Los
bilbainos siempre han estado orgullosos de su bochito pero algo debia
tener, y tiene Algorta, que ya desde 1912 la elegian para lugar de
colonias de los pequeños de la Villa.
Al
comienzo del siglo XX, en 1915, el Ayuntamiento de Bilbao progaramó
para su población escolar con mayor riesgo de enfermedades con unas
vacaciones de verano al aire libre.
La
corporación bilbaina tenia colonias en varios puntos de la
geografia, en las cuales cerca de un millar de niños disfrutaban de
los veranos, tanto en zonas de playa como de campo, pero que gravaban
mucho las arcas del ayuntamiento, por lo que decidieron realizar una
actividad, que por un lado resultara beneficiosa para aquellos
pequeños y por otro abaratase el presupuesto, dicha actividad
buscaba enviar mil niños más a disfrutar de los baños de mar, la
cual recibió el nombre de “Semicolonia de Algorta”, una
experiencia en la cual los niños iban a pernoctar en sus propios
domicilios, realizando diariamente viajes de ida y vuelta entre
Bilbao y Algorta.
Una
vez seleccionados los mil candidatos a disfrutar de esta
“semicolonia”; selección que realizaba el Médico Municipal
Inspector de Escuelas, fueron sólo 766 los seleccionados, quedando
los restantes escolares limitados a jugar en la playa, sin contacto
con el agua, lo cual seguro que fué un castigo para los que no
habian sido agraciados en la selección.
A
cada niño se le proporcionaba un carnet en el que constaban sus
datos personales, descripción física, días en que debía acudir,
medio de transporte y horario, así como unas casillas perforables
numeradas para cada viaje y cada almuerzo.
Cada
escolar debía de llevar una “sábana” y un traje de baño,
condición sin la cual no serían admitidos.
Se
dividió a los escolares en tres grupos, cada grupo acudiría a tomar
baños durante nueve días. Cada uno de ellos sería a su vez
subdividido en tres secciones: las dos primeras se reunirían a las
seis y media de la mañana; una en el Ayuntamiento, para salir a las
siete en el tranvía hasta la Avanzada, tomaría sus baños entre las
nueve y las diez de la mañana para regresar a Bilbao en el tren que
salía de Algorta a las once.
La
segunda tenía su punto de reunión en el Instituto Vizcaino, situado
en lo que ahora es la plaza de Unamuno, saliendo para Algorta en el
tren de las siete de la mañana, tomaría su baño entre las ocho y
las nueve de la mañana, y regersaban a Bilbao en el tranvía que
salia de la Avanzada a las once y media, la tercera se juntaba a las
siete y media en el Instituto Vizcaino y saldiendo en el tren de las
ocho para tomar su baño entre las diez y las once. Su regreso se
hacía también en ferrocarril, en el tren que tenía su salida de la
estación de Algorta a las doce menos diez.
Los
niños procedentes de Zorrotza y Olabeaga se desplazaban en el
ferrocarril de Bilbao a Portugalete, cruzando el Puente Colgante, y
desde allí, en tranvía a Ereaga. Los de la zona de Ibaizabal y la
Peña lo hacian en el Ferrocarril Vascongado hasta Bilbao, donde
enlazaban con el resto de los niños utilizando el tranvía urbano.
En ambos casos, eran acompañados por un maestro ayudante.
Se
suministraba a cada niño un almuerzo, seleccionado por concurso
entre los proveedores locales, recibirían además un traje de baño
cada uno. El personal que acompañaba a cada expedición, consistente
en seis maestros voluntarios, actuando dos de ellos como director y
directora; los directores cobrarían 125 pesetas y los ayudantes 100
pesetas.
De
acuerdo con lo pactado con el Ayuntamiento de Getxo, éste
seleccionaba ocho bañeros, que percibirían 138 pesetas cada uno por
mes y medio de trabajo, debiendo prestar servicio entre las ocho y
las once de la mañana.
También
se contrató en Getxo una señora encargada de recoger, secar y
guardar la ropa de los niños, que percibiría 2,50 pesetas por día
trabajado.
En
las expediciones del año 1911 Se siguieron las normas referidas, con
las siguientes peculiaridades:
El
servicio de almuerzo quedó a cargo del industrial J. García Cazaña,
dueño de la panadería “La Esperanza”, quien debía de
suministrar un bocadillo compuesto por pan francés con una loncha de
jamón un día y por pan español con dos lonchas de queso al
siguiente.
En
su oferta inicial incluía un pastel cosa que el médico municipal
estimó conveniente retirar, incrementando en su lugar la cantidad de
pan.
Se
presentaron numerosos maestros para los puestos de directores y de
ayudantes, lo que no es de extrañar pues las cien pesetas asignadas
a cada uno como gratificación suponían una cantidad importante para
ellos (en aquella época el sueldo mínimo de los maestros vizcainos
era de 825 pesetas anuales).
Los
bañeros seleccionados por el Ayuntamiento de Getxo fueron todos
ellos vecinos de Algorta y marinos de profesión: José Domínguez,
Juan Cruz Llona, José Núñez, Agustín Irueta, Antonio Deusto,
Jenaro Maguregui, Martín Echevarria y Manuel Sáez.
En
el año 1912 los expedicionarios, parece ser que provocaron varios
incidente en el ferrocarril de Algorta y en la playa, lo que dio
lugar a algunas reformas implantadas a partir del verano de 1913.
Se
separaron las expediciones de niños y niñas, acudiendo los primeros
desde mediados de julio hasta comienzos de agosto y las niñas
después; también se incrementó el tiempo de permanencia en la
playa. Se limitó a doscientos el número de expedicionarios de cada
día y se intensificó la vigilancia, incrementando el número de
maestros acompañantes a la vez que disminuía el total de
expedicionarios a 435 plazas para niñas y 409 para niños.
Cada
día acudían cerca de doscientos escolares divididos en cuatro
secciones, acompañados por un maestro director con cuatro ayudantes,
cuando los chicos, y por la directora con cuatro maestras auxiliares
cuando las niñas. Tenían su salida a las ocho de la mañana en la
estación del ferrocarril a Plentzia y el regreso lo iniciarían en
la estación de Algorta en el tren que tenía su salida a las 17,30h.
Cada sección disfrutaba de media hora de baño, aunque los bañeros
deberían de permanecer en su puesto, por si acaso, desde las 8h.
Hasta las 12,30h.
La ampliación del horario de permanencia obligó a sustituir el bocadillo de almuerzo por una comida en regla, suministrada por el Ayuntamiento siguiendo las normas y menús del reglamento que regía la cantina escolar de la escuela de Urazurrutia. También se confeccionaron menús para los maestros, a base de sopa, cocido, dos principios y postre. Después de dirigirse infructuosamente a una treintena de industriales del ramo de Getxo, se recurrió al Hospital Hospicio de Getxo, que se hizo cargo de todos los aspectos: cocina, comedor y limpieza. Se repartieron 8.358 raciones de comida a niños y niñas, con un coste que sumó 4.233 pesetas.
El
presupuesto total de la semicolonia ascendia a 9.500 pesetas, durante
los siguientes años se mantuvo esta actividad sin variaciones, en
los posteriores a la Guerra Civil se utilizó el mismo modelo, pero
cambiando el destino que pasó a ser Artxanda; lugar adonde los
escolares subían utilizando el funicular”.
En ka foto superior se puede ver a la izquierda de la foto a los maestros bilbainos Srs. Gonzalez, Fernandez Playas y Barrios; a la izquierda se aprecia al Bañero de Algorteño Sr. Echevarria explicando a los niños cosas relativas al mar.
En ka foto superior se puede ver a la izquierda de la foto a los maestros bilbainos Srs. Gonzalez, Fernandez Playas y Barrios; a la izquierda se aprecia al Bañero de Algorteño Sr. Echevarria explicando a los niños cosas relativas al mar.
Los
Getxotarras tenemos claro que, seguramente, mas de uno de aquellos
bilbainos, hubiera deseado nacer en este municipio, a pesar de que
dicen que nacen donde quieren, y puestos a lanzar bilbainadas, ahora
que Marijaia esta en la cuspide de la fiesta, Getxo era y es un lugar
que no se encuentra facilmente en todo el planeta.
En
la foto inferior se puede contemplar a algunos de aquellos chavales
junto a sus profesores, adultos que seguro hubieran deseado estar tan
comodos como sus alumnos, maxime en un dia tan caluroso, como el que
presumiblemente hizo en la fecha emncionada, vestidos con pajarita,
atuendo que no seria muy apropiado para disfrutar del lugar, y a
pesar de ello seguro que disfrutaron, al igual que los pequeños, de
aquellos deliciosos dias, no recordando a su querido bocho, por
cierto lugar, en su casco viejo, de autentica delicia para combatir
la canicula veraniega.
Hola, en la foto que se ve Igeretxe de frente, hay una casa con pinaculos justo encima, a la derecha. Esa casa era de mi abuela, familia Bourgueaud-Viguera.
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