Jesús
Lazcano Amuriza y los
Tamarises,
una persona y un lugar que parece que siempre estuvieron ahí, que
forman parte de una postal fija en Ereaga, pero no siempre fue así.
Ese lugar tiene su propia historia, la de su creador, de este hombre
Bilbaino de nacimiento, de quien su hija Maria
Begoña, habla con
orgullo y cariño, de un hombre que vivió para el trabajo, que fue
creando piedra a piedra ese lugar, a quien ella tiene en sus
recuerdos, en cada rincón de la vida del Hotel.
Jesus
Lazcano Amuriza era de Bilbao, su padre era nacido en un caserío que
estaba en la prolongación de la Gran Vía Bilbaina, desde mu joven
acompañaba a su padre al matadero, allí es donde aprendió su
primer oficio. Tenían una carnicería en dicha calle, que
compaginaba con las clases, por la tarde, en una academia que estaba
en el centro de Bilbao, en lo que fue la casa de los Lecanda.
Desde
muy temprano tuvo que hacerse cargo de sus hermanos, cogió un puesto
de carnicería en la plaza de Bilbao, en aquella época tenia una
tienda de ultramarinos en Zugastinobia, mas tarde montó dos
carnicerías en la Villa, lo que nos da una idea de que era un hombre
muy emprendedor.
En
Febrero de 1.929 se caso con Susana Menendez Ugarte, nacida el 25 de
Noviembre de 1.928 en Bilbao, tuvieron dos hijos Begoña y Jesús
Maria, sus padres les llevaban a estudiar a las Escuelas Vascas, que
estaban en la Gran Vía Bilbaina.
Jesús
cogió un matadero en Medina de Pomar, pero a su esposa aquello no le
gustaba para vivir, así que regresaron a Bilbao y se puso al frente
de la carnicería que seguían teniendo. También tuvo la tentación
de ir a Estados Unidos, pero su esposa no era muy amiga de aquella
aventura, y consiguió que se quedara.
El
pensaba que tenia que hacer algo mas, así que vino a Ereaga para
iniciar un nuevo negocio, el sito elegido estaba en el terreno de los
Suarez (que estaba casado con una hija del pintor Zuloaga), allí no
existía mas que un pequeño bar, que era de los Berger, se
instalaron en aquel lugar en 1.932, abrió una cervecera, en la que
trabajaban solamente los veranos, el primer año vino solo con un
socio, pero no resulto lo que el quería, así que optó por
quedarse el solo al frente del negocio, de esta manera estuvo durante
dos o tres años, hasta que alquilo un piso en la Avenida Basagoiti,
junto a la casa de los Uriarte (Villa Numancia) y pudo traer a su
familia.
Durante esos días acontecieron los movimientos
revolucionarios de Asturias. Ellos ya residían en Algorta, por las
noches mientras que su esposa y su hija subían a aquel piso a
dormir, Jesús se quedaba al cuidando aquella cervecera, así
alternaban los veranos en Ereaga y el resto del año con la
carnicería en Bilbao.
Esa
cervecera ocupaba el solar en el que hoy esta Tamarises, en 1.936 al
iniciarse el conflicto, deciden quedarse en Algorta, y en vista de
los problemas de abastecimiento que había, solicitó permiso para
montar un gallinero, aprovechó para montar una pocilga para cerdos,
y así poder abastecer a su cervecera, tuvieron algunos pequeños
problemas, parece que ante la escasez de alimentos, algunos
habitantes del Algorta, que las estaban pasando “canutas”, usaron
aquellas gallinas como fuente de subsistencia, ese gallinero estaba
enclavado en lo que hoy es la casa de Arrospide. Para abastecerse iba
por las aldeas para comprar alguna vaca, que luego el despiezaba
(había sido carnicero), y tenían que sacar adelante aquella
cervecera.
Durante
esos años llegaron unos barcos Ingleses, venían para proteger la
Campsa, y se convirtieron en clientes asiduos de su comedor, Begoña
aun conserva una bolsa de monedas de plata, con aquellas divisas le
pagaban a su padre, cuando venían aquellos marinos.
Desde
el Hotel Erega hasta la casa de los Barandiaran, todo aquel solar lo
mantenía Jesús, en esos momentos Suarez estaba interesado en la
venta de aquellos terrenos, así que se animó y decidió comprarlos,
el no disponía de tanto dinero, acudió a unos prestamistas, al año
de habérselo prestado ya lo tenía pagado, los prestamistas le
dijeron “...Lazcano
cuando usted quiera lo que quiera, estamos a su disposición...”,
el les contestó “...espero no tener que voverles a pedir
nunca más...”. Para la educación de sus hijos Jesús
decidió coger una maestra particular, se llamaba Carmen Zunzunegui,
que vivía en la Avenida Basagoiti.
Poco
a poco empezaron a dar comidas, en aquella cervecera trabajaron
muchas mujeres del Puerto Viejo de Algorta, Jesús y su esposa eran
unos grandes cocineros, así que con mucho trabajo y cariño,
levantaron Tamarises. Entonces los menús eran más sencillos que los
de ahora, no eran tan sofisticados, eran más consistentes, la
merluza era merluza, los txipirones eran txipirones, aun no se habían
inventado los nombres sofisticados, que lo que hicieron fue dar menos
producto y encarecer los precios.
En
1.956 Jesús Lazcano compra a Isabel Amilibia (viuda de Berger), el
“Hotel Ereaga”, reformándolo y creando lo que
seria el “Hotel Tamarises”, obra del Arquitecto
Hilario Apraiz Zarate, convirtió la primera planta en dormitorios,
terminadas aquellas obras el 10 de Julio de 1.956, solicitó el
permiso de habitabilidad para aquel Hotel, que iba a ser nuevamente
reformado en 1.959. Reforma que esta vez correrá a cargo del
arquitecto Luis Maria de Gana y Hoyos. El primer Hotel solo habría
sus puertas durante los veranos.
Aquella
reforma supuso, sobre todo la modificación de las habitaciones con
vistas al mar, dotándolas de cuartos de baño en cada una de las
tres plantas del edificio, y una mejora generalizada de las mismas, a
fin de convertirlo en un Hotel de primera categoría.
Su
hija Begoña Lazcano estuvo muchos años, desde 1.957, como encargada
al frente de aquel Hotel. Se casó con un medico de Algorta Juan
Ignacio Otazua, hijo de un capitán de barco de Urduliz, del caserio
“Ansone”, lugar de procedencia de aquel celebre
forzudo bizkaino, llamado también “Ansonekoa”
(nacido el 22 de mayo de 1.812 en Urduliz), del que se cuenta que
unía a su gran estatura una musculatura poderosa, y entre sus
numerosas hazañas estuvo la de reducir a un toro que se había
escapado y vencer en un puerto londinense a un campeón de circo,
Ansonekoa falleció en Urduliz en 1.856.
Por
recomendación de su padre, Begoña se quedó a vivir en la casa de
la bajada de Txomintxu, desde alli podía controlar mejor la marcha
del Hotel, en los veranos hacia también las funciones de Hotel,
venían visitantes de Madrid, que acudían a las cenas de gala del
Marítimo del Abra, galas impresionantes de elegancia y derroche. En
aquellos años, acudían al hotel personajes de la alta burguesía
como el Marques de Urquijo, el Duque de Pino Hermoso, el Duque del
Infantado, Juan de Borbón. También al haberse terminado la Hípica
de Fadura, venían los mejores jinetes el Frances Doriola, Goyoaga
que fue campeona del mundo, tenistas que empezaban a despuntar como
Santana (quien venia siendo un chaval de 15 años). Ten el hotel
tenían un cuaderno donde estampaban su firma todas las
personalidades que pasaron por aquel Hotel.
Por
ese Hotel pasaron muy buenos cocineros, Begoña recuerda con cariño
al “Gindi”, experto cocinero que había pasado por
las mejores cocinas de Inglaterra, Francia, y a pesar de que no
recuerda su nombre, estuvo en aquel lugar muchos años. Debía ser
hombre aficionado al buen beber, otra de aquellas extraordinarias
cocineras fue Cosuelo, una de las personas que mas años estuvo en la
casa.
El
hotel estaba cargado de anécdotas, en cierta ocasión, después de
terminar la Guerra, “...había escasez de carbón...”,
acudió a comer el Conde Urquijo, quien llamó a la esposa de Jesús,
a quien conocía por el cariñoso apelativo de “Susanita”,
y le pregunto “...que tienes hoy para comer....”, a
lo que ella le respondió “....pues hoy poca cosa, no porque
no tenga viandas, es que no tengo carbón...”, Urquijo
llamó a Altos Hornos, y a la hora de llamar ya tenían dos camiones
de carbón a las puertas del Hotel.
Jesús
tenía costumbre de ir a la Plaza de Bilbao, en el primer tren, que
salia a las 5 de la mañana, allí realizaba la compra, luego con una
carretilla le llevaban las compras hasta el tren, al llegar a Algorta
le esperaba uno de sus empleados y llevaban todas aquellas vituallas
hasta el hotel.
Una
de las especialidades de Susana Menendez eran los txipirones, plato
de gran aceptación entre los comensales, también los pimientos
rellenos y la sopa de pescado, dicen los que la probaron que nunca
habían comido algo tan exquisito, se abastecía del pescado que le
traían los arrantzales del Puerto Viejo, eran años de abundancia en
la pesca. Una de las mujeres que le ayudaba era Lauri Ardanza que se
encargaba de limpiar aquellos baldes de txipirones, y aunque a Begoña
le gustaba también limpiarlos, Jesús le regañaba, no le gustaba
que se metiese en la cocina.
Era
un hotel que a pesar de no tener una estructura de gran valor
arquitectónico, en su interior todos los detalles eran cuidados con
gran esmero, su cubertería era de plata, los platos de porcelana,
los saleros y azucareros del mismo metal precioso, las copas del
mejor cristal, las flores les eran suministras por Cagigas de
Algorta, cuidaban hasta el extremo los detalles.
El
trabajo que se realizaba detrás de aquellos comedores, era agotador,
todos echaban una mano, la amama zurcía los manteles, el trabajo de
plancha y lavado era interminable, el olor a jabón “Chimbo”
impregnaba las paredes del lavadero, todos los manteles se metían en
agua con almidón y eran planchados a la perfección.
Años
mas tarde cogió la sala de fiestas “Pumaniesca” de
Bilbao, que antes de la guera fue un cabaret que se llamaba “El
Casino de Artistas”, en esa sala Jesús tuvo un “pequeño
contratiempo”, la autoridad “competente” se la cerró, decían
que era un nombre “Vasco”, la incultura de aquellas gentes era
manifiesta. Jesús aclaro aquel equivoco, explicándoles que aquel
nombre realmente provenía de una danza Rumana. Pasaron por aquel
local artistas famosos como Josefina Baker, Cassen, Gila, el “Duo
Dinámico” toco por primera vez en aquella sala en los años
60-61, actuaron con una chica aún poco conocida, que luego seria
actriz de cine Iran Eory, que entonces solo contaba 22 años,
actuaba, cantaba y bailaba en un número muy particular y era muy
vigilada por su madre.
Jesús
Lazcano fue un hombre muy trabajador que creó su mundo a los pies de
Txomintxu. Tamarises continuó tras su marcha, dirigido por su hijo
Jesús Maria, pero esa es otra historia. Siempre fue un complejo
hotelero en el que destacaron la calidad de la cocina y el trato
familiar.
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