jueves, 31 de marzo de 2016

EL ARENAS, UN CLUB DE TRITONES



El “Arenas Club” fue una sociedad deportiva que a principios del Siglo XX abarcaba casi todas las modalidades de la competición: ciclismo, atletismo, football, water-polo y natación. Que junto a otros clubs como el Club Deportivo, Sporting y el Sestao, formaron la Federación Vizcaína de Natación Amateur, que se encargó de organizar los primeros campeonatos vizcaínos de natación.

El “Arenas Club” tenía su base de operaciones en el embarcadero de Las Arenas. Mientras que el bilbaíno “Club Deportivo” impulsó su actividad al inaugurar, en junio de 1924, su base de operativa en el Abra. Se trataba de una embarcación fondeada frente al Club Marítimo de Las Arenas, que facilitaba los entrenamientos a los socios.


Para imaginarse el marco de aquellas competiciones, aguas limpias, entorno majestuoso, hay que haber conocido cuando menos los comienzos de los años 50 del pasado siglo, cuando aún las aguas del Abra estaban sin el grado de contaminación, que en la siguiente década las degradaría.

1925, algo de ello ya relaté en mi entrada del 21 de febrero del 2013 “Los Tritones de Abra-I”. Fue un año plagado de triunfos para el club de Las Arenas, así lo atestiguaba la prensa de la época. En ella destacaban a los siguientes nadadores; Hombres: Pepín y Manuel Valdés, Rafael Echevarrieta, Blas Echave y Rafael Ferrer, Rafael Inda; en Mujeres: María Teresa Churruca, María Teresa Barrie, Encarnación Zabala, Soledad Gorbeña.


Entre los días 15 y 16 de agosto de 1925 se celebraron los “Campeonatos de Vizcaya”, organizados por el Club Deportivo de Bilbao en el Puerto de Arriluze. El espacio para la realización de los mismos, como se puede contemplar en la fotografía que encabeza esta entrada, se encontraba entre dos planchadas flotantes, que habían sido cedidas para la ocasión por la Junta de Obras del Puerto. El espacio deportivo disponía de unas calles de 50 metros de longitud. Las pruebas celebradas consistieron en: 50 metros (esta prueba fue para “señoritas”), saltos de trampolín, 100 metros libres, 200 metros braza, 100 metros espalda, relevos y 1.500 metros libre. Participaron en las mismas los clubs: “Arenas Club”, “Sporting”, “Club Deportivo”, “Athletic”, “Portugalete” e “Indauchu”.


EL campeonato contaba con tres jurados, el primero de Honor compuesto por: El Alcalde de Getxo, el Presidente de la Diputación, Presidente de la Federación de natación amateur, Director de la Junta de Obras del Puerto, Director de Talleres Euskalduna y el Comandante de Marina; el segundo de Salidas y Entradas, compuesto por: los señores Dapena y Lazurtegui; y el tercer jurado de Virajes, compuesto por los señores Picaza, Moreno, Cristóbal Valdés y Larribó. Como árbitro de la competición actuó el Presidente honorario del Club Deportivo D. Antonio Bandrés; y como cronometradores los Sres. Landa, Churruca, Barasorda, Abrisqueta y Duñabeitia. El calendario deportivo estuvo organizado de la siguiente manera:

El sábado día 15 comienzo de la competición:
100 metros libre (eliminatoria).
50 metros libre (señoritas).
200 metros braza (eliminatoria).
Saltos de trampolín.
400 metros libre.


El conjunto arenero se clasificó en las primeras pruebas, consiguiendo una segunda plaza Zubiaga en 100 metros libres. En la segunda eliminatoria quedaría clasificado en primer lugar Manuel Valdés; en la tercera también en primer lugar otro de los Valdés, José María y en segundo Rafael Echevarrieta, todos ellos del “Arenas Club”.



En la especialidad de 50 metros libres, serían también las nadadoras del club arenero quienes lograrían clasificarse en los dos primeros puestos, Maria Teresa Churruca, primero y Maria Teresa Barrie, segundo.

En 200 metros braza quedaban clasificados en la primera eliminatoria, primer puesto Rafael Inda; en la segunda conseguiría la segunda plaza Blas Echave, todos ellos del club de Las Arenas.


El domingo día 16 final del campeonato, se celebraron las siguientes competiciones:
100 metros libre (final).
200 metros braza (final).
100 metros espalda.
Relevos 5 por 50 metros libre.
1.500 metros libre.

En las pruebas de 100 metros libre quedarían clasificados en los tres primeros puestos: Pepín Valdés, Manuel Valdés y Rafael Echevarrieta del club arenero. A continuación se celebró la prueba de 200 metros braza, en la que se clasificó en segundo lugar Blas Echave, también del arenas. En la de 100 metros espalda quedaron en segundo y tercer puesto los nadadores del arenas Manuel Valdés y Rafael Ferrer. En la prueba de relevos 5 por 50 metros libre quedaría en primer lugar el “Arenas Club” con los siguientes relevistas: Zubiaga, Manzarbeitia, Echevarrieta, Lozano y Pepín Valdés. En la gran prueba final, la de 1.500 metros libre, participaron nadadores de siete clubs, quedando en primer lugar Pepín Valdés del “Arenas Club”, seguido del nadador del “Portugalete”, y permítaseme la licencia, mi tío Valentín Llanos, quien aparece en la fotografía inferior.

VALENTIN LLANOS

En el cómputo final de los Clubs participantes la clasificación fue favorable al “Arenas Club”, que logró 21 puntos, seguido por el Sporting con 7, el Deportivo con 5, el Athletic y Portugalete con 4 e Indauchu con 1 punto.

Hasta aquí una pequeña reseña de un acontecimiento deportivo que llenó las paginas de la prensa bilbaina de la época. Las fotografías de sus páginas parecían tener preferencia por los nadadores del “Arenas Club”, quizá debido a la calidad de su equipo, aunque no es desdeñable que también fuera porque algunos de sus nadadores pertenecían a la oligarquía vasca. El acontecimiento deportivo fue alabado por todos los clubs participantes.



martes, 29 de marzo de 2016

KRESALTZU, LA CALLE DE LOS 30 BANCOS



Kresaltzu, Gresalchu o Cresalchu, una de las arterias, en su tiempo, principales de Romo y que desde hace poco más de un año se le conoce popularmente como “La calle de los 30 bancos”.

Está situada en una zona, que con el paso del tiempo, ha visto cambiar su fisonomía desde que en el lejano 1848, su deterioro hizo que el Alcalde regidor Juan Ignazio Sarría editara un “Bando” convocando Junta de propietarios de las Vegas, ya que presentaban un alto grado de abandono. Esta dejadez impedía el aprovechamiento agrícola de las tierras, lo que hizo necesario acometer obras de limpieza y desecación desde “Kresaltzu” hasta Algorta. Los arenales, en 1874 (fotografía inferior) nos dejaban una imagen como un mar de juncales llamados “Los Juncales de Guecho”. 

1874-BIBLIOTECA NACIONAL

En 1884 se convirtieron en sembrados dedicados al cultivo de la patata de la mano de D. Miguel A. Vitoria. Este lugar, en el censo de 1897 figuraba como “Vega de Santa Eufemia” y tenía doce edificios diseminados, propiedad entre otros de las familias: Aguirre y Romo, de Pedro Olabarrieta, Basilio González, Estanislao Bilbao, Teodoro Urtueta, Eusebio Ibargareche, Pedro Arbulo, Raimundo Hernandez y de la fabrica de alumbrado “Eléctrica de Algorta”. Algunos de aquellos terrenos, a finales del Siglo XIX, pasaron a ser propiedad de Mathias Romo, de quien el barrio tomó su nombre.


A principios del Siglo XX esta calle partía perpendicular a la entonces denominada calle “Romo” o “Carretera de Lejona”. Estaba situada en la denominada “Vega de Santa Eugenia” o “Santa Eufemia” (1925) y flanqueada a ambos lados por los terrenos de nuevos propietarios, entre ellos Eduardo K. Earle. Su trazado en 1928, según una relación elaborada por la “Cámara de la Propiedad”, corría desde la calle Santa Eugenia hasta la “Electra” (actual Lope de Vega).

Sus historias, sus gentes, su comercio están en la memoria de los viejos habitantes del barrio, que quizá más adelante traiga a estas paginas. Pero pocas cosas habrán dejado en Romo tanta huella en la memoria colectiva, dando lugar a la especulación y siendo motivo de chanza, como unos simples bancos que podíamos parodiar con el purismo de “Le Corbusier”, quien los definía como: “...la máquina para sentarse...”. Anónimos asientos que un buen día invadieron y adornaron la calle. Y aunque fue un fogonazo efímero en el tiempo, aún permanece en el recuerdo de muchos vecinos, que en corrillos comentaban: “...hay más bancos que vecinos...”. Pero como todo en esta vida, lo mismo que llegaron, desaparecieron, dejándonos una pregunta en el aire: “...y ahora por qué se van...”.


Los nombres de las calles, plazas y barrios de cualquier población tienen un significado concreto y éste puede responder a muchas causas. Unas veces como homenaje a personajes famosos, otras como recuerdo de algún acontecimiento histórico, o como una característica físico-geográfica de su entorno. En nuestro caso, “Kresaltzu” adoptaría el nombre del río que rodeaba nuestros arenales, que como decía al principio adoptó diferentes denominaciones según quien lo escribiera y en qué época.

Esta vía tuvo su tiempo en la historia en el momento de recibir su nombre como calle. Sucedió durante el mandato de Juan L. Prado Mathurin. El sábado día 31 de Julio de 1927 el pleno municipal acordaba dar nombre a dos calles del barrio, a “Cresalchu” y a otra de las arterias principales de Romo, la calle “Ibaiondo”. Hasta aquí una pequeña entrada dedicada a una de las calles más populosas de Romo: “Kresaltzu”.


sábado, 26 de marzo de 2016

ABERRI EGUNA 2016



Ya esta a las puertas uno de los días más celebrado por la mayor parte de la comunidad Vasca, allá donde se encuentre, el “Aberri Eguna”. Día que desde 1932, bajo todo tipo de situaciones, dictaduras y guerra, con prohibiciones, cárceles y multas, vio mantenida su convocatoria en diferentes poblaciones del suelo vasco y de la diáspora.

Que preguntas nos ofrecerá el futuro, ¿quizá aquellas que en 1933 ya se hicieron nuestros antepasados?: “...¿Qué nos reserva el porvenir, cuando el presente se ofrece tan prometedor. Qué esperanzas no están autorizadas, o qué cosa nos parecerá imposible?...”. Quizá la respuesta sea la que en su día dio un viejo arrantzale de Bermeo, cuando decidió ir con su embarcación al Aberri Eguna de Donosti y había quien le decía “...!¿No será una locura, bordeando el suicidio, aventurarse en tan pequeñas embarcaciones y arrostrar la espantosa marejada?!...”, a lo que el respondió: “...!Hogar, o a Bilbao!...” se refería a que era mejor enfrentarse a calamidades que elegir comodidades.

Un año más, los que creemos que Euskadi es la Patria de los Vascos, celebraremos, con distintas convocatorias ese día. !!Ojala llegue el día en que todos podamos reunirnos bajo una sola llamada!!.

!!GORA ABERRI EGUNA!!

Durante esta semana en la que muchos buscarán el descanso lejos de sus hogares, dejaré también descansar estas paginas, para continuar a partir del día 31 de Marzo. !!ONDO PASA!!

lunes, 21 de marzo de 2016

LA PRIMERA PIEDRA DE LOS FERROVIARIOS DE ROMO



Las Casas del “Hogar Obrero de Romo”, también conocidas como “Las Casas Baratas” (de ellas hablé en mi entrada del 22 de Noviembre del 2012) están situadas en el centro de dicho barrio, ocupando el rectángulo conformado por las calles Kresaltzu, Ezequiel Aguirre, Urquizu y Caja de Ahorros; su edificación se remonta a 1924. Fueron realizadas por iniciativa de obreros y empleados del ferrocarril “Bilbao-Las Arenas” y algunos metalúrgicos. El primer hito constructivo de su historia surge de un viejo hábito inaugural: “La Primera Piedra”.

Aquel acto cambiaba la fisonomía del barrio, puesto que parte del espacio que hasta ese momento alojaba el campo deportivo de Romo, pasaba a ser ocupado por un grupo de ochenta viviendas, en lo que entonces se conocía como “La Vega de Santa Eugenia”. Y lo hacía de la mano de la Sociedad Cooperativa de Casas Baratas “El Hogar Obrero”.


Ya en marzo de 1924 anunciaban para el domingo día 16 el inicio de las obras de las casas baratas. Afirmaban que: “...el éxito de nuestras gestiones no solo es producto del deseo de nuestros socios, si no también de las facilidades que hemos encontrado tanto en personas como en entidades a las que nos hemos dirigido...”. Y hacían constar sus agradecimientos: “...al Ayuntamiento por la rápida aprobación de todos los asuntos relacionados con esta Sociedad..., a la compañía del Ferrocarril de Bilbao-Las Arenas, por habernos prestado 400 metros de vía...”. Y anunciaban para el domingo día 30 de marzo la colocación de la “Primera Piedra”.


El entonces presidente de la sociedad cooperativa, D. Eulogio Moral, formalizó las invitaciones para aquel acto, al que asistieron entre otros: El alcalde de Getxo D. Luis Urresti, el delegado de la Diputación Provincial D. Mario Basterra, el arquitecto municipal Sr. Smith, el arquitecto director de las obras Sr. Libano, el director de la Caja de Ahorros Vizcaína D. José Gaizarain, el propietario de los terrenos D. Eduardo Earle, el arcipreste de Bilbao D. Ramón Galbarriatu, el clero de Getxo encabezado por el Parroco de las Arenas D. Manuel Moral y el gobernador civil y militar D. Julio Echagüe. Al acto obviamente acudieron algunos de los que luego serían inquilinos de las viviendas, ya que otros a pesar de ser domingo trabajaban. Al formalizar aquel acto ya estaban realizadas las cimentaciones de las siete primeras edificaciones.

El primer momento en que la mano del hombre colocó la primera piedra tuvo lugar el domingo día 30 de marzo de 1924. La primera paletada de cal de la obra, la primera piedra, llegaba de la mano del General Julio Echagüe, a quien de forma eufemística denominaban como (Gobernador Civil de Vizcaya) durante la Dictadura de Primo de Rivera.


La banda municipal, a la llegada de las autoridades, toco un paso-doble, mientras que el Gral. Echagüe hacía entrega al Sr. Moral de una carta del Gral. Marvá, director del Negociado de Casas Baratas del Instituto Nacional de Previsión, en el que le notificaba que el expediente para las ochenta viviendas iba a ser despachado de inmediato, y que ya estaba informado favorablemente. Los discursos elogiaban a los cooperativistas: “...obreros que tanto se desvelan por crearse un hogar propio...”. Tras la firma del acta fue encerrada en una caja de plomo, que una vez soldada, fue encerrada en una arqueta, siendo sellada por una paleta de cal de mano del Gral Echague. Precisamente de este último recibiría nombre la calle central de la barriada, nombre que permanece en la actualidad.

La bendición de la viviendas corrió a cargo del arcipreste de Bilbao D. Ramón Galbarriatu. Le siguieron discursos del Presidente de la Cooperativa, del Diputado Provincial y del Alcalde de Getxo, S. Urreti. El presidente del Hogar Obrero en su discurso hizo un símil gastronómico sobre la costumbre de celebrar convites en aquellos actos: “...Cada copa de vino tiene el valor de una piedra. El vino se esfuma, la piedra durará todo el tiempo que dure al obra..., por eso nosotros después de la dura faena que nos impone la fabrica o el taller, aprovechando los ratos de ocio..., venimos aquí a crear un hogar que sirva de refugio a nuestra familia..., Esta primera piedra que hoy colocamos tendrá la virtud de hacernos sensatos y previsores..”. Como no podía ser menos acorde con el discurso gastronómico anterior, las autoridades se dirigieron al Hotel Antolin, situado en la Plazuela de Puente Colgante, donde dieron buena cuenta de un esplendido lunch.


Por su parte la Cooperativa “El Hogar Obrero” mostraba su intención de tener terminadas ochenta casas antes de que terminara el año. Las viviendas diseñadas por el arquitecto Ángel Líbano, recibieron el permiso de habitabilidad el 2 de Junio de 1.925.

El domingo día 27 de junio de aquel año, en los terrenos del campo de fútbol del Arenas F.C. situado en los terrenos que hoy ocupan las casas baratas y la actual iglesia de San José de Romo, se procedía al sorteo de las 80 casa baratas. Al acto asistieron, nuevamente, las autoridades que el 30 del mes de marzo habían acudido a la colocación de la primera piedra, acompañados por otros invitados como el director de los ferrocarriles D. Juan Churruca, el subdirector Sr. Areitio y el Gobernador Civil D. Cesar Ballarín.


En la parte posterior de una de las casas colocaron el “Ara Pacis” donde se iba a celebrar la ceremonia religiosa y en el que el párroco de Las Arenas D. Manuel Moral procedió a bendecir las casas. A continuación subieron a la tribuna las autoridades y dio comienzo el sorteo de las viviendas. El primer numero fue extraído por el Alcalde de Getxo, correspondiendo la vivienda a D. Severiano Gonzalez; el segundo lo fue por el Gobernador Mlitar, correspondía a la casa numero 75 (que daba a la calle Caja de Ahorros, actual Nº 33) y recayó en D. Francisco Garrastazu; el siguiente número extraído por el Gobernador Civil D. César Ballarín, correspondió a la casa numero 20 que recayó en el socio D. Julián Erralde.

El sorteo terminó, como no, con el consiguiente ágape para las autoridades, nuevamente en el Hotel Antolín de Las Arenas. Por la tarde y para celebrar la inauguración de las casas baratas se celebró una romería en el barrio de Romo, que a decir de la prensa: “...presentó una gran concurrencia de público, resultando muy animada...”.


Sin embargo, los nombres de las calles no llegarían hasta el domingo 23 de noviembre, fecha en la que se descubrieron las placas identificativas que la prensa llamaba “lápidas”. Una de las calles, la central, recibió el nombre de “General Echagüe”; otra de ellas “Caja de Ahorros Vizcaina”, como tributo a la entidad por su ayuda; a la tercera se le llamó “30 de marzo de 1924”, actual Ezequiel Aguirre, en recuerdo de la primera piedra de la barriada.

Hoy estas casas baratas, prácticamente, son uno de los pocos vestigios de aquel Romo que empezaba a crecer a principios del Siglo XX. Hasta aquí un pequeño relato que viene a completar el de “Las Casas Baratas” (de mi entrada del 22 de noviembre del 2012).



jueves, 17 de marzo de 2016

EL CUENTO DE MARZO DE J.J. RAPHA BILBAO





Tras el “Orgasmo” de Febrero nos llega “Olla a Presión”, un cuento que nos hará sonreir y pensar, que como dice sus autor: “...Algunas veces solo se necesitan unos pantalones nuevos y un apretón de tripas para ver el mundo con lentes de chico grande. Porque son los pequeños detalles los que te ayudan a crecer...”.


miércoles, 16 de marzo de 2016

1925, INTENTO DE ANEXIÓN DE LEIOA A GETXO



No solo fueron intentos de desanexión, como contaba en mis entradas “Los Intentos de Segregación de Areeta-Las Arenas” (enero 2015) y “La Segregación de Algorta y el Puerto” (julio 2014), los movimientos de las fuerzas vivas para desligar a unos barrios de otros, los que se produjeron en Getxo. A principios del Siglo XX, también se produjeron otros intentos, estos de anexión de la población vecina de Leioa.

Ya en abril de 1925 saltaba a la prensa en forma de artículos de opinión, unos a favor y otros en contra de la anexión. Aunque su vida fue efímera, transcurrió entre los mese de abril y septiembre de ese año. En esta iniciativa quizá se podían vislumbrar algunos intereses económicos, y la misma desidia, por incapacidad económica del ayuntamiento de Leioa, en cuanto a los servicios urbanos, que se habían producido en el caso de Las Arenas en 1888, cuyos vecinos decían en esa fechas: “...por la poca atención que se prestaba por parte del Ayuntamiento a sus moradores...” Parece, al revés de lo sucedido en Getxo, ni la urbe política veía mejorar sus servicios.

Aquella iniciativa anexionista causó alarma entre algunos moradores de Leioa, que consideraban injustificada tal pretensión, argumentando que: “...el Ayuntamiento de Lejona, con la administración de sus servicios, ha reforzado considerablemente sus ingresos, y está en condiciones económicas de satisfacer las necesidades de este barrio...” Parece que algunos vecinos desconfiaban de la celeridad de las reformas que se debían de acometer en el Municipio. Para tratar el asunto se reunieron los propietarios, mientras el Alcalde lo hacía con los vecinos. Entre los vecinos contrarios a la iniciativa, parece que había dos personalidades muy influyentes (empresarios), y otras de mucho prestigio en Leioa, contrarias a la anexión.

Uno de los proclives a la anexión, anterior mandatario, decía: “...Considero una equivocación la actitud en la que se han colocado algunos señores de Leioa..., pueden tener desconfianza en las mejoras que se ofrecen realizar..., si no se pudiera demostrar que en los barrios de Neguri, Las Arenas y Guecho se hayan realizado obras de tal naturaleza...” La misma personalidad, favorable a la anexión, decía: “...los barrios aludidos anteriormente, son los más bonitos e higiénicos de Vizcaya, oponerse a este magno proyecto de ampliar lugares veraniegos..., equivale a enfrentarse con la higiene y la salubridad..., es cierto que la situación económica del Ayuntamiento de Leioa ha mejorado bastante, sin embargo, con los ingresos que hoy tiene no puede realizar obras de saneamiento, ni suministrar agua potable al vecindario..., ni construir grandes alamedas, ni parques, ni jardines en un plazo corto, como lo haría el Ayuntamiento de Guecho...”.



Así, mientras que la postura de los propietarios no era favorable a la anexión, la de los arrendados eran favorable a la misma. Las industrias emplazadas en la zona de Lamiako tampoco lo eran, es posible que el fondo fuera debido a que los impuestos eran más baratos en el municipio vecino. El Alcalde de Leioa acudió a pedir ayuda a los empresarios de la zona, advirtiéndoles que si se demoraba en solucionar las necesidades del barrio: “...habrá que pensar que entonces la anexión puede satisfacer de una manera satisfactoria las legitimas y humanas aspiraciones de los vecinos...” Parece que el argumento provocó la inquietud en los bolsillos de la industria local. El primero en acudir en su ayuda fue el propietario de la fábrica de Metales D. Eduardo K. L. Earle, haciendo una donación al instante en metálico de 10.000 pesetas, añadiendo: “...si alguna empresa del entorno supera esta cifra, yo la mejoraré...”. El resto de empresas visitadas, tras argumentar: “...lo molesto que sería ver aumentados los impuestos...” se ofrecieron a contribuir con 50 pesetas cada una de ellas al proyecto municipal de ampliación de las escuelas, saneamiento de algunas casas, arreglo de algunas calles cuyo estado era intransitable y mejorar el escaso alumbrado público.

Según quién opinaba, el numero de anexionistas aumentaba o decrecía. Un vecino de Leioa, en una carta publicada en el “Liberal” el 14 de abril de 1925, se preguntaba: “...¿Qué prejuicios podíamos tener en ir a Guecho? Ninguno, ¿Y beneficios? Muchos...” Y pasaba a enumerarlos: “...Lejona ha sido rico en terrenos comunales, todos o casi todos han desaparecido por la venta..., el capital producto de esta venta..., ingresado en las arcas municipales se aproxima a las 60.000 pesetas anuales..., sin tener en cuenta la donaciones realizadas por industriales como el Sr. Earle... Sin embargo, hay muchos miles de duros de débito...” Y continuaba diciendo que a pesar de que el consistorio leioarra solamente tenía 6 empleados: “...nos hemos quedado sin un duro..., sin las pesetas ingresadas, sin escuelas, ni alumbrado, ni caminos de transito, ni saneamiento, ni urbanización, ni cementerio...” Y afirmaba rotundo: “...concretados a una sucursal de las Hurdes...”. Enumeraba con ejemplos la triste situación en la que se encontraba el municipio vecino. Alababa, sin embargo, la labor que estaba realizando el alcalde D. Adolfo Careaga, saneando todos los asuntos que se le habían encomendado, a pesar de lo cual, concluía: “...que contando con toda su buena voluntad, y también con la de sus sucesores, tardaríamos una infinidad de años en ponernos a la altura de Guecho...” Por ese motivo recomendaba la anexión con un grito de: “...!Lejoneses!, si amáis a vuestros hijos y deseáis para ellos..., ahora tenemos la ocasión con la anexión...” Lo hacía contradiciendo a otro de los vecinos que combatía la unificación de ambos municipio D. Santos Fernández, a quien recomendaba darse un paseo por: “...donde termina la calle de Romo (termino de Guecho) hasta donde finaliza la llamada calle de La Chopera (termino de Lejona), y luego me dirá...”.

El mencionado Sr. Fernández le contestaba días más tarde, el 17 de abril: “...debiéndose celebrar mañana domingo una importante reunión para que el pueblo se manifieste en pro o en contra de la anexión, no estimo conveniente en contestar hasta que se celebre esa asamblea...” La asamblea se celebró el domingo 19 de abril, en las escuelas, contó con una importante participación del vecindario. El Alcalde Sr. Learra exhortó a los vecinos a expresarse sin ningún miedo, acerca de la propuesta de anexión a Guecho. Tomaron parte en la misma un representante de K. Earle y los trabajadores de la fábrica (el Sr. Sarabia), quien achacó al consistorio getxotarra encontrarse en una apurada situación económica. Al parecer tenia un débito de aproximadamente 4 millones de pesetas, según su opinión: “... esa era una de las razones para estar Getxo interesado en la anexión, pues así saldaba una deuda tan importante...” Al no haber palabras a favor se dio por terminada la consulta, quedando sin efecto la anexión, pidiendo se terminaran las gestiones que se venían realizando en Madrid tendentes a incorporar el municipio de Leioa a Getxo.

No obstante, en septiembre de aquel año volvían a resonar proclamas anexionistas, recordando que las promesas de urbanizar, mejorar el alumbrado, escuela y saneamiento no se habían llevado a la práctica, por lo que auguraban un rebrote de anexionistas. Pero evidentemente aquello no tuvo más mecha, ya que nuestro municipio amigo siguió su curso independiente de Getxo. Hasta aquí, casi como una anécdota, la historia de unos avatares que estuvieron a punto de hacer que dos municipios colindantes se unieran en uno solo.



lunes, 14 de marzo de 2016

UN DÍA EN EL CIRCO



En 1928 los escolares getxotarras tuvieron una tarde de circo, que seguro no olvidaron. El circo llegó unos días antes, el 9 de mayo a la “Campa de los Ingleses” de Bilbao, que ya desde primeras horas apareció adornada con los primeros carromatos circenses. Un diario de la época escribía: “...el lugar se encuentra apartado de la Villa, en medio de herrizales continuos que la inclemencia del tiempo hacen temibles...”.

El Circo abrió sus puertas al público en la función de noche del día siguiente. La campa, antes vacía, se veía sorprendentemente cubierta por una gran carpa. Estaba flanqueada, formando un perfecto rectángulo, por otras tiendas, donde se alojaban los elefantes, leones, caballos y otros animales. Constaba de tres pistas bajo una carpa monumental, y en cada una de ellas tenía lugar una actuación distinta. Al frente del desfile circense apareció el Sr. Krone con sus veinte elefantes. Después dio comienzo en aquel amplio estadio la actuación de payasos, animales, acróbatas y bailarinas que hicieron las mieles de los pequeños bilbaínos.


Nada más llegar a Bilbao “...anunciaron que compraban toda clase de animales vivos para dar de comer a las fieras...” La picaresca también tuvo su espacio en aquella atracción feriante: “...algunos necesitados, carentes de prejuicios, decidieron alquilar carros tirados por burros y venderlos al circo para dar de comer a las hambrientas fieras...” Sus dueños, para cuando quisieron enterarse de la suerte que habían corrido sus jumentos, ya habían sufrido un buen número de bajas: “...en los días siguientes era muy difícil encontrar algún equino, gato o perro que alquilar en los alrededores...”.


El parque zoológico del “Circo Krone” era uno de los mayores del mundo. Contaba con más de 600 animales, entre ellos 40 tigres, 38 leones, 21 osos polares, 23 elefantes de la India y África, elefantes marinos, osos hormigueros, cebras, bisontes americanos, dromedarios y una gran manada compuesta por 250 bellos ejemplares equinos. La música corría a cargo de 80 profesores. Dentro del espectáculo brillaba la carrera de carros, similar a la de las cuadrigas romanas. Aunque quizá la mayor de las atracciones era la de los elefantes. Contaban que uno de ellos: “...en una ciudad de Sajonia, se escapó del circo, entró en una panadería y se comió toda la hornada del día...”.


El martes, día 15 de mayo de 1928, gracias a una iniciativa municipal, los niños de las escuelas públicas de Getxo se trasladaron a la “Campa de los Ingleses” en Bilbao para disfrutar de un día de circo. El viaje lo realizaron a bordo de dos remolcadores de la “Compañía Sota y Aznar”. Acompañados por sus maestros, uno salió de la dársena de Arriluze y el otro del embarcadero de Las Arenas. La ruidosa y alegre comitiva marítima disfrutó durante todo el recorrido de un paisaje que antes ninguno de ellos había tenido la suerte de contemplar. Aunque la iniciativa solo alcanzaba a la visita al denominado “Parque Zoológico del Circo Krone”. Poder contemplar los animales salvajes de cerca, ver como los cuidadores les daban de comer, sentir sus rugidos, fue un recuerdo indeleble para ellos.


Quizá alguno de los afortunados pequeños recordó la gran película de Charlot “El Circo” de 1928, que quizá unos pocos tuvieron la suerte de ver en el Gran Cinema de Algorta, inaugurado un año antes. Pero seguro que en el camino de retorno a casa, imaginando las mil y una peripecias de aquel mago del cine mudo, y de aquel día de circo, más de uno soñó con emularles. Hasta aquí una pequeña historia que dejó un recuerdo inolvidable a los pequeños de Getxo.

El circo dio su última función en Bilbao el día 17 de mayo de 1928. Después abandonó la Campa de los Ingleses para dirigirse a Alemania.


jueves, 10 de marzo de 2016

DE PARÍS A MADRID PASANDO POR GETXO



Una de las carreras de coches que más expectación causó en su época fue la Paris-Madrid de 1903. A su paso por nuestro municipio llenó las actas municipales y los diarios bilbaínos durante algunos días del mes de mayo de 1903. Se inició en París con un recorrido de 1.311 kilómetros, repartidos en tres etapas: Paris-Burdeos con 552 kilómetros; Burdeos-Gasteiz con 343 y la última con 426 kilómetros, desde Gasteiz hasta Madrid. Pero más que la propia carrera en sí fue la caravana de turistas que la precedía. Realizaron el recorrido en trece días, visitando las ciudades del tránsito, la que provocó el interés municipal, por lo que suponía de ingresos para comercios y consistorio, además de promoción turística de nuestro bello municipio.

La prueba estaba reservada a coches Veteranos (1903 a 1919), Vintage (1920 a 1929) y Pre-War (1930 a 1940) y el coche más antiguo fue un Mercedes de 1903. En esta gran prueba tomaron parte 224 vehículos, 54 de ellos motocicletas. De un total de 315 inscritos salieron 224. El ganador oficial fue Fernand Gabriel, sobre un Mors Z.


Fue la segunda de estas etapas, que partió desde la capital gipuzkoana hacia Bilbao pasando por Getxo, la que motivó el interés de los ediles getxotarras. Ya desde el 7 de mayo, el asunto fue tratado por el consistorio. El Alcalde informaba que en una fecha aún sin concretar de dicho mes arrancaría la carrera París-Madrid; anunciaba que: “...saldrán desde San Sebastián, recorriendo el camino de la costa, hasta la villa de Plentzia y desde allí hasta Las Arenas, para seguir hacia Bilbao...”. Preveían que los turistas recalarían en nuestro barrio, por ello recomendaba: “...organizar algunos festejos, a fin de atraer y distraer a tan distinguidos visitantes...”, probablemente con el objeto de que viendo el atractivo y el ambiente de la población, se animaran a recalar en la misma posteriormente. Hay que tener en cuenta que ya a finales del Siglo XIX, ya estaba llegando el final de los días dorados de los balnearios de Las Arenas y Algorta, por lo que pensaron en promocionar la población y las playas de estos barrios.

Hasta la Guardia Civil intervino en el evento. El cabo de dicho cuerpo envió una circular a la alcaldía el 6 de mayo, indicando que como estaba prevista la llegada de los automóviles a Las Arenas el día 21 se iban a concentrar en la localidad 20 guardias de dicho cuerpo, haciendo presente la necesidad de buscar alojamiento para la tropa. Los números fueron alojados en viviendas particulares: en el nº 22 de la calle Mayor 8 lo harían en la vivienda de D. Casimiro Landarte, otros 8 en la de D. Faustino Eguizábal y los restantes en casa de D. Juan Boraita.


En el barrio de Las Arenas los preparativos para recibir a los turistas de aquella carrera se antojaban frenéticos. En el periódico “El Nervión” del 19 de mayo de 1903 se recordaba que: “...Con motivo de la próxima llegada de los automóviles franceses a este popular barrio, son muchos los preparativos que se están haciendo, tanto por el Ayuntamiento, como por el vecindario para recibirlos..., los hoteles y fondas están disponiendo sus locales con objeto de que los distinguidos huéspedes, encuentren toda clase de comodidades...”. Incluso el entonces gran “Hotel Ventura” tenia ya preparados sus hermosos comedores y 40 camas; también otros establecimientos hoteleros como el “Hotel Antolín”, la “Fonda la Unión”, la “Fonda el Abra” y la afamada “Casa de Huéspedes de Dña. Bernarda Urrutia”, situada frente a la playa de Las Arenas, haciendo esquina con la calle La Estación (actual Andrés Larrazábal). El casino arenero había organizado un baile en sus salones para agasajar a aquellos “excursionistas motorizados”. Las obras municipales también pisaban el acelerador. El Ayuntamiento sacaba a remate el relleno de la calle Paulino Mendíbil. La “Compañía Eléctrica de Guecho” realizaba una importante reparación en el alumbrado de todo el barrio, cambiando los viejos postes por otros más altos.


Los expedicionarios pasaban el día 20 de Mayo sobre las 16 horas por Algorta. La “Sociedad de Cables Eléctricos” había levantado un arco monumental y los obreros recibieron a los componentes de la caravana con banderas. Antes de llegar a la barrio guaito, uno de los vehículos sufrió una avería teniendo que ser sustituido por otro para poder continuar la carrera.

Más tarde llegarían al muelleko de Las Arenas, precedidos por ciclistas que anunciaban la llegada de los visitantes, a quienes recibían con “voladores” (cohetes). A su llegada, los expedicionarios admiraron el casi recién estrenado “Puente Colgante” (inaugurado el 28 de julio de 1893). El Hotel Ventura (en los años 50 Bar Recreo) se hallaba lujosamente engalanado con banderolas de los países participantes y un arco de rumboso follaje. Algunos edificios particulares también fueron adornados con parterres y banderolas. La música acompañaba a aquella caravana desde el kiosko de la Plazuela (Puente Colgante). Se tocaron varias piezas, entre ellas la obligada “El automóvil”.


Algunos de los expedicionarios cruzaron a Portugalete a cenar; al menos 60 de ellos, en el Hotel de la Villa; en el Hotel Ventura de Las Arenas cenaron en una mesa bellamente adornada una veintena de automovilistas. En la revista “La Ilustración Americana y Española” del 30 de mayo de 1903, se podían ver algunas imágenes de dicho evento (clasificadas con los números 18, 19 y 20), en la que se adivinaba el gentío agolpado en la “Carretera del Muelle” (actual Tomás Olábarri), que discurría a lo largo de la ría. Proliferaban txapelas y blusas en los hombres y algunos paraguas protegían del implacable sol a los ansiosos espectadores; unos pocos, probablemente familiares de los propietarios del transbordador, admiraban el transcurrir de la comitiva subidos en la plataforma de la estructura del puente. En la fotografía nº 19 podemos contemplar una barquilla poco usual, cuya caseta protectora se hallaba a la izquierda de la barquilla mirando desde la Villa Jarrilera. En una de las fotografías se puede apreciar cómo desembarcaba en Portugalete el coche nº 18. Algunos espectadores debieron sentirse algo decepcionados, quizá esperaban poder admirar de cerca a los inusuales vehículos, ya que la mayoría partían nada más llegar hacia Bilbao.


Los expedicionarios llegaron a Las Arenas el día 21 de mayo, aplaudidos por los espectadores que se agolpaban para verles. A las 11 de la mañana apareció el primer vehículo, llevaba el numero 49, en el viajaba el registrador de la carrera Mr. Mchaux, quien se alojó en el “Hotel Vizcaya”. Después fueron llegando otros coches. Para las 16 horas habían pasado un total de 25 automóviles con dirección a Bilbao. Al día siguiente a las 7 de la mañana partieron hacia la Villa Bilbaína.

Hasta aquí una pequeña historia de una de las carreras de coches que a principios del siglo XX llenó de espectadores nuestras calles.


lunes, 7 de marzo de 2016

UN BROTE DE VIRUELA



La Viruela, una de las enfermedades que a lo largo del los siglos más ha alarmado a la población, y que en varias entradas ya he mencionado es el tema de hoy. La historia atribuye el descubrimiento de la vacuna al escocés Edward Jenner, que en 1796 tomó líquido de las pústulas de una mujer infectada con la viruela bovina y se lo inyectó a un niño de ocho años.

La enfermedad ya aparece en diversos expediente a lo largo de los Siglos XIX y XX en los archivos municipales. Considerada como el azote de la infancia junto a la disentería, sarampión y tifus a finales del XIX, de la misma se afirmaba: “...de todas la epidemias la más dolorosa y repugnante es la viruela, que se ceba en los tiernos niños, a quienes ciega o mata...”. Ya a mediados del Siglo XIX se decía: “...la vacunación antivariólica es un elementos clave en el descenso de la mortalidad infantil...” En cuanto a los factores de propagación, a finales del Siglo XIX, se decía que eran debidos, entre otros a: “...la viruela ha escogido entre los que le ofrecían mejores condiciones para su desarrollo, o lo que es lo mismo a las personas que, viviendo en completa oposición con las reglas de una buena higiene, habían de favorecer la trasmisión del mal..., su ambiente más adecuado para causar estragos son las calles sombrías, de casas oscuras, estrechas y sucias, donde se albergan en poco espacio multitud de individuos que ni cuentan con suficiente y pura atmósfera, ni pueden alimentarse en proporción de las pérdidas que su trabajosa vida les ocasiona, ni cuidan de su aseo y limpieza personal por falta de tiempo, de medios o de voluntad para ello...” Así que ya estaban definiendo determinadas zonas de nuestra población y las clases sociales a las que el mal iba a afectar de forma preferente. La propia prensa aconsejaba a comienzos de 1900 “...Debe vacunarse a los niños lo más pronto posible, más cuanto peor sean loa condiciones higiénicas en la que vivan...”.

A lo largo del año 1900 se produjeron varios casos de viruela en nuestro municipio. El 23 de junio de 1900 se dieron los primeros brotes de viruela, que afectaron a un niño y una niña, comenzó esa epidemia en la casa “Pitarrene” del barrio de Algorta. Urgentemente el médico local se puso en contacto con el primer teniente de Alcalde D. Francisco Goicoechea para determinar algunas actuaciones tendentes a aislar el brote. Pero no iba a ser este el único foco, también en el caserío “Iberre” la señora de la casa contraía la enfermedad. Enseguida se preparó un plan para evitar que la epidemia se propagara entre los vecinos. Pero parece que dicha enfermedad se propagaba rápido, afectando sobre todo a familias de condición humilde. En octubre llegaba al barrio de Las Arenas. Para ello y debido a esa condición modesta de los enfermos, fue el propio consistorio quien se hizo cargo de los costes. También, como medida profiláctica, en el caso del barrio arenero, se dispuso que: “...un guardia urbano haga guardia en la puerta de la habitación del enfermo, evitando que nadie pudiera entrar o salir de la casa, cerrando la puerta con llave cuando tenga que ausentarse por motivos de servicio..., y las ropas del enfermo sean lavadas en agua hervida y posteriormente llevadas a la parte más inferior del río para ser lavadas...” Como se puede ver las medidas eran muy expeditivas.


Como la enfermedad se producía con cierta frecuencia en nuestro municipio, no es de extrañar que fuera la propia diputación, quien recordara a mediados de septiembre, que el consistorio debía de aconsejar a sus administrados de la necesidad de vacunarse y revacunarse, en vista que ese hábito era el mejor remedio para preservarlos de tan temida enfermedad. Por lo que se pusieron manos a la obra: “...para evitar los estragos de esa terrible enfermedad...” El consistorio solicitó al Dr. Ferrán de Barcelona el envío de cinco tubos de pomada contra la viruela para aplicarla a los getxorras enfermos, pagando el importe de dicha vacuna con los fondos municipales, el cual ascendía a 50 pesetas. A lo largo del mes de octubre de 1900 se efectuaron 1.017 vacunaciones y revacunaciones en presencia de los dos médicos titulares del municipio (D. Manuel Hormaeche y D. Pascual Pérez), quienes realizaron su trabajo de forma gratuita.

Por otro lado, parece ser que nuestro contacto con la ciudad de Barcelona y con el Dr. Ferrán no solo era debido a la viruela. A principios de octubre de 1900 se formó una expedición rumbo a Barcelona. En ella tomaron parte: el Alcalde Idelfonso Arrola junto a Gabriel Basáñez, José Uribarri, Tomás Igual, Ignacio Insausti, Felisa Camazón y Eulalia Casado; se trataba de someter a los acompañantes del primer edil a un tratamiento antirrábico en el Instituto del Dr. Ferrán. En noviembre de aquel año, la Comisión Provincial de Sanidad solicitaba al consistorio de Getxo que se presentaran los justificantes de los tratamientos mediante inyecciones antirrábicas, a los que algunos vecinos se habían visto sometidos en la Ciudad Condal. Aquellos tratamientos de ataques de perros, enfermos de hidrofobia (rabia), supusieron 497 pesetas.


En los años siguientes siguió sin decrecer el número de infectados por la viruela y otras enfermedades infecciosas, afectando en general a las familias de condición humilde, haciéndose necesaria la ayuda municipal para sufragar los gastos derivados de las mismas. Hasta el extremo de que el consistorio trató sobre una propuesta del Alcalde que decía: “...que consigna razones muy atendibles en su propuesta..., la Corporación municipal debía convocar a una reunión en la que estuvieran representados todos los intereses del Municipio, pudiendo concurrir la Junta Local de Sanidad, una representación de Patronos y Obreros, la Junta de Reformas Sociales y los presidentes de los Círculos y Sociedades benéfico recreativas..., para tratar sobre la construcción de un barracón para atender en el a los enfermos infecciosos...”.

La colaboración de la iglesia local ayudó a que los vecinos se concienciaran de la necesidad de vacunarse y acudieran a los lugares destinados a tal fin. El 28 de mayo de 1903 la alcaldía mostraba su agradecimiento al párroco de Andra Mari de Getxo: “...A petición del señor Alcalde presidente acordó el Ayuntamiento dar las gracias al cura párroco de Santa María..., por la propaganda que ha hecho en favor de la vacunación, y que indudablemente ha influido en el resultado satisfactorio obtenido en dicha barriada...” Como resultado de la decidida actuación del párroco, se vacunaron 254 vecinos. Comentaban que: “...teniendo en cuenta que se trata de un barrio rural, muy ocupado en las faenas del campo, el número de vacunados es respetable...”.

También los tres médicos titulares del municipio tuvieron parte muy activa y altruista en la campaña de vacunación y revacunación, por lo que la corporación municipal decidió concederles una gratificación de 50 pesetas. La campaña, que alcanzó a 1964 vecinos durante los meses de abril y mayo de 1903, tuvo efecto económico sobre la población, ya que se sortearon premios de 25 pesetas, que recayeron sobre seis agraciados vecinos. El ayuntamiento consideró necesario, a fin de motivar a los vecinos, que en lo sucesivo: “... Para evitar los crecidos gastos originados por la campaña de vacunación y revacunación gratuita, llevados a efecto entre el vecindario no fueran estériles..., toda persona que solicite algún empleo , socorro o cosa análoga, se le exija la presentación del certificado de vacunación...”. En algunos casos, como en el de las alumnas del Colegio “Nuestra Señora de Begoña”, se les exigía por parte del Ayuntamiento, que antes de realizar el ingreso en el centro, presentaran el preceptivo certificado de vacunación.

La preocupación por las enfermedades infectocontagiosas del municipio eran importantes; el servicio de agua era escaso para las necesidades de una población en aumento, hasta el extremo que en agosto de 1903, las abundantes aguas que brotaban de los manantiales del monte Umbe, que eran consumidas por los vecinos de Getxo, hizo que el arquitecto municipal y el vigilante de las obras de abastecimiento, llevaran dos botellas del preciado liquido a fin de analizar su salubridad. Las aguas fueron analizadas por el farmacéutico D. Pedro García Salazar, quien las calificó de buenas para el consumo humano. Las relativas a la fiebres tifoideas también hacían acto de presencia, esta vez en la calle María Cristina de Las Arenas, en una vieja y desvencijada bohardilla del nº 2 de dicha calle, la enferma una pequeña de corta edad.

Pero las epidemias se sucedían. En marzo de 1904 era el momento del “Coqueluche” (tos ferina), que nuevamente castigaba al barrio de Andra Mari. El médico titular D. Joaquín Aznar lanzaba la voz de alarma, indicando que: “...sería conveniente tomar algunas medidas para evitar la propagación de esta epidemia...”. La primera medida consistió en el cierre provisional de las Escuelas Municipales.


Así, en abril de 1904, el Alcalde presidente Sr. Líbano, llevaba a la consideración de los ediles el siguiente texto: “...Es cosa corriente que por desgracia, en determinadas épocas del año, se registren en este término municipal, diversas clases de enfermedades infecto-contagiosas, que aunque parezcan casos aislados, suelen ocasionar algunas víctimas..., varios de dichos casos han sido advertidos por médicos de la localidad...”. También por otros médicos llegados de las localidades vecinas de Berango y Leioa: “...Que visitan en los barrios de Algorta, San María y Las Arenas...”. Pero los limitados medios del consistorio, hacían que en la mayor parte de los casos las soluciones se limitaran al aislamiento de los pacientes, lo que llevó a buscar como solución la edificación de un lavadero en un punto céntrico de los tres barrios donde limpiar con lejía las ropas infectadas; pero esto es algo que ya traté en mi entrada del lunes 8 de junio del 2015 “La salud y/o la economía local, vieja preocupación de nuestros ediles”.

¿Casualidad o fatalidad qué dichas enfermedades afectasen a los más pobres? Parece que el plato siempre caía del mismo lado. Es más, los niveles de pobreza, que también atacaban al elegante barrio de Las Arenas, hacían que fuera necesario crear un servicio de “Socorro de Lactancia” para evitar que algunos niños recién nacidos no llegaran a su primer año de edad. Y en otros casos, suministros de ropas por el Santo Hospital Hospicio, a familias que su extrema pobreza hacía que sus recién nacidos fallecieran nada más venir al mundo.

Hasta aquí una pequeña reseña sobre algunas de las enfermedades que traían de cabeza a nuestros vecinos a principio del Siglo XX.