lunes, 24 de diciembre de 2018

NAVIDAD, UNA FECHA CONTROVERTIDA



Navidad, una fecha controvertida, agradable para unos porque sus costumbres desde niño les animan a una celebración de grato recuerdo. Detestada por otros porque la falta de seres querido o amigos le hace rechazarla.

No siempre, como se suele decir, “fecha de guardar”, porque dependiendo los tiempos en los que busquemos se trabajaba hasta bien tarde. A veces porque era más importante llevar la soldada a casa que el deseado descanso, cómo sucedió en las navidades de 1893, en las que unas estibadoras: “...Ocupadas en la descarga de un vapor surto al pie de los descargaderos de la Diputación, en Sestao, tuvieron unas diferencias sobre si debían o no guardar Fiesta con motivo de ser víspera de Navidad, y terminaron todas a remojo…” Aunque cabe pensar que los que si la celebraban por todo lo alto eran los comerciantes que, a pesar del frio de la época, hacían el “agosto”.Y siempre fechas en las que los paganos venían a nuestras calles guidos por la larga vara del pavero.

Y cómo a pesar de sentimientos encontrados, en mi casa seguimos esas viejas tradiciones de juntarnos la familia y hacer algunos “pequeños excesos”, voy a dejar unos días descansar a mis páginas, hasta el 7 de enero del 2019, para dedicarlos a preparar variadas recetas gastronómicas y empezar el año nuevo con una reparadora dieta.

En estas fechas recordar a los ausentes que por uno u otro motivo no estarán junto a nosotros. Y para no ponerme sentimental desearos a todos unas felices fiestas y mejor año nuevo.

!Zorionak eta Urte Berri On!

ONDO PASA

jueves, 20 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -72-



En la anterior entrada veíamos cómo el barrio de Algorta estaba creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de propiedades se hacía sentir en la vida municipal. Además de los conflictos que causaba en algunas familias el hecho de que los mozos en edad de servicio militar no se presentaran a la talla.

Y mientras la vida municipal continuaba con sus rutinas, a primeros de julio de 1887, se veía una orden del gobierno Civil confirmando la denegación realizada por el consistorio de Getxo, por la que se prohibía la extracción de piedra en la playa de Areatxu (Arrigunaga): “...Pues tratándose de aprovechamientos de piedra o arenas en terrenos contiguos al mar, no es el Ayuntamiento al que le corresponde dar o negar permisos, si no al Gobierno con arreglo a la Ley de Puertos del 7 de mayo de 1880…” Uno de los solicitantes, D. Miguel Uría, decía al respecto: “...Que no perjudica ni a la playa ni a la pesca la piedra que trato de extraer en el punto de Ereaga y Arrigunaga, donde baña el mar y solo en las bajamares, para utilizarla en la fabrica de cementos que poseo…” El Ayuntamiento apoya aquella pretensión: “...No encontramos ningún inconveniente para que se le conceda la autorización, toda vez que en los puntos que designa para la extracción de piedra, dicha actividad es favorable para las playas , que verían su fondo más igualado...”

El 16 de julio de 1887 se celebraban en la Escuela de Francés y Comercio de Algorta los exámenes generales anuales, las notas del alumnado era enviada al Ayuntamiento de Getxo por el profesor D. Melchor Munarriz.


La actividad en el Puerto Viejo también se hacía sentir, se estaba construyendo una escuela de párvulos, y el vecino del barrio D. León Landeta, solicitaba permiso para amasar cales en la calles, cercanas de Mugaburu y Arechondo.

Incluso el nomenclátor callejero iba a ver añadir una nueva vía, esta en Las Arenas. La solicitud venía de la mano de los hijos del finado D. Máximo Aguirre, autor de la urbanización de los solares del punto llamado “Lamiaco”. Acordaba el Ayuntamiento de Getxo el 7 de julio de 1887: “...Que a la vía o calle que desde el muelle y cerca de la casa del Sr. Barandica se dirige a la Ermita de Santa Ana, en Lamiaco-Arenas, se le ponga el nombre de “Avenida de Máximo Aguirre”...” El segundo teniente de Alcalde, D. José María Azpiri, que era de Las Arenas, fue comisionado para colocar una tablilla al comienzo de dicha calle. Dicho barrio veía cómo la afluencia de veraneantes llenaba las plazas y calles, por lo que uno de sus insignes habitantes D. Ándes Larrazabal, solicitaba en nombre de los convecinos y propietarios del barrio: “...Que esa corporación municipal se sirva a contribuir con alguna cantidad para establecer una banda de música durante el verano para que sirva de aliciente para atraer la concurrencia de gente...” El consistorio, que ya tenía asignadas las partidas de dinero a otros menesteres, asignaba para tal fin la cantidad de 250 pesetas.

Por otro lado, la caza de las consideradas en la época como alimañas, los zorrillos, era premiada por el Ayuntamiento con 2 pesetas. Esa fue la gratificación con la que fue compensado el vecino de Algorta D. Isidro Mota.

Los sínodos diocesanos, desde que se produjera el primer concilio de Jerusalén, al rededor del año 50 d.c., vinieron marcando el gobierno de los fieles, en los que, entre otras cosas, se detallaba la organización de las parroquias, sus archivos, mayordomías y el funcionamiento de las cofradías y hospitales. Estábamos a 14 de julio de 1887, y a pesar de que la actividad sinodal en ese siglo fue inexistente, la iglesia seguía demandando se cumplieran los tratados. Fue entonces cuando el cura párroco de San Nicolás de Bari de Algorta recordaba al Consistorio que: “...Con arreglo al Sinodal Diocesano debe nombrarse por el Ayuntamiento uno de los vocales de los que ha de componerse la Junta de Fábrica...” Atendiendo a su solicitud el consistorio de Getxo, nombraba a D. Santiago Diliz. La influencia de la iglesia de Getxo, tanto entre los fieles cómo entre los mandatarios del Pueblo, llegaba hasta los actos festivos. Y el mismo eclesiástico recordaba a nuestros ediles que ya que estaban próximas las fiestas del pueblo: “...Las funciones religiosas del día 11 de agosto y la del sermón que con motivo de la festividad de Santa Ana el día 26 se dará en Las Arenas...”


Y llegado el momento de los festejos, la comisión municipal sancionaba el programa festivo del año 1887. Que comenzaban el 26 de julio día de Santa Ana, a las 10 de la mañana, se iba a celebrar una solemne función religiosa en la capilla de la Santa; a las cuatro de la tarde comenzaría la romería en la campa contigua a dicha capilla, la misma sería amenizada por la banda de música y los tamborileros; a las diez de la noche se quemarían unos vistosos fuegos artificiales que darían paso a la romería en la plazuela de Las Arenas; como todos los años el fin de semana del San Ignacio se realizaría la repetición de la fiesta. Los fuegos de artificio de la Viuda e Hijo de Hernández causaron buenas sensaciones en los vecinos, pero al decir del consistorio se quedaron cortos ya que de las 8 ruedas contratadas, tan solo 3 fueron disparadas. En esas fiestas el pueblo se llenó de forasteros llegados de la villa de D. Diego, además de otros no tan deseados que se afanaron en obtener relojes y carteras ajenas.

El Puerto Viejo era uno de los lugares demandados por algunos ilustres auditores de la moralidad pública, en agosto de 1877 lo visitaba el del Tribunal de la Rota D. Francisco Sánchez Juárez; de el decían era un elocuente orador sagrado, cuya mermada salud le hacía acudir a nuestro Pueblo en busca de los aires marinos para reponerla.

En aquellos días hacían furor los baños calientes, pero también los fríos; la “Guipuzcoana” era uno de los establecimientos, que con sus casetas de baño, situadas frente al establecimiento de “Baños de Mar Bilbaínos” de la familia Aguirre, ofrecía casetas de baño de nueva construcción; dentro de su oferta incluían la de unos bonos en combinación con el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas, de 9 viajes y baños, por tan solo 30 reales. Otro de los propietarios de casetas de baño era D. José María Baez, cuyas casetas estaban situadas en la esquina de Ereaga, junto al camino del Puerto.


En julio de 1887 había llegado el momento de la inauguración del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas. Por es motivo el Ayuntamiento de Getxo decidía: “...Con motivo de la inauguración del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas, para que algunos coches y carruajes puedan pasar por el camino que se halla frente al establecimiento de los Sres. Aguirre hacia la ermita de Santa Ana, se retire el rótulo de prohibido circular situado frente a dicho establecimiento balneario...” La inauguración se produjo el día 1 de julio de 1887. De este acto escribiré en una próxima entrada. Y puestos a inauguraciones el Ayuntamiento de Getxo acordaba asistir a la de la nueva iglesia de Las Arenas, el 16 de julio de ese año. A las diez de la mañana se verificaba la bendición de la nueva Iglesia de las Arenas bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes; al día siguiente, domingo, se celebraba la primera misa a las 6 de la mañana y la segunda a las 9, estando a cargo de las dos el Sr. Cura párroco de Algorta.

En la próxima despediré el año, y con la entrada en el nuevo, el día 7 de enero, volveré con la inauguración del ferrocarril de Bilbao a Las Arenas en 1887.

lunes, 17 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -71-



En la anterior entrada veíamos algunos aconteceres de la traída de aguas, los conflictos y la descripción de las obras.

El barrio de Algorta estaba creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de propiedades se hacía sentir en la vida municipal. En Alango era D. Juan Luis Uriarte, uno de los solicitantes de permiso para construir una nueva casa y D. Juan Bautista Urresti quien solicitaba se completaran los terrenos, que según el plano de Algorta, tenían menos superficie de la que señalaba su propiedad.

El 16 de junio de 1887 se inscribían nuevas edificaciones, una en el Puerto Viejo de Algorta “Jacobena”, que era inscrita en el registro por D. José Julian de Mandaluniz; y la otra en Santa Maria de Getxo “Bescoeche”, que era inscrita por D. Domingo de Arancibia y D. Juan de Arrieta (1).
(1) Los nombres de estas caserías los escribo tal y como fueron consignados en el libro de actas.

Y por fin la plaza de tamborilero y encargado del alumbrado público de Las Arenas se iba a cubrir. Para ella se presentaron dos vecinos, uno de Bilbao y otro de Abando, D. Vicente Azpeitia y D. Eusebio Uriona. Siendo elegido para el cargo D. Eusebio Uriona y Barrenechea a quien se le fijó como asignación anual la cantidad de 912 pesetas.

A mediados de junio de 1887, el 23 de ese mes, volvían a la palestra los mozos del pueblo declarados prófugos. A algunos de ellos incluso viviendo en la lejana República de Chile, como era el caso de los jóvenes Mariano Zubiaga Bilbao, Juan Bautista Encera Artolozaga, Anselmo Uria Uria, Cándido Rodríguez Larrabeiti, José María Dios Eguia, José Antonio Ondiz Inchaurraga y Nicolas Eiguren Osticoechea; a otros residentes en la República de Argentina (Buenos Aires) Vicente Acha Domenchín y José Domingo Larrazabal Bilbao, se les reclamaba, aunque parece que había más interés por el abono de los estipendios para librarse del servicio militar: “...sin que ni ellos ni sus padres hayan puesto la consignación de 2.000 pesetas que previene el Art. 33…, considerándolos culpables y condenándolos al pago de de los gastos que ocasione su busca, captura y conducción ante la Excelentísima Comisión Provincial... ” En todos estos casos los padres o madres quedaban exonerados del pago de responsabilidades penales.

Las averías en las fuentes monumentales (Efigie Egipcia) del Mercado de Algorta, San Ignacio y Las Arenas eran frecuentes, por lo que se decidió encargar la realización de un plano con los modelos de las llaves a D. Pascual Urresti, a fin de conseguir que las averías fueran prontamente reparadas, aunque el ejecutor de las reparacioes fuera D. Felipe Charroalde. Uno de los suministradores de faroles para la iluminación de las calles fue D. Bautista Carrandi. Y el suministro de carbón mineral para las estufas de las oficinas municipales le correspondió a D. Juan Bautista Elortegui; D. José Larrazabal era el encargado del encendido y apagado del alumbrado público de Las Arenas.


En esas mismas fechas el rematante de vinos, chacolíes, aguardientes y otros alcoholes, así como de abacería y degüello de cerdos era D. Benigno Zarranz, actuando como fiadores D. Francisco Elorriaga y D. Lucio Frías; y el rematante de carnes frescas era D. Juan José Bilbao, todos ellos vecinos del municipio.

A finales de junio de 1887 se estaba gestionando la posibilidad de establecer una estación telegráfica en nuestro municipio. Por otro lado la mendicidad seguía preocupando a nuestras autoridades provinciales y locales, se recibía en las oficinas municipales una circular de la Diputación de Vizcaya, de fecha 25 del ese mismo mes, referente al contingente provincial y de beneficencia municipal. En la prensa local aparecía lo siguiente: “...Es de todo punto injustificable lo que con la mendicidad está pasando en Vizcaya y sobre todo en las inmediaciones de Bilbao. Tal es la muchedumbre de mendigos forasteros que pululan en las romerías, por las avenidas, atajando a los transeuntes, echándose encima de las viandas de las familas que meriendan en el campo, que parecían haber caído sobre Vizcaya los mendigos de toda la España septentrional. Al ver esa muchedumbre de mendigos rebosando miseria, atrevimiento y descompostura con sus gritos, los forasteros no pueden menos que formarse un malísimo concepto de nuestras costumbres y de nuestra administración local...” Y era ahí donde les dolía, pues pensaban que podían creer que: “...Vizcaya toda carece de la organización de beneficencia...” Seguían diciendo que: “...El gran lunar, la gran vergüenza, es el espectáculo de la mendicidad. Aquí son rarísimos los naturales del país que la ejercen, porque el necesitado encuentra amparo bastante para abastecerse de ella en sus parientes, y hasta se abstiene de ejercerla considerándola vergonzosa...” Parece que en esa época lo que molestaba a algunos sectores de la población, no era la pobreza en si, si no el espectáculo público de que la misma existiera.

Pero en el Pueblo nuevas obras empezaban a perfilarse. Una de ellas se estaba proyectando. Su artífice era D. Laureano G. Santa María, autor de la traída de aguas potables desde Berango. Se trataba del nuevo paseo desde la playa de Ereaga al Puerto.


El 1 de julio de 1887 se escribía la última acta de la anterior corporación municipal, en la misma se iba a cambiar a parte de sus componentes que habían sido elegidos para reemplazar a los actuales, en los anteriores comicios de mayo. En aquella sesión causaban baja los ediles D. Andrés Larrazabal, D. Manuel Valle y D. Damaso Ibarra. Iniciado el pleno resultaba elegido Alcalde D. Pedro Amezaga, quien pasó a ocupar la presidencia recibiendo el bastón de mando. A la vez se nombraron dos Tenientes de Alcalde, D. Pedro Bonifacio Sarria y D. José María Aizpiri. Seguido se nombró al Sindico Municipal, responsable de sostener la defensa del Ayuntamiento en futuros pleitos y de revisar y censurar las cuentas y presupuestos municipales, cargo que recayó en D. Irineo Ramón Diliz.

Al de unos días de la celebración de aquel pleno, el día 7 de julio, se nombraban las comisiones y a sus componentes. Las cuales fueron formadas de la siguiente manera:

COMISIÓN DE HACIENDA
D. Juan Antonio de Aldecoa y D. León Beitia.

OBRAS PÚBLICAS, CAMINOS Y CALLES

D. Pedro Bonifacio Sarria, D. Irineo Ramón Diliz y D. Eladio Sustacha.

FOMENTO, DESLINDES, POLICÍA URBANA Y RURAL, CUIDADO DE MATADERO Y ALHÓNDIGA

D. Pedro Bonifacio Sarria, D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso Arrola.


RECONOCIMIENTO DE PAN ELABORADO, LECHES, PESAS Y MEDIDAS DE LOS ESTABLECIMIENTO PÚBLICOS

Para el mes de julio D. Pedro Bonifacio Sarria y D. Irineo Ramón Diliz.

Para el mes de agosto D. Juan Antonio de Aldecoa y D. Eladio Sustacha.

Para el mes de septiembre D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso Arrola.

A partir de ese mes volvían a rotar, empezando por los primeros nombrados. Turnándose dos concejales cada mes. Para resolver los asuntos de Las Arenas y las comisiones que en dicho barrio se pudieran conformar se nombró al residente en dicho barrio, D. José María Azpiri.

Para preparar las fiestas tanto profanas como religiosas se nombraba a los señores D. Pedro Bonifacio Sarria, D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso Arrola.

En la próxima entrada veremos cómo se negaba la autorización para la extracción de piedra y arenas en la playa de Areatxu (Arrigunaga).


jueves, 13 de diciembre de 2018

LAS INUNDACIONES EN LA VEGA DE SANTA EUGENIA



Los seres humanos nos empeñamos, con las tecnologías de cada época, en modificar la naturaleza y ésta nos pasa su peaje al reclamar terca sus espacios por los que han transcurrido las rieras y los cauces pluviales.

A lo largo de los años, han sido muchas las reflexiones que sobre las inundaciones, en el barrio de Romo, se han realizado. Barrio por otro lado denominado a lo largo de su vida por varios nombres, Grezalzu, Las Arenas, Romo, pero quizá el más generalizado en la prensa bilbaína, desde 1850 sea el de “Vega de Santa Eugenia”.

La Vega de Santa Eugenia, como su propio nombre indica, era una zona, que a lo largo de su existencia fue anegada por las mareas y lluvias en la que se concentraba el exceso de aguas provenientes de los montes de “Gasteluz” (Leioa). Referencias a las inundaciones en el barrio, aparecen recogidas ya desde 1922 en el Diario Bilbaíno. Una de las inundaciones más graves fue la de 1933, en la que las aguas llegaron a alcanzar 2,5 metros de altura en las escuelas de Santa Eugenia. Situación que se volverían a repetir en 1977 y 1983, en las que todo el barrio quedo bajo un manto de agua al igual que la de 1933.

A raíz de las inundaciones de 1933, el Ayuntamiento de Getxo iniciaba las gestiones para poder realizar las obras que evitaran la repetición de aquellos desbordamientos. Para abril de 1936 ya tenía estudiadas dos soluciones del aliviadero del río Gobela, una de las cuales, la que consideraron más eficaz, se iba a llevar a la práctica dentro de aquel año.

El consistorio consideraba que las dos zonas que mayores perjuicios sufrían con las inundaciones eran las de Lexarreta y Romo, que estaban habitadas en su totalidad por gentes de condición modesta, obreros en su mayoría.

En la inundación del año 1933 el Ayuntamiento atendió con la mayor diligencia al alojamiento de los vecinos de la barriada obrera de Romo, a su alimentación y a socorrer a todos aquellos vecinos, que sufrieron daños en el mobiliario de sus viviendas. Viendo que la inundación del barrio de Romo se produjo por el desbordamiento del Gobela por su margen Izquierda, efectuó Inmediatamente las obras de recrecimiento del malecón de ese lado, desde la calle de la Caja de Ahorros Vizcaína hasta la de los Puentes.

En marzo de 1936, durante los días previos al 2 y 3 del dicho mes, se produjeron fuertes lluvias en Bizkaia que derivaron en inundaciones en varias poblaciones, entre ellas Somorrostro, Galdames, Erandio, Baracaldo, Leioa y Getxo. La crecida del Gobela del día 3 de marzo causaron grandes daños en fincas y caseríos: “...«Las inundaciones en las vegas que riega el rio Gobelas han crecido extraordinariamente…, el río venía sobrado en su cauce por Berango, Neguri, Las Arenas y Lejona»…” La causa principal de la crecida fue provocada por la fuerte lluvia que durante trece horas consecutivas cayó intensamente. Desde las cinco de la tarde del lunes hasta las seis de la mañana del martes. Según decían los habitantes de Getxo: “...« Los aldeanos de Sopelana y Berango han limpiado el cauce del río, causa principal de las inundaciones, con lo que han conseguido no sólo que el agua no se desborde o lo haga en menor grado en sus términos municipales, sino también que se precipite más rápidamente hacia su desembocadura»...”


En Fadura las aguas anegaron todas las vegas; en Neguri las aguas cubrían las tierras de labor y las vegas bajas, alcanzando un metro. En Jolaseta la inundación alcanzó por entero al campo de fútbol, al golf de Neguri y al de tenis de Jolaseta, así como la parte destinada al tiro de pichón.

Ya de madrugada, a las tres y media: “...«El sereno del barrio de Errecagane, avisaba a los inquilinos del caserío, propiedad de José Manuel Gutiérrez, del peligro que corrían, dada la impetuosidad de la corriente del Gobela»...” El lavadero del río Gobela, en el término de Santa Ana, aparecía casi cubierto por las aguas. Incluso el ferrocarril de Las Arenas a Bilbao se vio afectado, teniendo la compañía que limpiar las vías para que pudiera seguir funcionando.

A decir de la prensa y de las imágenes que llenaban la primera plana y a pesar del trabajo realizado por el consistorio en diversos puntos de Las Arenas, Santa Eugenia y otros, fue preciso desalojar numerosas viviendas, por la altura del agua, que en algunos lugares llegó a ser casi la misma que en las memorables inundaciones de hacía tres años.

Gran número de chalets de Neguri y Las Arenas vieron sus sótanos inundados, teniendo que acudir los bomberos a desaguarlos. Los campos de tenis y de golf se convirtieron en lagunas, y en varios caseríos estuvieron los vecinos en grave peligro de perecer. Las cosechas de todas las huertas de la parte baja del término municipal se perdieron totalmente y algunos vecinos perdieron enseres, mobiliario y aves de corral.

La fuerte corriente del río Gobela destrozó varios puentes de madera y pasarelas, produciendo daños en las fábricas situadas en sus cercanías. Por la tarde empezó a descender el nivel de las aguas, dando la sensación de que el peligro había desaparecido. A pesar de ello se temía que, si seguía lloviendo con intensidad, subiera nuevamente la marea, provocando mayores inundaciones que podían aumentar los daños ya ocasionados.

En el pueblo se comentaba con amargura el hecho: “...De qué poco han servido, tras la triste experiencia de lo ocurrido en 1933, los avisos de la naturaleza, a pesar de lo cual siguen sin realizarse las obras de encauzamiento del río Gobela...” Obras que, a juicio de los técnicos, evitarían estas inundaciones. Para la tarde del día 4 las aguas habían bajado su cauce y la población respiró aliviada.

Pocos días después, el 4 de abril, el Ayuntamiento daba su versión en una nota de prensa que publicaba el diario “El Noticiero Bilbaíno”: “...«Durante la crecida se pudo comprobar la eficacia de aquel recrecimiento efectuado para librar de inundaciones el barrio de Romo; pues las aguas no desbordaron por aquel lugar. No obstante, como las aguas coronaron los malecones del cauce, en las proximidades de los campos de golf, y por allí podían llegar hasta la barriada de Romo, el Ayuntamiento desplazó a aquel lugar todos sus obreros municipales y bomberos, y otra cuadrilla de obreros eventuales, con objeto de cerrar el paso a las aguas, mediante la formación de otros malecones en la Vega de Santa Eugenia. Gracias a todos estos trabajos, el citado barrio no sufrió ningún daño, en aquella ocasión.

Después continuó recreciendo el malecón de la margen izquierda, hasta la carretera de Asua a la Avanzada, en forma que ya resulta difícil el desbordamiento del río hacia la Vega de Santa Eugenia y las calles del barrio de Romo. Por la margen derecha del río, sólo se había construido un pequeño murete, a manera de pretil, en la curva que formaba el río a la salida de la vía del ferrocarril; con lo que consiguieron que el río, que allí llevaba una mayor velocidad, no rebase la altura del cauce»...”


Como decía al principio le seguirían otras inundaciones, nuevas soluciones se fueron vislumbrando, y en las últimas crecidas parece que las aguas no han provocado desastres como los de 1933, 1977, 1983 o las del 2009. Pero como se suele decir el río busca su cauce, también para aliviarse. Las antiguas zonas de embalse han desaparecido, esperemos que no se vuelvan a repetir otras como aquellas. Y que el aliviadero Valdés y la ampliación de áreas de embalsamamiento deje dormir tranquilos a los vecinos, que hoy ocupan aquellos marjales y terrenos inundables que antaño recogían las aguas del Gobela y sus montes.

lunes, 10 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -70-



En la anterior entrada veíamos cómo se encargaba a los Alcaldes la remisión de las propuestas para la renovación de las juntas municipales de sanidad.

Tras las reclamaciones de documentación solicitadas por el Gobierno Civil de la Provincia, el 22 de mayo de 1887, en la que pedía se le enviaran los documentos acreditativos de los convenios celebrados con los propietarios de los molinos de Berango, que recibían mermas en su caudal por las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas, el Ayuntamiento de Getxo señalaba haber tenido lugar: “...El 29 de mayo por la tarde la bendición de las aguas del depósito de Santiena en Alango. Habiendo celebrado la ceremonia con la asistencia de la Corporación Municipal, el cura párroco y coadjutores de San Nicolás de Bari, autoridades locales y el arquitecto de la obra D. Laureano Gómez Santa María y una inmensa concurrencia de personas de ambos sexos, así como otros venidos de los pueblos más cercanos. Acordando el Ayuntamiento que una vez realizados los pequeños pagos ocasionados por la citada ceremonia, se de una limosna a los pobres de la localidad...”

A principios de junio de 1887 las noches de Getxo eran lóbregas, ya que era habitual ver las calles y algunas plazas iluminadas con velas que yacían dentro de negros faroles, entre ellas la fachada de la Casa Consistorial de San Nicolás y la plaza de San Ignacio, a las que se daba luz mediante velas de espelma, que eran suministradas por D. Higinio Cereceda. Aquella iluminación hacía que las sombras que se reflejaban en las paredes de las casas circundantes parecieran pequeños fantasmas que acechaban a los vecinos para atraparles. Estas plazas eran iluminadas, sobre todo, los días de fiestas, que según el consistorio: “...Debían de estar bien iluminadas durante los bailes de la noche...” Por aquello de la moralidad pública. Otro de los elementos urbanos a los que se daba luz mediante faroles eran las fuentes del barrio, sobre todo en las zonas más pobladas, ya que la vecindad todavía se surtía del líquido elemento en las mismas.


Y se seguía recordándose en la prensa bilbaína de las ventajas de la traída de aguas a Las Arenas y Algorta y las características de las mismas. Escribían en el diario “El Nociero Bilbaíno” del 18 de junio de 1887, dando bastante coba a nuestro consistorio y Pueblo, con una exhaustiva descripción de las obras: “…Faltaba a la populosa o indeciblemente bella, sana y limpia Algorta, y a su hermana la no menos deliciosa barriada de Las Arenas, un gran elemento de regalo y salud, sin el cual no puede haber pueblo bueno. Esto elemento era el agua potable abundante y buena, de que casi en absoluto carecían ambas barriadas marítimas de la anteiglesia. El 29 de junio de 1883 encomendó el ayuntamiento de Guecho al ingeniero D. Laureano Gómez Santa María el estudio del abastecimiento de agua potable del barrio de Algorta, el proyecto quedó ultimado el 22 se diciembre del mismo año.

En él se fijó el aprovechamiento de los manantiales de Basarte, Achabale y Jauncoerreca, que nacen en la vertiente oriental de la cordillera que separa las jurisdicciones de Berango y Sopelana. Estos manantiales poseen abundantes y excelentes aguas, brotan a gran altura sobre los más elevados puntos de Algorta, y su caudal de más de 200.000 litros diarios, puede duplicarse agregando con suma facilidad y cortos gastos los manantiales de Acharbide, Seierri y Sustacha que nacen en la proximidad, de manera que resulta asegurado el abastecimiento de Algorta y Las Arenas aun cuando su población se duplicase.

El costo de las obras se presupuso en 166.389 pesetas. Aprobado el proyecto y declarada de utilidad pública la ocupación de las aguas se sacaron a subasta las obras a principios de marzo de 1886, obteniéndose una baja de 37.674 pesetas, que el ayuntamiento tuvo el buen criterio de utilizar en beneficio de las mismas, a cuyo efecto mandó al señor ingeniero que ampliase el proyecto prolongando las cañerías hasta Las Arenas, construyendo dos lavaderes, una larga y profunda alcantarilla, desde la escuela (de fundación piadosa) de niñas pobres, hasta enlazar con la que existe en la calle de Arechondo hasta el Puerto, otra desde el Casino Algorteño hasta la Alhóndiga, un urinario decente en la plazuela de Las Arenas, y tres fuentes más, algo decoradas, para colocar en las tres plazas de la Constitución, San Ignacio y Las Arenas...” Este último dato permite situar la fecha de instalación de las esfinges, que hoy adornan la plaza de María Cristina, y que entonces eran fuentes.


Seguían describiendo las obras de traída de agua potables: “...A pesar de estos considerables aumentos de obra, y gracias al cuidado y economías introducidas durante su ejecución, el importe de las liquidaciones no ha ascendido más que a 149.713 pesetas, a las cuales hay que agregar aproximadamente 29.829 pesetas por concepto de expropiación de los molinos, dos interdictos ante el juez de primera instancia, interpuestos por dos propietarios de los antedichos molinos, expropiación de agua, terrenos y servicio del viaducto y dirección, peritos y gastos generales. Resultando que el costo total y general de tan importantes mejoras ha sido de 149.572 pesetas. Las obras se ejecutaron en menos de un año.

Se iniciaron las obras con la toma de aguas do Jauncoerreca, dispuesta de modo que el agua se pasa a un pequeño depósito, desde el que nace completamente clara. Tanto esta toma como las de los otros manantiales, están dispuestas de manera que pueda aislarse cualquiera de ellos y aprovechar los restantes.

Todos los manantiales están reunidos por una cañería de barro de 200 m.m. de diámetro y 955 metros de longitud. Desde el más próximo al pueblo, el de Basarte, arranca la cañería de hierro de 155 m.m. diámetro y 3.800 mts. de longitud, que termina en el depósito situado cerca de las canteras y fuerte de Algorta, cercano a la carretera de Alangos, cuya carretera, con las mejoras que se están llevando a cabo, pasará a la categoría de calle del Depósito.

Esta cañería forma un largo sifón cuya carga, en el punto más bajo, es de 91 metros, y sobre la solera del depósito, de 38 metros; tiene varias llaves de paso pava fraccionarla en caso de rotura de algún tubo, y una de entrada al depósito.

El depósito es un rectángulo de 28 metros de largo por 21 metros de ancho, cubierto de bóvedas, sobre las cuales se ha formado un lindo jardín, rodeado por una sencilla y sólida barandilla. En uno de sus costados se eleva un elegante edificio que, además de servir para habitación del guarda, contiene la bajada al depósito, almacén y aparatos de maniobra; en la fachada principal que da al jardín tiene una lápida de mármol blanco, con letras de bronce, que indica: Siendo Alcalde D. J.A. Aldecoa, Ingeniero Constructor D. L.G. Santa María; se construyó este acueducto en 1886.

La capacidad del depósito es de 1.050 metros cúbicos, o sea el agua que los manantiales producen en siete días, y suficiente, en caso de necesidad, para abastecer a la población durante quince días por lo menos. El servicio de lagera se hace por medio do 13 fuentes y numerosas bocas de riego. Los lavaderos, situados uno de ellos en la plazuela de Alangos, y el otro en el alto de San Martín, son cubiertos, pero perfectamente dispuestos para su ventilación y luz, la cual penetra por numerosas persianas de cristal y por los luceros del tejado. Cada uno de ellos tiene doce espaciosas pilas para el jabonado, una piscina para el aclarado y una habitación aislada para desinfección y fumigación de ropas en casos de epidemia. Las aguas que consumen estos dos lavaderos se aprovechan para la limpieza del alcantarillado desde la escuela de fundación hasta el Puerto, y desde Alangos hasta Ereaga con un trayecto que casi recorre todo el barrio de extremo a extremo...”

El 11 de junio de 1887 se recibían en el Ayuntamiento las actas de recepción de las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas, firmadas por D. Laureano G. Santa María.


Y en vista de que las fiestas ya estaban llamando a la puerta, el consistorio de Getxo encargaba la limpieza de los instrumentos de la Banda Municipal. Eran dieciocho instrumentos que a decir del consistorio se hallaban: “...En mediano estado de conservación y pertenecen al municipio…” Se encargó el arreglo de los mismos a D. Alberto Orio, y supuso un desembolso municipal de 600 pesetas.

En la próxima entrada veremos cómo el barrio de Algorta estaba creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de propiedades se hacía sentir entre la población.

jueves, 6 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -69-



En la anterior entrada veíamos cómo la presencia de nuestros pequeños era requerida por el párroco de San Nicolás para celebrar algunas tradiciones religiosas. Y cómo las reclamaciones de los molinos, con motivo de la traída de aguas a Getxo, seguían sin estar resueltas.

El día 3 de mayo de 1887, el Gobernador Civil insertaba en el Boletín Oficial de la Provincia el siguiente suelto: “...Se encarga a los Alcaldes la remisión de las propuestas para la renovación de las juntas municipales de sanidad…” En el pleno del Ayuntamiento de Getxo, el Secretario daba información a los ediles de dicho asunto: “...Se ha recibido una circular que ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Provincia por el Gobernador Civil para la propuesta de renovación de la Junta Municipal de Sanidad, para el bienio que dará comienzo el día 1 de julio próximo...” En cumplimiento de dicha orden el consistorio proponía: “...El Ayuntamiento de Getxo propone a los siguientes médicos cirujanos D. Manuel Hormaeche y D. Antonio Barroso, como farmacéutico a D. Miguel García Salazar, como veterinario a D. Juan Cruz Mezo, y a los vecinos D. Sabino Laca, D. Genaro Vidaurrazaga y a D. Santiago Lecumberri...” También proponía una terna de vecinos padres de familia en la que estaba :

...En la 1ª: D. Santiago Diliz, D. Juan José Unzaga y D. Feliciano Ansoleaga.

En la 2ª D. Asensio Inchaurtieta, D. Juan Cruz Segura y D. Manuel Inchaurtieta.

Y en la 3ª D. Juan Bautista Zubiaguirre, D. Martín Berreteaga y D. Juan Luis Uriarte...”

Las elecciones municipales se celebraron los días 2, 3 y 4 de mayo de 1887. En esas fechas Getxo contaba un total de 3.649 habitantes (2.009 mujeres y 1.640 hombres); del número de cédulas recogidas que eran 837, se podía deducir que una parte importante del vecindario no sabía leer (1.066 mujeres y 742 hombres); y que los nacidos en el municipio eran casi el 89% de los habitantes (1.830 mujeres y 1.396 hombres); la población de derecho alcanzaba a 3.686 habitantes (2.005 mujeres y 1.682 hombres) (1).
(1) Datos del Instituto Nacional de Estadística.

El Ayuntamiento de Getxo había previsto reunirse el día 8 de mayo de 1887 en la Casa Consistorial para realizar el escrutinio general de votos. Pero aún iba a tardar en componerse el nuevo Ayuntamiento, no lo haría hasta el mes de julio de ese año.


Y a pesar que de la reunión celebrada en casa del arquitecto D. Casto Zavala, en Bilbao, el día 9 de febrero de 1887, pareciera derivarse que por fin se había llegado a un acuerdo con los propietarios de los molinos, a quienes se redujo el caudal de sus aceñas. El tema seguía coleando, ya que el 12 de mayo de ese mismo año, se daba cuenta de un nuevo convenio: “...Concertado en Bilbao el día 9 del actual entre la Comisión nombrada por este Ayuntamiento y D. Dionisio Zubiaga propietario de los molinos Goicoerrota y Lanzacone, Dña. Luisa Oleagaga propietaria del denominado Errotachu y D. Vicente Martínez representante de la propietaria del molino Itza, todos situados en Berango, con motivo de las aguas que se toman y van a dichos molinos de los manantiales de Basarte, Achavale y Jaunco-erreca para el abastecimiento de aguas de los barrios de Algorta y Las Arenas de esta Anteiglesia. Por ello acuerda este Ayuntamiento, se haga conforme en un todo a las bases establecidas en dicho convenio la conducente escritura con los interesados. Para lo cual representando a este municipio, en la forma competente y sin restricción alguna, quedan nombrados los siguientes señores, el Alcalde y Presidente D. Juan Antonio Aldecoa y el Regidor Sindico D. Pedro Amezaga; quedando también autorizados para disponer que a los referidos tres interesados se haga pago en el acto de la escritura de las cantidades concertadas, de 5.500, 3.000 y 3.250 pesetas respectivamente...”

Al parecer fue habitual que en la Vega de Santa Eugenia, debido a lo inestabilidad del terreno arenoso para ejecutar cimentaciones de viviendas, en algunos casos, se autorizaba la venta por parte del Ayuntamiento de alguna franja de propiedad comunal, cuyas características físicas eran mejores para realizar dichas cimentaciones. Tal fue el caso de algunos vecinos de Erandio, propietarios de terrenos en la vega, que el 3o de abril de 1887, solicitaron al Ayuntamiento de Getxo: “...Que en terrenos de nuestra propiedad en la Vega de Santa Eugenia, a la parte Norte del puente de Cresalchu, hemos proyectado construir una casa, pero hemos encontrado la dificultad que el terreno sobre el que pensábamos realizar la cimentación es bastante flojo. Solicitamos se nos conceda un terreno comunal arenoso al costado del nuestro, de unas cuatro peonadas, de a cien estados, pagando su precio en venta, como se ha concedido a otros...” Los solicitantes de aquella transferencia fueron D. Julián de Bilbao y Aguirre y D. Ceferino Lopategui y Arrigoitia...”


El 18 de mayo de 1887 surgía un viejo contencioso entre el Ayuntamiento y el Gobierno Civil. Se trataba de la carretera de Las Arenas a Algorta, proyecto que había sido aprobado por una Real Orden del 4 de julio de 1863. El Gobernador de la Provincia enviaba un oficio al Ayuntamiento de Getxo el 12 de mayo, en el decía: “...Que por Real Orden Sentencia del Consejo de Estado, inserto en la Gaceta del 26 de febrero del año último, se declaró firme la Real Orden del 4 de agosto de 1880 que confirmó las providencias de aquel Gobierno de 6 y 20 de noviembre de 1879 referentes a que se obligue a esa corporación las obras de construcción del camino que conduce desde el barrio de Las Arenas a Algorta, con arreglo al proyecto aprobado por R.O. del 4 de julio de 1863...” Y exhortaba al consistorio de Getxo a que en el plazo más breve de tiempo realizara dichas obras. El Ayuntamiento contestaba mostrando su rechazo a realizar dichas obras porque ejecutándolas tal y como dictaba la R.O. provocarían grandes prejuicios e injustificados a este municipio: “...Teniendo en cuenta que en uno de los considerandos de la sentencia del Consejo de Estado se manifiesta, “que las modificaciones propuestas por el Señor Ingeniero Jefe del Distrito de Vizcaya, en su informe del 12 de febrero de 1885, no pueden ser objeto de resolución alguna en vía contenciosa, lo cual no obsta para que en su día se tengan en cuenta y puedan servir de base a conciertos y determinaciones administrativas”; y teniendo presentes los grandes prejuicios que injustificadamente se originarían a este municipio con el cumplimiento de la R.O., ya expresada el 4 de agosto de 1880, porque el estado vendió inadvertidamente un trozo de terreno en cuya superficie se hallaba comprendida una parte de la destinada a la carretera aprobada, por al R.O. del 6 de julio de 1863...” Y continuaban explicando que: “...En este terreno construyó una casa D. Lucio Frías, cuya expropiación sería precisa y resultaría muy costosa, así como otras que siguen en el mismo trozo, y a pesar del máximo respeto que le merece lo manifestado por el Gobernador Civil, esta Corporación no puede llevar a cabo dichas obras teniendo en cuenta el estado en que se encuentra el terreno señalado en el trazado de la carretera…”

En la próxima entrada veremos cómo por fin se iba a celebrar la fiesta que con motivo de la traída de aguas a Algorta y Las Arenas, se pensaba realizar con la bendición del deposito de aguas de Alango.

lunes, 3 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -68-



En la anterior entrada veíamos cómo los salarios de los maestros no les permitían vivir con cierta dignidad. Y los vecinos de Algorta continuaban con el enganche de sus aguas sucias a la red municipal de reciente construcción.

Por entonces se celebraban algunas tradiciones religiosas de algunos santos de la liturgia católica: la de la Cofradía de San José era una de ellas. El Ayuntamiento de Getxo, el 17 de marzo, víspera de la celebración de ese rito religioso, recibía la invitación para que nuestros ediles acudieran a la función religiosa que se celebraba en la parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta. El cura párroco exhortaba al consistorio de la necesidad de que los niños de las escuelas acudieran a los sermones el día 19 de ese mes. Y el Ayuntamiento diligente llamaba a los maestros a: “...Concurrir con sus respectivos niños y niñas a los citados sermones en castellano, por las mañanas. También a los sermones de “Mandato” y la “Soledad” del jueves y viernes de la Semana Santa...” Dando por hecho que los sacerdotes que iban a arengar a los niños los iba a poner la parroquia de San Nicolás. Los predicadores elegidos por el párroco de San Nicolás para los sermones de Semana Santa fueron los señores Abasolo y Olazabalaga.

Las canteras eran objeto de demanda por parte de algunos vecinos que deseaban explotarlas para la extracción de piedra para las obras del Pueblo. La de Aiboa la solicitaba D. Robustiano Larrondo y las de Arrigunaga, una en la bajada a la playa y otra cerca del molino de Aixerrota, por D. F. Benicio y Cñia. A este último se le autorizaba a: “...Tirar una vía férrea desde su fabrica a la vía pública, de un ancho de un metro, para que pueda realizar trabajos de carga y descarga de materiales...”

El archivo municipal empezaba a quedar pequeño para contener toda la documentación que se iba generando por lo que decidió el consistorio ampliar dicho recinto.


De las llaves de la Casa Hospital de la calle de la Carretera (actual Algortako Etorbidea) era depositario en marzo de 1887 D. Ándrés Isasi, que tenía las llaves desde que se comenzaron las obras de la iglesia de San Ignacio y, como eran necesarias para servicios municipales, el Ayuntamiento las reclamó.

El arbolado de Bikaia en otros tiempos rico, como decía Iturrizar en una carta el 6 de marzo de 1887: “...Los montazgos de Vizcaya que gozaban proindiviso en algunas merindades y anteiglesias en tiempos pasados, se van aminorando por causa de que se reducen los terrenos a heredades para sembrar, y se cortan muchos árboles bravos y corbatones para usos de ferrerías, astilleros de fábricas y otros edificios, quedando entecos y secos, y muchos parajes eminentes se ven rasos y calvos cuando en tiempos pasados estaban poblados de robles, hayas, fresnos y encinas según relatan los ancianos...” Parece que se trataba de repoblar por la Diputación y Ayuntamientos con algunas especies, según una circular emitida el 18 de marzo de aquel año. Pero no eran estas de las que hablaba Iturrizar, si no especies de crecimiento rápido que empobrecían los terrenos. Eso se desprende de la petición que el Ayuntamiento de Getxo, el 24 de marzo, hacía a la Diputación de Bizkaia para que le fueran suministrados: “...El suministro de hasta cien plantas, de la especie de eucalyptus, con el fin de ponerlos en este municipio...” Días más tarde el consistorio acordaba elevar a 300 el número de ejemplares de esa especie.

Algunas reclamaciones de los molinos, con motivo de la traída de aguas a Getxo, seguían sin estar resueltas. Ese era el caso del molino de “Itze” de D. Alejandro Azcorra, del cual llegaba un oficio a nuestro Consistorio el día 31 de marzo de 1887 con sus reclamaciones por pérdida de caudal y demanda de revisar las indemnizaciones, que provocaban que el Gobernador de la Provincia anulara las valoraciones de las indemnizaciones fijadas por nuestra alcaldía : “...Se anula la hoja de aprecio de los perjuicios que recibe el molino de Itze...” Por lo que el Ayuntamiento fijaba para el día 4 de abril: “...Para que de conformidad al artículo 22 de la Ley de expropiaciones forzosas, señale a los peritos para que pongan las notas y relaciones que previene el articulo 23 de la misma Ley y el 34 y 35 de su reglamento, con el fin de proceder al avalío y justiprecio del molino de Itze y sus terrenos...”


Finalmente iba a ser un Alavés el llamado a ocupar el puesto de tamborilero, alguacil y el cuidador del alumbrado de Las Arenas, el día 6 de abril de 1887, el Ayuntamiento en un pleno decidía: “...En vista de la instancia presentada por D. Ramón Soria, vecino de Vitoria, siendo el exponente el único aspirante, y reuniendo las condiciones necesarias para ocupar dicha plaza, acordamos nombrarle por unanimidad para ocupar la plaza vacante de tamborilero, alguacil y el cuidador del alumbrado de Las Arenas, con la dotación anual de 822 pesetas. Este encargado comenzará a ejercer sus funciones desde el próximo día 17 de abril de 1887...” Y para descontento del municipio el día 8 de abril el aludido enviaba una carta diciendo que le era imposible venir a ocupar dicha plaza. Por ello, y para hacer más atractiva la plaza de tamborilero, decidieron aumentar en 25 céntimos de peseta al día los honorarios de dicho cargo. Mientras un nuevo aspirante a la plaza llamaba a las puertas del Ayuntamiento, se trataba del vecino de Mungia D. Mateo Bilbao.

El día 14 de abril de 1887, el Ayuntamiento Getxo decidía e informaba: “...Del Real Decreto del 9 del actual, inserto en el Boletín Oficial del día 12, señalando los días 1,2,3 y 4 de mayo próximo para efectuar las elecciones ordinarias para la renovación bienal de la mitad de los Ayuntamientos...” El Ayuntamiento comenzó los preparativos para cumplir aquel precepto. Y se asignaba un presupuesto de 25 pesetas para los gastos de la mesa durante los cuatro días que iban a durar dichos comicios y los recuentos.

En aquellos días de finales de abril de 1887, la salubridad pública preocupaba a los vecinos y Ayuntamiento y los enganches a la incipiente red pública de recogida de aguas fecales empezaba a ser demandada por numerosos vecinos. En algunos casos eran edificios, de los que ya he hablado con anterioridad, los que presentaban condiciones poco saludables para los vecinos del Puerto viejo de Algorta: “...Se hallan en malísimo estado para la salud de los habitantes, según reconocimiento realizado por facultativos, las bodegas de la taberna de Echevarri a causa de la falta de salida para materias fecales...” Tan mal debía estar el local que el Ayuntamiento decidía: “...Se proceda al arreglo de dichas bodegas, y se oficia al rematante de dicha casa D. Benigno Larranz, para que en el plazo de 24 horas desocupe completamente dichas bodegas...”


Y a pesar de que el día 29 de febrero de 1876 había terminado la guerra entre Carlistas y Liberales, el 28 de abril de 1887, seguían las reclamaciones por suministros de guerra al bando Liberal. Y aunque no se habían realizado a tiempo las reclamaciones, por una circular de la Diputación que indicaba que si se presentaban en un pazo breve las solicitudes, quizá pudieran ser atendidas, por lo que el consistorio de Getxo decidía: “...Presentar a la Intendencia Militar de Vitoria las reclamaciones sobre suministros realizados por este Pueblo en la última guerra, a las tropas de la Nación...”

En la próxima entrada veremos cómo el Ayuntamiento proponía al Gobernador Civil una terna para formar parte de las Juntas de Sanidad y Enseñanza de Getxo.