En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como se producía un acontecimiento, digno de ser recogido para el cine, entre Portugalete y Las Arenas.
Como decía en mi anterior entrada la picaresca aquí y allá de nuestras fronteras era algo habitual, sobre todo entre los feriantes, hacia un público ávido de diversiones, en una época que estas escaseaban. Decía la prensa local: “...El domador de pulgas.- . En la feria situada en la plaza de San Miguel, de París, hay instalada Una barraca con este letrero: «Á las trescientas pulgas sabias». Ahora bien, al llegar a París el domador de pulgas, comprobó con espanto que se había declarado una epidemia en las filas de sus pensionistas, enfermedad que había causado numerosas victimas, tanto que al cabo de dos días todas habían sucumbido. Esta catástrofe sumió al Barnum en un abatimiento profundo, pues se vio arruinado y a punto de perder su campaña ferial, si no lograba reclutar nuevo personal, lo que de pronto le pareció fácil, teniendo en cuenta que las pulgas se cazan mejor que los tigres y los leones. Encargó a un pobre diablo que le buscara pulgas y se las llevara a razón de cinco pesetas el ciento. Este puso manos a la obra y dos noches seguidas fuese a dormir en posadas donde le daban cama y albergue por treinta céntimos, más, aunque faltó poco para que los bichos le devorasen, no pudo coger ni la más pequeña. Por último, como no quería en manera alguna volverse con las manos vacías se apoderó de un perro que vagaba por la vía pública y después de medía hora de caza logró meter mil pulgas en un bocal. Pero al llevarlas al domador, este se mostró descontento, y se negó á admitir dichos animales, pretextando que no eran pulgas humanas sino perrunas, y que estas son refractarias a toda educación. La contestación provocó la cólera del cazador, que reclamaba el pago de su trabajo y el precio convenido. Atraídos los curiosos por la disputa empezaron a formarse corros en la vía pública llegando por último los guardias municipales, que condujeron a los contendientes ante el comisario de policía del barrio. El magistrado, a pesar de la parte picante que tenia el asunto, se declaró incompetente y despidió lo mismo al domador que al cazador de pulgas; mas apenas ambos individuos habían llegado a la calle, cuando se reanudó la disputa. En seguida intervinieron nuevamente los guardias. Ahora bien, mientras los municipales se lo llevaban, el domador le dijo: «En el cuartelillo encontrarás muchas pulgas y buenas; si las coges, aún podrá arreglarse todo...” Al parecer, entre las mantas de los guardias y lo detenidos proliferaban, además de malas pulgas, otras de mejor cualidad para espectáculos circenses.
Y sin embargo, entre nosotros, aparecían otras especies de mejor valor gastronómico: “...Esta madrugada ha aparecido parte de la playa de Portugalete completamente cubierta de sardinas pequeñas. Muchas personas de las que han ido a bañarse han aprovechado la ocasión haciendo un gran acopio del sabroso pescado...” Pero no solo eran esos acontecimiento, de menor rango los que sucedían en París y en la Villa hermana, también en nuestras playas otro néctar para el paladar, llegaba de improviso desde la mar: “...El vecino de Guecho, Bernardo Urrutia, halló en la playa de Barinache, el día 23 de Agosto último, una cuarterola de vino rancio, cuyo peso bruto fue de 140 kilogramos, sin marca alguna, teniendo en ambas caras incrustado a fuego, un letrero que dice Oporto, la cual se halla depositada en la alhóndiga de Algorta...” (El Nervión del 13 de septiembre del 1897).
Entre tanto, y para llenar el vacío festivo, tras las fiestas veraniegas, en nuestra Anteiglesia de Getxo, el Ayuntamiento organizaba carreras de velocípedos: “...El ayuntamiento de Guecho ha organizado para el próximo domingo carreras de velocípedos que prometen verse muy concurridas. En ellas tomarán parte conocidos corredores de esta localidad. Se concederán varios premios en metálico...” (El Nervión del 15 de septiembre del 1897). Aquel día la regata hubo de suspenderse, para el domingo día 26 de septiembre, a causa del mal tiempo.
En el pleno municipal del 16 de septiembre de 1897 se trataba, entre otros asuntos, sobre un proyecto de convenio para instalar la Escuela de Náutica: “...Se dio cuenta del convenio de que la Comisión designada, en sesión del 19 de agosto último presenta, para la instalación de la Escuela de Náutica en esta localidad, proyecto que aparece concertado con el profesor D. Domingo Ochoa. Enterado este Ayuntamiento de su contenido acuerda aprobarlo en todas sus partes, y entregar un ejemplar al profesor Sr. Ochoa...”
También se da cuenta de una petición de varios vecinos de Getxo para poder celebrar pruebas de bueyes en la campa de dicha localidad: “...Se da cuenta de una instancia de varios vecinos de esta Anteiglesia, fechada el 15 del actual, solicitando se establezca en la campa de Santa María pruebas de bueyes con piedra, el día 2 de octubre próximo, y en igual día y mes de los años sucesivos, señalando unos premios para las parejas de mayor mérito. En su vista teniendo presente las ventajas que proporcionan a los Municipios esta clase de pruebas, acuerda el Ayuntamiento lo siguiente: Solicitar permiso al Gobernador Civil para poder celebrara dichas pruebas. Y dar dos premios uno de 25 y otro de 15 pesetas y arreglar la piedra de arrastre. Nombrar una Comisión para establece las condiciones del arrastre de piedra, nombrando para ello a los regidores Sres. Cámara y Beascoechea...”
El propietario del Balneario de Ereaga solicitaba podre dar salida a las aguas de dicho establecimiento: “...En vista de una instancia de D. Antonio Arechavala, referente a las tuberías existentes dentro del edificio construido por el, en la plazuela de Ereaga para Balneario, y poder dar salida a las aguas de la fuente de dicha plaza. El Ayuntamiento acuerda pasar el asunto a la Comisión de Gobernación...”
Algunas veces los responsables (rematantes), de los arbitrios de la recogida de las barreduras de las de los barrios entraban en conflicto con algún vecino que trataba de aprovechar las mismas. Quizá por aquello de que la basura de unos es la riqueza de otros. Sobre eso también se hablaba en aquel pleno municipal: “...Se da cuenta de una instancia de D. Domingo Mugarra de esta vecindad en concepto de rematante de los arbitrios de recogida de barreduras del barrio de Las Arenas, quejándose de los perjuicios que le causa D. Pedro Llona porque está aprovechando los desperdicios y barreduras de varias casa de aquel barrio...”
En ese mismo pleno municipal se trataba de un asunto relacionado con un balneario de Las Arenas, que por su contenido resultaba cuando menos curiosa la petición que realizaba el dueño del establecimiento: “...Se da cuenta de una instancia de D. Ángel Urresti, dueño de una galería balnearia del barrio de Las Arenas, solicitando se le atienda a aliviar los gastos que sufre con motivo de haber cogido en su balneario a una mujer que sufrió un sincope, estando bañándose en una de las casetas de su establecimiento balneario. El Ayuntamiento de Guecho acordaba: Que teniendo en cuenta que que la mujer a la que alude el demandante no es natural ni vecina de esta Anteiglesia queda desestimada su petición...”
En la próxima entrada de esta serie veremos como algunos vecinos de la Vega de Santa Eugenia (Romo), solicitaban permiso para plantar árboles en una calle de nueva construcción.
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