Los
muelles de Areeta-Las Arenas fueron modificados muchas veces a lo
largo de su dilatada vida. La zona, aún casi virgen, fueron
modificadas por las manos del hombre. Para para ello fueron
necesarios muchos informes. Algunos terminaron en ejecuciones
perennes, otros quedarían en el cajón de la historia. Pero todos
ellos conformarían la historia de esas riberas de nuestra ría, que
desde aquella vega inundada de 1802, terminarían conformando el
bello paseo que hoy disfrutamos desde la Benedicta hasta Churruca,
aunque esa vega llegaba desde las Canteras de Axpe hasta nuestra
entonces salvaje playa de Areeta-Las Arenas.
De estos
muelles ya he hablado en repetidas entradas, empezando por la de mayo
del 2013. En ella mencionaba ya desde aquel lejano verano de 1749,
cuando el Consulado de Bilbao daba cuenta del estado de los muelles,
pero dejaba para mejor momento su reparación, aunque más tarde, en
1765, ante el ruinoso estado de los mismos se verían precisados a
acometer su reparación.
Ahora, y
hablamos del verano de 1802, a partir de una idea del estado de aquel
encauzamiento que conformaron los muelles, podemos percibir como era
aquel tramo de ría. El mismo sirvió para la realización de un
informe sobre los muelles de Las Arenas, los arcos y alcantarillas
que servían de comunicación entre las aguas de la playa y la ría,
la apertura que servía para desagüe de las pleamares y bajamares y
las avenidas de los ríos Gobela y Udondo. De las obras necesarias
para evitar que arenas y escombros pudieran pasar desde la citada
playa y ríos al cauce de la ría. Ese informe fue solicitado por el
Síndico del Consulado de Bilbao D. Nicolas de Galindez, y fue
encomendado a D. Santos Angel de Ochandategui Ituño.
En
primer lugar veremos quién fue este arquitecto, nacido en Durango en
1749, que fallecería en Pamplona en 1802, lo que nos hace presumir
que este informe pudo ser uno de sus último trabajos. Este personaje
cuyo nombre de nacimiento registrado fue Santorun Angel Ochandategui,
nace el 31 de octubre de 1749 en Durango, hijo de Juan Ochandategui y
de María Antonia Ituño (Itoño registrado). Santos Ángel de
Ochandátegui se casó en Cuzcurrita con María Zóa de Angulo el 23
de junio de 1774. Fue el principal protagonista de la arquitectura
navarra del Siglo XVIII.
Pero
volviendo al informe antes mencionado, informe que ya partía con un
apriorismo acerca de su necesidad: “...los muelles de Las
Arenas, sobre los que se le consultó, cuyo dictamen se
archiva...,...por si en algún tiempo pueden dar alguna
luz las muchas especies que viven en él, aunque a cada una de ellas
pone tantas contras, que no es fácil atinar cúal de ellas se puede
adoptar...”. Por entonces su enfermedad ya daba nuestras de
estar avanzada, ya que tuvo que retrasar su comparecencia. Se le
requería para: “...junto al Ingeniero Solar y los
Arquitectos Humaram y Maruri, elaborar las líneas maestras de
aquella obra...”.
En esos
informes, el propio Ochandategui decía: “...Se me comisionó
para reconocer los muelles de Las Arenas, y examinar los arcos y
alcantarillas que sirven de comunicación a las aguas de la playa y
de la ría, notando la abertura y disposición que tienen para el
desagüe de las pleamares y bajamares, y para la avenida de los ríos
Gobela y Udondo, y disponer las obras conducentes a evitar la
comunicación de las arenas y escombros desde la playa, y las
avenidas de los ríos a la ría, evitando la formación en su lecho
de bancos de arenas y légamo en prejuicio de la navegación...”.
Entre
los problemas que detectó en aquella visita caben citar: los bancos
de arena, que abarcaban toda la ría hasta la denominada “Barra
de Portugalete”; lo único que en su informe definía como
evolucionado a mejor, era el tramo correspondiente a las
alcantarillas y arco de la playa hasta la barra, en el que el tráfico
de embarcaciones se hallaba expedito y con un fondo más homogéneo,
aspecto que había mejorado desde la ejecución de los nuevos
muelles. Sin embargo, en las inmediaciones del arco grande se había
formado un gran banco de arena y escombros y era debido a la fuerza
con que el agua salía de la playa hacia la ría, en el momento de
las bajamares. Por este motivo aconsejaba evitar la velocidad
extraordinaria con que las mismas salían hacia la ría. Aquel vicio
ya se había recogido en un informe anterior, en el que se aconsejaba
abrir nuevos conductos que suavizaran el reflujo de aquellas
turbulentas aguas, pero advertía que era mejor realizar un arco
grande a varios pequeños.
Un
aparte merecía el caudal que desaguaba el rio Gobela a través de un
puente. Se habían tomado mediciones de los momentos de mayor crecida
del caudal del río en épocas de lluvias, aconsejaban en los últimos
576 metros, antes de su desagüe al mar, dotarle de mayor anchura,
extendiéndose hacia el lado de Algorta, para luego cortarle el curso
al final de esa distancia y dirigirlo mediante una linea curva hacia
una loma existente en el lugar (escarpe de la Avanzada); para
finalmente conducirlo en línea recta de 1872 pies y desaguar en el
mar junto a una peña que se encontraba en el paraje denominado “La
Begoña”. La anchura de aquel canal en su fondo se
aconsejaba fuera de 70 pies, dándole en sus costados un talud por el
doble de su altura. El citado puente y su desembocadura estaban
situados en la esquina de la actual playa de Balanar (La Bola).
Para
separar las aguas del Gobela se proyectaba un muelle que debía
situarse a 144 pies, más abajo del arco grande de la playa, y
dirigirse en linea recta a un angulo saliente del monte que se
hallaba enfrente. Pero no era el rio Gobela, el que producía el
mayor arrastre de arenas y escombros hacia la ria. Este muelle tenía
como objeto separar las aguas de la playa de las del otro rio que
vertía sus aguas a la ria el “Udondo”, por lo que
se aconsejaba colocar el arco de vertido cercano a dicho rio. También
se decidía cerrar las alcantarillas donde se producía el vertido a
la playa. El coste estimado de la obra ascendía a 362.218 reales de
vellón.
En
el informe se mencionaba que la loma de arenas que mediaba entre el
mar y la playa, en el paraje donde se pensaba realizar los desagües,
estaba tan solo levantada a 4 o 5 pies sobre el nivel de las mayores
pleamares. Por lo que la parte más profunda del canal que había que
practicar estaría a 5 pies bajo el nivel de las pleamares. Para dar
salida a los dos rios que concurrían en la playa, el canal propuesto
debía realizarse en medio de la playa.
Los
muelles proyectados daban a ambas márgenes un aspecto de lagunas
saladas. La de Las Arenas después de una pequeña península donde
se encontraban, casi agrupadas, las cinco casas del “Consulado
de Bilbao”, iban bordeando por la izquierda, lado contrario
y paralelo a la ria, tras pasar una solitaria casa denominada “Casa
de Lamiaco”, que podía estar bajo el hoy denominado
“Balcón de Lamiako”, llegando hasta las “Canteras
de Axpe”, de ellas, entre otros lugares, saldría la piedra
con la que se construirían los muelles. Tan solo faltaban 54 años
para que Maximo Aguirre realizara la compra de aquellos terrenos de
la denominada “Vega de Lamiaco”, que adquirió en
1856, y se consolidase la desecación y urbanización de ese bello
espacio que luego sería Areeta-Las Arenas.
Algunos
de estos datos están extraídos del expediente del A.F.B.
Consulado 0367/011.
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