Al
llegar el final del estío, me viene a la memoria una de las
preguntas que me hicieron en una entrevista durante las fiestas de
San Ignazio, ¿Ha habido tradición de toros en Algorta?. Aunque esta pregunta estaba relacionada solamente con el encierro de vaquillas de los años
60 en el Puerto Viejo. Esto es lo que he encontrado, en general, sobre la actividad taurina:
Los
toros y Getxo. Nuestro pueblo ha tenido una relación continuada en
el tiempo con diferentes matices y formas. Esta atracción se perdió
a comienzo de los años 70, respecto a eso que algunos llaman arte y
otros maltrato animal. Noticias sobre ellos: a lo largo de los años
han aparecido en la prensa, bien como festejos (soka-muturra), o en
referencias a la práctica del toreo. Quizá su seña más notoria
son las plazas que se instalaron en Las Arenas y Puerto Viejo de
Algorta, con diversos usos (toros, veladas boxísticas y espectáculos
benéficos).
Los
toros, controvertido tema, que ya desde 1789, hizo que se
decretase una ordenación jurídica, en la que se decía: “...En
17 de Noviembre de 1785 se comunicó circularmente a los Tribunales,
Corregidores y Justicias del Reyno la Real Pragmática de 9 del mismo
, por la que se prohíbe entre otras cosas las Fiestas de Toros de
muerte en todos los Pueblos del Reyno...”. !Cuánto hemos
retrocedido desde entonces!.
Como
ya decía en mi entrada del miércoles 15 de agosto del 2012, una de
las referencias escritas sobre este tipo de fiestas, al hablar de la
sokamuturra (toros ensogados), es la del Padre Larramendi, quien en
el Siglo XVIII dijo: “...no sé cuando se ha pegado a los
gipuzkoanos esta manía y bárbaro gusto de toros...las fiestas en
las que no hay toros apenas se tienen por fiestas...si en el Cielo
hubiera toros, los gipuzkoanos todos serían santos por ir a
verlos..”.
Y
así desde que existe documentación en el Archivo Municipal, se van
haciendo referencia a ferias de ganado, la primera recogida en
1852 en los entonces denominados “Arenales” de
Las Arenas, feria que se celebraba el primer y tercer domingo de cada
mes, de acuerdo con la Real Orden de 8 de abril de 1852. Las
referidas a los toros aparecían en la prensa Bizkaina.
La
primera referencia que he podido encontrar sobre esa usanza
aparecía ya en la prensa en 1854. Y lo hacía en el madrileño
diario liberal “La Iberia” el sábado 19 de marzo.
En la reseña del mismo decían: “...parece que se trata de
construir en Las Arenas de Guecho una plaza provisional con el fin de
dar algunas corridas durante la próxima estación de verano...”.
Al parecer la posible instalación de dicha plaza estaba relacionada
con la construcción de algunos establecimientos de baños y
hospederías, actividad tras los que se preveía que llegaran a
nuestro municipio importantes visitantes de otros lares. Cuando Getxo
en 1857 tan solo contaba con 2.079 habitantes, en nuestro entorno más
próximo tres años más tarde, se iba a estrenar una nueva plaza de
toros, el lugar seleccionado era Abando (Bilbao).
Del
mismo modo, y esta vez referido a los encierros, en 1863 con
motivo de la elevación de la ermita de San Nikolás a la categoría
de parroquia, y para que los mismos tuvieran gran pompa, se
trasladaron de su fecha festiva el 6 de diciembre al 11 de agosto.
Festejos que se desarrollaron con pasacalle, bailes y cucaña en el
Puerto, además de soltar novillos por las calles. Costumbre que
al parecer se mantuvo hasta 1881, fecha en que para celebrar la
construcción de la actual iglesia del mismo santo, el 12 de agosto
se celebró por vez primera una soka-muturra. Un toro ensogado
recorrería las calles de Algorta, acompañado por los txistularis.
En ese mismo año, el 12 de agosto se utilizó por vez primera la
playa de Puerto como escenario de una corrida de toros.
En
1883 aparecían entre las actividades festivas los toros. Tras la
perceptiva misa, a las tres y medía de la tarde del día 11 de
Agosto se corrió en el Puerto, en su playa, un toro ensogado;
seguido, a las 17 horas, de una romería en el castillo; para a las
12 de la noche realizar una “Gran Bajada” hasta la
casa consistorial. Los patos y las cucañas también formaron parte
del los actos festivos.
En
1890 se solicito, por parte de Manuel Eguía, Félix Viot, Pablo
Anzuaga y Juan José Bilbao, la construcción de una plaza de toros,
que querían colocar en terrenos de la casa denominada “Torrena”,
que estaba situada detrás de la alhóndiga. El 24 de julio de 1890
nuevamente se dirigieron a la corporación municipal solicitando que,
ya que se había terminado de construir la plaza, y en previsión de
los festejos de lidia que se iban a celebrar y no pudiendo encontrar
alojamiento para los novillos, el Ayuntamiento dejará las cuadras de
la casa que estaba asignada para hospital en la plazuela de San
Ignacio, cosa a la que la corporación accedió, con la condición de
que se repararan todos los desperfectos que pudieran ocasionarse. La
Plaza de toros estaba construida en su totalidad de madera. Los
precios de 8 entradas para aquellos palcos fueron de 64 pesetas para
las cuatro novilladas que se iban a celebrar los días 31 de julio y
3, 10 y 12 de agosto de aquel año 1890.
En
1890 también se anunciaba la construcción de una plaza de
toros en Las Arenas, fijándose como fecha de inauguración el
siguiente verano. Quizá, y recordando lo indicado al comienzo de
esta entrada, la prensa bilbaina recogía lo siguiente respecto a la
afluencia de visitantes: “...El hotel a cargo de D. Andrés
Larrazabal esta ocupado por títulos, elegantes damas y apuestos
caballeros de Madrid y provincias...”. El hotel balneario
de Dña. Felipa Bustingorri había sido inaugurado dos años antes.
En cuanto a la actividad cultural del barrio el 12 de agosto, en el
Casino de Las Arenas, se celebró por la noche un acto músico
literario, organizado por el barítono y poeta D. Ramón de Moras.
Concierto de canto, que tuvo que cambiar de interprete, ya que la
vocalista que iba a ser realizado por Dña. Matilde Lázaro al
encontrase indispuesta, tuvo que ser sustituida por un joven
interprete bilbaíno que acompañó al piano las piezas
seleccionadas.
El
lunes 10 de agosto de 1891, durante las fiestas de San
Ignacio, en la prensa bilbaina, en el rotativo de la tarde “El
Nervión”, aparecía la siguiente información: “...En
Algorta reinó la mejor animación con la repetición de la romería
de San Ignacio, y con la novillada que se daba en la plaza de toros,
y que satisfizo a los numerosos aficionados que de esta villa fueron
a presenciarla...”, se referían a los bilbaínos. El
número de viajeros en el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas
alcanzaba el día 15 de agosto a 5.767 pasajeros, lo cual nos da idea
de la numerosa afluencia de visitantes a nuestro barrio en esa fecha.
Por esos días ya se anunciaban en la prensa bilbaìna las casetas de
baños de mar de Gabriel Zabala, que expendía abonos para 9 baños a
5 reales y la Fonda de Aramberria. Otro de los focos de atracción de
visitantes era la que se desarrollaba en la “Fonda Recreo”,
en la que se realizaban veladas nocturnas a cargo del pianista D.
Luis Galino. Mientras en Algorta, los días 10 y 12 de agosto de ese
año, se celebraban sendas novilladas en su plaza de toros del Puerto
Viejo.
El
día 9 de agosto de 1891, con motivo de la repetición de la
festividad de San Ignacio, en la plaza de toros de el Puerto Viejo,
se lidiaron cuatro toros navarros de la ganadería de D. Galo
Quintana. Dos de ellos fueron capeados y banderilleados; los otros
dos fueron muertos a estoque por una cuadrilla de Madrid dirigida por
el matador D.Telesforo González, “El Americano”.
Mientras el Casino de Las Arenas anunciaba los precios para la
temporada:
Para
un mes eran de:
Para
caballeros: 10 pesetas y 20 por temporada.
Para
señoras: 5 y 10 pesetas.
La
entrada por un día era de:
En
días de labor, caballeros y señoras: 1 peseta.
En
días festivos, caballeros 2 pesetas, señoras 1 peseta.
En
días de carreras en Lamiako:
Caballeros
5 pesetas, señoras 2 pesetas.
Solamente
eran admitidos como socios los propietarios de viviendas en Las
Arenas. La entrada por un día únicamente se daba a quien fuera
acompañado por un socio abonado o propietario. A las esposas e hijas
de los socios propietarios se les facilitaban billetes de admisión
para cada velada de forma gratuita. Quedaba claro que solamente
podían ser socios los varones. El numero de teléfono que
facilitaban para realizar gestiones de admisión era el 3.029.
En
la próxima entrada veremos la evolución que tuvieron estos
espectáculos taurinos en el siguiente siglo.
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