Los
baños de mar en Areeta-Las Arenas, lúdica costumbre que viene desde
el ya lejano Siglo XIX, de la mano de D. Maximo Aguirre Ugarte (1869)
y de Dña. Felipa Teresa Bustingorri Abasolo (1888). Ambos locales de
baños fueron frecuentados por lo más selecto de la burguesía
bilbaina. De las campañas de promoción turística de aquellas las
instalaciones de Areeta-Las Arenas en 1872, da fe el ofrecimiento que
realizaron Ezequiel y Eduardo Aguirre al monarca Amadeo de Saboya, a
quien en Agosto de aquel año, ofrecieron una parcela junto a sus
posesiones para sus estancias veraniegas, urbanización que nacería
con el nombre de “Villa Victoria”. En aquella
invitación, refiriéndose a las bondades del lugar, decían:
“...pretendemos que esta zona esté a la altura y comodidades
de otros lugares de la costa francesa, para evitar que las familias
acomodadas, se vayan a veranear a Arcachon, Biarritz o San Juan de
Luz...”.
El
Establecimiento de Baños, motor recreativo de las élites
económicas, desapareció junto a la gran Playa de Las Arenas.
Llegaba desde Churruca a la Bola (ver fotografía inferior).
En 1898 desaparecería, pero su espíritu y sus maneras pasarían a
formar parte del sustituto de aquel establecimiento de baños, el
“Club Maritimo del Abra” que nacería en 1903.
En la
fotografía inferior podemos ver la propaganda insertada en 1883 en
el diario catalán “La Vanguardia”, firmada por el
administrador de “Baños de Mar Bilbainos” D.
Andrés Larrazábal. La “Playa de Las Arenas”, a
pesar de lo tranquilo de sus aguas, tuvo algunos percances, en los
que tuvieron que intervenir los “Bañeros”. El 12
de Agosto de aquel año, tres temerarios jóvenes se adentraron en el
mar, alejándose a gran distancia de la orilla. Al oír los gritos de
auxilio, acudieron algunos bañeros en una lancha, pero no lograron
rescatar más que a dos de los bañistas, el tercero, un joven
bilbaino, pereció ahogado. Una hora más tarde el cuerpo del
infortunado fue devuelto a la orilla por la marea.
Llevaron el cuerpo
al “Balneario de Felipa Bustingorri”, y tres
galenos realizaron maniobras para tratar de volverlo a la vida,
incluso le metieron en un baño caliente para reanimarlo, pero ya era
tarde. El joven en cuestión, de apellido Navarro y domiciliado en la
calle Belostikalle de Bilbao, perdía su vida en nuestra playa.
Aquella noticia aparecía en el diario liberal conservador de Madrid
“La Monarquia” el
miércoles 15 de Agosto de 1888.
Pero al
hablar de bañeros, por fuerza no podemos dejar de recordar las
casetas de baño. Pero también a una de las mujeres que regentó
aquellas instalaciones en la Playa de Las Arenas, a Rita de los
Remedios Martinez Allende “Rita la Bañera”, nacida
en en el Puerto Viejo de Algorta, en la bajada de Aretxondo, el día
27 de Octubre de 1883, hija de Evaristo Martinez Talledo y de Vicenta
Allende Sarria. Mujer de gran carácter y muy trabajadora, que
regentó aquellas instalaciones hasta su desaparición de la vida
pública.
Es una
pena que al hablar de esta mujer no se pueda presentar una fotografía
en la que se vea con claridad su semblante. No obstante, y a pesar de
que no se llega a ver su rostro, la única foto de que dispone de
ella su familia, es la que aparece al pie de este artículo.
Al hacer
la entrevista a su nieta, Laureana Revuelta, lo primero que ha
chocado con mis recuerdos, ha sido su edad. Conocí a Rita entre
1952-53. En aquellos años acudía a la playa con mis aitas, que eran
amigos de su familia. Solíamos colocarnos muy cerca de la plataforma
desde la que Rita dirigía el negocio veraniego. Mi recuerdo de esta
mujer (Rita) es de una persona agradable, vestida de riguroso negro,
con su pelo blanco recogido en un cuidado moño, pero que no
representaba su edad en absoluto.
Evaristo
Martinez Talledo, padre de Rita, fue el primero de la saga familiar
en dedicarse a esos menesteres. Casada con José Varela, hombre de
origen gallego, tuvo sus más y menos con su progenitor, quien llegó
a desheredarla por casarse con un foráneo. Rita no fue mujer que
viajara mucho, ni conociera lugares tan próximos geográficamente
como Donosti, pero de joven y motivado quizá por aquel desencuentro
con su padre, emigró con su esposo Jose Varela, carpintero de
profesión, a Sudamérica.
El
matrimonio Varela-Martinez partió con sus dos hijos mayores para
ganarse la vida. Retornaría años más tarde con otros cuatro
vástagos. Mujer orgullosa de sus orígenes y de haber visto mundo,
solía decir: “...Yo soy Vasca, no conozco San Sebastian pero
tengo dos hijos, de Argentina y de Chile...”. A su vuelta
se quedo junto a su padre, a quien cuidó hasta su fallecimiento, y
heredó el negocio de casetas de baños. Su nieta Laureana aún
conserva en casa aquel testamento. Rita y Jorge vivieron en la calle
Joaquín Arellano Nº 7 (Las Arenas), tuvieron 6 hijos Bibi, Aurora,
Laura, Evaristo, Vicenta y Rita.
Mujer
muy activa, Rita tenía a su cargo casetas de baño, toldos, sillas,
maromas, todo lo necesario para atender a los bañistas. Comenzaban a
colocar aquellas instalaciones a mediados de junio y estaban hasta
pasado el 20 de setiembre. Trabajaban con ella dos bañeros. Uno de
ellos sobrino suyo de Algorta. Para cobrar los toldos repartía unos
tickets de papel. Algunas familias tenían todos asignados de forma
permanente, Laurena, su nieta recuerda: “...Luego era yo quien
tenía que ir a cobrar a las casas de aquellos ricachones, y las
doncellas me decían “!!Es que no está la señora!!”,
“Venga mañana” .”Todo era dar largas para no pagar...”
Eran familias que mandaban por delante a las añas y a las señoritas
inglesas con los niños y exigían: “...!!Rita que no han
puesto el toldo para los niños!!...”. Tenía
una autentica guerra con las añas. De ellas solía decir “...!Estas
Bermeanas...!...” Porque aquellas cuidadoras eran de
Bermeo. Respecto al cuidado de las ropas, comenta su nieta:
“...Alguna vez, algún amigo de lo ajeno robó algunas ropas
dentro de los toldos...”.
Los
bañeros ayudaban a Rita a vigilar, poner y quitar los toldos, aunque
por su fuerte carácter, a veces era ella quien se enfrentaba con más
brío a aquella tarea. Sobre todo cuando veía alguna nube por el
mar. Entonces mandaba a sus empleados al trabajo de desmontar los
toldos. La experiencia de largos años a pie de playa hicieron de
ella una autentica meteoróloga. A voz en grito, avisaba a sus
empleados: “...Que viene agua, hay que quitar los toldos...”
Sus ayudantes solían hacerse los remolones, y era ella quien primero
emprendía el trabajo de quitar las sillas y toldos. Mientras que los
bañeros sacaban el bote salvavidas del agua.
Rita
vivía con el tiempo. Como una autentica meteoróloga, para las siete
de la mañana ya estaba en la playa. Las gentes de los chalets del
muelle y Las Arenas, solían fijarse si había colocado los todos o
no para saber el tiempo que iba a hacer. El que los pusiera o no era
síntoma de buen o mal tiempo. El marqués de Barrio Lucio, que vivía
en un chalet cerca de la Iglesia de Las Mercedes, solía decir
“...hoy mal tiempo, Rita no ha puesto los toldos...”.
Alquilaba
bañadores a quien quería bañarse y no disponía del equipo
necesario. Mujer muy emprendedora, incluso hacia con sus propias
manos aquellos bañadores que luego alquilaba. Fue en la época en la
que estaban de moda las faldas en los bañadores de las mujeres.
Durante los inviernos cosía a mano aquellas vestimentas veraniegas.
Alguna de sus hijas y nietas solían ayudarla en la playa. Para
guardar aquellos útiles (casetas, sillas, toldos), al principio
solían utilizar los baños de la playa, más tarde compraron una
lonja en la calle Artekalle (Areeta).
Entre
las casetas de baño, había una cedida por el Ayuntamiento para
cuando venían los niños de “La Misericordia” de
Bilbao, para disfrutar del sol y las tranquilas aguas de nuestra
playa. En 1922 la casa de “Las Irlandesas” estaba
próximo a la playa. Más tarde compraron el solar junto al
transbordador de Areeta-Portugalete. Aquellas monjas acudían a la
playa a las 8 de la mañana envueltas en sudarios largos y unos
bañadores parecidos a los camisones de manga larga. Y vestidas como
fantasmas se adentraban en el agua con sus cabezas cubiertas con
gorros de baño. Laureana, su nieta, recuerda que acudía a la playa
a ver aquel espectáculo con la excusa de llevar el desayuno a su
amama. Otros famosos asiduos a aquella playa, en los años 50, eran
los jugadores del Athletic (Canito, Panizo, Iriondo,...), también
solían acudir los actores de teatro cuando venían a Bilbao.
Ya en
1955, en una publicación local “El Boletín Parroquial”
de Las Arenas, decía Rita: “...de 16 años a esta parte se
ha notado el cambio...,...yo tengo trajes de baño para
alquilar, pero como tienen falda, las chicas no los quieren...”.
Ella notaba los cambios que se estaban produciendo en las costumbres,
costumbres que poco a poco hacían que servicios como el que ella
prestaba fueran decayendo. Decía : “...Ahora se desnudan
fuera de las casetas porque llevan el traje de baño puesto...”.
En 1957
en un viaje que realizó a Bilbao el ciudadano Juan Carlos de Borbón,
tuvo un pequeño encuentro con Rita, y le saludó en el muelle de
Portugalete. La prensa local confundía el lugar, a pesar de lo claro
de la fotografía, identificando el lugar como Las Arenas (ver
fotografía superior). La actividad de las casetas de baño
desapareció de la playa de Areeta-Las Arenas hacia finales de los
60.
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