viernes, 22 de junio de 2012

EL MUSEO DE ROMO UN LUGAR DE OTRO SIGLO



Romo no es un lugar cualquiera, no es un sitio donde aburrirse, es un barrio alegre con vida, sus habitantes hacen honor al sitio, en uno de esos lugares estuvo un centro, casi de culto, un Bar, el bar de Escobar.

En la esquina de las calles Butron y Kalamua de Romo, justo al lado de la antigua heladeria de “Sierra”, estaba la bodeguilla “Ibai Alde”, aunque estoy seguro que nadie en el Barrio la conocia por ese nombre, casi todos los asiduos de Romo la conocian como “El Museo”.

El antiguo Bar “El Museo de Romo” estaba regido por Jose Luis Escobar, era un lugar original, diferente, en el podias encontrar desde una pargata metida en una jaula, un reloj de cuco, un cuadro de antiguos alumnos de las Escuelas Municipales de Las Arenas, un peluche, botijos, botas de futbol, telefonos y asi un sinfin de cosas, en la mayor parte de los casos, viejas, inconexas entre si, que sin embargo fromaban un conjunto armonico. Era un lugar que a nadie pasaba desapercibido, unas barricas de vino alineadas hacian las veces de mostrador.


Jose Luis, vivia en la calle Ibaigane, justo al lado del rio, “estudio” en la Academia Estivariz, durante muchos años, los años 50, mantuvo su tradicional costumbre de al llegar el verano, y con las notas del curso en su bolsillo, atravesar el rio Gobela, por un cable que cruzaba el rio y que estaba junto a los antiguos lavaderos, aquellas acusadoras notificaciones y Jose Luis siempre acababan zambullendose en el Gobela, luego cuando llegaba a casa solia decir a su madre “me he caido al rio y se han mojado”, seguro que su madre no se lo creyo nunca, pero Jose Luis era asi, un tipo alegre y ocurrente, yo lo recuerdo como un perfecto compañero de juegos.


Mas tarde su profesion fue la tapiceria, tenia titulo de decorador, su hermano tiene en la calle Euskal Herria de Algorta una tapiceria. Sus grandes aficiones eran los Bares y el Futbol, infatigable incha del Athletic, fue entrenador del Galea, Neguri y del Arenas, Culbs con los que logro notables exitos, del ultimo fue sustituido, nada menos que por Clemente.

El mundo de la tapiceria, no obstante, no era lo que llenaba su vida, y ni corto ni perezoso, cerro su negocio de la calle Kalamua, y se dedico a trabajar en el medio que mas satisfaciones le proporcionaba, el mundo del vino, asi trabajo en varios establecimientos hosteleros, como el Salsidu y el Caribe.


Con parte de sus antiguos recuerdos de sus tiempos de tapicero, empezó en el Museo consiguiendo un sitio casi referencial en Romo. Del mismo yo destacaria su sangria, en fiestas de Romo, en los dias que la canicula era mas agresiva, se agradecia entrar y refrescarse con esa mezcla de vino, naranja, vermout y quien sabe que otros secretos añadia. Sus latas de chicharillos en escabeche, anchoas, piparras, etc., tambien eran sus señas de identidad.

Una idea de su ingenio y humor es el funeral que organizo por un gallo fiel compañero de farras, que fallecio victima de un accidente, fue atropellado por un coche. Pero lo mas parecido a una vision del camarote de los hermanos Marx fue el tenderete que montó, a modo de catafalco, exponiendo al difunto, de cuerpo presente y falqueado por dos candelabros, a quien acompañaba el obligado libro de firmas. Asi era Jose Luis, no era facil aburrirse con el, siempre de buen humor, viajero impenitente por el resto de los establecimientos de la zona. Hoy el bar ha cambiado de regentes y ha adquirido un aspecto mas moderno diferente a aquel establecimiento que recordaba un viaje a otro siglo.

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