Las
Añas, nodrizas, amas de cría, añas secas, eran los nombres que
recibían las señoras encargadas de cuidar a los niños de casas
pudientes. En auskera se les denomina como (aurtzain, aurtzai,
haurzain, seinzain, seizai, aña o neska pazka). Aunque su servicio
viene de principios de siglo, fue en los años cincuenta una figura
que llenaba las zonas ajardinadas, en las que la burguesía del
llamado Neguri, criaba a niños repeinados y bien vestidos, a quienes
cuidaban y en algunos casos amantaban (añas secas o añas
frescas). Este vocablo fue recogido, al parecer, por primera vez
en 1726.
Sus
figuras, generalmente orondas, con sus moños recogidos por un
pañuelo de cabeza (buruzapi), también con curiosos tocados como el
de la fotografía inferior (de la bermeana Aña Mari), de voluminosos
pendientes, trajes de cuadros y rayas, o perfectamente bordados,
muchas veces de color azul y blanco, largos y grandes delantales, de
blanco inmaculado. Sus uniformes en verano solían se blancos. Con
ellos se acercaban con la troupe de niños a las playas. Con su
imponente presencia, daban a aquellos cuadros infantiles, una
sensación de seguridad.
En los
veranos llenaban el paseo de Zugatzarte, Ereaga y la Avenida
Basagoiti. Eran las encargadas de la seguridad y las meriendas de
aquellos pequeños, señoritas uniformadas que paseaban a los recién
nacidos en descomunales coches, de color blanco y azul marino de
fabricación inglesa. Las “Añas Secas” eran
“contratadas”, para cuidar y acompañar a la prole; las “Añas
Frescas” eran “contratadas”, por mujeres de la
burguesía, que o bien tenían dificultades para amamantar a su
vástagos o bien debido a motivaciones estéticas o de comodidad,
renunciaban a hacerlo.
El paseo de Zugatzarte era quizás la vía más
concurrida por las añas de los palacetes de los alrededores. Existía
una diferencia en su denominación. Eran mujeres procedentes de
aldeas, que realizaban esta función como un servicio entre las casas
adineradas, lo que suponía para aquellas clases sociales pudientes
un signo de distinción social.
Este
grupo de mujeres se veían obligadas por necesidad a abandonar sus
hogares para criar hijos ajenos. En muchos casos se valoraba que
fueran baserritarras (caseras) que supieran euskera. En otros casos
llegaban de remotas poblaciones rurales del norte; especialmente de
Asturias, Cantabria o Galicia. En algunos casos se integraban, como
uno más en la familia receptora. Los niños no olvidan el pecho de
quien han mamado. Así, ya adultos, trataban a sus cuidadoras como
verdaderas madres.
Era esta
una imagen perteneciente a otros tiempos, mediados del Siglo XX,
imagen hoy irrepetible, por el cambio de costumbres, incluso en las
formas de contratación. Con la llegada de las nuevas técnicas
(leche en polvo y el biberón), a finales de aquellos años,
desaparecieron paulatinamente.
Pero siempre quedará en nuestra
retina aquellas imágenes, las de la Avenida Basagoiti, algunos
lugares de Neguri y sobre todo para mi recuerdo el paseo de
Zugatzarte, con aquellos grupos como de postal, de pequeños con sus
trajes blancos y zapatillas del mismo inmaculado color, rodeando al
aña que los vigilaba cual polluelos frente a sus impresionantes
mansiones. Son imágenes en donde no falta el “mosconeo”
de mozos del reemplazo, soldados, que llegaban a pelar la pava con
las cuidadoras de los futuros señores de las empresas de sus papás.
Otros tiempos, otras “mores”.
Añas es un vocablo quechua, de los Andes de América del Sur, su traducción es mofeta. Por las imágenes que veo en este artículo, el uso de la palabra añas haría referencia al tocado u adorno que llevan las nodrizas en la cabeza, semejantes a la cola de la mofeta. Saludos
ResponderEliminarReal academia de la Lengua Española.
ResponderEliminar1. f. P. Vasco. nodriza.
2. f. P. Vasco. niñera.
aña seca
1. f. P. Vasco. Niñera que ha sido nodriza y permanece en la casa, tras su jubilación, para cuidar y ocuparse de los niños.
Real academia de la Lengua Española.
ResponderEliminar1. f. P. Vasco. nodriza.
2. f. P. Vasco. niñera.
aña seca
1. f. P. Vasco. Niñera que ha sido nodriza y permanece en la casa, tras su jubilación, para cuidar y ocuparse de los niños.