Existen
unas ruinas sobre la playa de Arrigunaga, que muchas generaciones,
hemos visto deteriorarse por el paso del tiempo y las inclemencias
climatológicas. Muchos nos habremos preguntado -¿Y que son?-. La
necesidad de saber, que nos acompaña constantemente, a lo largo de
nuestra existencia, haría que para mi, esto fuera una asignatura
pendiente.
Gracias
a la documentación del Archivo Municipal, he logrado obtener la
respuesta ha esta vieja pregunta. Dicho asentamiento no era sino un
“Blocao”
(parapeto que se construye sobre un terraplén de tierra apisonada y
que sirve para proteger a los soldados). Esta fortificación formo
parte de otro conjunto de defensas que en el Siglo XVIII, sirvieron
para proteger el Abra.
En
la defensa del Abra y margenes del nervión intervinieron 14 ó 15
fortificaciones. En concreto y circunscribiéndonos a la defensa del
litoral Getxotarra, se crearon, a lo largo de la historia, varios
fortines. El de la Galea de mediados del Siglo XVIII, y los de
Usategi (Bateria San ignacio) y Arriluze (Punta Begoña) entre 1639
y 1640.
En cuanto a este Blocado o fuerte de Arrigunaga, en un informe que realizó la Sociedad de Ciencias Aranzadi en el 2011. Se afirmaba que debió de construirse a finales del Siglo XVIII. En sus inicios era una fortificación de estructura muy rudimentaria, constituida por un parapeto de tierra, que había que renovar cada cierto tiempo.
Hacia
1742 fue recompuesto mediante muros mampuestos, con troneras en
algunos puntos. La primera referencia histórica data de 1796, y
aparee en el Memorial de Jose Ventura Mendoza de Arriaga. La batería
estaba dotada de dos cañones (uno de calibre de 8 reforzado) y otro
de (calibre de 6 reforzado), montados sobre cuneteras sin herrar, con
95 balas de los calibres indicados, 19 palanquetas y 155 libras de
metralla. Es presumible que esta edificación estuviera cubierta por
alguna estructura de madera, fundamentalmente para protegerse de las
inclemencias del tiempo, y mantener seca la munición.
La
primera habilitación como posición defensiva en la zona de
Arrigunaga tendría lugar en el contexto de la Guerra de Convención
(1793-1795). Todo indica que la posición debió de ser muy sencilla,
estando destinada a batir la playa, al no cubrirla ni la batería de
Usategi ni la de la Galea. No obstante estas baterías de playa no
debían ser muy efectivas ya que su tiro era rasante, por lo que para
serlo necesitaban estar situadas a ras de playa, y así provocar
mayores daños en las embarcaciones atacantes. Estas fortificaciones
sin embargo no podían mantenerse mucho tiempo contra el fuego de un
navío.
Es
precisamente en el desarrollo de la Guerra de Convención entre (1808
y 1813), cuando las baterías costeras bizkainas, serán arrasadas
por los ingleses. Y sus pertrechos robados o inutilizados, porque a
pesar de ser aliados de la corona española, escondían el objetivo
de eliminar obstáculos futuros, en el caso de un previsible futuro
conflicto entre las coronas española e inglesa.
Los
informes que aparecían en 1818, hablaban de la practica destrucción
de los dos cañones de la fortificación. Uno de ellos despeñado en
la ribera del mar, y el otro inutilizado, faltándole un muñón y el
cascabel. El fuerte tendrá nuevas reconstrucciones, pero su vida no
pasara del medio siglo. En 1832 se produjo el fallecimiento de dos
jóvenes mientras jugaban en sus almenas, lo que provocó la queja
del Ayuntamiento por su deteriorada y peligrosa situación. En
Diciembre de 1852 será el Alcalde Juan Antonio Zubiaga, quien
solicitará a la Diputación, el derribo de la fortificación.
En
1863 se sacaría a subasta y sería adquirida por el farmacéutico y
vecino de Bilbao Jose Maria Somonte Martinez. La parcela permaneció
en manos privadas hasta 1972, fecha en la que el Ayuntamiento permutó
la parcela, a la entonces propietaria Maria Begoña Hormaza, por un
terreno en la zona de Martikuena.
Así
este fuerte que vio la luz entorno a 1793-1794. Que resultaría
destruido en las guerras Napoleónicas y nuevamente reconstruido en
el otoño de 1827. A partir de las primeras guerras carlistas entro
en un proceso paulatino de abandono y posterior ruina.
Hasta
aquí un pequeño resumen de la historia de esa fortificación, que
hoy languidece, junto a la pista de Skate de Arrigunaga. De la que
la historia nos cuenta que su munición, al pasar las situaciones de
peligro, eran trasladadas al fuerte de la Galea.
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