Siguiendo
con la anterior entrada sobre el “Ferrocarril Económico de
Bilbao a Las Arenas”, hoy traigo a estas paginas el último
periodo que sobre la vida de aquel medio de transporte he conseguido
encontrar.
Estamos
en el año 1894. El día 1 de marzo de dicho año se celebraba
otra de aquellas Juntas Generales, en cuyos cuadernillos nos dejaban
no solo noticias de sus balances económicos, sino también pequeños
relatos de la vida del ferrocarril. Al igual que en las anteriores,
se hacía balance de año ya pasado.
Dentro
de las reflexiones destacaban el echo de que no habían obtenido los
resultados que habían previsto. Entre los motivos que lo provocaron
citaban tres: Los accidentes producidos en las líneas, la larga
crisis industrial, que se había iniciado en 1891, y que continuaba
en la actualidad. Como consecuencia de aquella crisis los billetes de
los obreros, eternos paganos de la crisis, se habían reducido en
10.000 viajes menos que en el mismo periodo de 1892. Y la tercera y
también fundamental causa fue la “Epidemia de Cólera”,
que en el último verano paralizó las transacciones mercantiles; y
la rápida emigración de los veraneantes llegados de otras
poblaciones, que pertenecientes a las clases más pudientes, hicieron
que se vieran resentidos los billetes de primera clase.
El
movimiento total de viajeros fue de 863.882. El mes de mayor
afluencia seguía siendo el de agosto con 145.848 viajeros y el de
menor noviembre con tan solo 43.317; de estos, 60.906 lo hacían el
1ª clase, 76.334 en 2ª clase y la más numerosa correspondía a las
clases más desfavorecidas económicamente con un total de 726.642
viajeros. En los trenes denominados de “Gran Velocidad”,
se transportaron mercancías que arrojaron un peso en bascula de
53.799 kg., mientras que las mensajerias supusieron 1.713,254 kg.; en
las unidades de “Pequeña Velocidad” las mercaderías alcanzaron
los 14.167.941 kg., transportándose 140 cabezas de ganado. Aquellos
portes supusieron unos ingresos de 227.686,25 pesetas para las arcas
de la compañía. No obstante el numero de asientos que la compañía
ofertaba seguía superando a los realmente utilizados, siendo los
primeros 1.596.726 mientras que los segundos solo llegaron a 863.882.
El
año 1895, decían que no fue un buen año ya que la crisis se
agudizaba. Sobre todo el sector industrial, provocando la disminución
del número de viajeros. A pesar de ello, el de mercancías aumentaba
progresivamente. Otra de las razones aducidas se refería al convenio
que habían acordado con la empresa del Tranvía de Bilbao a Las
Arenas y Algorta, lo cual les llevó a poner precios más caros en
alguno de los trayectos, lo que provoco una disminución de viajeros
en las estaciones de Desierto (Erandio) y Lutxana. Por este motivo
denunciaron el acuerdo que tenían con la anterior compañía,
dejando sin efecto para la próxima temporada veraniega.
Sin
embargo, el transporte de mercancías creció un 34% respecto del
mismo periodo del año anterior. A lo largo de aquel año circularon
14.380 trenes mixtos, 62 especiales, 721 de mercancías y 683 de
trabajos y material. Mejoraron las unidades concentrando sus
esfuerzos en la calefacción, sistema de rodaje y freno automático
que funcionaba mediante el sistema “Soulerin”. En
la estación de Las Arenas, para separar sus propiedades del resto,
construyeron un muro de mampostería sustituyendo a la vieja
empalizada de madera existente hasta entonces y reconstruyeron el
almacén de carbón. Para abaratar el coste de las obras se
realizaron con materiales de las obras del Puerto Exterior.
El
numero de viajeros durante el año 1895 alcanzó los 640.838; de
ellos 40.615 lo hicieron en 1ª clase, 47.949 en 2ª clase y 552.274
en 3ª clase. Las locomotoras recorrieron durante aquel año un total
de 182.364 kilómetros, consumiendo 1.305.736 kilogramos de carbón y
7.479 de grasas. La compañía repartió beneficios por valor de
5.433,35 pesetas.
Y así
llegamos al año 1896, último del que existen informes. La
explotación de aquella línea arrojaba un numero de viajeros de
628.908, de ellos 33.210 lo hicieron en 1ª clase, 41.843 en 2ª
clase y 553.855 en tercera; esto daba un promedio de 1.718 viajeros
día, inferior al del año anterior que había sido de 1.756 viajeros
día. El transporte de mercancías nuevamente volvía a crecer,
movieron un total de 29.177 toneladas. A lo largo de aquel año
circularon 14.418 trenes mixtos, 66 especiales, 812 de mercancías y
840 de trabajos y material. Aquel año se vieron obligados a realizar
inversiones en la reparación de toda la línea, con aumento del
numero de trabajadores de las brigadas de colocación de tornillos en
las vías. Adecentaron las fachadas de las estaciones blanqueándolas.
En cuanto a las locomotoras, en las unidades 4 y 5, realizaron
cambios en llantas y aros de acero, así como en los coches y
furgones con la colocación de cojinetes y torneando todas las
ruedas.
Como
novedades: Se colocaba una bascula en Bilbao para el pesaje de los
vagones y se instalaba el alumbrado en las estaciones de Deusto,
Lutxana y El Desierto (Erandio) a través de un convenio con la
“Compañía Eléctrica Ibaizabal” de Erandio. Las
locomotoras recorrieron durante aquel año un total de 182.231
kilómetros, consumiendo 1.409.941 kilogramos de carbón y 10.550 de
grasas. Curiosamente con un recorrido kilométrico inferior al del
año anterior habían aumentado los consumos. La compañía, en esta
ocasión, liquido beneficios por valor de 15.550,43 pesetas, tres
veces superior al del año anterior.
En aquel
último año los responsables del Consejo de Administración de la
compañía del “Ferrocarril Económico de Bilbao a Las
Arenas” eran los siguientes: Presidente José María de
Solaun, Vicepresidente Ramón de Coste; Administradores Julián de
Torre, Martín de Zavala, Fernando de Landecho, Jaquín de Arellano,
Ricardo de Arellano, Juan de Aburto, Benito de Alzola, Miguel de
Uribarri y Juan Antonio de Uriarte; Secretario Luis Tutor y figuraba
como Director Gerente Julián Aramburu.
Con esta
entrada finalizo la historia del movimiento de viajeros, mercancías
y otros servicios, de aquella línea que unió Bilbao con Las Arenas,
Algorta y Plentzia, dejando tras de si una estela de humo y chispas,
que nuestros antepasados vieron, probáblemente con ojos asombrados.
Eran los inicios de las maquinas de vapor y de las visitas de los
nuevos veraneantes que como dijeron aquellos comerciantes del
ferrocarril “...estrecharon la relación entre Bilbao y el
mar...”. No sin antes decir que todos estos datos están
extraídos de expedientes del Archivo Histórico de la Diputación
Foral de Bizkaia (Bilbao segunda 0507/006).
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