jueves, 27 de junio de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -106-



En la anterior entrada veíamos cómo la Alcaldía de Getxo, dirigida por el entonces primer edil D. Pedro Amezaga, convocaba la renovación de las corporaciones municipales.

En junio de 1889 fueron inscritas en el registro de la propiedad por D. Ángel Zavala y Muñecas, la casa “Juanena” de la calle San Nicolás, que pertenecía a su finada madre y otra en el Puerto Viejo de Algorta llamada “Mesapedroena”, junto a varias fincas que estaban a su nombre.

D. Antonio de Arechavala, quien en Octubre 1.886 abría en la playa de Ereaga su primer Balneario de baños de mar, llamado “Balneario la Perla”, solicitaba que: “...Se me permita continuar con la barraca que tengo instalada en la Plazuela de Ereaga”...” Así denominaba a aquel establecimiento, que realmente era un autentico barracón de maderas. No sería hasta enero de 1913 cuando nació el balneario que le iba a sustituir: “Igeretxe”.


A primeros de junio de 1889 el correo continuaba dejando mucho que desear, a pesar de que ya funcionaba el ferrocarril de la margen derecha, a decir de lo que escribían en el diario “El Noticiero Bilbaino”: “...Sale un correo a las nueve de la mañana por el ferrocarril del Norte, y después siguen saliendo en carruajes o por correo peatón a las once, doce, una, dos y a las ocho y media de la noche y sin embargo, los pueblos que están a las puerta de Bilbao reciben el correo tres o cuatro horas más tarde, mientras que si se hiciera, por ejemplo, en el ferrocarril de Las Arenas, lo recibirían a los pocos minutos...”

En la entonces llamada carretera del tranvía, en el N.º 1, que estaba situada arriba de la cuesta Suárez (Txomintxu), se encontraba la afamada “Fonda San Ignacio”: “...En la cual se alquilaban dos hermosas habitaciones con nada menos que ocho o diez camas cada una, por 3,5 reales cada habitación para toda la temporada de baños...”


El día 6 de junio de 1889 las pequeñas diferencias en las percepciones de la banda de música, eran debidas al número de miembros que componían la misma. Mientras que el director de la Banda en una instancia afirmaba que los músicos bajo su dirección, 15 personas, aceptaban las condiciones que anteriormente había hecho el Ayuntamiento, se acordaba que : “...Siendo 17 los instrumentos que señalan las condiciones establecidas con la Banda, se bajará en la proporción a la cantidad de 2.000 pesetas a la cantidad estipulada con la misma, y siempre que la banda completare el número de los 17 músicos, gozará de la cantidad acordada, y que de los dos nuevos miembros que ingresaren, deberán tocar uno el cornetín primero y el otro el clarinete o requinto, también primero...” Se encarecía al director de la banda que para las fiestas del la Anteiglesia, las de Las Arenas, San Ignacio, San Nicolás y Nuestra Señora, tuvieran listos los dos instrumentos que faltaban.

En esa misma fecha el consistorio decidía crear una normativa para la urbanización del Pueblo: “...Estudiar detenidamente todas las partes urbanizadas de la localidad, y formar un proyecto de reglamento de aceras y calles...” Y se acordaba utilizar piedra machacada para los caminos del Pueblo. Así mismo se decidía la compra de bancos de madera con patas de hierro para colocar sobre todo en el punto llamado “Boulevard”.

La iluminación de las calles de Algorta corrían de cuenta de D. Saturnino Azcorra, rematante de los servicios del alumbrado público, que mantenía encendidos los faroles de este barrio con petróleo. En ese mes de junio de 1889 se acordaba estudiar y sacar a subasta pública, mediante el sistema de pujas a la llana, el servicio de alumbrado para los barrios de Las Arenas y Algorta. Aún faltaban unos años para que el alumbrado mediante luz eléctrica llegara a nuestras calles. Lo haría en marzo de 1895.

Otra de las cosas que preocupaba a nuestros ediles era la situación de la playa de Ereaga, que presentaba un aspecto descarnado, sin arena, por lo que solicitaron del Comandante de Marina la prohibición para dicha actividad en nuestra playa, en base a los siguientes argumentos: “...Creemos llegado el tiempo de tomar alguna resolución para mejorar la playa de mar denominada “Ereaga de Algorta”, situada en esta anteiglesia, a la que suelen concurrir mucha gente en verano para tomar baños de mar y otros recreos, lo cual es el único porvenir de este pueblo. Pero teniendo en cuenta la gran cantidad de arena que por diferentes personas y contratistas se viene extrayendo, tanto para obras como para otros usos, además de la que arrastran fuera las corrientes del mar, sobre todo desde que se ha prolongado el nuevo melle de la barra, se puede percibir que la citada playa de baños se queda descarnada y casi completamente sin arena, descubriéndose en el verano una inmensa cantidad de piedra bola de grandes dimensiones que hacen imposible el baño. Para evitar la completa perdición de este uso de baños, que es el porvenir de esta población, debe gastar el Ayuntamiento todos los años una cantidad bastante considerable de sus fondos para quitar la piedra bola, e impedir que se aleje la gente veraniega que acostumbra a venir, y teniendo en cuenta que hay otra playa cerca de ésta llamada “Ascampe”, en la que también se puede extraer arena sin perjuicio de nadie, y teniendo noticia de que no se permite extraer arena en la playa de San Sebastián, motivo por el que suele estar en muy buen estado siendo fácil su conservación; y considerando que en la playa de baños de esta, no solo se extrae la arena en gran cantidad si no que se revuelve con la entrada de bueyes y carros, acordamos por unanimidad se suplique encarecidamente al Exmo. Sr. Comandante de Marina de la Provincia, se digne prohibir la extracción de arena de la playa de mar del punto llamado Ereaga, o autorizar a esta corporación municipal llevar adelante dicha prohibición...”


El día 15 de junio de 1889 se anunciaba la nueva tarifa para el servicio de los muelles de Bilbao: “...En el embarque y desembarque de mercancías pudiendo utilizarse grúas establecidas o que en lo sucesivo se establezcan en los muelles, satisfaciendo las tarifas correspondientes…” Aunque no era obligatorio su uso, pudendo los capitanes de los buques utilizar para la descarga los aparejos y maquinillas de abordo. Para el control de las tareas en que se utilizaran las grúas de los muelles: “...El funcionario llevará un registro así como un libro de las horas utilizadas para la carga y descarga...” Los derechos que habían de satisfacerse a partir del 1 de julio de 1889 por el uso de grúas y tinglados era: 0,75 pesetas para las grúas de mano, 10 pesetas para las grúas de vapor móviles, 25 pesetas para las de 25 toneladas. La Junta de Obras corría con los sueldos de maquinistas y fogoneros. Las mercancías podían permanecer en los tinglados gratuitamente durante el día en que se realizaba la descarga. A partir de ese momento se debía de abonar por metro cuadrado la cantidad de 0,50 pesetas. Firmaba aquella orden el Vicepresidente de la Junta de Obras del Puerto D. Enrique Coste y Vildósola.

Aquel mismo día quedaba abierto para los baños el establecimiento de baños fríos y calientes “Las Delicias” de Las Arenas. Y se preveía comenzaran para el 17 de junio los exámenes para todos los niños de las escuelas Públicas de la Anteiglesia, comenzando por los de Algorta.

En los lavaderos públicos se utilizaba para su limpieza escobillones y bruzas de crin de caballo, que eran comprados a D. Leandro John; y se adquirían para la estación telegráfica de Algorta diversos materiales como un plumero, frasco de goma arábiga y sobres para enviar los telegramas. El propietario del local de telégrafos era D. José Ramón Uriarte.

En la próxima entrada veremos cómo a mediados de junio de 1889 avanzaba por decisión municipal, tras negociaciones con el ferrocarril de Bilbao-Las Arenas, el ramal que iba desde Las Arenas a Algorta.

sábado, 22 de junio de 2019

LA NOCHE MÁS CORTA DEL AÑO, SAN JUAN


El solsticio de verano, es un día mágico para niños y mayores, lleno de recuerdos que no volverán. Y es a partir de ese crepúsculo cuando los días emprenderán su declive y la noche ganado a la claridad, iniciará de forma inmisericorde su ocaso.

Así que para no dejar que el paso del tiempo, crepúsculo de las tradiciones, borre de nuestras memorias las evocaciones de antaño, conviene recordar cómo eran esos días cuando las urbes al igual que el solsticio no habían ganado aún a la claridad y la sencillez de una forma de vivir, que a medida que el cemento ganaba espacio, fue transformando nuestro entorno.


Hasta las costumbres ancestrales se van perdiendo, antiguamente la gente saltaba sobre el fuego para preservarse de las enfermedades, utilizando las cenizas de la hogueras que esparcían sobre los huertos para alejar los malos augurios y conseguir que los mismos siguieran produciendo fértiles cosechas.

A modo de dato histórico decir que: “...Fue la llegada del cristianismo la que cambio la fecha de celebración de estos ritos. Ya que la Iglesia enmarcó la celebración pagana en la conmemoración del nacimiento de San Juan Bautista...”

Y para ver cómo se contemplaban aquellos días de jolgorio y cantos, recordar como fue aquella fiesta:

En el centro de una espaciosa y un tanto accidentada campa de la aldea o barrio, se amontonaba una enorme pira de ramas, muebles viejos y argoma, que anunciaba la próxima fiesta. Aquellas ramas y muebles habían sido acarreados por los más jóvenes del barrio a lo largo de la semana.


Y por fin llegaba la deseada y esperada noche. En las cocinas de las casas los pequeños y mayores apresuraban la cena para salir a la campa antes de que alguien prendiera fuego a la pira, que ya cayendo los últimos rayos de sol, se asemejaba a un fantasma gigantesco que hubiese bajado a dormir su sueño de cíclope sobre la campa. Mientras ésta parecía sumida en un gran letargo, diríase que descansaba previendo el bullicio y la algazara de más tarde, nada turbaba su momentáneo profundo silencio.

De pronto, un griterío juvenil anunciaba el incipiente comienzo de la fiesta, se abrían ventanas y rechinaban las puertas. Pequeños y mayores saltaban de sus asientos sin haber terminado de cenar y con el último bocado entre sus dientes salían de sus casas, la plaza comenzaba a llenarse. Mientras, los pequeños enarbolaban pequeñas antorchas de papel preludio de la gran fogata.


Una antorcha por fin era depositaba en el centro de la hoguera, produciéndose al instante una gran claridad, en la que volaban las chispas cual estrellas fugaces, los rostros se iluminaban con el resplandor de las llamas. Comenzaba el ritual de cánticos y danzas. Las caras enrojecidas por el extremo calor de la pira mostraban la alegría de la fiesta.

Iba a ser larga, numerosas y pequeñas hogueras aparecían por la campa, cada cuadrilla tenía la suya. Los paganos de una parte de la tradición festiva, en algunos casos, eran los huertos más próximos, de los que pequeños hurones extraían las deliciosas patatas nuevas, que serían asadas sobre las ascuas de sus diminutas piras. !Quizá de esa costumbre derive un sonsonete que se cantaba en algunas zonas de Bizkaia: “...Guárdense maíces y trigos, ladrones y brujas sean quemados»...”!


Por fin el fuego iba decayendo, el combustible se acababa y los pequeños, presos hasta entonces de una febril agitación, empezaban a dar señales de cansancio y mucho más los adultos, que al día siguiente habían de madrugar para retornar a sus labores.

Por la mañana un intenso olor a humo recorría el barrio junto a una pequeña neblina que salía de los rastros de las hogueras, que grises y aún con tiznas rojizas permanecían visibles, recordando que ya solo faltaba un año para volver a celebrar esa mágica noche de San Juan.


Una de esas fiestas, quizá la de mayor relevancia de Getxo, fue la de San Juan de Alango, en Algorta, de la que ya hablé el pasado año y que este, al haber encontrado un programa de fiestas de 1982, deseo recordar para cerrar la pequeña historia de un barrio de Algorta:


Las fiestas de 1982 de cinco días de duración tuvieron una programación bastante completa, además de tres espacios festivos. Entre ellos estuvo, como era lógico, la plaza de Alango, el parque de María Cristina, donde se celebraron los festivales de Rock y algunos concursos infantiles y la playa de Ereaga donde se dispararon castillos de fuegos de artificio. Arrancaron el día 23 de junio con una tamborrada, a las 20:30 de la tarde, que partiendo desde la plaza de “Txiki-Otaegi” transcurrió por Martikoena, Alango y Eretza, finalizando en el parque de María Cristina; a las 22:00 se realizó una quema simbólica del muñeco y un homenaje a María Luisa Asua, la “Txorrera”, una de las mujeres que venía confeccionando el muñeco de trapo que adornaba todas la hogueras de San Juan en el barrio de Alango. A continuación se disparó un castillo de fuegos artificiales en la playa de Ereaga y tras ellos dio comienzo la verbena en María Cristina animada por el grupo “Ekaitz”. Durante los días siguientes las mañanas comenzaban con pasacalles de txistularis y cabezudos por el barrio de Alango; los juegos y competiciones iban llenado el espacio festivo, entre los actos festivos estuvo el III-Campeonato de Rana, que se celebró el viernes 25 en el Bar Gurugú; En las verbenas hubo tres grupos musicales: “Ekaitz”, “Rufus” “Gogor” y “Azkorri”, también hubo bandas de cartón; y a las 2200 el II-Festival de Rock en el parque de María Cristina, que contó con la presencia de los grupos “Rufus” y “Cocktail”; el sábado 26 volvía a recorrer el barrio una nueva tamborrada, esta vez infantil, que transcurrió a lo largo de la Avenida Basagoiti; como novedad festiva estuvo la exibición aérea que protagonizó el “Real Aéreo Club de Vizcaya” que arrojó sobre la plaza de Alango balones de plástico; uno de los actos festivos que se celebró el domingo 27 fue el dedicado a los mayores en la Residencia Municipal de Getxo, en el que tras la misa de la mañana les ofreció un alarde de Dantzas por el grupo Itxartu-Taldea de Algorta y la actuación de la Orquesta Azkorri; por la tarde un nuevo alarde de dantzas, protagonizado por los de Simón Otxandategi de Berango para seguir con la romería y llegar a la traca final y al “Entierro del Iturri”. Las fiestas contaron con la colaboración de los supermercados “Herriko” y “Eko”.

Los dos últimos años en que se celebraron las Fiestas de San Juan de Alango, al urbanizar la zona cambiaron de escenario y la romería se trasladó al parque de “Urkijobaso” (María Cristina). Pero ya la hoguera de San Juan había desaparecido.


Hoy las campas han desaparecido, las hogueras se fueron con ellas, la gente no salta sobre el fuego. Sólo quedan recuerdos simbólicos en alguna plaza como la de San Nicolás de Bari de Algorta o en la de Malakate de Santa María de Getxo. Las rígidas normativas de seguridad municipales han ayudado, junto a la falta de espacios, que una fiesta con raíces de largos años haya desaparecido. En la noche embrujada de San Juan soñemos con los bailes de esa noche:

...San juan bagilean
denpora ederrean,
amalau atso trompeta yoten
motrailu baten ganean.
Udan udan udan
San juanetan
dantzan eingo dogu
ifar-airetan...”

...San Juan en junio
en hermoso tiempo,
catorce viejas tocando trompeta
sobre un mortero.
En el verano
por fiestas de San Juan
bailaremos en auras del cierzo...”



jueves, 20 de junio de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -105-



En la anterior entrada veíamos cómo en mayo de 1889 por una R.O. insertada en el Boletín Oficial de la Provincia, se convocaba a la renovación de las corporaciones municipales.

El 23 de mayo de 1889, varios vecinos de Algorta solicitaban que se colocaran aceras: “...Los que suscriben D. Juan Manuel Ugarte, D. Saturnino Azcorra y otros vecinos de esta Anteiglesia, solicitamos se pongan aceras a ambos lados de la carretera en el trayecto desde Mantequena hasta la casa nombrada “La Cadena”...” Las casas “Iturrieta” (Conocida como la de Pachiquin Aldecoa) y “Mantequena” (Conocida como la casa de los Espejos) estaban tan solo separadas por el huerto de Eustasio Zalduondo, que más tarde sería expropiado para dar paso a la bajada de Aretxondo. En ese año el Ayuntamiento desestimó aquella petición por estar las arcas municipales escasas de fondos. La vía y sus aceras fueron hechas por el contratista de obras D. Francisco Elorriaga, en diciembre de 1891.

Otra de las vías que reclamaban atención era la conocida entonces como el callejón de Amesti, (actual calle del mismo nombre). Realizaba la petición don Juan Dourte, director del Colegio San Bernardo, que estaba situado en esta calle. Indicaba en la solicitud: “...Solicita se dé arreglo al callejón denominado Amesti hasta su casa, donde tengo establecido un centro de enseñanza de niños...”


En esas fechas, mayo de 1889, el uso de las aguas municipales por parte de los contratistas de obra de edificación era objeto de cierta picaresca, pues los mismos no pagaban su uso. Ello provocó que el Ayuntamiento decidiera incluir en el “Reglamento para la Concesión de Aguas Públicas”, que se había confeccionado el 19 de enero de 1888, el siguiente artículo: “...La concesión de Aguas Públicas a particulares para su uso en obras establece lo siguiente: El dueño, contratista o ejecutor de una obra presentará al Ayuntamiento dentro de los ocho días, contados desde que se le otorgue el permiso para el uso de aguas, el presupuesto de las obras de cantería y albañilería, para que sirvan como base de cálculo del consumo de agua...” Para el abono del consumo se establecía lo siguiente: “...Se abonará la parte correspondiente a cantería al poner teja o techo del edificio; y de la albañilería al concluir el trabajo...” Al primer vecino que se le aplicó aquel reglamento fue a D. Tomás Goicoechea, a quien se le autorizó a tomar el agua del sifón situado próximo a su casa “Calvetena”, en la calle Mayor (Actual Avenida Basagoiti).

Para sujetar los árboles del barrio de Las Arenas se utilizaron 202 estacas, que supuso un coste de 101 pesetas. Sin embargo, aunque se hacía constar en libro de actas municipales, que se habían abonado los gastos producidos durante la Semana Santa en la iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta, en los predicadores de sermones y otros para solemnizar la procesión del “Viernes Santo”, no aparecían consignados en dicha memoria.


Los pastos de la campa pública de la iglesia de Santa María de Getxo, quedaban prohibidos el 23 de mayo de 1889 para toda clase de ganados bajo multa de 1 a 5 pesetas por cada vez que se utilizaran. Se colocaron letreros advirtiendo de las sanciones.

La plazuela de Ereaga veía afear su espacio por una barraca que tenía colocada D. Antonio de Arechavala, quien fue el que dos años antes, en febrero de 1887, había levantado en dicha playa el pabellón balneario “La Perla”. Otra de las actuaciones en playa fue la encomendada al regidor D. Idelfonso Arrola, a quien se encargó un proyecto para: “...Evitar que las piedras bolas invadan la playa de Ereaga...” Para quien desconozca el término piedra bola se llama a: “…Las piedras pulidas por el agua de mar, muchas de ellas utilizadas para calzadas y carrejos para pruebas de bueyes...” que en nuestra tierra son más conocidas como arribolas. El 31 de mayo de ese año se acordaba la manera de actuar con economía para evitar las bolas de piedra: “...Hacer una cerradura con pies derechos de hierro y tablas cosidas para evitar que se acumulen en las zonas de baños...”


El 31 de mayo de 1889 la Diputación Provincial intervenía en las condiciones de los arbitrios de Getxo mediante un oficio: “...Se devuelven aprobadas las condiciones de los arbitrios formulados por esa Corporación Municipal para el año económico de 1889-1890, con las siguientes modificaciones: “...1ª) -Que el impuesto sobre las carnes no podrá exceder de doce céntimos de peseta en kilogramo, puesto que para el aumento de los tres céntimos de peseta que pretende ese Ayuntamiento necesita cumplir previamente los requisitos que previene el artículo 2º del Reglamento vigente. 2º) – El arbitrio sobre el chacolí y la sidra no podrá exceder de quince milésimas de peseta en litro conforme a la circular del 19 de septiembre de 1862. 3º) – El impuesto sobre aguardiente y licores no deberá exceder de 0,30 pesetas por grado centesimal de alcohol puro en cada hectolitro. 4º) – Se suprime el aumento de tres céntimos de peseta en kilogramo de carne...” El consistorio de Getxo alegaba para el aumento de las cuantías en el precio de los arbitrios: “...Que no solo tiene proyectado el Ayuntamiento la construcción de un nuevo matadero por ser inútil y de malas condiciones el actual, sino también obras de imprescindible necesidad, como son, la reforma de algunas calles, alcantarillado, que han de reportar gastos al municipio y debe este arbitrar algún recurso para atender las mismas…” El Ayuntamiento había considerado que el aumento de los tres céntimos en las carnes ayudaría a soportar el presupuesto municipal aprobado que ascendía a 13.000 pesetas para el próximo año, y que en caso de no poder hacerlo quedarían desatendidos algunos servicios y obligaciones. Alegaban que: “...Por ese aumento mínimo en el precio de las carnes no se vería alterado el consumo público de esta localidad porque es mucho mayor el derecho que tiene establecido el ayuntamiento de la Villa de Bilbao, que con la presente propuesta será el de Getxo igual al de esa Villa. Por lo que solicitamos a la Diputación Provincial se digne a autorizar el cambio en el precio de las carnes frescas...” Y se designaba al regidor municipal como portavoz para tratar el tema con la diputación.


La Diputación Provincial tenía contraídas deudas con el Ayuntamiento de Getxo derivadas de las cuentas del año 1876 y del primer trimestre del 1877, por lo que solicitaba fueran cumplimentadas en cuanto fuera posible.

Nuestro Ayuntamiento estaba suscrito a la “Gaceta de Madrid” (publicación periódica que más tarde sería sustituida por el B.O.E.), y al “Consultor de los Ayuntamientos” (una revista técnica especializada en administración local y justicia).

En la próxima entrada veremos cómo algunas propiedades de Algorta iban a ser inscritas en el registro de la propiedad, entre ellas la casa “Juanena” de la calle San Nicolás y “Mesapedroena” del Puerto Viejo de Algorta.

lunes, 17 de junio de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -104-



En la anterior entrada veíamos cómo el organista de San Nicolás de Bari de Algorta D. Pablo Mujica pasaba dificultades para subsistir por el poco dinero que se recaudaba entre los vecinos del barrio.

Era el 9 de mayo de 1889, la Alcaldía de Getxo estaba dirigida por el entonces primer edil D. Pedro Amezaga. Comenzaba mayo con una R.O. insertada en el Boletín Oficial de la Provincia, convocando a la renovación de las corporaciones municipales: “...La renovación bienal de los ayuntamientos, que deberá verificarse se celebrarán el mes de diciembre...” Para ello los Ayuntamiento debían de proceder a formar durante el mes de mayo el padrón municipal, el censo de vecinos y las listas electorales. Los concejales elegidos tomarían posesión el día primero de de enero de 1890 y permanecerían en sus cargos hasta el 30 de junio de 1893. El consistorio de Getxo acordó se cumpliera todo cuanto aparecía publicado en la R.O.

Las celebraciones religiosas tomaban protagonismo en nuestro municipio. Esta vez era la de San José. Para celebrar la festividad, el mayordomo de San Nicolás de Bari de Algorta enviaba una invitación al consistorio para que participara en la función religiosa que se iba a celebrar el días 12 de mayo.

La colonia francesa del Las Arenas celebraba en el Casino de la localidad el centenario de la revolución de 1789.

El 14 de mayo de 1889 el Administrador de Aduanas de Bilbao informaba que: “...Queda habilitado el muelle de Las Arenas para carga y descarga de mercancías...” noticia que era recogida por “El Noticiero Bilbaíno” del 15 de mayo: “...Por R.O. orden queda habilitando el muelle de Las Arenas para la carga y descarga de carbones, leñas, piedras, tierras, cales, hierros, tejas y ladrillos para la construcción urbana y artículos de mucho volumen y poco derecho arancelario, todo con intervención del delegado de aduanas de Portugalete...” Para lograr que ese muelle fuera una realidad fue necesario la intercesión del Senador por Bizkaia D. Martín Zavala, a quien el consistorio Getxotarra agradecía su parte activa en el hecho.


Las calles seguían iluminándose con petróleo. Aún faltaban seis años para que las primeras luces eléctricas vieran aluzar la fachada del Casino Algorteño. En los manifiestos de aduanas de Bilbao podían comprobarse las llegadas de las embarcaciones con crudo desde América: la barca: “Bride”, procedente de New York, llegaba con 19.825 cajas de petróleo crudo y la “Fluorine”, procedente de Filadelfia, desembarcaba 16.902 cajas.

La afición a la caza de palomas tenía muchos seguidores. No estaba exenta de picaresca. La Diputación tuvo que consultar con el Gobernador Provincial si: “...Se podían cazar las palomas a menos de 1.000 metros de distancia del palomar...” Se ve que algunos avispados acosadores conseguían algunas piezas rondando los caseríos cercanos.

El 16 de mayo de 1889 volvía el matadero a las actas municipales, ya que el viejo matadero, ya en desuso, se halla emplazado algo distante de la parte poblada de Algorta, contiguo a un arroyo donde nacía una fuente de agua constante en un terreno de la “Estrata-mosu” cerca de la fuente “Iturribarri” (entre Alango y Villamonte). En el pleno de ese día se daba cuenta de: “...La autorización a esta corporación municipal, por parte del Gobernador Civil para llevar a cabo la enajenación en pública subasta de la casa matadero...” Sin embargo, el terreno adyacente que el consistorio deseaba juntar con el matadero para subastar, no recibía la autorización pues lo consideraba la autoridad provincial como un buen terreno para edificación o tierra de labor. El Ayuntamiento decidió unirlo al expediente. Consideraba que solo el edificio carecía de valor por hallarse alejado de la población.

En ese mismo pleno se hablaba de unas consultas realizas por el consistorio sobre la continuación de la línea del ferrocarril de Las Arenas a Algorta. Y como se acercaba el verano conminaron al contratista D. José Leandro Uribe para acelerar las obras de la calle Mayor (actual Avenida Basagoiti). En esas fechas continuaba al frente de la corporación el Alcalde D. Pedro Amezaga.


En el pleno del 26 de mayo de 1889 se trataba sobre una circular de la Diputación Provincial sobre la mendicidad: “...Circular que ha dirigido la Diputación a los Alcaldes presidentes de los Ayuntamientos de esta provincia dictando reglas para extirpar la mendicidad en Vizcaya...” El Ayuntamiento de Getxo decidía: “...Proveer de placas identificativas a los pobres que pueden implorar limosna en esta Anteiglesia...

En esa fecha “El Noticiero Bilbaíno” abría sus paginas con la siguiente declaración: “...Suponer que el País Vascongado ha de relegar al olvido la reivindicación de sus derechos, inicuamente arrebatados a raíz de la última guerra civil, es suponer un absurdo que está en abierta contradicción con lo noble y lo grande de la causa foral...”

Ya cerca del verano, algunos anuncios relativos a nuestro pueblo aparecían en los diarios bilbaínos. Uno de ellos lo hacía en “El Noticiero Bilbaíno”. Se refería al “Casino de Las Arenas”: “...Este establecimiento inaugurará su temporada el 1º de de junio, permaneciendo abierto todo el año...” Sobre las actividades, decían: “...Se ofrecerán Bailes semanales, Conciertos, Bailes para niños, un restaurante que permanecerá abierto a todas horas y un teléfono para los señores socios...” Las cuotas de suscripción, por costumbres de época, daban derecho de entrada a las señoras de los socios, por lo que es fácil deducir que solo eran socios los varones. Sus precios eran: “...Suscripción por 15 días 7 pesetas. Por un mes 10 pesetas. Y por un año, hasta el siguiente ejercicio, 20 pesetas...”

El 1º de junio de 1889 comenzaba a funcionar el Reglamento de la Corporación de los Prácticos de la Barra y Ría. Para la inauguración de dichas ordenanzas salieron desde el muelle del Arenal algunas personalidades a bordo de los remolcadores Algorta y Somorrostro. Al frente de la comitiva iba el presidente de la corporación D. Juan Bautista Belerrinaga. El servicio del practicaje se realizaba mediante lanchas de vapor. El reglamento prescribía que: “...Los servicios de los buques se realizarán sujetándose a un orden o turno riguroso y por medio de lanchas de vapor que irían tripuladas por un patrón, los prácticos designados, un maquinista, dos fogoneros y un marinero...”


Las obras próximas del inicio del puerto volvían a traer a los plenos, escritos de advertencia sobre los problemas que podrían causar en nuestra costa. Una de ellas la encabezaba Dionisio de Zubiaga: “...Sobre los daños y perjuicios que podrán causar las obras del puerto en el Abra, puerto de Algorta y propiedades particulares...” Por ello el Ayuntamiento de Getxo decidió crear una comisión que obteniendo datos y antecedentes se acerque en primer lugar a la Junta de Obras del Puerto del Abra para recabar datos. Al frente de aquella comisión se pusieron los siguientes ediles: El Alcalde D. Pedro Amezaga, el Síndico D. Irineo Ramón Diliz y el Regidor D. Eladio Sustacha.

En la próxima entrada veremos cómo algunos vecinos de Algorta solicitaban colocar aceras desde Mantequena hasta la Cadena.

jueves, 13 de junio de 2019

EL EMBARCADERO DE AREETA-LAS ARENAS




El embarcadero de Areeta-Las Arenas ha tenido una estructura diferente a lo largo de su historia. El primero fue levantado en 1880: era perpendicular al muelle y estaba construido con madera. La primera noticia del embarcadero apareció en la prensa local el 28 de julio de 1882 y estaba relacionada con: “...Un accidente que ha sufrido un invidente al bajar por sus escaleras, lo que le provocó una contusión en un ojo, teniendo que ser trasladado al hospital civil de Bilbao...”

Pese a ser de madera, en octubre de 1882, fue capaz de aguantar los embates de una embravecida marejada con un fuerte viento de fuera de la barra y mar gruesa del (N.O.). Aquella tarde del 9 de octubre, sobre la violenta marejada decía “El Noticiero Bilbaíno”: “...Fue tan grande que no habían conocido otra igual las gentes de nuestras marismas y causó daños de consideración. La plaza y la población de Las Arenas llegaron a inundarse y hubo que sacar de las cuadras el ganado del tranvía. Este, como es sabido, tiene embarcaderos o muelles de madera para el pasaje, tanto en la parte de Portugalete como en la de Las Arenas. Dos de los embarcaderos fueron arrancados y otro deteriorado. Así mismo el agua se llevo la plataforma del Balneario de Las Arenas y una de las cabinas de los carabineros, causando también averías en los edificios próximos al mar. En el Arenal de Bilbao la marea alcanzó los cinco metros...” Tal fue la altura del agua en el Casco Viejo que todos los locales comerciales quedaron anegados. Como dato anecdótico decir que en esas fechas, en la panadería de Artecalle, donde estaba la chocolatería de D. José Antonio Aguirre, los fotes y panecillos de 200 gramos costaban 10 céntimos de peseta, mientras que un viaje a la Habana y Veracuz en la Compañía Trasatlántica, en uno de sus vapores correo, costaba: En primera clase 3.600 pesetas, 2.400 en segunda y 700 en tercera.


Del embarcadero nos hablan diferentes instantáneas tomadas en sus dos versiones: cuando su estructura era de madera 1800-1914 (En la fotografía que encabeza esta entrada que es de 1910 se puede apreciar su estructura de madera), que inicialmente iba apoyada en un basamento de hormigón, y posteriormente en 1918-2019 cuando obtuvo su actual aspecto fue construido en su totalidad de hormigón (Fotografía superior).

El actual embarcadero de Areeta-Las Arenas, según contaba el diario madrileño “El Liberal” del 24 de enero de 1914, se estaba construyendo en esas fechas: “...Al terminar la recepción de la Comisión del senado, los reyes conversaron con don Martín Zavala sobre el embarcadero de Las Arenas, interesándose vivamente por el estado de las obras que actualmente se realizan para sustituir el antiguo embarcadero...”

Mientras, unos meses más tarde, el 23 de junio de 1914, aparecía en el diario bilbaíno “El Nervión” la siguiente noticia en una sección llamada de “Obras Públicas”: “..Han sido cursadas a la superioridad, para su resolución definitiva, las once proposiciones presentadas al concurso celebrado por la misma Junta de Obras del Puerto de Bilbao para la construcción del muelle embarcadero de Las Arenas. Para el concurso de cuatro escaleras embarcaderos para viajeros y dos espigones para las faenas de carga y descarga...” En ese mismo diario aparecía el día 24 de enero de 1918 la noticia de la terminación de dichas obras: “...La Sociedad Cementos Portland, de Sestao, ha solicitado a la Superioridad le sea devuelta la fianza que depositó con motivo del contrato de las obras del muelle embarcadero de Las Arenas, por haber sido totalmente ejecutada dicha obra...”

Tan solo un mes más tarde, el 6 de febrero de 1918, en el diario bilbaino “El Nervión” aparecía recogida la noticia de la devolución de la fianza por las obras del embarcadero de Las Arenas: “...La Junta de obras del puerto de Bilbao, ha devuelto, informadas, a la Jefatura de Obras Públicas del ramo en Vizcaya, las instancias de la Sociedad Cementos Portland de Sestao, interesando la devolución de la fianza constituida por ésta para la contrata de las obras del muelle-embarcadero de Las Arenas...”


Muchas fueron las personalidades políticas y deportivas que a lo largo de su historia transitaron por su pasarela. En 1929 lo hicieron los condes de Volpi di Mísurata (miembros del Gran Consejo Fascista de Italia), que el día 28 de junio, acompañados de otras personalidades italianas: “...Al mediodía, los condes de Volpi fueron obsequiados con una excursión marítima al puerto exterior. A las dos hubo almuerzo en el Club Marítimo del Abra, amenizado por la orquesta del Club. Con los condes de Volpi se sentaron a la mesa el duque di Vera d'Aragona, los señores Ventimiglia, Patricci, Herrera, Montecorvo, los marqueses de Triano, vizconde de Moreaga de Icaza, D. Domingo Epalza, D. Julio Arteche, D. José Orbegozo, D. Fernando Zubiría, el gobernador civil y D. J. Benito Marco y Gardoqui…” De esa visita el diario ofrecía una fotografía en su primera plana.

También las juntas directivas del “Arenas Club” y el “Club Deportivo” de Bilbao, ambas durante las competiciones de natación, salto y waterpolo entre los años 192 y 1936:


En la competición de water-polo de 1914, que se celebró en el embarcadero de Las Arenas el día 12 de julio (Ver fotografía superior).

El campeonato de natación de 1921, que se celebró en el embarcadero de Las Arenas, el día 31 de julio, en el que participaron entre otros los siguientes clubs: Club Deportivo de Bilbao, Club Marítimo del Abra, Arenas Club y Zugatzarte Club. Competición en la que se realizó un concurso de saltos, los que también denominaban saltos de “cabizbajos”. (Ver fotografía inferior).


También en 1923 se celebró otra de esas competiciones, el día 16 de septiembre. En medio de una incesante lluvia participaron nadadores de renombre en diferentes modalidades: En la de 100 metros: Josemi Valdés, Ramón Zubiaga y Manuel Suárez; en la de 50 metros Luis Ormaechea, Antonio Ferrer y Jose Mari Picaza (Ver fotografías inferiores).


El 18 de julio de 1928, se celebraron en el embarcadero de Las Arenas, organizado por el Club Deportivo de Bilbao, una competición de Waterpolo, inmortalizada gracias a unas imágenes de las revistas graficas “Vida Vasca” y “Mundo Grafico”.

El embarcadero de Areeta-Las Arenas poco a poco ha ido cambiando su fisonomía, viendo desaparecer su blanca caseta, más tarde la llamada “Isla del embarcadero”, que debido al mal estado que presentaba fue derribada por la Autoridad Portuaria en Agosto del 2009.