martes, 15 de enero de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -74-



En la anterior entrada veíamos cómo se inauguraba, aunque provisionalmente, la Iglesia de Nuestra Señora de Las Mercedes de Las Arenas.

El 4 de agosto de 1887 D. Juan Ramón Mota solicitaba permiso para edificar su vivienda en Alango. Por aquel entonces preocupaba al consistorio la limpieza de las fachadas. Estábamos en verano y la afluencia de visitantes a nuestra localidad era importante. El Ayuntamiento ordenó que se encalaran los edificios para mejorar su aspecto exterior.

A mediados de agosto y a pesar de la canícula, la existencia de aguas en el depósito municipal, tras las obras de traída realizadas, era afortunadamente abundante por lo que el consistorio decidía abrir al servicio público los dos lavaderos del barrio de Algorta.

El Ayuntamiento encargó la compra de instrumental médico para realizar las autopsias que supusieron un gasto de 44,75 pesetas. Como el responsable de ordenar las intervenciones a los difuntos era el Juez Municipal, acordaron informarle del nuevo instrumental: “...Que tendrá a su disposición cuantas veces precise en la Casa Consistorial, bajo la custodia del alguacil primero...”

Tras los exámenes realizados a los alumnos del Colegio San Bernardo en el mes de julio y vistos los excelentes resultados obtenidos por los pequeños, el Ayuntamiento felicitaba a su director D. Juan Dourte.
El 18 de agosto de 1887, el Sr. Alcalde leía una carta remitida por los hijos del finado D. Máximo Aguirre, dando las gracias por haber puesto el nombre de su padre (Avenida de Máximo Aguirre) a una calle del barrio de Las Arenas.


Las relaciones entre el Ayuntamiento y la Compañía del Tranvía de Bilbao a Algorta, que en épocas pasadas no fueron muy cordiales, parece que en agosto de 1887 habían mejorado; al menos eso se desprende de lo descrito en el acta municipal del 18 de ese mes. En ella se daba cuenta de de un oficio del gerente de dicha compañía: “...Manifestamos que esta compañía no tiene ánimo de cobrar el carruaje que hace pocos días puso a disposición de esa corporación para conducción de algunos pobres de solemnidad a Bilbao...” El consistorio, además de agradecer a la compañía el gesto, nos daba en aquel acta un dato interesante en cuanto a cómo era la tracción de los tranvías en aquel momento: “...Esta corporación agradecería mucho que siempre que sea posible disponga es compañía, que los carruajes del tranvía en el trayecto desde la plazuela de la antigua carnicería hasta el Casino vayan con poca velocidad, a trote natural de los caballos, con el fin de evitar cualquier desgracia que pudiera ocurrir por la estrechez de aquel camino...”


Antes de tocar el siguiente punto referido a la “Fiesta del Ángel de la Guarda” recordar que según D. Juan Ramón de Iturrizar en su obra “Historia General de Vizcaya”, dicha festividad, en cuyo día se celebraba una feria de ganado, se estableció en el año 1780. Esa fiesta iba a ver cambios importantes, y es el 18 de agosto de 1887, cuando una de las fiestas tradicionales de Santa María de Getxo “El Ángel de la Guarda”, que hasta entonces se venía celebrando en fechas próximas a la Semana Santa, verá cambiar el día de celebración gracias a la intervención de algunos influyentes vecinos para quienes las licencias festivas de la juventud de la época podían ser obra del propio Satanás. En aquel pleno municipal se dio cuenta de una instancia firmada por D. Juan Bautista Aguirre, D. Dámaso Ibarra y D. Roque Zabala y otros vecinos de la feligresía: “...Solicitamos que por las poderosas razones que pasamos a exponer, suplicamos a esta corporación suprima la feria y romería que en la misma se vienen celebrando anualmente por los días del Santo Ángel de la Guarda, el 1 de marzo, y trasladarla al 1 de octubre, el argumento era que con motivo de la Fiesta del Ángel se venían cometiendo grandes irreverencias…” Algunos, como ellos mismos se definían, “Amantes de conservar los buenos usos y costumbres”, vigilantes de la moral publica y de las buenas costumbres, alegaban que: “...Si en el transcurso del tiempo estas costumbres pierden su primitiva forma, tal y como “se las legaron sus antepasados”, vienen a ser “lazos de Satanás y de profanación de algunos días sagrados”...” Advertían respecto a la fiesta que: “...Aunque caían con rara excepción dentro de la Semana Santa, las juventudes de aquí y de las proximidades “se reúnen con pretexto de la Feria de Ganado”, del barrio de Santa María, y se entregan con una “desenvoltura poco edificante”, a una diversión “impropia del Santo tiempo de Cuaresma”, que nos invita a “llorar nuestros pasados extravíos...” Y añadían que: “...La feria de ganado que se celebra en Santa María, no tiene excesiva importancia, ya que con las ferias que se hacían de forma quincenal en Las Arenas eran suficientes...” ¡Dios! ¿Qué cosas harían aquellos libertinos jovenzuelos para tener que expiar así sus excesos? La carta motivó a que la Corporación getxotarra adoptara la siguiente decisión: “...Enterados con agrado del contenido de dicha instancia y haciéndose todos los concejales participes de los mismos sentimientos e ideas, acordamos trasladar la Fiesta del Santo Angel de la Guarda al 1º de Octubre, anualmente, día en que la Iglesia celebra la fiesta del Santo Angel Custodio del Reino”...” Este acuerdo fue refrendado el 18 de Agosto de 1887 por la corporación municipal, entonces encabezada por el Alcalde de Getxo D. Pedro Amezaga. A la celebración de ese primero de octubre, a fin de solemnizar el acto, acordaba el Ayuntamiento acudir en pleno junto a la banda de música.



Aquel verano el responsable del Balneario de la playa de Las Arenas, vecino de Bilbao D. Eladio Berriatua, solicitaba al consistorio poder ampliar en 16 ó 20 unidades las casetas de baño de dicha playa.

Los fuegos de artificio lanzados en las fiestas de Las Arenas y Algorta, durante los días 26 al 31 de julio y el 13 de agosto, habían sido lanzados por la pirotecnia de la Viuda e hijo de Hernández. Se habían gastado en aquellas maravillas pirotécnicas 609 pesetas.

Otro de los acuerdos de aquel 18 de agosto fue nombrar Alcalde del barrio del Puerto a D. Victor Zarraga. Y cómo la presencia y decencia de los símbolos de poder de nuestras primeras autoridades, requerían de cierto boato, el pleno acordaba: “...Que no hallándose en decencia como se requiere en un Pueblo como éste, los bastones e insignias de los Sres. Alcalde y Tenientes de Alcalde, se arreglen dichos bastones como corresponde, con puños dorados o de oro y borlas nuevas...”

En la próxima entrada veremos cómo la proximidad de la construcción de un puerto nuevo hacía que nuestros ediles reaccionaran ante la posibilidad de que las decisiones fueran tomadas por personas extrañas.

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