miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL AGUA POTABLE EN GETXO -I-


Hay servicios públicos que son esenciales para los habitantes de una población, el abastecimiento de agua es uno de ellos. Cada gota de agua que brotaba en los lavaderos o en las fuentes públicas, en un paso no tan remoto, hasta el inacabable suministro que nos proporcionan los grifos de nuestros hogares en la actualidad, nos enfrentan a la historia de las necesidades de nuestro pueblo.

Necesidades que en otras épocas no eran tan fáciles de cubrir, nos descubren tiempos en que las aguas, entonces no contaminadas, corrían ocultas por los acuíferos hasta nuestros manantiales, arroyos y molinos. Gracias a los cuales llegaban a puntos muy determinados de los barrios, a los que la población acudía para recogerla en cantaras y transportarla hasta los hogares.

En el Siglo XIX el intenso crecimiento demográfico y urbano, junto a la insalubridad de las aguas y los alimentos, eran los responsables del aumento de la tasa de mortalidad, que en 1885 se situaba cercana al 50%. Un Informe de la Comisión de Reformas Sociales de1889-1893, referido a Bizkaia señalaba que ésta es una de las regiones del estado en la que la mortalidad alcanza cifras más aterradoras, siendo la explotación del hombre por el hombre uno de los factores que con mayor influencia dan al movimiento obituario una funesta actividad”.


Como consecuencia fue la población infantil quien sufriría, sobretodo, las consecuencias, debido a las enfermedades infectocontagiosas transmitidas por el aire, el agua y los alimentos. Por ese motivo las tasas de mortalidad infantil en esos años, daban una muy baja esperanza para los recién nacidos. La esperanza de vida entre ellos no sobre pasaba los 22 años, y no será hasta 1895 cuando esa tasa comience a descender. Siendo la mejora de infraestructuras (red de alcantarillado, agua potable, asfaltado de calles), sanidad (construcción de hospitales, cuartos de socorro y farmacias) e higiene la responsable de este avance.

Hoy la llegada de ese maravilloso, fresco, deseado y necesario elemento, resulta tan accesible, tan cotidiano y tan obvio, que no nos cuestionamos el hecho de que esté siempre, puntual y presente en nuestras vidas. Pero no siempre fue así. La llegada del agua a nuestro hogares, como todo tuvo su historia, una historia cargada de sacrificios e imaginación.


Como decía al principio de este articulo, los molinos fueron unas de las piezas calves para el suministro de agua a nuestros antepasados. Entre los años 1885-1889 los molinos de Errotatxu (cuyo titular era Luisa Olega), y el de Lanzako-Goikoerrota (cuyo titular era Dionisio Zubiaga), sirvieron para el suministro de este preciado elemento. Llegándose en 1916 a la expropiación de este último molino para garantizar el suministro a la población.

También contribuirían al suministro de agua los manantiales y lavaderos. Entre los primeros en 1892 se traerían las aguas desde los de Jaunkoerrota, Atxabael y Basarte de Berango. En 1902 del de Iturrizarra, en 1903 del de Urederra, en 1903 de los de Umbe (Pozozabale, Sagarminaga, Gazteluzarra y Aitibi), en 1908 desde el de Azpilueta, del de Azkaiturri, Ugartebaso en 1920, del de Martigoiti en 1928, ya en 1930 desde Kukullaga (Berango) y del viejo lavadero de Sarri (Getxo). 

 
En cuanto a los lavaderos y fuentes, que también se utilizaron para suministro de aguas aparecen los de Aretxondo (Puerto Viejo) en 1864, en 1883 el de Katxarro en el barrio de Ibarra de Andra Mari; le seguirían en 1879 el de Sarriko Iturri, del que ese decía “Esta fuente es la mas abundante de dicho licor en el pueblo y que suministra en las épocas escasas de los veranos a mucha parte del pueblo”; otro en 1901 en el barrio de Romo, cercano al puente construido por Matias Romo; Salsidu en 1913, Iberre (Andra Mari) y Usategi en 1931 y en 1932 otro junto a la Iglesia de Andra Mari (obra que coincidiría con los servicios sanitarios). 

Las fuentes situadas en lugares estratégicos, algunas junto a los lavaderos, como el caso de la de “Iturriza” en Aretxondo (1786); la fuente de “Elorriaga” (1812) en los Puentes; la fuente de “Arrigunaga” (1847), la de “Hormaza” en la calle del mismo nombre de Andra Mari (1868); la de “Txatxarro” (1883) en el barrio de Elexalde (Andra Mari); la de la plazuela de Amesti (1895); la de “San Nikolas” (1912) existente en la calle San Nicolas; la de “Iturribarri” (1917) en Aranazpi (Arene); las de “Piñaga” en Telletxe de la que en 1928 se decía “... tienen que acudir a la fuente pública situada al final de la estrada de Piñaga, en su enlace con el camino al Angel de Getxo, en la mayor parte de los casos son niños los que por las exigencias de la vida, tienen que hacer el acarreo del agua, en los días de temporal, que son la mayoría del año, por ese motivo solicitaban la instalación de una fuente en las inmediaciones de Piñaga Goikoa al lado Sur del paso a nivel...”; y “Iturretxe” (en la calle Sarrikobaso con Iturribide), lugar frecuentado por los vecinos del barrio de Sarri, para lavar las tripas del ganado, a fin de confeccionar chorizos y morcillas. 

 
Pero esta historia del agua tiene sus tiempos y sus protagonistas, protagonistas y tiempos que iremos repasando, poco a poco, en la próxima entrada.

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