Finales
del Siglo XVIII, años de guerras interminables contra Francia e
Inglaterra, esta última con la virtualidad de separar a la metrópoli
de sus colonias. En ese contexto de guerras y derrotas, en el señorío
de Bizkaia se sucederían casos de avistamientos de naves enemigas,
que darían lugar al establecimiento de señales de banderas desde
las atalayas, encomendadas a los vigías de la Galea y Deusto.
Entre el
27 de marzo de 1795 hasta el 16 de mayo de 1807, se dirigieron
diferentes oficios de la Diputación de Bizkaia, los Consulados de
San Sebastian y Santander, dirigidos al Consulado de Bilbao. Sobre la
necesidad de establecer señales de Banderas en las Atalayas de Getxo
y Deusto, aquellos tiempos de guerra, en los que eran frecuentes los
avistamientos diarios de buques enemigos, aconsejaban avisar con
premura para garantizar la seguridad de la navegación.
Uno de
aquellos oficios, llegaba de la mano del Comandante del “Navio
San Telmo” D. Francisco de Moyua el 27 de mayo de 1795.
Este buque a vela navegó entre 1788-1819 y fue uno de los ocho
navíos denominados “ildefonsinos”
de 74 cañones, así llamados por haber sido construidos según los
planos del San Ildefonso. El escrito iba dirigido al Prior y Consules
de Bilbao y al Diputado General; estaba firmado por los señores
corregidores y Diputado General D. Joseph Xavier de Gortazar, D.
Pablo de Sarachaga y D. Joseph de Anitua, que fue escribano real de
la Merindad de Busturia. En él solicitaba la aprobación del plan de
señales y el envío a todos los vigías de las atalayas; así mismo
se solicitaba cesaran todo tipo de señales que se venían realizado
a fin de evitar confusiones.
Las
señales destinadas a los vigías de Getxo y San Antolín de Deusto,
debían ser colocadas en el palo destinado a la “Baliza de
Navíos” y tenían los siguientes significados:
“Navío
fuera a la vista”: Dos gallardetes, encarnado arriba y
blanco abajo.
“Entrada
de Navío”: Dos gallardetes, blanco arriba y encarnado
abajo.
“Salida
de Navío”: Dos gallardetes, encarnado arriba, blanco abajo
y bandera encarnada abajo.
“Naufragio”:
Dos gallardetes, blanco arriba, encarnado abajo y bandera negra
abajo.
El 3 de
junio de 1795, firmado por D. Mariano Ordoñez, D. Pablo de Sarachaga
y D. Joseph de Anitua, se contestaba a aquella requisitoria,
indicando que se adoptaría el sistema de señales, no obstante el de
la “La Guardia o San Antolín” iba a continuar
colocando las señales mercantiles como se venía realizando hasta
aquel momento, pero en distinto palo, para evitar confusiones. Eso
sí, se solicitaba al responsable de San Antolín que facilitara la
diferencia o distinciones del palo de señales.
El 5 de
junio de 1795 D. Juan Bautista de Sarria después de visitar las
atalayas de Gorliz y la Galea observó en esta última, señales de
avistamiento de embarcaciones enemigas. Sin embargo, en el horizonte
no se podía divisar barco alguno. Preguntado por los motivos de
aquellas señales respondió el atalayero, que las había realizado
por correspondencia a las observadas en el este.
Continuaron
las observaciones años mas tarde. Era el periodo de la guerra
anglo-española (1796-1808), que se saldaría en octubre de 1805 con
la derrota española de Trafalgar. El 18 de febrero de 1805, el
consulado de Bilbao acordaba restablecer y planificar las vigías
mantenidas en las últimas guerras, con señalamientos mediante
banderas desde el Abra hasta el puerto de Castro, incluyendo una en
la Atalaya de Cueto, a pesar de que las mismas estaban fuera del
distrito consular bilbaino. Lo realizaban en cumplimiento de una real
orden, como contribución a la intención del monarca español del
establecimiento de acciones de guerra contra la Gran Bretaña y sus
súbditos, a la vez que para beneficiar el comercio y la navegación,
evitando que cayeran mercancías en manos anglófonas.
El 22 de
mayo de 1806 el atalayero de la Galea en un comunicado a los Priores
y Cónsules de Bilbao, por medio de su consiliario y comisionado D.
Joaquín Muñoz, advertía de la presencia de naves enemigas. Naves
que venían siendo avistadas desde el 15 de mayo, consistentes en una
fragata, una corbeta, un buque y dos bergantines, todos ellos de
guerra, pertenecientes a la flota inglesa.
En esa
fecha D. Benito de Arechabala, vecino de Bilbao, y secretario
perpetuo del “M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya”,
sus Juntas Regimientos y Diputaciones Generales, certificaba que la
Diputación General había tomado el siguiente acuerdo:
“...hallándose sus Señorías con noticias de que una
división de buques enemigos, cruza a la vista de los Puerto y
Aledañas de este Señorío, y con oficio del señor Comandante
Militar de Marina...,...acordaron
se pase inmediatamente orden a los Fieles y Justicias de dichos
Puertos, para que comuniquen diariamente a dicho señor Comandante,
las noticias de la situación y movimientos de dichos
enemigos...,...y siempre que lo haga necesario la
variación del crucero aumento de ellos...”. Los Alcaldes y
Fieles con responsabilidades de vigía debían de comunicar dichos
avistamientos, si así lo consideraban conveniente, al Comandante
Militar de Marina de San Sebastian o bien al de las lanchas cañoneras
D. Diego Prieto. No era para tomarse a broma aquellas reales ordenes,
ya que se advertía a los responsables: “...que en caso de de
la menor omisión o disimulo por parte de los Alcaldes y Fieles, se
tomaran contra ellos las providencias más rigurosas...”.
El 26 de
julio de 1806 D. Pedro de Obregón, Comandante principal de los
Tercios Navales del Norte, informaba de lo siguiente: “...El
18 del corriente a más tardar, si el viento lo permite, saldrán
reunidas de este puerto para el de San Sebastian las dos divisiones
de cañoneros de los mandos de los Tenientes de navío D. Diego
Prieto y D. Fernando Freire, escoltando un comboi de Embarcaciones
del comercio de Cabotaje de estas costas...”. No obstante
expresaba su queja: “...no puedo por menos que
recordar...,...que con fecha 21 de mayo último les
hice de lo indispensable que era...,...que tanto yo
como los Comandantes de las divisiones de Cañoneros tengamos prontas
noticias de la situación y movimientos del
enemigo...,...posteriormente ha habido en los mismos
puertos, y en la costa apresamiento de Embarcaciones, sin que hasta
ahora se me haya comunicado noticia alguna por ninguna Justicia, y de
ello ha resultado que el que con las mismas embarcaciones han
apresado a los enemigos varios barcos nuestros, y de los
Franceses...”. Insistían en que en caso de hacer caso
omiso a aquellas circulares, que solicitaban información del
movimiento de tropas enemigas, se verían en la necesidad de:
“...tomar providencias más rigurosas por la falta de
cumplimiento de las circulares...,...trasládese a los
Atalayeros de este Señorío, para que diariamente, o al menos
siempre que haya novedades lo comunique al Comandante de Marina...”.
Firmaba ese escrito D. Diego Antonio de Basaguren.
El 3 de
agosto de 1806 en un escrito dirigido a D. Diego Antonio de
Basaguren, D. Luis González de Ibarra (Comandante interino de
Marina), indicaba que el Atalayero de San Antolín (Deusto), lugar
llamado vulgarmente como de las Banderas, había comunicado con
cierta frecuencia al Comandante de Marina las noticias referidas a
los acercamientos de naves enemigas a nuestras costas. Así mismo
decía que el Atalayero de Algorta había sido el más riguroso en
sus partes escritos, que lo había ejecutando con toda exactitud. El 4 de
octubre de 1806 un comisionado nombrado por el Señorío, hacía
saber mediante un bando escrito, las normas que debían seguir los
Atalayeros de la Galea, Cabo Villano (Plentzia), Burgogana (Bermio),
Ogoño (Ibarrangelu), Santa Catalina (Lekeitio) y Hondarroa, se
distribuía el mismo con el titulo: “Las Instrucciones a
Observar” por los atalayeros (ver fotografía
inferior).
Parece que la observación de esas normas se fue
relajando, y el día 14 de Mayo de 1807 D. Diego Antonio de
Basaguren, llamaba la atención sobre que de continuar el
incumplimiento, los responsables de las Atalayas podrían perder sus
empleos. El 16 de mayo, el Atalayero del Castillo de la Galea D.
Manuel del Balle y Basagoiti, daba contestación a la la reprimenda,
alegando que: “...puedo decir que desde que recibí las
señales nuevas, no ha amanecido a la vista de esta vigía ningún
enemigo, es cierto que por dos días seguidos, ha habido en la de
Gorliz señal de uno o dos corsarios de la especie ordinaria,
repitiendo donde se hallan y la derrota que hacen con las señales
correspondientes a las cuadriculas del 12 y 15, a continuación se
arbolaron también en los mismos términos, y armas el Gallardete
azul separado, separando las señales de los buques nacionales
entrantes y salientes con arreglo al plan de señales...”,
señalaba que creía conveniente reconvenir al Atalayero de San
Antolin, ya que no distinguía desde su atalaya las señales de las
referidas cuadriculas.
Esas
señales eran de gran importancia para los barcos comerciales del
Puerto de Bilbao, ya que según una memoria de la “Revista
de Estudios Maritimos del Pais Vasco”, de Ana Maria
Rivera Medina: “...El último cuarto del siglo XVIII no fue
ningún bálsamo, la guerra con Inglaterra primero y con Francia
después generalizaron dos cuestiones: la captura de buena presa
juntamente con pérdida de barcos vascos y la necesidad de una mayor
custodia de la costa. Debido a ello el Consulado en 1793 arma
consecutivamente dos embarcaciones vigías: una goleta, que más
tarde fue apresada, y un bergantín llamado Consolación, alias “El
Observante”. Este último armado por Domingo de Zubiría y José
Antonio Olalde . Además estas embarcaciones eran artilladas y
recibían todo lo necesario para la alimentación ruta por un acuerdo
existente entre el Comisario de Marina de Bilbao y el Ayuntamiento de
la Villa...”. Al parecer en esa fechas las costas estaban
saturadas de corsarios, provocando la paralización, tanto de los
mercantes nacionales como aliados.
Como
decía al comienzo, tiempo de guerras, banderas y vigías, que desde
la atalaya de Getxo (Castillo del Príncipe), avisó de avistamientos
de flotillas enemigas en frente a nuestros acantilados. Estos datos
forman parte del expediente del A.F.B. (Consulado 0032/035).
Aupa "Sarri", has publicado algo sobre "La Galea" y el origen de ese nombre?
ResponderEliminarPor cierto, algo habría que hacer con ese fuerte tan bonito...
Sarriko Basoa