Cuando
en la entrada del jueves 11 de abril de 2013 hablaba sobre este tema,
no cerraba el capítulo sobre estas celebraciones. Simplemente era un
punto y seguido.
En
aquella entrada recogía algunos datos sobre la influencia religiosa
del catolicismo, en una sociedad casi recién salida de un golpe de
estado. De la influencia que tenia aquellos actos incluso para los
que no participaban de aquellas creencias. De la puesta en escena de
aquellos actos, que creaban una determinada cultura.
Los
actos religiosos influían en toda la comunidad getxotarra,
participando en los mismos sectores políticamente opuestos. Los
desfiles religiosos también iban acompañados por numeroso público
y por grupos folclóricos, pertenecientes a organizaciones locales de
gran prestigio.
Celebraciones
como la del “Corpus Christi” la “Inmaculada”,
el mes del Sagrado Corazón, que junto a otras imagen religiosas,
acompañaban a las mismas estandartes de laboriosa ejecución con
iconos de diversa imaginería religiosa. Eran portadas, en medio de
un fervor casi místico, por nuestros barrios.
Es
precisamente en esos años, a finales de los 50, cuando en medio de
una cohorte de estandartes, caras serias y compungidas, desfilaron
por la Avenida del Angel de Getxo y Algorta, a hombros de dantzaris,
acompañados de hilanderas, con sus aros engalanados, con flexibles
papeles de seda de colores y secundados por una furgoneta provista de
potentes altavoces, que acompañaba a aquellas imágenes durante todo
el recorrido.
En
aquella comitiva iban ademas de los dantzaris, entre los que podíamos
ver caras conocidas de la sociedad Itxas Gane de Algorta, txistularis
y una larga comitiva de seminaristas de los Trinitarios de Algorta.
En Andra
Mari se celebraban dos grandes procesiones: la del mes de mayo,
dedicada a la Virgen y la otra, la del mes del Sagrado Corazón, que
se celebraba al mes siguiente. Para ellos se montaban altares en
lugares estratégicos del pueblo en donde el párroco entonaba salmos
y cantos religioso en honor a la festividad. La comitiva que
arrancaba desde la Iglesia de Andra Mari hasta la ermita del Ángel y
desde allí hasta Maidane, donde se instalaba un altar, continuaba
por Miramar y se adentraba en el “Barrio de Sarri”,
lugar en el que junto al lavadero, se improvisaba otro pequeño
altar, donde se celebraba otro acto religioso.
Otro de
los acontecimientos religiosos, dedicado a la Inmaculada, partía de
la Iglesia de San Nikolas, recorría la Avenida del Angel y la campa
del Tenor Constantino, atravesando la calle San Martin, para bajar
por la Avenida Basagoiti hasta la plaza de San Nikolas. Allí, tras
un acto en torno al quiosco de la música, hacían su entrada
imágenes y estandartes en la iglesia del mismo nombre.
Acompañan
a este pequeño recordatorio de aquellos días unas fotografías de
las celebraciones, no las de todo el recorrido, pero al menos de
parte de él. Las que corresponden a la Avenida del Angel y el barrio
de Sarri, aunque no de gran calidad, nos ofrecen una perspectiva de
cómo era la zona en aquellos años. Las otras, las de la Avenida
Basagoiti, de mejor calidad, nos permiten ver caras conocidas de
Algorta y Getxo (Andra Mari) y de como era el ambiente en torno al
quiosco de la música.
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