Todos los días, de forma casi mecánica, ejecutamos una serie de actos y gestos relacionados con el agua sin concederles mayor importancia, de forma automática, abrimos los grifos y fluye el agua, abundante, caliente o fría, según seleccionemos.
El agua elemento esencial para nuestra vida, gracias a las técnicas de aprovisionamiento, fluye en nuestros hogares, pero no siempre fue así. La vida no siempre fue tan cómoda como lo es ahora. Para obtenerla era necesario un proceso muy laborioso.
El agua había que traerla de pozos, manantiales y arroyos, por diversos medios tales como las vasijas de barro y otros recipientes, por otro lado costosos de transportar por su peso, normalmente se portaban sobre la cabeza o el hombro, también se idearon unos balancines para llevar colgados los recipientes a ambos lados del cuerpo.
Era como muchos otros duros trabajos, asignados a las mujeres, afortunadamente el paso del tiempo y la lucha que ha desarrollado el feminismo, va eliminando estas lacras.
Los sistemas de conducción de aguas para el consumo humano en la antigüedad se realizaba mediante tuberías de arcilla, madera o plomo elementos que no resistían siquiera presiones moderadas. Posteriormente se empezó a utilizar conductos de hierro fundido.
A muchas viviendas no llegaba el agua, por lo que se construyeron diversas fuentes y lavaderos por todo el municipio. Son muchas las referencias a lo largo del Siglo XIX y XX de la construcción de ambas.
Las fuentes y los lavaderos solían ser públicos y por ello existía alguna construcción de este tipo en cada núcleo de población.
En su origen, los lavaderos eran de "terrones"; se aprovechaba un lugar donde el agua era abundante, al lado de un manantial o rio y se estancaba rodeando una pequeña zona por medio de terrones. Los vecinos utilizaban piedras más o menos planas, que apoyadas sobre los terrones servían de base donde frotar la ropa. Estos lavaderos solían estar al lado de una zona de prados o campo que les servían para poner la ropa a clarear, posteriormente se harían los lavaderos íntegramente de piedra y cubiertos.
En cuanto a las fuentes podemos distinguir dos tipos:
Fuentes de manantial.
Fuentes de caño.
Las primeras consisten en la construcción de un depósito en la que al estancar el agua para de este modo poder recogerla más fácilmente. Suelen ser construcciones cuadradas de pequeñas dimensiones y, en algún caso, se encuentran cubiertas por un tejadillo; generalmente son de piedra por tres de sus caras y la posterior es en muchas ocasiones el propio talud, en el cual se encuentra el manantial; tienen acceso por su cara anterior.
Las fuentes de caño consisten en la simple construcción de un muro que cierra la salida del manantial, permitiendo canalizar el agua a través de un caño por el que se le da salida al exterior. Este tipo de fuente suele estar complementada por un tanque en el que se vierte el agua, el cual puede ser de cantería o cemento.
Uno de los puntos de reunión, comentario, información y cierto “relajo” para las lavanderas, aguadoras y mujeres en general, eran las fuentes y lavaderos, tanto de los pueblos como de las ciudades.
Así en 1864 aparece la primera refencia de la construcción de un lavadero y fuente en Aretxondo (Algorta), que era utilizada por los vecinos del Puerto Viejo para consumo, lavadero que tuvo sus pleitos. Un boticario de la epoca construyo fuentes y presas para limpieza de sus herramientas por lo que las aguas bajaban sucias y no eran validas para el consumo humano.
En 1883 se construye la fuente lavadero de Txatxarro en el barrio Ibarra de (Andra Mari).
En 1901 el de Las Arenas, cuyo titular fue el Sr. Romo.
En 1912 se construye el del barrio de Sarri, también en (Andra Mari).
Entre 1913 y 1930 se construyen los de Salsidu, Alango y Los Puentes en Algorta.
Entre 1930 y 1950 se construyen los de Iberre (Andra Mari), Usategui, Avenida Basagoiti, Andikoetxe en Algorta y Perune en (Andra Mari).
Así mismo se construyen muchas fuentes publicas a lo largo de los barrios del municipio.
Una de las fuentes, quizá mas populares, en los años 50-60, a pesar de no estar dentro del municipio, fue la de Artaza (Leioa). A esta fuente acudían, sobre en verano, una autentica procesión de vecinos de Romo y Las Arenas, en busca de su fresca y sabrosa agua.
Incluyo varias fotos de fuentes del municipio.
Mi amama, nacida en 1907, siempre decía que ella iba a lavar al Gobela.
ResponderEliminarTambién recuerdo que nos llevaba, desde Mª Cristina (Las Arenas), al manantial de Artaza.
Lourdes.