Las
Timoteas dos hermanas de Algorta, Maria Florencia Onagoitia Larrauri
nacida el 22 de Octubre de 1894 y Maria del Carmen Juana Onagoitia
Larrauri nacida el 7 de Febrero de 1897, sus padres eran Teodoro
Onagoitia Besoita-Ormaechea, natural de Berriz (1856) y Timotea
Larrauri Artaza, natural de Laukiz (1855), contrajeron matrimonio en
Algorta el 1 de Febero de 1894. La madre de las Timoteas estuvo
casada en primeras nupcias con Dionisio Basauri Uriarte, de quien
tuvieron dos hijas Jesusa y Antonia.
En
Algorta hay lugares que los mayores guardan para el recuerdo, del que
voy a hablar era un clasico, local polivalente, estaba regentado por
las hermanas Mari Carmen y Florencia “Las Timoteas”. Este
local estuvo situado en la esquina de las calles Amesti con la
Algortako Etorbidea, hoy es una joyeria.
La
casa donde estaba situado el local era propiedad de su madre Timotea
Larrauri, aunque las herederas fueron las hijas habidas del primer
matrimonio de Timotea, alli nacerian, en el segundo piso, en una
habitación que familiarmente llamaban “el paritorio”, gran parte
de la saga de los Baez, familiares estos de las “Timoteas”.
Las
timoteas eran dos mujeres muy guapas, altas, de familia muy
nacionalista, trabajaron en su juventud en Igeretxe como
planchadoras. Tuvieron sus novios, Florencia uno que fue Capitan de
la Marina Mercante, pero se ahogo, la otra Mari Carmen, tambien tuvo
un novio medico de profesión, pero ninguna relación prospero por
diferentes motivos, asi que nunca se llegaron a casar.
En
esa tienda se vendía de todo un poco, como antiguamente en todos los
negocios de ese tipo, se vendian comestibles, alpargatas, velas,
cazuelas de barro, pero a su vez servia como correos, telégrafo,
teléfono público y a la vez el local funcionaba como taberna, en la
esquina del mostrador siempre tenian una lata con galletas “Maria”.
Alli
podias comprar alubias, garbanzos, harina, lentejas..., ademas de
tomar un vaso de vino, que por cierto era de los pocos del pueblo sin
bendecir, al menos esos dicen los mas antiguos.
¡Qué
tiendas más bonitas! eran aquellas, tan familiares, donde las
tenderas se sabían la vida y milagros de casi toda la parroquia.
Tiendas que eran punto de encuentro social, con ese olorcillo tan
especial, con el papel de estraza donde hacian las cuentas, con un
lápiz enganchado a un cordel o puesto en la oreja, para no perderlo.
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