jueves, 8 de octubre de 2015

LOS TOROS EN GETXO -I-



Al llegar el final del estío, me viene a la memoria una de las preguntas que me hicieron en una entrevista durante las fiestas de San Ignazio, ¿Ha habido tradición de toros en Algorta?. Aunque esta pregunta estaba relacionada solamente con el encierro de vaquillas de los años 60 en el Puerto Viejo. Esto es lo que he encontrado, en general, sobre la actividad taurina:

Los toros y Getxo. Nuestro pueblo ha tenido una relación continuada en el tiempo con diferentes matices y formas. Esta atracción se perdió a comienzo de los años 70, respecto a eso que algunos llaman arte y otros maltrato animal. Noticias sobre ellos: a lo largo de los años han aparecido en la prensa, bien como festejos (soka-muturra), o en referencias a la práctica del toreo. Quizá su seña más notoria son las plazas que se instalaron en Las Arenas y Puerto Viejo de Algorta, con diversos usos (toros, veladas boxísticas y espectáculos benéficos).

Los toros, controvertido tema, que ya desde 1789, hizo que se decretase una ordenación jurídica, en la que se decía: “...En 17 de Noviembre de 1785 se comunicó circularmente a los Tribunales, Corregidores y Justicias del Reyno la Real Pragmática de 9 del mismo , por la que se prohíbe entre otras cosas las Fiestas de Toros de muerte en todos los Pueblos del Reyno...”. !Cuánto hemos retrocedido desde entonces!.



Como ya decía en mi entrada del miércoles 15 de agosto del 2012, una de las referencias escritas sobre este tipo de fiestas, al hablar de la sokamuturra (toros ensogados), es la del Padre Larramendi, quien en el Siglo XVIII dijo: “...no sé cuando se ha pegado a los gipuzkoanos esta manía y bárbaro gusto de toros...las fiestas en las que no hay toros apenas se tienen por fiestas...si en el Cielo hubiera toros, los gipuzkoanos todos serían santos por ir a verlos..”.

Y así desde que existe documentación en el Archivo Municipal, se van haciendo referencia a ferias de ganado, la primera recogida en 1852 en los entonces denominados “Arenales” de Las Arenas, feria que se celebraba el primer y tercer domingo de cada mes, de acuerdo con la Real Orden de 8 de abril de 1852. Las referidas a los toros aparecían en la prensa Bizkaina.

La primera referencia que he podido encontrar sobre esa usanza aparecía ya en la prensa en 1854. Y lo hacía en el madrileño diario liberal “La Iberia” el sábado 19 de marzo. En la reseña del mismo decían: “...parece que se trata de construir en Las Arenas de Guecho una plaza provisional con el fin de dar algunas corridas durante la próxima estación de verano...”. Al parecer la posible instalación de dicha plaza estaba relacionada con la construcción de algunos establecimientos de baños y hospederías, actividad tras los que se preveía que llegaran a nuestro municipio importantes visitantes de otros lares. Cuando Getxo en 1857 tan solo contaba con 2.079 habitantes, en nuestro entorno más próximo tres años más tarde, se iba a estrenar una nueva plaza de toros, el lugar seleccionado era Abando (Bilbao).



Del mismo modo, y esta vez referido a los encierros, en 1863 con motivo de la elevación de la ermita de San Nikolás a la categoría de parroquia, y para que los mismos tuvieran gran pompa, se trasladaron de su fecha festiva el 6 de diciembre al 11 de agosto. Festejos que se desarrollaron con pasacalle, bailes y cucaña en el Puerto, además de soltar novillos por las calles. Costumbre que al parecer se mantuvo hasta 1881, fecha en que para celebrar la construcción de la actual iglesia del mismo santo, el 12 de agosto se celebró por vez primera una soka-muturra. Un toro ensogado recorrería las calles de Algorta, acompañado por los txistularis. En ese mismo año, el 12 de agosto se utilizó por vez primera la playa de Puerto como escenario de una corrida de toros.

En 1883 aparecían entre las actividades festivas los toros. Tras la perceptiva misa, a las tres y medía de la tarde del día 11 de Agosto se corrió en el Puerto, en su playa, un toro ensogado; seguido, a las 17 horas, de una romería en el castillo; para a las 12 de la noche realizar una “Gran Bajada” hasta la casa consistorial. Los patos y las cucañas también formaron parte del los actos festivos.

En 1890 se solicito, por parte de Manuel Eguía, Félix Viot, Pablo Anzuaga y Juan José Bilbao, la construcción de una plaza de toros, que querían colocar en terrenos de la casa denominada “Torrena”, que estaba situada detrás de la alhóndiga. El 24 de julio de 1890 nuevamente se dirigieron a la corporación municipal solicitando que, ya que se había terminado de construir la plaza, y en previsión de los festejos de lidia que se iban a celebrar y no pudiendo encontrar alojamiento para los novillos, el Ayuntamiento dejará las cuadras de la casa que estaba asignada para hospital en la plazuela de San Ignacio, cosa a la que la corporación accedió, con la condición de que se repararan todos los desperfectos que pudieran ocasionarse. La Plaza de toros estaba construida en su totalidad de madera. Los precios de 8 entradas para aquellos palcos fueron de 64 pesetas para las cuatro novilladas que se iban a celebrar los días 31 de julio y 3, 10 y 12 de agosto de aquel año 1890.



En 1890 también se anunciaba la construcción de una plaza de toros en Las Arenas, fijándose como fecha de inauguración el siguiente verano. Quizá, y recordando lo indicado al comienzo de esta entrada, la prensa bilbaina recogía lo siguiente respecto a la afluencia de visitantes: “...El hotel a cargo de D. Andrés Larrazabal esta ocupado por títulos, elegantes damas y apuestos caballeros de Madrid y provincias...”. El hotel balneario de Dña. Felipa Bustingorri había sido inaugurado dos años antes. En cuanto a la actividad cultural del barrio el 12 de agosto, en el Casino de Las Arenas, se celebró por la noche un acto músico literario, organizado por el barítono y poeta D. Ramón de Moras. Concierto de canto, que tuvo que cambiar de interprete, ya que la vocalista que iba a ser realizado por Dña. Matilde Lázaro al encontrase indispuesta, tuvo que ser sustituida por un joven interprete bilbaíno que acompañó al piano las piezas seleccionadas.

El lunes 10 de agosto de 1891, durante las fiestas de San Ignacio, en la prensa bilbaina, en el rotativo de la tarde “El Nervión”, aparecía la siguiente información: “...En Algorta reinó la mejor animación con la repetición de la romería de San Ignacio, y con la novillada que se daba en la plaza de toros, y que satisfizo a los numerosos aficionados que de esta villa fueron a presenciarla...”, se referían a los bilbaínos. El número de viajeros en el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas alcanzaba el día 15 de agosto a 5.767 pasajeros, lo cual nos da idea de la numerosa afluencia de visitantes a nuestro barrio en esa fecha. Por esos días ya se anunciaban en la prensa bilbaìna las casetas de baños de mar de Gabriel Zabala, que expendía abonos para 9 baños a 5 reales y la Fonda de Aramberria. Otro de los focos de atracción de visitantes era la que se desarrollaba en la “Fonda Recreo”, en la que se realizaban veladas nocturnas a cargo del pianista D. Luis Galino. Mientras en Algorta, los días 10 y 12 de agosto de ese año, se celebraban sendas novilladas en su plaza de toros del Puerto Viejo.



El día 9 de agosto de 1891, con motivo de la repetición de la festividad de San Ignacio, en la plaza de toros de el Puerto Viejo, se lidiaron cuatro toros navarros de la ganadería de D. Galo Quintana. Dos de ellos fueron capeados y banderilleados; los otros dos fueron muertos a estoque por una cuadrilla de Madrid dirigida por el matador D.Telesforo González, “El Americano”. Mientras el Casino de Las Arenas anunciaba los precios para la temporada:

Para un mes eran de:
Para caballeros: 10 pesetas y 20 por temporada.
Para señoras: 5 y 10 pesetas.

La entrada por un día era de:
En días de labor, caballeros y señoras: 1 peseta.
En días festivos, caballeros 2 pesetas, señoras 1 peseta.
En días de carreras en Lamiako:
Caballeros 5 pesetas, señoras 2 pesetas.

Solamente eran admitidos como socios los propietarios de viviendas en Las Arenas. La entrada por un día únicamente se daba a quien fuera acompañado por un socio abonado o propietario. A las esposas e hijas de los socios propietarios se les facilitaban billetes de admisión para cada velada de forma gratuita. Quedaba claro que solamente podían ser socios los varones. El numero de teléfono que facilitaban para realizar gestiones de admisión era el 3.029.

En la próxima entrada veremos la evolución que tuvieron estos espectáculos taurinos en el siguiente siglo.

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