En
mayo de 1890 Bizkaia vivió la primera huelga general obrera,
que conmocionó a la opinión pública de la época, aquella gran
huelga inauguró lo que se llamó “el periodo de las grandes
huelgas de Bizkaia”, entre 1890 y 1910 la provincia conoció
cinco huelgas generales de amplia dimensión.
El
proceso acelerado de crecimiento económico, que se produce por la
masiva extracción y exportación del mineral de hierro, la rápida
industrialización en las factorías que se instalan en una de las
márgenes de la ría, dieron lugar a una espectacular concentración
obrera en un área de dimensiones muy reducidas.
En
Bizkaia existía una gran concentración obrera, la prensa de
Bilbaina cifraba en más de 25.000 trabajadores en las zonas minera y
fabril de la provincia,
En
la minas de Bizkaia las condiciones de vida eran de autentica
esclavitud, los mineros tenian que alojarse en inmundos barracones
(también se les llamó “cuarteles”) o de pupilos en casas de
capataces, una queja repetida por los mineros era la de que al
acercarse a las minas en busca de trabajo, había que preguntar al
capataz si tenía cama para dormir, y comprar sus alimentos
obligatoriamente en cantinas regentadas por éstos últimos.
Los
patronos a traves de la Oficina de Información Obrera del Centro
Industrial de Bizkaia, encargada de confeccionar las "listas
negras" de los obreros a los que no había que
contratar.
La
prensa de la época afirmaba que las huelgas eran un fenómeno
desconocido, cosa que no era cierta, ya se habían producido pequeños
conflictos obreros “en 1872 los operarios de la fábrica de hierro
Nuestra Señora del Carmen protagonizan una breve huelga; en 1884 hay
otra de panaderos por cuestiones salariales; otra más de 100 mineros
de la mina Unión en 1886, y una de canteros en 1888”.
Día a
día miles de trabajadores y sus familias, se desenvolvian en una
atmósfera cargada de materias volátiles, escaseaba el aire puro,
sufrieron los efectos negativos de la proximidad de las fábricas, al
tiempo que se desarrollaban largas jornadas de trabajo, mal
remuneradas, padecieron carencias alimentarias.
Todo
ello en un ambiente degradado en el que la higiene brillaba por su
ausencia, las infraestructuras eran algo casi desconocido y la
utilización de aguas contaminadas por filtraciones residuales
industriales y domésticas era algo corriente.
La
situación de una barriada en 1.889 era de autentico escandalo,
antihigiénica, se producia una aglomeración de habitantes en las
casas por la escasez y carestía de las viviendas. Los primeros
arrendatarios alquilan por una habitación por veinte pesetas al mes
y por no poder satisfacerlos admitian a dos o más posaderos o uno o
dos matrimonios. A los primeros les cobraban mensualmente dos duros,
por cuidarles, la comida, la ropa y darles cama, con los segundos
compartian de tres o cuatro piezas pequeñas en donde vivian diez,
doce y más inquilinos. Como consecuencia en los barrios se producian
infeciones de viruela, difteria y otras enfermedades infecciosas y
contagiosas.
Habia
habitaciones donde no se podía penetrar, por los olores fétidos y
nauseabundos que despedian debido a la suciedad y la aglomeración de
gentes que en ellas habitaban
Así, no
resulta extraño la rápida propagación de enfermedades epidémicas
(viruela, cólera, sarampión, tosferina, meningitis,…) y de
enfermedades transmitidas por el aire (catarros, resfriados,
neumonías, pulmonías, bronquitis,…), el agua y los alimentos
escasos y en mal estado (gastritis, enteritis, diarreas,…).
Como
consecuencia directa, el índice de mortalidad experimentó a finales
del siglo XIX y principios del XX un elevado incremento siendo
especialmente dramático entre la población infantil, la esperanza
de vida en el área industrial de Bizkaia, disminuyó conforme
aumentaba la saturación de sus cascos urbanos, asi como la miseria,
la criminalidad, el alcoholismo.
En
1.900-1.906, Bizkaia tenía una tasa de 12,06% de defunciones por
tuberculosis, mientras que Bilbao se situaba por encima con un
15,75%.
Pronto
esas carencias y necesidades de la clase trabajadora en materia de
trabajo, alojamiento, sanidad, higiene,… chocaron con la opulencia
de la burguesía, lo que suscitó numerosas protestas.
Los
conflictos más graves que tuvieron lugar en Bilbao y sus
inmediaciones, fueron sin duda los de 1910-1911, sobre todo los de
1911. La huelga que comenzara en el verano de 1910 reivindicaba una
jornada de trabajo de nueve horas, y dada la excesiva intransigencia
de los empresarios, recibió el visto bueno de la opinión pública.
Los
trabajadores de las tipografias tambien pararon, mientras los
propietarios eran protegidos por fuerzas
de la guardia civil, para dar servicio a los diarios, de las
derechas, que a la sazon publicarian arenas contarrias la huelga.
La
reacción de la prensa, entre ellas la de La
Baskonia fue muy distinta, ya que reprobaba la huelga,
alegando su ineptitud para presionar a los empresarios: “Existe
el convencimiento de que esas huelgas, provocadas por perturbadores
profesionales, no son la vía más adecuada para solucionar las
desavenencias entre los trabajadores y los patrones”. “La
Baskonia”
arremetia contra los trabajadores: “Esas personas
desarraigadas se ven a sí mismas como gente extraña, y, llenos de
ira, intentan herir a todo aquel que se muestra en desacuerdo”.
Entre
tanto los trabajadores salieron en masa a las calles, se notaba una
nutrida presencia del Ejército, el ambiente se iba caldeando, los
diarios, propiedad de las clases adineradas, cargaban contra los
huelgistas, para evitar que desde, los escasos, diarios de los
partidos y sindicatos de izquierdas, se pudieran difundir consignas
favorables a la huelga, se implantado la censura informativa, los
enfrentamientos del Ejército con los trabajadores fueron constantes
y las listas de heridos crecían sin parar.
La
huelga afecto a todos los transportes quedando paralizados ambos
lados de la ria, sin embargo los miembros de la burguesia vasca y los
directivos de sus empresas, de los barrios de Getxo
(Algorta, Neguri y Las Arenas),
dispusieron de un remolcador, que desde los muelles de Ripa, les
trasladaba a sus domicilios, mientras que los trabajadores eran
apaleados, por cargas realizadas por la infanteria del ejercito, por
dichos muelles y el Arenal Bilbaino.
En
Septiembre de 1911 mientras que en Bilbao, margenes de la ria y la
zona Minera, se iban sucediendo enfrentamientos entre los obreros y
los militares que provocaron numerosos heridos, los trenes eran
asaltados por los trabajadores para poder abastecerse de alimentos,
por orden del Capitan General quedaban suspendidas
las conferencias telefónicas con Bilbao, en Algorta el carro del pan
que habia salido de Bilbao, para aprovisionar a los soldados de las
Baterias, fue detenido por los huelguistas, obligandole a retroceder.
Sin embargo con la llegada de la milicia a Algorta cesaron los
“Somatenes”
(cuerpo auxiliar del orden público en el ámbito rural, destinado a
proteger los dominios de los grandes propietarios).
Apenas
quedó declarada la huelga general, los obreros de las fábricas
abandonaron él trabajo. Algunos intentaron asaltar las panaderías
con el propósito de abastecerse, las fuerzas de seguridad cargaron a
sablazos, provocando numerosos heridos, las tropas del regimiento de
Garellano salieron del cuartel de San Francisco, el dia habia
amaneció con las fábricas y talleres paralizados, a las diez de la
mañana, numerosos grupos de huelguistas obligaron á suspender los
servicios de ferrocarriles, impidiendo el tránsito rodado por el
puente dé Vizcaya.
Al
mismo tiempo, un numeroso grupo de huelguistas, con objeto de impedir
la circulación del tren de Portugálete que estaba dispuesto para
conducir, tropas a Baracaldo, colocó rieles atravesando en la vía
del muelle de Uribitarte.
Los
guardias municipales y de seguridad que prestaban servicio en el
citado muelle trataron de retirar los rieles y despejar los grupos,
ante la resistencia de los huelguistas, quienes les arrojaron
piedras, hicieron uso de sus armas.
Los
incidentes entra los bares y cafes eran constantes, los cafés no
abrieron sus puertas por no haberse presentado los camareros, en
vista de ello, los propietarios, en la reunión que celebraron
aquella misma mañana, acordaron hacer contratos con camareros no
asociados, dándoles un sueldo fijo y prohibiendo que perciban
propinas, grupos de camareros, unidos á los carreteros recorrian los
cafés, conminando á sus dueños a cerrarlos. El dueño del Café
Inglés protestó de la coacción, promoviéndose un incidente.
Acudieron guardias municipales guienes disolvieron a los grupos a
bastonazos.
En
Algorta los huelguistas intentaron cortar el cable internacional de
Comunicaciones. Las de fuerzas de caballería, dieron una carga,
consiguiendo dispersar los grupos de huelguistas.
Como
no circulaban los tranvías de Santurce ni los de Las Arenas, los
trenes de esa línea salian abarrotados de pasajeros, y el puente de
Vizcaya hizo un negocio redondo.
Las
clases empresariales ante el temor de verse desbordadas por los
trabajadores, que estos pudieran conseguir una victoria politica,
empezando por la Cámara de Comercio, los Bancos (Bilbao, Vizcaya el
de Crédito de la Unión Minera), la Asociación de Navieros, la
Liga de Productores, Altos Hornos de Vizcaya y todas las
instituciones patronales del momento, ofrecieron su ayuda y dinero
al gobernador militar de Bizkaia, este emitió un bando en el que
declaraba ilegales todas las huelgas convocadas, después proclamamo
el estado de guerra, añadiendo que se haría fuego sobre quienes no
respetasen la ley marcial.
Para
las 12 de la noche una compañía del
regimiento de Garellano con banda de música, clarines y tambores,
recorria las calles y plazas publicando el bando en que se declara el
estado de guerra.
El
lunes 18 septiembre de 1911 desde primera hora de la mañana los
tranvías circularon, gobernados por ingenieros militares, quienes
anteriormente habían hecho prácticas en ia Central Eléctrica para
el manejo de los aparatos, marchando los vehículos a gran velocidad.
En
estas condiciones la lucha obrera tuvo que parar, encontra de lo que
la prensa local afirmaba, los diarios internacionales, sobre todo los
franceses escribian en sus paginas que la misma habia sido “un
movimiento democrático y republicano, que merecia las simpatías de
los demócratas y republicanos del mundo entero”.
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