Cuando
llega el día de Paellas, a medida que vamos llegando a la campa, nos
encontramos con un centro festivo perfectamente ordenado, las hileras
de toldos perfectamente alineadas, la zona común con un bello
escenario, el bar de la organización, todo presenta un aspecto
estupendo, a veces parece que siempre a estado allí, como si
estuviera todo el año bajo tierra, para surgir alegre y bullicioso
el Día de Paellas.
Pero
no es así, previamente gracias a un grupo de personas, que de forma
desinteresada, realizan la labor de montaje de ese escenario festivo,
socios de Itxas Argia, que desde que los pioneros Damián Ayo,
Antonio Bilbao y Félix Yurrebaso, de esta impresionante fiesta, ha
ido generación tras generación dando paso a grupos de nuevos
voluntarios, que con su callada labor, posibilitan que los demás
podamos disfrutar de, probablemente, uno de los mejores días de
fiesta del municipio.
El
despliegue del montaje es increíble. Se utilizan 1372 tubos de
diferentes medidas (6, 4, 2.5, 2 y 1.5 mts.), 354 empalmes y 1375
bridas, es un trabajo arduo que desarrollan en los días previos a la
fiesta, pero que el desmontaje realizan en un solo día, tras la
misma.
Pasado
el día de Fiesta de Paellas, tras la paulatina desaparición, al
caer la noche, de los últimos recalcitrantes, con la nostalgia del
día pasado, y la ilusión de su regreso el próximo año, la campa
queda silente, con un mundo de desperdicios y esqueletos metálicos,
que un nuevo equipo humano, al día siguiente tendrá que recoger y
enviar a reciclar.
Es
el momento de la campa del día después, la que requiere, nuevamente
del equipo humano, de personas, que antes montaron esas inmensas
hileras de mecano-tubo, que con el sol sobre sus espaldas, el
cansancio acumulado de los días anteriores de arduo trabajo,
acometerán el desmontaje y clasificación de tubos y abrazaderas, es
impresionante su trabajo en equipo, pero al día siguiente no queda
casi vestigio de aquellos pequeños txokos, que poblaron la campa. Aunque no sería correcto dejar sin nombrar a los empleados municipales de limpieza, que tambien colaboran para que todo el solar quede, casi, como si no hubiera pasado nadie por alli.
Esta
Fiesta que por su dimensión humana, el colorido, las maravillas
gastronómicas que de ella surgen, hacen que permanezcan en nuestra
memoria con la nostalgia de los días pasados, de los amigos que
estuvieron, y el deseo de que nuevamente, el próximo año, podamos
repetir, merecen de un homenaje a esas cuadrillas de Itxas Argia,
que año tras año posibilitan una de las fiestas mas entrañables,
animadas y participativas, de cuantas se irán sucediendo de Getxo.
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