Tras
estos días festivos, y la entrada relativa a la inauguración del
ferrocarril de Bilbao a Las Arenas el 30 de junio de 1887, vuelvo con
estas historias del último cuarto del Siglo XIX. En esta iremos
viendo cómo se iban produciendo en el pueblo nuevas obras e
inauguraciones.
Y
metidos en inauguraciones el 14 de julio de 1887 el Ayuntamiento de
Getxo acordaba: “...Asistir
a la bendición de la nueva iglesia de Las Arenas, que según
noticias tendrá lugar dentro de pocos días...”
A dicho acto acudió la banda de música de Algorta con su director
D. Pablo Arzuaga al frente, aquella actuación supuso para las arcas
municipales un gasto de 21,35 pesetas. Un día más tarde en el
“Noticiero Bilbaíno” anunciaban: “…El
domingo próximo se inaugurará, aunque provisionalmente, la hermosa
Iglesia de Nuestra Señora de Las Mercedes, construida en el centro
de aquella hermosa y a populosa población, que tiene sobre la
generalidad de los puertos marítimos la inapreciable ventaja de
haber sucedido, a los antiguos, áridos y abrasados arenales donde no
brotaba una planta, una exuberante vegetación de toda especie, y
sobre todo a dado paso a dilatados pinares donde casi no penetra un
rayo de sol...”
Así describían cómo tras la desecación de las marismas un extenso
bosque de pinos cubría la zona, ejemplares que aun sobreviven
majestuosos en Zugatzarte, Lertegi y Cristobal Valdes.
Por
la descripción que hacían de nuestro barrio parecía que estuvieran
hablado del paraíso: “...Es
Las Arenas un lugar donde al rumor de las brisas que se agitan en su
espeso y fresco ramaje, se unen al constante rumor de las olas del
mar, que se desvanecen en la ancha, dorada y segura playa, al pie de
la que se levantan ricos y hermosos edificios, que se hallan
interpuestos entre ella y los sombríos pinares, perfumados por los
siemprevivos lirios marinos que esmaltan y tapizan el suelo. Hasta
los plátanos y emparrados con los que hace algunos años se procuro
amenizar la plazuela de Las Arenas, han adquirido una lozanía y
desarrollo que realzan notabilísimamente la belleza y comodidad de
ese pueblo...”
Dicho acto inaugural tuvo lugar el domingo 17 de julio de 1887.
A
finales de julio de 1887 se publicaba en la prensa bilbaína la cuota
que correspondía a cada pueblo de Bizkaia, para cubrir el déficit
del Presupuesto Provincial, que alcanzaba las 524.556,40 pesetas, de
las cuales a Getxo le correspondían abonar la cantidad de 6.757,91
pesetas. El total de déficit partía tomando por base el producto de
los Arbitrios municipales, sobre el Vino, Aguardiente, carnes,
abacería y licencias de construcción y reforma de fincas, del
ejercicio económico de los años 1886-87.
Las
travesuras de nuestros jóvenes de 1887, si vivieran hoy más que
centenarios, eran castigadas con la perrera, y más que por la
importancia de los hechos porque seguro que cómo en cada época la
tolerancia alcanzaba hasta donde las gentes pensantes consideraban
debía estar el límite. Entre aquellas travesuras se encontraba la
de un mozalbete, que provisto de una caña de pescar, cogía con su
anzuelo ropas que se encontraban tendidas al sol en un balcón del
barrio; otras de aquellas travesuras era, algo ya clásico de los
jóvenes de varias generaciones posteriores, arrojar piedras al paso
de las unidades del ferrocarril, desde puntos elevados sobre la vía
o colocar clavos en los raíles para hacer hinques.
El
21 de julio de 1887 el Ayuntamiento decidía dieran comienzo los
exámenes de las clases de solfeo. Los mismos se realizaron en
Algorta, corríendo a cargo del organista de San Nicolás de Bari de
Algorta D. Pablo Mujica. Pero cómo quiera que dicha academia carecía
de instrumental para realizar las pruebas pidieron ayuda al Casino
Algorteño, al que solicitaron les dejara el piano y el salón del
centro recreativo. Así mismo se decidía comprar algunos dulces en
Bilbao para repartirlos como premio a los alumnos de solfeo, cosa que
realizó D. Idelfonso Arrola y que supuso para las arcas públicas un
gasto de 15,75 pesetas.
En
esas mismas fechas se acordaba realizar mejoras en el camino que iba
desde Alango a los depósitos de aguas. El contratista que realizó
dicha obra fue el vecino del Algorta D. Juan Bautista Eguia.
A
finales de julio de 1887 teniendo en cuenta que la canícula apretaba
el consistorio de Getxo decidía: “...Teniendo
en cuenta la decencia que deben reunir en la presente estación los
vestidos de los alguaciles y empleados vigilantes de las aguas, se
les proporciones trajes delgados de verano...”
Y es que aquellos largos trajes de paño no eran lo más apropiado
para los calores del estío.
La
caseta del fielato de Las Arenas presentaba en esos días un aspecto
deplorable, su techo estaba prácticamente desvencijado y las aguas
caían en su interior, cómo si de una ducha se tratara. Por lo que
decidieron retejar dicha
caseta,
pero esta vez con un tejado de zinc.
Agosto
de 1887, comenzaba con un nuevo libro de actas, que era firmado por
su Alcalde D. Pedro Amezaga y el secretario municipal D. José de
Abarrategui. Y en su primer acta se daba cuenta del sorteo de
asociados, que cómo recordaba en agosto de 1884 iban
a formar parte de la Junta Municipal, de rentistas y propietarios que
por su poder económico, coadyuvaban a tomar decisiones y financiaban
en ocasiones, las obras para las que el municipio no disponía de
recursos propios. Entre los elegidos por sorteo para aquella Junta
figuraban:
Por
la Primera Sección:
D. José Camiruaga, D. Manuel Eguia, D. Antonio Alcorta y D. José
Bilbao.
Por
la Segunda Sección:
D. Eulalio Madariaga, D. Juan José Unibaso, D. Fausto Gorordo y D.
José Antonio Icaza.
El
día 3 de agosto de 1887 aparecía en el Boletín Oficial de la
Provincia una circular del Gobierno Civil, recordando a los alcaldes
el deber del cumplimiento de la Real Orden relativa a la revisión en
las respectivas localidades de la rotulación de las calles y plazas,
así como de la numeración de las casas y edificios que la tuvieran
ya establecida, disponiendo se pusiera de nuevo esta en los puntos
donde no existiera o se encontrara incompleta. Para ello se daba un
plazo de 15 días. El Ayuntamiento de Getxo acordaba: “...Nombrar
para ejecutar esta orden a D. Irineo ramón Diliz y D. Eladio
Sustacha por Santa María y Algorta, y a el primer teniente de
Alcalde D. José María Aizpiri por Las Arenas...”
Fue este el primer callejero del municipio que aún se conserva en un
expediente municipal (signatura.
4.628-4).
En el aparecían, sobre todo en Algorta y Santa María, los nombres
de las casas, su uso y el estado físico de los edificios.
Así
en
Algorta:
en la calle San Nicolás en el número 2 aparecía señalada la
ermita de San Martín en ruinas y en el número 1 un lavadero
público; en la calle Mayor (antes Tetuán) en el 21 en la casa
“Malvena Nueva” existía una farmacia; en el número 45 estaba la
tahona de Hermoso y en el 44 la Sociedad Casino. En la Plaza de la
Constitución en los números 1, 2 y 3 aparecían respectivamente la
Casa Consistorial, las Escuelas Públicas de Primera Enseñanza y la
ermita San Ignacio de culto católico. En la calle de la Carretera
en el número 45 estaba la Alhóndiga y en el 105 el depósito de
carbón de “Dos Amigos”. En la calle “Alangüetas” en el
número 43 el depósito y Servicio Municipal de Aguas, en el 54 una
fortificación militar y en el número 57 aparecía el Matadero
Municipal. En la calle Carretera del Tranvía en el número 1
figuraba la Gran Fonda San Ignacio. En
Las Arenas,
que tan solo contaba con 77 números, en el número 1 estaba la Fonda
de Epalza; en el 30 la estación de Ferrocarril, en el 54 la Iglesia
de Las Mercedes; en los números 55 y 71 aparecían los Balnearios de
Bustingorri y el Hotel de los Aguirre. Mientras que en
Santa María
con 140 números, aparecían en el número 102 el Faro de la Galea,
en el 110 las Escuelas Públicas, en el número 111 la Iglesia de
Santa María, en el 113 la ermita del Ángel de la Guarda, en el
número 113 la vivienda y taberna del Ángel y en el 143 el semáforo
de la Galea. En
la zona de Baserri,
tan solo con 19 números, aparecían el Molino de Bolusarreta en el
número 4, la ermita de Santa Columba en el 6 y el Molino de
Cucullaga en el número 11.
En
la próxima entrada veremos como a pesar de la canícula, la
existencia de aguas en el depósito municipal tras las obras de
traída realizadas era abundante, y se decidía abrir al servicio
público los dos lavaderos del barrio de Algorta.
Nos sigue deleitando Memorias de Getxo con gentes, lugares y pasajes de nuestra historia "getxoztarra" ...
ResponderEliminarEstas Navidades era testigo de un rincón verde que desparece de Andra Mari: el bosquecillo y el arroyo de Iturgitxi (calle Maidagan), último vestigio del Sarri primigeio. Toca cemento y hormigón ... begondezuela!
Sarriko basoa.
Y ahora toca "Venancios" ... los bulldozers aguardan para entrar en el eucaliptal de "Oilarretxe" ...
ResponderEliminarSarriko basoa