus propietarios se encontraba la señora Dña. Rafaela Araras.
A
su vez el párroco de Santa María de Getxo reclamaba al consistorio
504 reales en concepto de los servicios religiosos de las fiesta
locales de los días 15 y 16 de agosto pasados.
El
13 de noviembre de 1885, el Gobernador Civil de la Provincia aprobaba
el proyecto de traída de aguas potables a Getxo, desde los montes de
Berango, declarando de utilidad pública el aprovechamiento de las
mismas. El autor del estudio fue el ingeniero D. Laureano Gómez
Santa María.
Y
los desprendimientos, en la zona de Satistegui, de los que hablaba
con anterioridad, afectaban esta vez a una de las sociedades más
antiguas de Algorta, al “Casino Algorteño”, quienes se dirigían
al consistorio indicando: “...La
Comisión Directiva del Casino manifiesta que a consecuencia del
desprendimiento o corrimiento de tierras ocurrido en la barranca de
Satistegui el 31 de octubre, ha quedado el edificio en condiciones
poco satisfactorias para seguir habitándolo. Solicitamos que
mientras se repara el local adecuadamente, se prepare el salón de la
casa Consistorial para que en él tenga efecto la reunión de los
señores socios de este casino...”
El Ayuntamiento accedió a dicha petición y el Casino agradecía el
25 de noviembre la concesión del salón consistorial.
Las
canteras de los terrenos comunales de la Galea eran otro de los
lugares para la extracción de piedra para realizar obras en el
Pueblo. El 26 de noviembre de 1885 eran utilizados por D. Manuel de
Egusquiza para realizar obras en su casa de Sarri-Pepilloena del
barrio de Sarri (Andra Mari). Algunas piedras procedentes de la
cantera cercana al: ”...Molino
Viejo de Viento de la Galea...”,
fueron amartilladas y colocadas en la bajada de Arechondo.
El
3 de diciembre de 1885 era nombrado como mayordomo vocal de la Junta
de Fábrica, a petición del cura párroco de Santa María de Getxo
D. Francisco Ugartechea, para los próximos dos años D. Manuel
Larrianaga.
El
cura párroco de San Nicolás de Bari de Algorta decidía cantar un
“Te Deum” el 8 de diciembre de 1885, después de la misa mayor:
“...En
acción de gracias a Dios por haber librado a este pueblo de la
enfermedad colérica...”
El acto contó con la presencia de la corporación municipal.
Algunos
hechos que acontecieron en nuestro pueblo durante aquellos días
fueron: El 10 de diciembre de 1885 era registrada la “Casa
Amorotoena” a nombre de D. Juan Bautista Cortina, vecino de Bilbao.
Y el panadero D. Máximo Llantada suministraba el pan a la fuerza de
artillería acantonada en Algorta en octubre de 1885. El boticario D.
Manuel García Salazar suministraba al Ayuntamiento medicinas y
desinfectantes para varios casos de cólera ocurridos en pueblos
próximos y para otro sospechoso en nuestra localidad.
Y
ya dentro de las navidades de 1885, el 24 de diciembre, le llegaba la
hora de reclamar débitos de la última guerra a Dña. Tomasa Galdós.
Aquellos aguerridos soldados de las tropas del gobierno, debieron
tener mucha hambre, ya que consumieron nada menos que 33 libras de
buen tocino (15 kg.) en el año 1874. Pero los botines de guerra no
se anotan, se consumen, así que la pobre señora vio cómo el
producto de su trabajo volaba en los estómagos de aquellos
guerreros, sin que a ella le compensara nadie.
Era
costumbre en la época colocar a las entradas de las casas unas losas
de piedra, las cuales además de estrechar las ya angostas callejas,
impedían el discurrir del agua de la lluvia, o la que los vecinos
arrojaban para limpiar las entradas o simplemente evacuaciones de
aguas fecales que salían al exterior por los caños de cada
vivienda. En el pleno del 24 de diciembre de 1885 el consistorio
decía: “...Teniendo
presente el perjuicio que causan en las calles las aguas, a
consecuencia del paso muy estrecho que existen en las cunetas para la
entrada a las diferentes casas de la población; acuerda este
Ayuntamiento autorizar a la Comisión de Fomento y Policía Urbana,
encarándose con los propietarios, trate de poner las losas de
entrada a las casas, de modo que el agua pase por debajo de las
mismas, dando libre paso a las aguas por las cunetas...”
De esta forma evitaban los encharcamientos y retenciones de aguas que
más tarde pudieran ser focos de contagios de enfermedades cómo la
fiebre tifoidea o el propio cólera.
En
la próxima entrada veremos cómo al comenzar el nuevo año se
procedía a la recogida de las cedulas personales en la
Administración de Hacienda Provincial y
comenzaba a construirse la iglesia de Las Mercedes.
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