El cerdo un animal tan amado en algunas culturas como
prohibido en otras, la diferencia la marca el frío, las costumbres religiosa,
que ha servido, de alguna manera, como protección al hombre, de
posibles plagas o intoxicaciones alimentarias, a través de sus
normas.
La
“Txarriboda” era la matanza del cerdo y la
posterior comida en la que todos los participantes degustaban,
despues de varias horas de paciente trabajo, una rica “Porrusalda”
y el hígado del cerdo recien extraido, acompañado de unas morcillas
de una txarriboda anterior, recompensa a un duro trabajo, que
comenzaba desde el amanecer.
“Mati”
Matias Mota hombre afable, bromista donde los haya, de una humanidad
importante, caminaba seguro, haciendo los preparativos para un día
ciertamente importante, al menos por la expectación que habia creado
en el barrio de Andra Mari, me contaba que el txarri de mayor peso
que habia matado, en 1.983, fue de 365 kg. en canal, recibió el
nombre de “Txato”, en las apuestas aquella vez el
ganador se llebó 4.800 pts.
Pocas
horas antes de la “Txarriboda”, los alrededores del
lugar de sacrificio, se iban animando, familiares, vecinos, amigos y
curiosos, iban llegando espectantes, la ocasión lo merecia, no todos
los días se puede ver, un animal de esas dimensiones, el pobre
protagonista, era de exposición, en el fondo a Mati, le daba algo de
pena, el desprenderse de tan fiel amigo, juntos habian realizado
muchos paseos matutinos.
El
cerdo, al que le habia llegado su “San Martin”,
tenia el nombre de ”Tiberio”, las apuestas sobre su
peso se hacian sentir, habia preparada una pelotilla, para ver quien
de los asistentes ganaba la apuesta, se barajaban pesos de 1.100 kg.,
en canal, Mati aldeano “zorro”, no soltaba la hucha en la que se
habia depositado el dinero de la apuesta, no debia fiarse mucho de
algunos de los asistentes.
La
alimentación de “Tiberio” se habia realizado con
harina de maiz y pienso, el bueno del txarri, se cansó de comer
calabazin, le trajeron cebada, poco a poco se iba cansando de todas
las comidas, estaba bien cebado, y eso que para el peso que tenia
estaba muy agil.
Los
matarifes, ya habituados a estos acontecimientos, llegaron como si no
fueran a trabajar ese día, Aniceto Ugarte “Anis” y
Done Iturriaga de Sustacha, con un humor encomiable, iban realizando
los preparativos.
El
veterinario a quien iban a llevar las muestras para analizar era
Santi de Erandio, se dedica a criar perros, sule realizar un analisis
microscopico de las entrañas e higado y si surge cualquier problema
las envian a Barcelona, para confirmar el diagnóstico.
Antes
del sacrifio “Tiberio” realizó su ultimo paseillo,
cuando abrieron su cochiquera, la gente se retiro con prontitud, el
voluminoso animal impresionaba, algo mosca ya iba, al ver tanta gente
a su alrededor, no obstante lo realizó con gran tranquilidad, fué
hasta el lugar donde solia acostumbrar, hurgando con su enorme hocico
la tierra, tras la chabola que habia sido su morada, la gente cuando
salio de su cubil, se retiró nerviosa, imponia aquella humanidad,
que iba a ser transformada en morcillas y chorizos.
Cuando
regresó al lugar donde estaba previsto realizar la matanza, ya
tenian preparadas una especie de tenazas-grapa, que conectadas a la
red, iban a provocar una descarga electrica, en la enorme testud del
animal, para a continuación, una vez muerto, proceder a colgarlo,
por las patas traseras, y dar comienzo a la “Txarriboda”,
“Tiberio” era tan voluminoso, que al alzarlo con el
polipasto, no daba la altura, pegaba con el hocico en el suelo, asi
que tuvieron que sujetarlo con unas cuerdas, por la patas delanteras,
para que no tocara el suelo.
Comenzó
el desangrado del txarri, sangre que fue recogida en un balde,
removiendola sin cesar para evitar la coagulación, que luego se
convertiría en unas, mas que seguro, sabrosas “odolostes”,
una vez realizado este sangriento proceso, se procedió a tumbarlo
sobre una vieja mesa carro, de madera, no sin ciertas dificultades,
debido al volumen del animal, comenzó el pesado del cerdo, ayudado
por una “romana”, el ambiente se iba caldeando, los
comentarios subian de tono, los apostadores se movian inquietos.
Se
oian gritos de que “...ahora
esta meando, va a pesar menos...”,
la preocupación de los apostadores por afinar y ver quien era el
agraciado, creaba situaciones divertidas, habia quien decia “...ese
cerdo esta apoyado, haber si me vais a quitar kilos a mi, que yo he
puesto 427 kg....”, el responsable de dar el peso se subió
en una escalera para ver lo que marcaba la “romana”,
se oian gritos “...ese
tiene una vista de p... pena...”.
Finalmente
dio un peso de 502 kg., incluida la mesa con la que se le peso, y que
anteriormente habia dando en la romana 66,5 kg., lo que dío un peso
sin eviscerar y sin la sangre de 435,5 kg., la sangre pesaria sobre
los 10 kg,
la canal finalmente dió en la romana 388 Kg., con lo que quedo
batido el record de “Txato”.
A
continuación se precedio al quemado del txarri, para quitarle los
pelos y limpiar la sucidad acumulada sobre la piel, con un soplete
provisto de una bocacha, que estaba conectado a una botella de
butano, el cerdo fue adquiriendo un tono tostado megruzco, mediante
un artilugio muy imaginativo, invento de uno de los matarifes, una
especie de cepillo de madera, en el que se habian atornillado unos
“iturris”, se procedio al raspado, hasta dejarlo
con un apetitoso color entre sonrosado y carne.
Momento
en el que hicieron su aparición unos reporteros de ETB
“Euskadi
Directo”,
la simpatica y picara, entrevistadora, Soraya, animó aun mas la
velada, con sus comentarios, sobre todo cuando dijo aquello de
“...quien
somos los que vamos a comer luego...”,
a Mati se le escapó una carcajada, quiza recordando aquello del
padre prior “...que
vajemos a la huerta y trabajeis
y que cuando termineis que subamos a comer...”.
La
extracción de las vísceras, la apertura en canal, fue obra de
autenticos profesionales, el manejo del hacha, la habilidad con el
cuchillo, era la de un autentico cirujano, quiza haya gente a quien
impresione la visualización de las imagenes, seguro que a los
defensores de los animales les horrorizará, es una costumbe
milenaria, ciertamente barbara, pero que tenia como fin la
alimentación.
El
día terminó bien, excepto para el bueno de “Tiberio”,
que quedo colgado al sereno, y que sirvió de agape, para la familia
de Mati, despidiendose despues de haber batido su propio record, con
la idea puesta en el proximo fenomeno que criará.
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