Casi
como una continuación de los recien terminados capitulos referidos a
la llamada “Guerra Civil”, en el Getxo de aquellos
años anteriores, y en los posteriores las celebraciones religiosas,
tenian el influjo de la época, en el segundo periodo monopolizados
por el Nacional-Catolicismo, no reconociendo ni permitiendose ritos
de otras confesiones.
La
España Católica que se solidarizó y apoyó el Alzamiento, recibió
a cambio prebendas del régimen franquista, volviendo a ser la
religión del estado, desde la que emanaban, todas la directrices
morales y religiosas, esas prebendas le daban libertad para hacer y
deshacer en muchos campos, enseñanza, rituales religiosos
(ejercicios espirituales, comuniones, Semana Santa, Corpus).
Habria
que hacer una pequeña distinción entre la Iglesia Oficial y parte
del clero, hubo una parte de dicho clero, que en Euskadi, quiza
tambien lo hubo en otros puntos del estado, se posicionó
habiertamente en contra del los Golpistas, pero que manteniendo
posteriormente posturas criticas, tambien usaron aquellas prebendas,
para su trabajo pastoral.
Una
de aquellas fiestas religiosas, que junto a los nacimientos
(bautizo), se celebraban con gran difusión publica, eran las
Comuniones, que en algunos casos se hacia coincidir con otras fiestas
de carácter oficial.
La
preparación de estas comuniones tenia un largo recorrido, los niños,
eran preparados en colegios e iglesias, en las llamadas catequesis,
donde un grupo de voluntarios, generalmente gentes de Acción
Catolica, seglares y/o sacerdotes, impartian sus enseñanzas
preparatorias.
Incluso
para quien no participaba de esas creencias, el “Día”
llamaba la atención, y causaba envidia entre aquellos pequeños, que
eran vestidos de “marinerito” los (niños) y de
“boda” o “princesita” las
(niñas).
Para
la mayor parte de las familias suponia un gasto extrordinario, desde
el coste del vestido, que solia heredarse de unos a otros hermanos, a
la comida familiar.
El
desfile de aquellos pequeños, en general de impoluto blanco, solia
recorrer desde sus domicilios hasta la Iglesia mas cercana. En ellas
los padres, al terminar la ceremonia, repartian unas estampillas,
llamadas “recordatorios”, en las que figuraba la
fecha de la primera comunión, el nombre del comulgante y una foto
del mismo o un dibujo religioso alegórico, recordatorio que se
repartia entre los invitados y conocidos.
En
algunos barrios como el de Algorta, y mas concretamente en
la celebración del “Corpus
Christi”,
día en el que impresionaba el tañido de las campanas, con su
replique a fiesta, era tradicional que los menores participaran, con
sus blancos trajes, con los que habian celebrado el año anterior su
“Primera Comunión”.
Era
una fiesta de seguimiento popular, en la que los vecinos del Puerto
vestian sus casas, que encalaban de blanca cal, provista por el
Ayuntamiento, embelleciendo los balcones con sus mejores galas, el
“Etxetxu” (Antiguo Ayuntamiento y sede de la
Cofradia de Mareantes), era transformado en improvisado altar.
Ya
desde la vispera empezaba el movimento en el Puerto Viejo, los niños
iban por las casas, que tenian jardin, pidiendo flores, para
engalanar el altar, la actividad era tan minuciosamente ardua, que
recogian piedras y arena, en la ribera y playa, con la arena
procedian a frotar y limpiar el suelo del Etxetxu, para que quedara
inmaculado.
Otros
se encargaban de recoger hinojo y anises, que era recogido en
“Riberamune”, entre las piedras, alfombrando el
suelo de la procesión, para que al pisarlo, desprendiera un
agradable aroma a anises.
En
el propio Etxetxu, se preparaban una especie de jardincillos, con la
arena y piedras, se colgaban jaulas con pajaros, en la parte
cubierta, que con sus trinos alegraban el lugar, se sacaban
reproduciones de barcos, de la familia Urresti y otros vecinos, aquel
escenario era completado con las caracolas de mar, traidas por
marinos del barrio de pescadores desde lejanos mares.
Llegado
el día, “decian
que hay
tres días en el año que brillan más que el sol Jueves Santo,
Corpus Christi, y el día de la Ascensión”,
despues de la Misa Mayor en San Nikolas, se formaba la procesión,
que era anunciada con una ruidosa algarabia de campanas y cohetes,.
Abrian
la misma monaguillos, todos de blanco, con la cruz alzada, seguidos
por la congregación de las “Hijas
de Maria”,
vestidas de impactante negro, con guantes blancos, llevaban las
borlas del estandarte, dos pequeñas vestidas con sus ropajes de
primera comunión.
Tras
ellas iba el “Sagrado
Corazón”,
al reves que en el caso anterior, las borlas eran portadas por dos
niños, vestidos de marineritos, les acompaba el estandarte de la
“Cofradia
de Pescadores de San Nikolas”.
A
continuación iba el “Santisimo
bajo palio”,
junto a el marchaban el Parrococo y a su lado dos coadjutores, el
palio de gran belleza, estaba compuesto por un “Manton
de Manila”,
de seda natural, de un sanguinolento rojo Burdeos, que habian sido
propiedad de Justa Ageo, dicha señora, cuando la procesión pasaba
por la Avenida Basagoiti, colocaba en las esquinas de su balcón, dos
orinales de oro, a modo de florero, traidos desde Chile.
La
comitiva era acompañaba con una escolta de los quintos de la
“Bateria
San Ignazio”,
el Alcalde, con baston o vara de mando y medalla, los concejales con
sus nuevos trajes, el pendón municipal, llevado por el síndico,
tocado de elegante sombrero, negro de copa, les seguian los
aguaciles, con sus trajes de gala y gorra en mano, seguidos por la
banda municipal.
Aquel
cortejo se completaba con unos inocentes angelitos, de rosa y azul,
seguidos de las niñas vestidas de primera comunión, con sus
blancos velos al viento, los niños de marineritos, los frailes
trinitarios con los novicios, las niñas y niños del Hospital
Hospicio, acompañados por las monjas.
El
recorrido partia desde la Parroquia de San Nikolas, iba por la
Avenida Basagoiti, para mas tarde bajar al Puerto, por la calle San
Nikolas, tras la bendición en el Etxetxu, la comitiva retornaba por
Aretxondo a la Parroquia, para desde alli, desplazarse a la Plaza de
San
Nikolas (entonces llamada de la Constitución), en el quiosco habia
colocado un improvisado altar, con una imagen, de gran tamaño, del
Sagardo Corazón, donde se desarrolaba el acto final, con la
bendición y cantos alegóricos, esta descripción del Corpus en
Algorta, esta entresacada de (las memorias de Rita Mari Urretxua
Libano, que gracias a la Biblioteca de San Nikolas llega viva hasta
nosotros), pertenece a una época anterior a la Guerra de 1.936.
En otros
barrios como en Las
Arenas se desplazaban desde el Colegio Madre del Divino Pastor
“La Divina Pastora” (para los del barrio),
atravesando la calle Mayor y desde la calle Amistad enfilaban hacia
la Iglesias de Las Mercedes.
En
Romo barrio mas humilde, de clase trabajadora, no era tan
ostentosa, se realizaba en el entrono de la “Capilla de Los
Angeles”, mas tarde, desparecida la capilla, en la Iglesia
de San Jose Obrero.
En
Andra Mari, tambien barrio humilde, de componente fundamental de
baserritarras, las celebraciones eran menos ostentosas, aunque el día
del Corpus salian en procesión desde la Iglesia de Andra Mari hasta
la hermita del angel, en la Festividad del Sagrado Corazón, tambien
se realizaba una procesión, desde la Iglesia hasta Maidane, donde se
instalaba un altar, desde alli hasta Miramar y desde alli hasta el
“Barrio de Sarri”, alli en el lavadero, se
improvisaba otro pequeño altar, donde se celebraba la bendición,
durante el recorrido los niños que iban ataviados de primera
comunión, esparcian pétalos de flores.
Otra de
las celebraciones, quiza la mas seria y oscura, era la previa a la
Semana Santa, y la propia semana, desde fechas anteriores en los
colegios se realizaba una autentica procesión de niños y niñas, a
las respectivas parroquias, para recibir aquello que dieron en llamar
“Ejercicios Espirituales”, en los que apocalipticas
amenazas infernales, aterrorizaban a los niños/as,
eran auténticos lavados de cerebro para inocentes criaturas, aunque
a algunos de sus obligados asistentes, les entrara por una oreja y
les saliera por la otra, aquellos sermones tremebundos de la
condenación eterna.
Tras
aquellos largos sermones de exaltación a la fe, al miedo a la llamas
del infierno, se procedia en los confesionarios, a descargar las
“conciencias atormentadas” de aquellos “jovenes
pecadores”.
Luego
al llegar el “Jueves Santo”,
por la tarde, en el que celebraban la muerte de Cristo, con el
toque de Pasión, último que se hacía desde los campanarios, el
silencio se adueñaba de los pueblos, y cual ciudad fantasma , bares
y tabernas no servían bebidas de alta graduación, los cines
cerraban sus salas, la musica desaparecia de las emisoras de radio,
para dar paso a la musica sacra, todo se teñia de un morado lugubre
y misterioso, las gentes recorrian en silencio los llamados
“monumentos”,
que no eran si no hornacinas decoradas en las propias iglesias, era
una forma de evasión, no habia actividad ludica, hasta la madrugada
del Domingo de Resurreción, una parte de la juventud, emprendia una
huida el Viernes, hacia los montes, donde no habia restricciones a
las expresiones de alegria y fiesta.
El
“Viacrucis”
era otra de aquellas celebraciones, se celebraba en la Semana Santa,
aunque puntualmente tuvo su semana, en lo que se llamó “La
Mision del Nervión”,
liderada por Casimiro Morcillo, (primer Obispo de Bilbao tras la
guerra civil), en 1.953, durante tres semanas enteras, primero dentro
del mismo Bilbao y luego desde Usánsolo y Galdákao hasta Getxo y
Santurce, todo a lo largo de la ría del Nervión, trescientos
fervorosos misioneros, en más de cien centros de misión, recordaron
a casi medio millón de almas las verdades fundamentales de la santa
fe, exhortándolas a la renovación de la vida cristiana y
ofreciéndoles generosamente reconciliación y perdón.
En
el barrio de Romo se celebraron procesiones muy de madrugada, las
calles estaban llenas de altavoces, en sus calles se instalaron,
estrategicamente, altares donde paraban para hacer proclamas
religioso-políticas, así se dispusieron en la calle Ibaiondo y
Santa Eugenia.
Otro
de aquellos usos era el del “Paso
del Viatico”, que viene del
latin “Viaticum”,
con el término “viático”
se designaban las provisiones para el viaje, en el catolicismo el
viatico es la ultima comunión que se da a un moribundo, era como el
sellado del pasaporte en la frontera entre el mas acá y el mas allá,
en la época lo administraba un sacerdote, sobre su sotana llevaba el
roquete e iba cubierto con el “paño
de hombros o humeral”
envolviendo el portaviáticos, precedido de un monaguillo, tambien
ataviado con sotana y roquete, tocando una campanilla, todos los
transeúntes detenían su paso y se hincaban de rodillas.
Muchas
de aquellas celebraciones, sobre todo las referidas a procesiones,
iban “acompañadas”
por los miembros de la Corporación Municipal y la Guardia Civil o la
Policia Municipal, con sus uniformes de gala, mosqueton al hombro.
Hay
muchas otras historias referidas a aquellas celebraciones, este es un
pequeño apunte de ellas, quiza otras personas, nos podran relatar
mas imagenes, de lo que acontecia en tiempos pasados en nuestro
Getxo.
Yo recuerdo que en Romo no me dejaron hacer la comunion de largo en San Jose
ResponderEliminarEn Romo, no recuerdo si fue por la Misión del Nervión o por unas Navidades de los años 50, en los que es ahora un callejón que llevaba a la Capilla de Los Angeles, se instaló una gran cruz con bombillas que iluminaba toda la calle. Recuerdo que los chavales en cuanto anochecia íbamos allí a jugar, pues nos contrastaba mucho la oscuridad que había en el resto de las calles con la formidable iluminación del lugar.
ResponderEliminarJosé Luis Alday