Los
espectáculos callejeros en Getxo, aquellos comediantes que desde
principios del Siglo XIX hasta mediados del XX recorrían nuestras
calles y plazas, eran la atracción de no pocos días del verano. Se
les esperaba con ansia, rompían la monotonía de una época en
blanco y negro, en la que eran, casi, el único divertimento, que
niños y mayores podían contemplar en las plazas públicas, teniendo
como asiento el polvoriento suelo o una simple banqueta de madera,
que se llevaba de casa debajo del brazo.
Para
estos espectáculos, además de las normas municipales, existían
normativas de la “Diputación General del Señorío de
Vizcaya”. En 1801 el Intendente de Policía del Señorío
de Bizkaia redactaba unas normas a aplicar en todas las poblaciones y
ciudades. Entre las mismas había una específica, el articulo nº 6,
dirigida a: “...Expedir las licencias para usar armas, y los
permisos de que necesitan para ejercer sus profesiones en calles y
plazas, los cantarines, saltimbanquis, portadores de linternas
mágicas, titiriteros, volatines, conductores de osos o monas, y
todos los demás que ejerzan profesiones ambulantes...”.
También
entre aquellos artículos se colaban otros de control de la
población, de sus opiniones acerca de su visión de los gobernantes,
que quizá hoy se denominarían bajo un rimbombante nombre o
camuflado como encuesta sociológica. Aquellos controles que se
ejecutaban mediante informes que debían dirigirse a diversos
departamentos de la Diputación y al ilustrísimo Señor
Superintendente general, se dividirán en tres capítulos intitulados
“Seguridad pública, Espíritu público, y Subsistencias”.
El
relativo al control de las actividades de los vecinos, decía: “...El
segundo capítulo comprenderá las noticias relativas a la tendencia
del espíritu público: explicará de qué manera influyen en él las
disposiciones del Gobierno: indicará las ocurrencias que lo
pervierten o lo mejoran: qué efecto producen sobre él las
tentativas que se hagan sea para corromperlo, sea para dirigirlo: en
qué pueblos se muestra mejor, y en cuales peor, y las causas que
influyen en estos resultados...”.
Pero
volviendo al tema inicial, que ya dediqué una entrada titulada “Los
Volatineros, Artistas Callejeros” el Viernes 6 de enero del
2012, eran actuaciones ciertamente imaginativas por la escasez de los
medios con que contaban los saltimbanquis. Me detendré en alguna de
ellas, por ejemplo la de “La linterna mágica”: Fue
un medio audiovisual que proyectaba lo que podría denominarse
sombras chinescas o estampas, basado en la proyección de imágenes y
uso sincrónico de sonidos que tuvo entre los siglos XVII y XIX una
significativa trascendencia cultural. Su desarrollo correría parejo
a la “magia representativa”. Una serie de
aplicación de principios físicos, que permitían la proyección de
aquellas imágenes. Se consolidaría en el primer cuarto del Siglo
XIX, llegando a su decadencia en las primeras décadas del XX. Tengo
ligeros recuerdos de aquel espectáculo en las noches de verano en mi
barrio natal Areeta-Las Arenas.
De los
saltimbanquis o volatineros, de los que como decía anteriormente ya
hablé, cabe recordar a uno de ellos, que en los meses de verano
llenaba la plaza de Alango, entonces aún sin asfaltar. “Majataba
el Fakir”: Curioso personaje de piel cetrina, que por los
años 50-60, visitaba nuestro barrio. La gente acudía a aquellas
representaciones provista de banquetas de madera y sillas plegables.
Realizaban su propaganda por al Avenida Basagoiti, con un “mono
titi” apoyado sobre el hombro, luciendo en su cabeza un
gorro troncocónico rojo, con su borla balanceando, cual guardia mora
de la época franquista, en su mano portaba una campana que hacía
sonar antes de pregonar a los cuatro vientos el lugar, la hora de su
actuación.
Entre
los espectáculos que ofrecía podíamos ver : Simulaciones de tragar
clavos y bombillas, se atravesaba su cuerpo con grandes agujas,
descansando sobre una tabla de clavos. Recordaba un vecino que había
anunciado “...Majataba permanecerá enterrado 24 horas bajo
la arena de la playa..”, incluso hubo quien hizo guardia
durante la noche para sorprender al ilusionista. Se cruzaron
apuestas, pero “...Majataba seguía allí abajo cuando
empezaba a clarear el día...”. Al desenterrarlo estaba
medio muerto. Es seguro que se ayudaba de algún objeto (tuvo, caña
o similar) para pode respirar. Mientras tanto su avispado ayudante,
que cogía las apuestas, no pareciendo estar seguro de su
supervivencia, puso tierra de por medio, obviamente con el dinero de
muchos cabreados vecinos. Aquel personaje permaneció algún tiempo
entre nosotros tratando de encontrar un trabajo que le permitiera
realizar una dieta más rica en proteínas que la de las cortantes
bombillas.
Otro “comediante” muy esperado era “El
Gran Ramplín”, el Volatinero. Era un buen funambulista,
aunque quizá su número más esperado era cuando se metía un sable
verídico, según lo atestiguaba el Ferrón de Durango, por la boca
hasta el estómago. “La Pitonisa Juana” hacía
juegos malabares y acertaba el porvenir por sólo una peseta rubia.
Esta mujer tocaba el saxo tenor y golpeaba un tambor con el pie con
gran ritmo. Generalmente, las troupes actuaban en plazas fijas. Había
público forofo que asistía a sus representaciones siguiéndoles por
pueblos y barrios. En Getxo comenzaban por Areeta-Las Arenas,
llegaban a la Plaza de Alango, en Algorta y terminaban en La Venta de
Andra Mari.
Quizá
entre aquellos espectáculos, aunque no nombrados al comienzo,
debiera de incluirse el “Circo”, que tuvo sus
momento a comienzo de los años 30-50. Espectáculo que, como hoy en
día, también era propenso a algunos empresarios de pocos
escrúpulos, como el que el 4 de Agosto de 1932 abandonó a fieras y
artistas, durante la actuación del “London Circus”,
en el barrio de Algorta. Aquel avispado negociante, que había dejado
deudas por todo Bizkaia, levantó el vuelo, dejando a toda su “trup
circense”, como decía la prensa “...fieras, leones
y panteras, muertas de hambre...”, ante la espantada de los
responsables. Nadie se atrevía a dar de comer a aquellos pobres
animales, y ante el peligro que su desatendida presencia
representaba, el Secretario Municipal hubo de presentarse en el
Gobierno Civil para realizar la oportuna denuncia.
Otra de
aquellas representaciones era las de las “marionetas”,
representaciones que en 1954, se llevarían a cabo en dos lugares de
nuestro Pueblo: la primera en el “Frontón de Las Arenas”
(junto al Bar Novelty), el día 22 de Julio, en funciones de tarde y
noche, y la segunda en el “Gran Cinema de Algorta”,
el día 23 de Julio; aquel espectáculo correría a cargo del grupo
de teatro móvil madrileño “Las Marionetas de Talio”.
Esta puesta en escena correría a cargo del titiritero madrileño
Natalio Rodríguez López “Talio”, autentico
artista que manejaba con gran destreza los guiñoles y las marionetas
que vio en Italia, en el famoso teatro Piccoli. Se da la
circunstancia que este creador de ilusiones infantiles, era esposo de
Josefa Moreno, padres del conocido artista y ventrílocuo, además de
médico y conocido empresario de sagas televisivas, José Luis
Moreno.
Pero
como en aquellos años nada acontecía sin dar puntada, que el
pensamiento único lo auspiciara, esto sucedía porque dentro de
aquel mundo, alguien de la Falange Española ideó que aquellos
títeres podían servir como un excepcional medio de propaganda para
la formación de opinión en los niños, nada mas sutil que algo
aparentemente inocuo como las marionetas, era utilizado para
adoctrinar.
Hasta
aquí un pequeño recorrido por aquel mundo que entre titiriteros,
volatineros, comediantes, artistas circenses y guiñoles recorrieron
nuestros pueblos, dando con sus espectáculos momentos de asueto a
niños y mayores. Hasta que llegó la tele y les hundió el negocio.
En Cádiz también hubo por la época un fakir llamado Majataba, conocido como el "faki", que era de Valladolid.
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