lunes, 30 de marzo de 2015

MASCARAS EN ALGORTA EN 1899



Ya hace más de un mes que pasó el Carnaval. Ahora que llegan los días grises, en los que, en los años 40-60 del pasado Siglo XX, se celebraba la mortificación de la carne, creo recordar que en la entrada del 16 de Febrero hacía una afirmación incompleta: “...Carnavales que ya desde los tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera (1923), fueron perseguidos con la prohibición del uso de las máscaras. Y no recuperarán su plenitud hasta el final de la dictadura franquista. Este es uno de los motivos por los que es difícil encontrar rastros cercanos de esa tradición en nuestro Pueblo...”. Y digo que no es del todo correcta, porque debo añadir, también, que esa celebración fue prohibida por sucesivos monarcas españoles Carlos I, Felipe V, Fernando VII. Al parecer sólo ellos tenían el derecho a ocultar sus rostros tras máscaras de oro. Incluso en 1898 una de las coplas, que iba a cantar la comparsa “Los Siete Niños de Ecija”, tuvo que ser supervisada por el Gobernador. En torno a la tradición de esa celebración en nuestro Pueblo, confirmar que ya desde 1899 existe constancia escrita de que los mismos se celebraban en Algorta.



Ya en esas fechas se decía refiriéndose a las carnestolendas: “...!Todo el año es Carnaval!, dijo el satírico Fígaro, y aunque ese grito encierra un realismo abrumador, las carnestolendas son un paréntesis humorístico que la humanidad acoge con verdadero júbilo...,...nada de seriedad, ni de tristeza. !Abajo el pesimismo, Arriba el buen humor!... ”.

Los carnavales de febrero de 1899 se celebraron en la Plaza de la Constitución (San Nikolas). Desde el primer día de fiestas, un gran baile de carnavales abrió el festejo. La prensa bilbaina lo denominó como “Baile Campestre”, probablemente porque los cronistas de la Villa, consideraban a nuestro pueblo, aún una aldea. La animación de la fiesta corrió a cargo de la Banda Municipal dirigida por el maestro “Galubart”. En medio de una bulliciosa muchedumbre, en la que destacaban según decían “...un seductor grupo de mascaritas, que rindió entusiasta culto a Terpsicore (musa de la danza griega)...”.



En el Casino Algorteño se celebró un acto carnavalesco, solo para socios, con objeto de recaudar fondos para el Asilo de Algorta. En dicho acto se leyeron, en medio de un gran frenesí, los versos de Marcos Zapata (poeta y dramaturgo aragonés), con el poema histórico “El Solitario de Yuste” escrito en 1877. Ese acto privado siguió con un sainete “Robo y envenenamiento”, escrito por José María Anguita en 1893, que provocó una gran hilaridad entre el publico asistente.



El lunes y martes de carnaval, por la noche, se celebraron en los locales del “Circulo Algorteño”, dos bailes: “...en medio de una nieve de confetis y serpentinas, en el que se obsequió con pastas y vinos generosos, a los jóvenes que con sus disfraces animaban el acto...”. Acto y bailes dirigidos por D. Wenceslao Rasines.

No es muy amplia la referencia, pero baste este flash para recordar que las fiestas de carnaval eran tradición en Getxo. El alquiler de disfraces, otra de las costumbres de la época, iba desde los 2 reales hasta los 5 duros. 




Los carnavales se celebraban con mayor concurrencia en un Bilbao bullicioso en el que el consumo de pastillas de café con leche traídas desde Logroño se disparaba. También en otros pueblos de las márgenes de la ría, aunque el más bullicioso fuera el que se realizaba en Bilbao, en La Casilla y Campos Elíseos, donde el desfile de carrozas iba acompañado de caballos y máscaras, que al finalizar daba lugar a una batalla de flores. Durante esas celebraciones báquicas, incluso el tranvía ampliaba sus horarios hasta la 19 horas para que los vecinos de Getxo pudieran disfrutar en la villa de D. Diego de esa festividad. 

Al llegar las fiestas fiestas de Pascua, me despido hasta el próximo día 9 de Abril, en que seguiré trayendo nuevos recuerdos a esta pagina. !ONDO PASA!

jueves, 26 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACIÓN DE BAÑOS y -VI-


En la entrada anterior terminaba con la iniciativa de D. Antonio Arechavala, que se disponía a levantar en Ereaga el Balneario que recibiría el nombre de “La Perla”.


En 1894 Algorta empezaba a tomar la delantera como zona de baños, y dejaba de ser únicamente asentamiento de viejos lobos de mar, que a decir de algún diario de la corte madrileña: “De algunos años a esta parte, Algorta ha crecido como la espuma. Aquel pueblecito donde según es fama venían pasar la vejez y terminar la vida los viejos lobos de mar que se habían dedicado a la trata, ha cambiado por completo de aspecto. Al presente son muchas las familias de Madrid que allí veranean y toman baños de mar....”.

Sobre la playa, a pesar de que criticaban sus arenas, decían: “...El suelo de la playa no es precisamente de los más suaves, hay allí más piedras que arena; pero la Providencia, que según voz pública, que es muy sabia, está preparando una playa arenosa, suave y segurísima a la entrada del pueblo, viniendo de Las Arenas. Si allí se levanta un nuevo establecimiento, tengo por cierto que habrá terrible competencia al actual, pues aunque se hallaría un poco más alejado del centro de Algorta, la bajada a la playa serla mucho más corta y cómoda. Aparte de que si los bañistas siguen afluyendo a Algorta con el entusiasmo con que acuden ahora, habría gente para las dos playas....”.


Achacaban el trasvase de veraneantes de Las Arenas a Algorta a sus altos precios: “...la playa de Las Arenas tiene más pretensiones, tal vez demasiadas, porque si el Hotel, que entre paréntesis, es magnifico, no acude más gente, débese a que por el mismo precio que allí se paga se puede pasar el verano en Biarritz o en la Concha de San Sebastián...”.

En 1895, en una publicación titulada “Indicador de los principales Baños de Mar”, se describían los establecimiento de baños de mar del Municipio. Empezaba por el de Algorta, se refería al denominado “La Perla”, situado en la playa de Ereaga. Aconsejaba alojarse en “La Fonda San Ignacio” o en el “Hotel de Justo Ugarte”. Los precios de aquel balneario eran: por una caseta 25 cts., si el bañista deseaba que se le transportara hasta el mar la caseta, 50 cts. Los precios de la indumentaria de baño eran: traje de baño completo 25 cts., capa de baño 25 cts., gorra o sombrero de baño 10 cts., un par de alpargatas otros 10 cts., por una sábana 20 cts., por el servicio del bañero para una sola persona 50 cts., y para más de una, 25 cts. persona. Tenían otros servicios como baños calientes, duchas y chorros cuyo precio era de 1,5 céntimos.

El establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos” de Areeta-Las Arenas tenia los mismos precios que el de Algorta. Para alojarse contaba la localidad, además de con el propio establecimiento de baños, con varios hoteles, fondas y casas de huéspedes, el precio del establecimiento era comida incluida de 7 a 10 pesetas diarias.


Durante los meses de verano el consistorio contrató a la Banda de Garellano para que tocara domingos y festivos de 17 a las 21 horas. El aspecto del barrio había mejorado con la inclusión de un hermoso paseo con un frondoso arbolado, desde la Plazuela (Puente Bizkaia) hasta la estación del ferrocarril. El ayuntamiento y la compañía del ferrocarril establecieron ayudas para fomentar el atractivo del pueblo a los veraneantes. Las ayudas facilitaban el acceso gratuito a los componentes de la banda de música. En la ayuda participaron otras entidades del barrio: la compañía del Puente Bizkaia, el Hotel Ventura y la nueva fonda de Las Arenas, además de vecinos entre los que estaban los Larrazabal, Arellano, Zabala, Aburto, etc. Sobre un coste previsto de 500 pesetas, se recaudaron .500 pesetas. Con el excedente acordaron la construcción de un nuevo quiosco de música. El 1 de julio abría sus puertas el acreditado “Hotel Aramberria”, cerca de la playa.

En días de fiestas y asuetos, un estribillo corría por doquier “...También jaleo hoy habrá para los libres de penas, según anunciado está, no lejos, en Las Arenas...”. Mientras, la “Fonda San Ignacio” de Algorta, regentada por Josefa Uribe, anunciaba la apertura del establecimiento veraniego para el 15 de julio. Contaba con parada de tranvía a sus puertas, con un frondoso arbolado alrededor del edificio y un frontón de pelota para recreo de los huéspedes. La compañía “FAY y YAF” realizaba viajes por la ría entre Bilbao y Las Arenas a partir de las 14 horas, por un precio de 0,50 pesetas.


La cultura en el Estado, parece que, además de estar mal pagada, tenía pocos centros donde impartir la enseñanza. El número de tabernas, por cierto muy frecuentadas, alcanzaban las 90.000. Las escuelas sólo llegaban a 24.529. Pero también había más plazas de toros que escuelas de artes y oficios, y más que espectáculos teatrales. Así que había quien afirmaba, y no sin cierta razón que: “...Mientras la taberna domine a la escuela, será difícil arraigar la dignificación del ciudadano y la independencia del cuerpo electoral...”.

Mientras los baños de mar ya habían dejado de publicarse en la prensa, ocupaban su lugar los de aguas sulfurosas de Villaro (Bizkaia) y Zuazo (Araba) y los de aguas termales del Molinar de Carranza (Bizkaia).

Durante el año 1898 el tranvía eléctrico entre Bilbao y Las Arenas movió la friolera de 1.700.000 viajeros.


Las instalaciones balnearias y las viviendas también sufrían el embate de los temporales. En enero de 1899 los vecinos de Las Arenas y Algorta, cuyas viviendas se encontraban cercanas a las orillas de las playas, se mostraban alarmados, porque en el último temporal, el mar llegó hasta sus propiedades causando daños de consideración. Tal fue así, que el balneario “La Perla”, regentado por D. Antonio Arechavala, fue arrasado por la fuerza del mar. La Junta de Obras del Puerto ya estaba estudiando la construcción de un muro que iba desde la Avanzada (Balanar-La Bola), hasta el Balneario de Las Arenas. El citado muro iba a unir el ya existente entre el muelle (la ría) y el balneario.

En 1899, (ya estaba llegando el final de los días dorados de Areeta-Las Arenas) durante las fiestas de Santa Ana, en el quiosco de la calle Mayor, actuó la banda de música Comercial de Sestao. El concierto que comenzó a las cuatro de la tarde estuvo compuesto por las siguientes piezas: Un paso-doble del Siglo XVII, “Chantilly” tanda de valses. El número más esperado fue la obra “Las corduras”, de obligado cornetín, que fue interpretado por un niño de 12 años, le seguían la mazurca “Conchita”, el chotis “Delicias de amor”, “Primavera del nuevo Mundo” y una jota de Cádiz del maestro Chueca. La romería celebrada más tarde corrió a cargo de la Banda de Getxo.


Era la hora de las grandes obras, que de la mano de Evaristo Churruca crearía los contramuelles, obra que terminó sentenciando a aquella maravillosa playa. Poco a poco irán desapareciendo los balnearios, el de la familia Aguirre en 1898, convirtiéndose en el Club Marítimo del Abra en 1903. Otros como los de Felipa Bustingorri y el de la calle Urquijo de Las Arenas también verán cerrar sus puertas.

En 1900, en la guía Arco de Madrid, libro que se titulaba “Guía práctica de Bilbao y Vizcaya”, recordaban algunas cosas de nuestro pueblo:

Hablaban sobre el ferrocarril de vía estrecha: “...abierto a la explotación en 1887, proyectado por el ingeniero Adolfo de Ibarreta, de su recorrido de 12 kilómetros, de las frecuencias de los trenes: por las mañanas con salida de Bilbao a partir de las 6 horas y hasta las 11,30; y por la tarde de 12 horas a 18. Este servicio era ampliado durante el verano comenzando a las 5,20 y finalizando a las 21 horas. Del ferrocarril de Las Arenas a Plencia abierto a la explotación en 1893, con un recorrido de 15 kilómetros, con estaciones en Las Arenas, Algorta y Plencia, y apeaderos en San Ignacio, Guecho, Berango, Sopelana y Urduliz...”.

Del tranvía urbano que aún era de sangre (tirado por caballos), del eléctrico de Las Arenas, (cuyo cuadro de horarios adjunto en la fotografía inferior). Del cual los precios de referencia eran: En días laborables ida y vuelta entre Areeta y Bilbao: 60 cts., entre Areeta y Algorta: 30 cts.; los billetes de ida y vuelta para los obreros tenían otro precio: Entre Algorta y Bilbao 35 cts., entre Las Arenas y Bilbao 30 cts.; las tarjetas de abono de 34 viajes entre Areeta y Algorta 5 pesetas, y las de 19 viajes entre Areeta y Bilbao 5 pesetas al igual que las de Algorta a Bilbao. Los abonos de un año entre Algorta y Bilbao costaban 150 pesetas, y los trimestrales 45 pesetas.


El servicio de teléfonos estaba instalado en Areeta-Las Arenas en la calle “La Estación”, actual Andrés Larrazabal. Las tarifas por cable con Gran Bretaña era de 35 cts, con Francia de 54 cts.; con Estados Unidos y Canadá era de 1,60 francos oro por palabra. Otro de los aspectos que tocaba era el de los faros (ver fotografía cuadro superior).

Respecto a los servicios, en Las Arenas en 1902, iba a ser el Hotel Ventura quien se adelantaría en sus ofertas, quien incluía en su propaganda: “...Gran Hotel Ventura (Las Arenas), teléfono 3.133. Los dueños de este acreditado establecimiento, pone en conocimiento, del público, que en el se sirven toda clase de fiambres, helados, café y cuantos pedidos se hagan...”.



Otra de las familias que desarrollo la actividad balnearia fueron los Urresti-Urkiza, compraron a finales del Siglo XIX un balneario situado a la izquierda del gran balneario de la familia Aguirre (mirando desde la mar) a su izquierda, estaba adelantado en la playa, frente a la actual calle “Embarcadero Kalea” de Las Arenas. En la fotografía superior se puede ver el Balneario de los Urresti (señalado igual que el de los Aguirre). En la inferior aparecen algunos de sus componentes familiares: en la fila de arriba de izquierda a derecha Isabel, Consuelo, Angel Urresti Eskalza e Isabel Urkiza Iturbe; en la fila de abajo de pies: Enrique, Jose Mari, Milagros y Maria Ángeles; debajo agachado sobre el cesped Anselmo.


Esta instalación, en el invierno de 1899 fue destruida por los embates del mar. En la fotografía inferior aparece parte de un plano de 1904 firmado por Evaristo Churruca, en el que se señalaba: “...Balneario destruido durante el invierno de 1899...”.



Mientras, en 1901, se anunciaban los baños de mar calientes “Las Delicias” en Las Arenas. Este establecimiento, que me atrevo a aventurar, estaba situado en el numero 15 de la calle Urkijo, fue propiedad de la familia “Urresti”. Tenía los baños en la planta baja, y en los pisos sus habitaciones familiares con alguna planta destinada a albergar a su clientela. El permiso para la construcción de esa edificación fue solicitado por Angel Urresti el 13 de Agosto de 1900, en la solicitud se decía: “...Para la construcción de una casa doble, sin urbanizar...”, extremo este último al que el consistorio no accedió, ya que todo el barrio estaba declarado urbanizado, contando con servicios de agua, alumbrado y vigilancia tanto de día como de noche, todas las calles tenían su nombre con las casas numeradas.


En marzo de 1931 ceso la actividad como casa de baños, construyendo en sus instalaciones dos viviendas. Más tarde se levantarían sobre ella tres nuevas plantas.

Hasta aquí un pequeño recorrido por aquellos días de Baños de Agua de Mar, que atrajeron a cientos de bilbainos a nuestras playas y que ocuparon un amplio espacio informativo en la prensa de la época.

lunes, 23 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACIÓN DE BAÑOS -V-



Terminaba el otro día con las noticias inquietantes del avance de la epidemia de cólera, mientras que en nuestro barrio, a pesar de que la misma aparecía a menor escala, los vecinos y veraneantes disfrutaban de un placido verano.

La promoción de los baños de mar durante 1886 se podía ver en la prensa diaria, sobre todo en los meses de verano. En agosto de aquel año se ofrecían “...casetas situadas cerca del establecimiento, propiedad de Nicasio Román, con abonos para nueve baños, con derecho a caseta y bañero, al precio de 12 pesetas, saliendo cada baño al precio de 5 reales y 8 céntimos, incluido el viaje de tranvía de ida y vuelta desde esta villa. Además por un precio módico encontrará el bañista elegantes trajes y un esmerado servicio. Los Señores que deseen obtener dichos abonos pueden recogerlos en la administración del Tranvía de Bilbao a las Arenas, o en el pasadizo de la pastelería Suiza en la calle del Correo...”. También la compañía del Tranvía de Bilbao a las Arenas había dispuesto: “...poner al servicio de viajeros desde el jueves próximo 5 de agosto su cochecito salón de diez asientos, haciendo un viaje diario, cuya salida de Bilbao tendrá lugar a las cinco de la tarde y el regreso de las Arenas a las diez de la noche. El precio, así a la ida como a la vuelta, será dos reales por sección...”. Se anunciaba que la comida en el balneario se celebraría en mesa redonda a la una del medio día.

Durante el mes de agosto de 1886 algún cronista hablaba de que la nueva Iglesia de San Ignacio estaba ya adelantada en su construcción. Ya aconsejaban que para mejorar los servicios de esta localidad, era necesaria la construcción de un Balneario en la playa de Ereaga, antes de la llegada del próximo verano. Construir un despacho de refrescos anexo. Se hablaba de la posibilidad de la construcción de un ascensor para evitar la penosa subida desde la playa (esto esperaría 120 años hasta producirse). Ensalzaba los actos musicales que se prodigaban en la “Fonda San Ignacio”, en la que Julia Patrón interpretaba al piano una bella obra alemana de Lange “La canción de la flor en capullo”, le acompañaban Laureano de Eguia y Victor Patrón en el violín y Emilio Icaza en la flauta, actuando como director Emilio Huarte. Aquellos veranos en que los visitantes bilbainos, en los días de lluvia, debían desplazarse a nuestro barrio, se mostraban quejosos de que en el tranvía de Bilbao a Las Arena y Algorta, el personal se mojaba más dentro del tranvía, que en la calle.



Las regatas de balandros eran otro de los atractivos de los veranos. Llenaban los muelles de Las Arenas y Portugalete multitud de embarcaciones, vapores de recreo, remolcadores, lanchas y botes tomaban parte en el regateo, lujosamente empavesados todos dando un aspecto pintoresco al Abra. Gran parte de los asistentes llegaron en tranvías, coches y vapores desde Bilbao y pueblos de ambas márgenes del Nervión. A las tres de la tarde desde la cubierta del remolcador “El Sitio”, se dio la salida, el regateo era a la vela, Ias embarcaciones de recreo inscritas eran de 3 hasta 15 toneladas, el recorrido era de 6 millas, dentro de las embarcaciones de 15 toneladas se inscribieron el Balandro Chirla matriculado en Bilbao, el Cuco y el Anita de Santander y el Iturburu de Bilbao. Entre las de pequeño tamaño 3 toneladas, participaron las bilbainas Esperanza, Churriana, Urdiales de Castro y la Noruega Wordland. También partciparon en esa competición lanchas de lemanaje de Algorta, Portugalete y Santurtzi. El tercer premio de 150 pesetas fue para la embarcación de Algorta.

En Algorta la prensa anunciaba el Colegio Inglés para señoritas en la casa Uriarte. Se admitía a aprendices pensionistas, medio pensionistas y externas. Se hablaba de que las condiciones higiénicas eran inmejorables, las casa estaba situada cerca del mar.

Se advertía a los bañistas de Areeta-Las Arenas de los peligros de aquella playa, que aun siendo una de las más cómodas y seguras del Cantábrico, también los entrañaba. De ella decían que era extensa (iba desde Churruca hasta Balanar-La Bola), suave, llana y de constante oleaje (hay que tener en cuenta que aún no se habían construido los contramuelles), estaba bien surtida de balnearios y hoteles en todo su frente, pero en la zona de la punta del muelle (Churruca) la resaca era peligrosa, sobre todo en la pleamar. Por ese motivo se aconsejaba instalar señales de advertencia y maromas a las que los osados bañistas pudieran asirse en caso de peligro. La afluencia a la playa desde Bilbao era notoria. Los visitantes, a su regreso a Bilbao por las noches, eran multitudes deseosas de coger asiento, que tanto en el ferrocarril como en el tranvía, tomaban las unidades en tromba, provocando altercados en taquillas y entradas. La aglomeración en el tranvía fue tal, que el exceso de viajeros provocó que la unidad se abriera por la mitad. Uno de los hoteles de moda era el Hotel Ventura (Recreo).


No era menos, en este caso, la atracción turística que ya empezaba a trasladarse hacia la playa de Ereaga de Algorta. La gran playa de Areeta-Las Arenas empezaba a ser cuestionada porque la acción del mar amenazaba a las construcciones que los señoritos bilbainos habían levantado cerca del mar. En ese mismo año ya se anunciaba en Algorta la opción de: “...bajada a los baños y con tranvía hasta la misma casa...”, se arrendaban habitaciones amuebladas o sin amueblar a precios módicos. Para informes sobre las mismas, en Bilbao había que dirigirse: “...al almacén de muebles de la señora viuda de Urlezaga en la calle Correos,12 de Bilbao...”, en Algorta el propietario era un tal Uriarte.
En el periódico madrileño “La Correspondencia de España” del 15 de agosto de 1891, anunciaba para el 10 de septiembre de 1891 la subasta y venta del “Establecimiento de Baños de Mar Bilbainos”, en la notaría de Blas Onzoño de Bilbao. Se trataba de una espaciosa finca de 102.589 pies cuadrados, de los que 19.392 estaban ocupados por el edificio balneario, rodeado de frondosos jardines. El edifico contaba con 138 dormitorios, con 257 camas. Sin embargo, el 24 de junio de 1892 aparecía nuevamente, relacionado con este balneario, la siguiente noticia en el diario madrileño “La Época”: “...Este acreditado establecimiento queda abierto al público desde el día 3 de Julio. Se han hecho grandes mejoras en el mobiliario y en los edificios. Dirigirse a D. Andrés Larrazabal...”.

El 8 de julio de 1892 reproducía un diario bilbaino una curiosa noticia relacionada con el coste humano y económico de las guerras, que por su interés reproduzco en la fotografía inferior, finalizaba con la exclamación !Malditas Guerras!.


El Casino de Las Arenas, que estaba situado en las inmediaciones de la playa, junto al muelle, disponía de espaciosos salones, también espaciosas pistas de baile y mesas de billar, anunciaba la apertura de su sede desde el 15 de junio hasta el 15 de octubre, para la temporada de 1892. Anunciando bailes, conciertos y otras diversiones, para lo que presentaba los precios de los abonos: “...para toda la temporada, para señoras 10 pesetas y caballeros 20 pesetas; para un mes, para señoras 5 pesetas y caballeros 10 pesetas; y para 15 días, para señoras 3 pesetas y caballeros 5 pesetas...”.

Dentro de los establecimiento balnearios, algunos eran de construcción humilde, comparados con el bello edificio de la familia Aguirre. De uno de ellos, el denominado “La perla”, situado en la playa de Ereaga, cuyo propietario fue Antonio Arechavala, aparecía el 7 de agosto de 1892, en la primera plana del diario “El Noticiero Bilbaino”. Se hablaba de la necesidad de contar en dicha playa con un edificio adecuado para poder tomar baños de pila, irrigaciones y golpes de chorros. Describía el columnista: “...el baño requiere que antes o después del que se toma a golpe de ola natural, al aire libre, de otro caliente, por lo que esa instalaciones se hacen necesarias, para curar padecimientos generales, o localizados...”. Seguía: “...D. Antonio Arechavala, de posición humilde, pero laborioso y emprendedor, se decidió a construir uno...,...lo hizo sobre postes de madera y todo él está construido en dicho material...”. Era de corte rectangular, estaba dotado de siete pilas, instaladas en otras tantas estancias, con surtidores de agua perfectamente dispuestos, duchas potentes y bien graduadas a temperatura, con salitas de descanso. Los jóvenes disponían de argollas y columpios sobre la arena, para realizar ejercicios gimnásticos. Ya los que denominaban doctos en la materia, preveían que no faltando mucho tiempo, al realizar las obras de los contramuelles, sería esta playa la que atraería el turismo de baños de mar, ya que la de Las Arenas quedaría inutilizada.


Las comunicaciones fueron otro de los elementos que ayudaron a consolidar el atractivo turístico de Las Arenas, en definitiva de Getxo. Además del tranvía y el ferrocarril, fue la comunicación entre ambas márgenes de al ría, la que posibilitó el acercamiento de un importante núcleo de visitantes, que a pesar de los botes de remo que eran los que transportaban a los habitantes de la margen izquierda hasta nuestro pueblo, permitió el paso de carros y carretas, el Puente Palacios o Puente Bizkaia. Acto solemne que se celebró el el viernes 28 de julio de 1893.

Con la siguiente entrada finalizaré este relato sobre las actividades relacionadas con los baños de mar y su tratamiento en la prensa diaria en nuestro municipio.



jueves, 19 de marzo de 2015

EL CUENTO DE MARZO DE J.J. RAPHA BILBAO



Bajo el titulo “Chico Grande”, este mes RAPHA nos regala un cuento divertido, con la ironía que le caracteriza. Un abuelo y un nieto, camaradas inseparables, tratan de apartar de su lado a una señora que la vida le ha llevado a dormir en el palomar de un parque en donde el abuelo acostumbra ir a sentarse en un banco escondido de las miradas de los paseantes.

Como clama ALEX ORBE en su muro de facebook, hacedor como siempre de los colores que acompañan al cuento: “Un paseo por el acantilado ¡POR EL ACANTILADO! al comienzo del nuevo cuento de J.J. Rapha Bilbao que puedes leer ¡GRATIS! en el enlace:



Diez minutos de lectura que le sacará la sonrisa a sus labios.

lunes, 16 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACIÓN DE BAÑOS -IV-


Terminaba la anterior entrada con algunas actividades de entretenimiento en Las Arenas. Hoy seguiré con las mismas y su difusión, más allá de nuestro entorno.

En junio de 1880 ya se anunciaban en la “Galería Balnearia de Las Arenas”, baños fríos, calientes y duchas a todas horas del día. En julio el llenazo de aquel establecimiento se hacía palmario, la prensa local recogía: “...Estos últimos días se ha animado extraordinariamente la hermosa playa de Lamiaco...”, así llamaban a la Playa de Areeta-Las Arenas. Y seguían: “... En el establecimiento de los Aguirres había ayer por la mañana unos setenta huéspedes y se había recibido encargo de preparar habitaciones para otros veinticinco que debían llegar por la noche...,...Las demás casas de la playa van también llenándose y dentro de pocos días será difícil proporcionarse local en dicho punto....”.

Resultan curiosos, ahora que todos los precios son desorbitados, los de aquellos años: La merluza estaba a 8 reales la libra (0,45 kg), los txipirones entre 5 y 8 reales según tamaño y la langosta, también según tamaño, entre 3 y 7 reales.

Durante el mes de agosto se celebraron en el Balneario de Baños de Mar Bilbainos grandes fiestas, con conciertos de 21 a las 22 horas, con un programa compuesto de las siguientes piezas: “Norma Guaira”, “Serenata Morisca”, seguidas del segundo acto de la ópera Poliuto (tragedia lírica de Gaetano Donizetti), finalizando con un “Minueto”. Terminaba aquella velada con un baile desde las 21 hasta 23 horas. Finalizaba aquel verano con la siguiente noticia: “...Anoche vimos recorrer nuestras calles la primera golondrina de invierno, de las que suelen anunciar la proximidad de esa triste y nebulosa estación, mientras que una vendedora de castañas anunciaba su mercancía gritando !quién las quiere calentitas!..”. Así se despedía la estación del estío, con un lastimero: “...!Adiós, estación hermosa del verano, adios!...”.


En julio de 1883 se anunciaba a bombo y platillo la apertura de esa galerías de baños de mar en Areeta-Las Arenas, indicando que los baños de playa, así como los calientes y duchas, estos dentro del establecimiento, se realizarían desde el primero de julio hasta finalizar septiembre. En aquella misma fecha, se anunciaba el inicio de las obras en el Casino Algorteño. Era presidente del mismo Martín Berreteaga. Otra de las noticias de aquel mes era: “...Las renombradas patatas de la Vega de Santa Eugenia (Las Arenas), se encuentran desde hoy a la venta, al precio de treinta y cinco céntimos el kilogramo...,...Para pedidos al por mayor, tubércuIos y semillas de las 7 variedades que se cultivan en la citada vega, dirigirse á D. Miguel A. Vitoria, Las Arenas...”.

Resultaba enternecedor comprobar la sensibilidad de algunos areneros en aquella época hacia la tranquilidad de nuestra playa y su poca sintonía con el arte taurino, durante las fiestas de Santa Ana, que al parecer resultaron muy concurridas: “...se corrió un novillo en la playa de Las Arenas, que por cierto disgustó sobremanera a la inmensa mayoría, en particular a los bañistas por los muchos sustos recibidos por las señoras y niños que se hallaban en dicha playa, así como otros individuos que no son aficionados a tales diversiones....”, se hacía un llamamiento al Sr. Alcalde para que en lo sucesivo se dispusiera de un sitio separado para que: “...se haga merecedor de los aplausos y plácemes de la gente pacífica y poco aficionada al arte taurino...”. La Galería balnearia de las Arenas anunciaba que: “...En la dirección del tranvía y en los coches, por los conductores se expenden abonos combinados de tranvía y baño en la playa, para nueve baños, al ínfimo precio de 54 reales, con opción el abonado de viaje de ida y vuelta desde Bilbao a Las Arenas, y servicio de baño de 2 reales...”, como nota txirene indicaban “el baño sale gratis”.


Para fomentar el turismo durante 1884, en la fiestas de San Isidro en Madrid, se repartieron más de 4.000 prospectos propagandísticos, dando información de nuestro barrio y de su hermosa playa. Propaganda que fue costeada por todos los establecimientos de la localidad, a fin de conseguir una mayor afluencia de bañistas a nuestros establecimientos hoteleros y playa. Eran tiempos de crecimiento y reformas, la mayor parte de ellas pensando en los veraneantes. Al parecer algunos decían que los lugares de paseo de Las Arenas tenían el inconveniente de estar constantemente caldeadas por un sol de justicia. Por eso se había construido un hermoso paseo desde las instalaciones del “Balneario de Baños Bilbainos” hasta la capilla de Santa Ana. El paseo discurría por un entorno paradisíaco, rodeado de frondosos pinares y extensas y verdes praderas que los amenizaban. Mientras las inmediaciones de la playa estaban rodeadas de frondosos bosques que refrescaban el ambiente. En los muelles, también se estaban realizado reformas para embellecer y dar comodidad a todos los paseantes. Otra de las mejoras estaba relacionada con las comunicaciones, se había instalado en el balneario una estación telegráfica.

Mientras que desde Francia empezaban a llegar noticias inquietantes del avance de la epidemia de cólera, con escenas dantescas en algunas de sus ciudades, en la población de Toulon (Provenza-Alpes-Costa Azul), en casi todas las calles se encendían grandes hogueras, por lo que apenas oscurecía, las calles presentaban un aspecto fantástico. Delante del hospital de la Marina, una multitud de mujeres clamaba alrededor de las hogueras. En nuestras calles, los vecinos y veraneantes disfrutaban de un placido verano, pero la plaga del cólera que se inició en 1834, también aparecía por nuestros barrios, aunque a menor escala.



Eran otras las preocupaciones de aquella élite veraniega, las prescripciones de los médicos de la época de los baños calientes, aconsejados para enfermedades reumáticas, hacían que cada vez más personas demandaran aquellas curas. Precisamente uno de aquellos visitantes, que demandaron algún tipo de tratamiento, durante el mes de julio, fue el Cardenal Arzobispo de Toledo, quien acudía diariamente desde Bilbao a nuestra playa, a tomar baños de ola, “decían”.


En la siguiente entrada veremos como fue decayendo esa actividad veraniega con la perdida de la gran playa de Areeta-Las Arenas, mientras las actividades relacionadas con los baños de mar, poco a poco se iban trasladando a Algorta e iban perdiendo el esplendor de los primeros años.

jueves, 12 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACION DE BAÑOS -III-



En la anterior entrada terminaba con los servicio de vapores, noticias de las guerras Carlistas, y la solicitud de construcción de balnearios en Las Arenas y Algorta, así como de otros asuntos relacionados con la nueva moda de baños de mar.

El 9 de julio de 1878, se publicaba en la “Gaceta de Madrid” una Real Orden, en la que el Director de Obras Publicas C. Toreno daba cuenta de la autorización concedida a Narciso Goiri para construir en Las Arenas (Getxo) un Balneario. Un año más tarde sería Alejandro María Meñaca quien solicitaba un permiso similar para construir otro balneario, esta vez en la playa de Ereaga de Algorta.

El nacimiento en nuestro municipio de esta moda surge de manos de la familia de Máximo Aguirre, quien había adquirido los terrenos de la llamada “Vega de Lamiako” y las dunas de Las Arenas, a mediados del Siglo XIX; tras el fallecimiento del patriarca en 1863, sus descendientes iniciarían la construcción del establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”. Aquel establecimiento foco de atracción veraniega de la época, gracias a las campañas de promoción turística, atrajo a la burguesía bilbaina, madrileña y a la aristocracia. A esta promoción se unirá en 1872 la Compañía del Tranvía entre Bilbao y Las Arenas, que en su nacimiento fue de tracción animal (caballos), y que en 1887 pasaría a ser eléctrico; eso sumado a la construcción de los ferrocarriles de ambas márgenes de la ría (1887-1888), intensificará la moda de baños de mar.

Durante la segunda guerra carlista, el balneario se vio convertido en acuartelamiento de tropas durante algo más de seis meses. Se produjeron daños que lo mantuvieron durante un tiempo cerrado. Su reapertura, con ampliación del edificio incluida, se produjo en 1876.


En 1876 las noticias referidas a los Balnearios de nuestro Pueblo se prodigaban en la prensa, y ya para primeros del mes de junio, se recogía quizá el que pudiera ser uno de los primeros anuncios relacionados con el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos” en Areeta-Las Arenas. En el mismo se decía: “...Se arrienda este magnífico establecimiento, todo amueblado y que puede hospedar a más de doscientas personas...”. En julio de aquel año, en el mismo diario “El Noticiero Bilbaino”, se recogía la siguiente noticia: “...Las playas de Portugalete, Santurce, Algorta y Lamiaco están llenas, puede decirse, de bañistas, entre los que se encuentran numerosos forasteros, y buena prueba de ello es que son varios los vapores de ría que hacen el trayecto de aquí a Portugalete y casi siempre van y vienen con muchos pasajeros....”. Otra de las formas de transporte eran los carruajes de los que se decía: “...se ha indicado al Gobernador la necesidad de que los mismos sean sometidos a reconocimiento antes de permitirles trasportar viajeros...”, al parecer debían de tener problemas de seguridad.

La prensa se preguntaba retóricamente en julio de aquel año ¿Qué habrá mañana en las Arenas?, y a continuación añadían: “...En Las Arenas se repite hoy la romería de Santa Ana que tan concurrida y animada estuvo el martes último...,...Las Arenas es hoy el punto predilecto de reunión de cuanto la villa invicta encierra de más bello, más decidido, más granado, más jovial y de más ejecutivo...,...Es que en las Arenas se respira el fresco ambiente del mar, tan necesario para la vida en esta época en que el calor nos ahoga...,...En las Arenas se disfruta de la vista de un lindísimo paisaje; de una brisa bienhechora que abre el apetito, pudiendo satisfacerlo instantáneamente con manjares bien condimentados en el establecimiento titulado Baños de Mar Bilbainos...,...En fin, Las Arenas ofrece toda clase de distracciones para los que no tienen otra cosa en qué pensar, que en dar gusto al cuerpo y dulce embelesadora expansión al espíritu...”. Lo referido por la prensa expresaba sin necesidad de más matices la belleza de este barrio, y la suntuosidad gastronómica de la que disfrutaban en aquel balneario quienes podían permitirse no pensar en nada.


La fiebre de apertura de nuevos negocios, relacionados con los servicios a aquella actividad veraniega, veía crecer nuevos establecimientos, uno de ellos era la “Fonda de Lazurtegui”, que adapto su oferta veraniega, para calmar la canícula que durante aquellos veranos, al parecer hacía en el barrio, ofreciendo en su establecimiento artículos que ya otros expedían. El 29 de Julio de 1879 anunciaba a sus clientes: “...este establecimiento servirá en adelante, los jueves y días festivos, helados de varias clases, a 2 reales el entero y 1 real el medio...”. Pero al parecer la demanda de comidas y alimentos en la playa no se veía satisfecha, así que algún comerciante local decidió abrir ese servicio, se trataba de Francisco Fuentes, quien empezó a servir comidas y meriendas a precios, al parecer, asequibles para algunos visitantes, menos favorecidos por la diosa fortuna. Por aquellos años ya dirigía el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”, quien fuera primer concejal de Las Arenas Andrés Larrazabal.

También las actividades musicales venían a acompañar la demanda de entretenimiento, que generaba aquella ola veraniega. Dentro de ella se ofrecían conciertos y animación callejera. De aquellos conciertos de música, cabe destacar el ofrecido en el “Casino de Las Arenas”, por Arturo y Eugenio Santos, para amenizar los intermedios del baile utilizaron un instrumento entonces novedoso, que según escribieron llamaban “Cacofono”, debía de ser algún instrumento de cuerda que emitía sonidos poco agradables, !quizá de hay derivara su curiosidad!, además utilizaron en aquella actuación piano, flauta y canto. Años más tarde, en 1927, la Junta Directiva del Casino de Las Arenas, y en su nombre Pedro Lejarreta, solicitaba premiso apara celebrar un baile a las 10 de la noche, el domingo 6 de noviembre, en los locales de dicha sociedad. Ese baile estuvo animado por un sexteto.



La compañía del Tranvía, para aumentar su clientela, y de paso animar el barrio, decidió la contratación de dos bandas de música, la del “Regimiento Toledo” y la “Armónica” de Bilbao”, esta última contaba con 30 profesores. Sus actuaciones, de forma alternativa, se realizaban en la “Plazuela de Las Arenas” (Plaza del Puente), todos los jueves y domingos, eso sí, con la condición de que el tiempo acompañara, de 16,45 hasta las 21 horas. Dentro del programa que de esta última banda, ofreció en aquellos días, estaban algunas melodías, que muchos de los que peinan canas, recordarán por haberlas oído alguna vez durante su niñez: El pasodoble “El Marcial”, el vals “A escape”, la mazurca “Los Campos”, el chotis “Bilbao”, la sinfonía de los “Giraldos” (Adam), finalizaban como solía ser habitual con un bailable, en este caso una jota aragonesa.

En la siguiente entrada, ya en el año 1880, veremos algunas de las actividades, que como la anterior, amenizaban Las Arenas durante los días del estío en torno a la actividad de los baños de mar.



lunes, 9 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACIÓN DE BAÑOS -II-




Retomando “La naciente población de baños”, de la que hablaba en mi entrada del 5 de Marzo, a lo largo de los próximos días iremos viendo cómo la élite de la sociedad se asentó en nuestros arenales. Además la llegada de nuevas gentes atraídas por esa novedosa actividad, que visitaban con regularidad nuestro barrio, se asentaron en él siguiendo la estela de los ya llegados, y cómo la prensa recogía las noticias.

Durante 1886 podíamos leer noticias recogidas en los escasos medios de la época. Entre los establecimientos balnearios estaban los “Baños de Mar Bilbainos” de la familia de Máximo Aguirre (1869), el ya próximo a nacer de Felipa Bustingorri (1888), ambos en Areeta-Las Arenas. Los de Algorta, “La Perla” lo haría en 1886 y años más tarde el de “Igeretxe” (1913).

El desarrollo industrial generaba que algunos grupos sociales dispusieran de mas tiempo libre, la contaminación de los grandes núcleos urbanos, provocó que esos grupos buscasen lugares menos castigados, especializados en la oferta de servicios de tiempo libre, para las nuevas élites burguesas.


En Getxo, el barrio de Las Arenas jugará un papel importante en la nueva forma de ocio. Será a partir de la urbanización de los arenales, que comenzó en la década de los sesenta del XIX, cuando se configuraría como una estación de baños de referencia, durante las temporadas veraniegas. Su centro neurálgico fue el edificio de los Aguirre. Así, esa vida de holganza comenzó a desarrollarse en nuestros barrios.


A ello colaboró de forma activa, los nuevos tratamientos aconsejados por la medicina. Eran muchos los galenos que aconsejaban los mismos, tanto para niños como mayores. En 1850 en una publicación de Vicente de Urquiola, titulada Manual de Baños de Mar”, dicho galeno decía: “...El uso de los baños de mar generalmente harto desconocido o desestimado entre nosotros. La boga, de que hoy goza justamente, no procede del espíritu de la moda, sino del convencimiento tan íntimo como general, que hay entre los médicos, de los beneficios que con ellos reporta a humanidad. Su utilidad es incontestable y se halla demostrada por, la afluencia cada vez mayor de las gentes que vienen a las orillas del Océano Cantábrico en solicitud de alivio y curación de sus males...”.

Otro de esos terapeutas, el Dr. Gaudet (Médico Inspector de los baños de mar de Dieppe), también en 1850 señalaba sus benefactoras cualidades, y refiriéndose a los más pequeños decía: “...Que los baños de mar son mi agente terapéutico poderoso, lo prueba la generalidad con que en el día se ponen en uso contra diferentes enfermedades, entre estas el raquitismo y las escrófulas, tormento de la infancia...”.

Por otro lado en 1877, el medico catalán A. Bataller, en su “Guia del bañista o Reglas para tomar con provecho los baños de Mar” decía a cerca de ellos: “...el uso de uno de los más potentes recursos con que cuenta la higiene para influir sobre nuestro organismo, modificando ventajosamente sus órganos y funciones, a fin de conseguir su objeto, que no es otro que la conservación de la salud: este poderoso agente es el baño de mar...”. Aunque más adelante reconociera que: “...No negaré que haya quien pase una temporada en el litoral sin necesidad y sólo por pagar tributo a esta costumbre, cada día más en boga...”.

Sumando a esto el atractivo de una zona aún sin explotar, la necesidad de nuevas sensaciones y la salida de la rutina, fueron los factores que influyeron en la sociedad que podía permitírselo. Y el barrio fue poco a poco acondicionándose para servir a esos señores. Es curioso ver la estadística que años antes (1875) se realizaba sobre las expectativas de vida. Se afirmaba que había crecido de un modo notable. Los datos que la prensa ofrecía eran los siguientes:

Durante el siglo XVII, la esperanza de vida era de 23 años.
Antes de 1789 era de 29 años y nueve meses.
En 1817 era de 31 años y ocho meses.
En 1834 de 34 años.
En 1875 de 40 años.


En esa época aconsejaban proscribir los excesos, habitar climas sanos, mantener costumbres sencillas, la vida familiar, los “trabajos moderados”, y sobre todo desterrar los placeres abusivos ¿A qué se referían aquellos columnistas, que achacaban a las malas costumbres, el origen de la mayor parte de las muertes prematuras?.


Así que mientras las clases más deprimidas (la mayoría), sufría los embates del rigor de aquellos “malos hábitos”, viendo sus expectativas de vidas reducidas, los favorecidos por la diosa “fortuna”, se solazaban en los elegantes salones de los balnearios, disfrutando de sus paseos y baños, de sus bien servidas mesas, también de la gran playa de Las Arenas. Para ello la prensa Bilbaina ejercía como mesalina de aquellos vicios, que solo unos pocos podían darse.

Como curiosidad relativa a sus banquetes estaba la noticia que el 4 de Marzo de 1875 aparecía en un diario, la pesca de angulas en la cercana villa de Bilbao había sido ese día tan abundante, que llegó a venderse en la plaza del mercado a 6 reales la libra !Quien las pillara!. Por otro lado las comunicaciones mejoraban rápidamente, se anunciaba la colocación de un segundo cable subterráneo entre el amarre del submarino en Las Arenas y la estación telegráfica de Bilbao.


El transporte por carretera, a pesar de las precarias condiciones de las mismas, también mejoraba. Las comunicaciones entre Bilbao y Las Arenas se realizaban en coches tirados por caballos. El 10 de marzo se anunciaba en la prensa, que el servicio de coches tirados por caballos salía de la calle Los Fueros esquina con el Boulevard, junto a la tienda “La Bota de Oro”. Los horarios de salida eran desde las 6 de la mañana hasta las 17 de la tarde, cada hora, el precio del billete de ida era de 2 reales. Según parece algunos de los medios de transporte eran lo que se llamaba “ómnibus” (carruajes tirados por caballos con doce asientos). Durante el verano (agosto), con motivo de la temporada de baños aumentaban su frecuencia. Tenían su salida desde Bilbao hacía Las Arenas cada media hora, desde las 6 de la mañana hasta las 17 de la tarde. El precio del billete era de 3 reales. Era habitual que muchos bilbainos se trasladaran a Las Arenas y Portugalete, para disfrutar de las playas, y los múltiples atractivos que ambas poblaciones ofrecían a los vecinos de la villa de D. Diego. En algunos casos era tal la afluencia que por falta de transporte para la vuelta, se veían obligados a pernoctar en las localidades costeras.


Pero esperemos un poco y veamos alguno de los hábitos de aquella clase dominante. Ya en 1875 se anunciaba un servicio de vapores marítimos entre Bilbao y Baiona, a bordo del vapor Elvira, que estaba fondeado en Olabeaga. Se realizaban tres salidas mensuales entre ambos puertos. Por sus precios, 200 Rvn. (reales de vellón) en primeras cámaras, y 100 Rvn. en cubierta, se podía advertir que aquellos viajes no estaban al alcance de todos los pobladores de Bilbao y sus entornos. Mientras, llegaban noticias de las guerras Carlistas, y quizá como burla de algunos de aquellos contendientes, reflejaban el 6 de junio de 1875 la siguiente noticia: “...En la última exposición de burros verificada en Londres, ha ganado el premio uno de estos animales llamado Don Cárlos...”. En la prensa diaria, hablaban de que 15 vapores que realizaban la ruta entre Santander y Sokoa. Resultaba curiosa la publicidad referida a los vapores que hacían el trayecto entre Bilbao y la Habana, en la misma se decía: “...Se admiten pasajeros, a los que en todo el viaje, se les dará carne y pan frescos...”. En Agosto de aquel año, relacionado con aquella nueva moda de los baños de mar, se anunciaba: “...En la nueva fonda situada en Portugalete, en la primera manzana del Muelle Nuevo, se admiten bañistas para la temporada del mes de Septiembre...”. Aquel furor veraniego cruzaría la ría afincándose en nuestros barrios.

El 14 de marzo de 1876 aparecía publicado en la “Gaceta de Madrid” una Real Orden en la que el Director de Obras Publicas C. Toreno daba cuenta de la autorización concedida a Eduardo de Aguirre, para construir en Las Arenas (Getxo) un Balneario. Volvía a repetirse esta noticia esta vez el 9 de julio de 1878, y quien solicitaba la autorización era Narciso Goiri, para la construcción en Las Arenas de un Balneario. Un año más tarde sería Alejandro Maria Meñaca quien solicitaba un permiso similar, para construir otro balneario, esta vez en la playa de Ereaga de Algorta.

En la siguiente entrada seguiremos viendo nuevas informaciones, que nos acercaban a la vida de nuestros barrios, relacionadas con ese turismo que instaló sus haciendas en nuestro municipio.