Bajo
el título “Miren Larrea, Alma del Puerto” sale a
la luz uno de los hijos más queridos de Miren: su libro. Su
confesión, que la he vivido, expresa con serenidad su inmenso amor
por El Puerto Viejo, el entrañable afecto por sus gentes y la
atracción por cada rincón de su amado barrio.
Leemos
en el prólogo: “...Es imposible encontrar a una persona más
singular. La belleza de su alma, la bondad de sus sentimientos,
contagian a quien con ella está. Su amor por su Puerto Viejo, por
sus gentes, por esos lugares que ella idolatra, su Genaratxu,
Etxetxu, Riberamune… Todo en su voz es un canto a esos bellos
lugares, a los que se fueron, a los que están, a sus niños, a
aquellos días de intensa actividad, cuando el trabajo desinteresado,
la imaginación de su alma, sacó, seguro, a más de uno de un futuro
incierto...”.
Contemplar
cómo se enciende su rostro cuando presiente la llegada de “…mi
legado a mis amigos, al Puerto…”, es difícil narrar.
Sólo desde la pasión que profesa a su Puerto, se podría entender.
Para quienes la apreciamos, poder compartir ese día, será
fantástico. Ahora corresponde a “sus niños” ser sus
propagandistas. Porque son ellos los que harán llegar a cada esquina
del Puerto Viejo, en Getxo, esas páginas que han salido de lo más
hondo de su alma.
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