En
la anterior entrada veíamos cómo los salarios de los maestros no
les permitían vivir con cierta dignidad. Y los vecinos de Algorta
continuaban con el enganche de sus aguas sucias a la red municipal de
reciente construcción.
Por
entonces se celebraban algunas tradiciones religiosas de algunos
santos de la liturgia católica: la de la Cofradía de San José era
una de ellas. El Ayuntamiento de Getxo, el 17 de marzo, víspera de
la celebración de ese rito religioso, recibía la invitación para
que nuestros ediles acudieran a la función religiosa que se
celebraba en la parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta. El cura
párroco exhortaba al consistorio de la necesidad de que los niños
de las escuelas acudieran a los sermones el día 19 de ese mes. Y el
Ayuntamiento diligente llamaba a los maestros a: “...Concurrir
con sus respectivos niños y niñas a los citados sermones en
castellano, por las mañanas. También a los sermones de “Mandato”
y la “Soledad” del jueves y viernes de la Semana Santa...”
Dando por hecho que los sacerdotes que iban a arengar a los niños
los iba a poner la parroquia de San Nicolás. Los predicadores
elegidos por el párroco de San Nicolás para los sermones de Semana
Santa fueron los señores Abasolo y Olazabalaga.
Las
canteras eran objeto de demanda por parte de algunos vecinos que
deseaban explotarlas para la extracción de piedra para las obras del
Pueblo. La de Aiboa la solicitaba D. Robustiano Larrondo y las de
Arrigunaga, una en la bajada a la playa y otra cerca del molino de
Aixerrota, por D. F. Benicio y Cñia. A este último se le autorizaba
a: “...Tirar
una vía férrea desde su fabrica a la vía pública, de un ancho de
un metro, para que pueda realizar trabajos de carga y descarga de
materiales...”
El
archivo municipal empezaba a quedar pequeño para contener toda la
documentación que se iba generando por lo que decidió el
consistorio ampliar dicho recinto.
De
las llaves de la Casa Hospital de la calle de la Carretera (actual
Algortako Etorbidea) era depositario en marzo de 1887 D. Ándrés
Isasi, que tenía las llaves desde que se comenzaron las obras de la
iglesia de San Ignacio y, como eran necesarias para servicios
municipales, el Ayuntamiento las reclamó.
El
arbolado de Bikaia en otros tiempos rico, como decía Iturrizar en
una carta el 6 de marzo de 1887: “...Los
montazgos de Vizcaya que gozaban proindiviso en algunas merindades y
anteiglesias en tiempos pasados, se van aminorando por causa de que
se reducen los terrenos a heredades para sembrar, y se cortan muchos
árboles bravos y corbatones para usos de ferrerías, astilleros de
fábricas y otros edificios, quedando entecos y secos, y muchos
parajes eminentes se ven rasos y calvos cuando en tiempos pasados
estaban poblados de robles, hayas, fresnos y encinas según relatan
los ancianos...”
Parece que se trataba de repoblar por la Diputación y Ayuntamientos
con algunas especies, según una circular emitida el 18 de marzo de
aquel año. Pero no eran estas de las que hablaba Iturrizar, si no
especies de crecimiento rápido que empobrecían los terrenos. Eso se
desprende de la petición que el Ayuntamiento de Getxo, el 24 de
marzo, hacía a la Diputación de Bizkaia para que le fueran
suministrados: “...El
suministro de hasta cien plantas, de la especie de eucalyptus, con el
fin de ponerlos en este municipio...”
Días más tarde el consistorio acordaba elevar a 300 el número de
ejemplares de esa especie.
Algunas
reclamaciones de los molinos, con motivo de la traída de aguas a
Getxo, seguían sin estar resueltas. Ese era el caso del molino de
“Itze” de D. Alejandro Azcorra, del cual llegaba un oficio a
nuestro Consistorio el día 31 de marzo de 1887 con sus reclamaciones
por pérdida de caudal y demanda de revisar las indemnizaciones, que
provocaban que el Gobernador de la Provincia anulara las valoraciones
de las indemnizaciones fijadas por nuestra alcaldía : “...Se
anula la hoja de aprecio de los perjuicios que recibe el molino de
Itze...”
Por lo que el Ayuntamiento fijaba para el día 4 de abril: “...Para
que de conformidad al artículo 22 de la Ley de expropiaciones
forzosas, señale a los peritos para que pongan las notas y
relaciones que previene el articulo 23 de la misma Ley y el 34 y 35
de su reglamento, con el fin de proceder al avalío y justiprecio del
molino de Itze y sus terrenos...”
Finalmente
iba a ser un Alavés el llamado a ocupar el puesto de tamborilero,
alguacil y el cuidador del alumbrado de Las Arenas, el día 6 de
abril de 1887, el Ayuntamiento en un pleno decidía: “...En
vista de la instancia presentada por D. Ramón Soria, vecino de
Vitoria, siendo el exponente el único aspirante, y reuniendo las
condiciones necesarias para ocupar dicha plaza, acordamos nombrarle
por unanimidad para ocupar la plaza vacante de tamborilero, alguacil
y el cuidador del alumbrado de Las Arenas, con la dotación anual de
822 pesetas. Este encargado comenzará a ejercer sus funciones desde
el próximo día 17 de abril de 1887...”
Y para descontento del municipio el día 8 de abril el aludido
enviaba una carta diciendo que le era imposible venir a ocupar dicha
plaza. Por ello, y para hacer más atractiva la plaza de tamborilero,
decidieron aumentar en 25 céntimos de peseta al día los honorarios
de dicho cargo. Mientras un nuevo aspirante a la plaza llamaba a las
puertas del Ayuntamiento, se trataba del vecino de Mungia D. Mateo
Bilbao.
El
día 14 de abril de 1887, el Ayuntamiento Getxo decidía e informaba:
“...Del
Real Decreto del 9 del actual, inserto en el Boletín Oficial del día
12, señalando los días 1,2,3 y 4 de mayo próximo para efectuar las
elecciones ordinarias para la renovación bienal de la mitad de los
Ayuntamientos...”
El Ayuntamiento comenzó los preparativos para cumplir aquel
precepto. Y se asignaba un presupuesto de 25 pesetas para los gastos
de la mesa durante los cuatro días que iban a durar dichos comicios
y los recuentos.
En
aquellos días de finales de abril de 1887, la salubridad pública
preocupaba a los vecinos y Ayuntamiento y los enganches a la
incipiente red pública de recogida de aguas fecales empezaba a ser
demandada por numerosos vecinos. En algunos casos eran edificios, de
los que ya he hablado con anterioridad, los que presentaban
condiciones poco saludables para los vecinos del Puerto viejo de
Algorta: “...Se
hallan en malísimo estado para la salud de los habitantes, según
reconocimiento realizado por facultativos, las bodegas de la taberna
de Echevarri a causa de la falta de salida para materias fecales...”
Tan mal debía estar el local que el Ayuntamiento decidía: “...Se
proceda al arreglo de dichas bodegas, y se oficia al rematante de
dicha casa D. Benigno Larranz, para que en el plazo de 24 horas
desocupe completamente dichas bodegas...”
Y
a pesar de que el día 29 de febrero de 1876 había terminado la
guerra entre Carlistas y Liberales, el 28 de abril de 1887, seguían
las reclamaciones por suministros de guerra al bando Liberal. Y
aunque no se habían realizado a tiempo las reclamaciones, por una
circular de la Diputación que indicaba que si se presentaban en un
pazo breve las solicitudes, quizá pudieran ser atendidas, por lo que
el consistorio de Getxo decidía: “...Presentar
a la Intendencia Militar de Vitoria las reclamaciones sobre
suministros realizados por este Pueblo en la última guerra, a las
tropas de la Nación...”
En
la próxima entrada veremos cómo el Ayuntamiento proponía al
Gobernador Civil una terna para formar parte de las Juntas de Sanidad
y Enseñanza de Getxo.
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