En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como una noticia referida a los Bienes Comunales del Municipio causaba honda preocupación entre nuestros ediles.
Y mientras la prensa bilbaína llevaba a sus páginas la noticia de que la Banda de Garellano seguía dando sus conciertos en el paseo de Las Arenas, los miércoles a la 16.30 y 20:00 horas de la tarde.
Un acontecimiento marítimo digno de ser recogido para una película de cine, acontecía en la ría, entre Portugale y Las Arenas: “...Ayer, en la marea de la tarde, entró en nuestro puerto en lastre, procedente de Santander, el vapor inglés «Birch». Al llegar frente a la torre de señales de Portugalete dejó de funcionar la máquina. Como la marea estaba bajando y la mucha fuerza del agua de monte que arrastra la ría llevaron al vapor hacia el NE., cuando se hallaba metido en el banco de dicho punto y casi encima de la Mojojonera, dio fondo con el ancla de babor y se puso a pitar reclamando auxilio a los remolcadores. Estos, por hallarse empleados en otros servicios o no haberse enterado de lo que ocurría o bien por no estar listos para ponerse en movimiento, es lo cierto que tardaron más en acudir a prestar los y auxilios necesarios. En ese interin acudían los remolcadores, la lancha de lemanaje pudo traer una estacha que atada desde tierra por unos cuantos hombres trajeron un buen cabo de alambre la cual sujetaron a una argolla que existe en el muelle entre el balneario y la torre de señales. Entre tanto el «Birch», arriando varios grilletes de cadena de la ancla fondeada, se puso a virar el cabo, pero apenas comenzó a trabajar se rompió la amarra, procediendo inmediatamente a darle otro nuevo a uno de los primeros palancates de la escollera del muelle metálico. Este fue un grueso calabrote y como formaba mucho seno y la corriente era muy grande, tuvieron que hacer grandísimos esfuerzos las gentes que se hallaban en tierra para conseguir alcanzar el chicote del calabrote y amarrarlo al palancate.
Estas maniobras y otras posteriores fueron dirigidas por los inteligentes marinos D. Francisco Anitua (ayudante de marina de Portugalete) y D. Antonio Oriosolo, piloto mayor que estaba de servicio, y secundadas por los cabos de mar de la citada ayudantía señores Alcaraz y Martin ayudados por un amigo nuestro residente en Portugalete.
Cuando estaban dando calabrote llego cerca del «Birch» el remolcador «El Siglo» y se dispuso a tomar el remolque. Cuando se hallaba en esta operación se acercó el «Auxiliar» que con la fuerza de la corriente se fue sobre la proa de «El Siglo», impidiéndole con esto tomar el remolque y retrasándole en efectuarlo. El «Auxiliar» se fue de popa encima del cabo tenso que el «Birch» tenia a tierra, originando en el remolcador algunas averías de poca importancia y no pudiendo conseguir dar remolque al vapor a causa de la mucha corriente y el mucho seno que dejó al caer al agua.
El remolcador «Socorro» consiguió tomar otro remolque que con la ayuda del que tenía «El Siglo» se pusiera a tirar sin conseguir nada práctico el remolcador «El Nervión» que se metió por la parte del NE del «Birch», dentro de la playa de Las Arenas, teniendo que fondear en este punto y creyéndose que necesitaría de algún otro remolcador para poder salir del atolladero en que se bahía metido. Era un gran espectáculo ver un vapor varado y cuatro remolcadores en sus inmediaciones moviéndose unos en maniobras y otros en espera de éstas. Los muelles de Portugalete, Las Arenas, Santurce, las playas y las inmediaciones de éstos, se hallaban atestados de curiosos que discurrían de un lado para otro. La vista hubiera sido magnífica para un cinematógrafo. El vientecito era desapacible.
Cuando mayor era el entusiasmo de todos creyendo ver puesto a flote al «Birch» la balandra del Sr. Martínez de la Rivas (hijo) que se hallaba boltegeando en la ría, se metió dentro del teatro de maniobras de los remolcadores yendo a embestir al remolcador «El Siglo» por el costado de estribor y perdiendo en esta embestida el botalón y foque, los de la tripulaban saltaron al remolcador y la balandra se empotró en el tambor de la rueda de dicho costado, teniendo «El Siglo» que suspender la maniobra de remolque y fondear para no deshacer los palos de. la balandra. La lancha de lemanaje del «Birch» acudió en auxilio de la balandra, consiguiendo a duras penas dar un remolque de esta al «Auxiliar», que a las primeras maniobras le faltó, teniendo después que dar otro. El «Auxiliar» logró sacarla de «El Siglo» y conducirla a Portugalete, donde quedó fondeada.
A las seis y media próximamente se ordenó que se retiraran los remolcadores en vista de que sus trabajos no servían para aquella marea y se mandó arriar el cabo de tierra, con el fin de no impedir el tráfico de entrada y salida a los gánguiles, remolcadores y demás embarcaciones que lo efectúan, quedando suspendidos los trabajos de poner a flote al «Birch» en la marea de la noche.
D. Evaristo Cburruca, que en el vapor «El Cano» salió por la tarde a inspeccionar las obras del puerto exterior, tuvo que quedarse fuera sin poder entrar hasta que se concluyeran las maniobras del «Birch»; una vez arriado el calabrote de tierra y retirados los remolcadores se le telefoneó a las obras expresadas, manifestándole que podía entrar. Por la noche se presentó la gente de tierra y la lancha que trabajaron durante la tarde, por si eran necesarios sus trabajos para el salvamento, no teniendo necesidad de ninguno de estos pues a la una y cuarto de la madrugada flotó el «Bírch» y sobre el ancla que tenia tendida fue llevado al canal. Los remolcadores «Bilbao» y «Auxiliar», lo cogieron coduciéndolo al fondeadero de Luchana en donde quedó amarrado a las boyas.
La avería que tiene el «Birch» en la máquina, es de poca importancia y durante el tiempo que trascurra para el turno de carga quedará probablemente arreglado; el casco no sufrió ninguna avería. Las falúas de Sanidad y Carabineros fueron ayer tarde a bordo del «Birch» para pasarle las visitas respectivas quedando el vapor a libre plática...” Verdaderamente, el periodista que redactó el artículo de prensa, casi escribe un guion cinematográfico del incidente. (El Nervión del 12 de septiembre del 1897).
En la próxima entrada de esta serie veremos algunas noticias de prensa curiosas que explicaban por si solas la necesidad de entretenimiento de las gentes de la época, y la imaginación de los pillos feriantes para dar al público entretenimiento.
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