Decía
en mi anterior entrada que para unir dos Pueblos fue necesario crear
uno de nuestros mascarones de proa de la historia de nuestro pueblo,
que es Patrimonio de la Humanidad desde el 13 de junio del 2006, y
tiene una larga vida uniendo las márgenes hermanas de Getxo y de
Portugalete.
Para
unir ambas orillas se hizo necesaria la construcción una magna obra
de ingeniería, obra de D. Martín Alberto Palacio y Elissague que se
extendió desde 1890 al 28 julio de 1893, fecha en la que fue
inaugurado. De este emblema, tanto de ambos Pueblos como de Bizkaia
ya he hablado en otras entradas de mi Blog “Memorias de Getxo”
(El Abrazo de dos Pueblos) del 10 de abril del 2015. Del paso de
buques bajo su tablero, decir que un año antes según el “Anuario
de la Marina Mercante Española”, en Bilbao existían al 1 de enero
de 1892, cuatro vapores de 50 a 100 tn., veintidos de 100 a 200 tn.,
diecinueve de 200 a 500 tn., trece de 500 a 1.000 tn. y 75 mayores de
1.000 toneladas; además de 94 veleros.
Pero
existe una artículo de prensa del Siglo XIX que por su interés
histórico, de el hace ya la friolera de 123 años, el que hoy traigo
a estas páginas. Dicho artículo fue publicado por un articulista de
“El Noticiero Bilbaíno” D. Ignacio D. de Echeverria, diario que
fundara D. Manuel Echeverria Torres. Ignacio fue también
Vice-secretario de la “Asociación Vizcaina de Caridad” y una de
las grandes bazas del diario, con sus secciones “Apuntes Vascos”
y “De lunes a lunes”, que con el tiempo se haría célebre bajo
el seudónimo de “Chimbo”.
En
esta sección “Apuntes Vascos”, que desarrolló durante 1895, el
24 de enero de ese año aparece bajo el titular “Puente Palacio o
Puente Vizcaya” dicha referencia a nuestro Patrimonio de la
Humanidad. En medio de un grabado que lo ilustraba, en el que aparece
esa gran estructura de hierro remachado flanqueada por ambas márgenes
de la ría, y surcando sus aguas un viejo velero, mientras la
barquilla cruza el Nervión, describía el diseño que ha unido
nuestros Pueblos durante muchos años.
En
ella decía: “...Al
terminar esta obra gigantesca, el público la bautizó
espontáneamente con el nombre de Puente Palacio, es decir con el de
su autor, y al tomarlo la sociedad Anónima que hoy lo explota,
comprendiendo que era una gloria para la Provincia, le dio el nombre
de Puente Vizcaya...”
Hablaba
en dicho enunciado de los trámites que tuvo que pasar hasta poder
hacer una realidad ese transbordador, dándonos una sucesión
cronológica de dicha obra: “...El
autor de la obra y reputado arquitecto obtuvo el 5 de noviembre de
1885 la patente de invención para este original sistema en Europa y
América, único ejemplar en su clase.
El
1 de enero de 1888 solicitó del Estado la concesión y empezó la
construcción el 1 de junio de 1890, terminándola el 27 de julio de
1893.
El
5 de agosto de 1893 fue inaugurado por la Infanta Dña. Isabel de
Borbón, que fue al primera persona que pasó en coche en el
transbordador aéreo. Al ir a inaugurarlo dijo al Sr. Palacio:
-Quiero pasar el puente en coche y con usted.
Iban
en aquel carruaje acompañando a la miembro de la realeza, otras
personas, de quien el autor daba sus títulos nobiliarios, la
marquesa de Nájera y la condesa de Superunda
El
Almirante Sr. Chacón dio la señal de salida…”
Decían
los pasajeros que la travesía les había llenado de asombro por la
suavidad del movimiento.
Respecto
a la descripción de ese ejemplar de ingeniería decía el autor:
“...Este
puente es de indiscutible elegancia; es un férreo arco de triunfo
permanente para la entrada de la ría de Bilbao, del País del
hierro. No puede estar más en carácter. Reúne lo bueno, lo bello y
lo útil, que es la obra típica de la industrial Vizcaya. Las
líneas de la obra son francamente góticas, las cuatro torres
parecen cuatro pináculos góticos de finales del Siglo XVII...”
Para
a continuación describir con gran exactitud la estructura, tal y
como era cuando se realizó la obra, no sin incluir algún
bilbainismo, como el del paso de los buques más grandes del mundo,
con algunos datos de gran interés: “..Tiene
cada una de las torres 62 metros de altura. De fiador a fiador mide
casi medio kilómetro. Tiene un tablero de 45 metros sobre la pleamar
equinocial, debajo de la cual pueden pasar los mayores buques del
mundo. El peso de toda la obra metálica es de 600.000 kilos
aproximadamente.
Todo
el puente se halla cimentado sobre una peña calcárea azulada, que
cruza la ría en esa parte. Ese fue el motivo de emplazarlo en el
lugar que ocupa. Hay algún punto, como en las pilas de Las Arenas,
en donde ha habido que bajar hasta 17 metros de profundidad, sobre la
bajamar equinocial, para dar con la peña. Las tensiones de los
cables en los fradares alcanzan la enorme cifra de 2.000.000 de
kilogramos.
En
la parte inferior del tablero hay dos vías paralelas de 25
centímetros de anchura, con raíles de 10 kilogramos de peso por
metro; de una a otra vía hay 8 metros 20 de anchura, que es la
suficiente para evitar el balanceo del viento. Sobre estas dos vías
se desliza un bastidor movible que rueda sobre 52 rodillos y tiene
una longitud de 24 metros. De ese bastidor cuelgan cables cruzados
que bajan hasta el transbordador, que está a 24 metros. Hay 18 de
esos cables, bastaría con 4, lo que demuestra las excelentes
condiciones de seguridad del puente.
El
transbordador es una plataforma de 48 metros cuadrados de
superficie: Tiene un departamento para la 2ª clase y los vehículos
de animales, y dos secciones de 1ª a ambos lados. El peso bruto
máximo del puente es de 40.000 kilogramos y como el transbordador
pesa 12.000 kilogramos, quedan de carga útil a transportar 28.000
kilogramos. Para el movimiento hay una maquina “Compound” de 25
caballos, pero solo se utilizan 7; el consumo diario del carbón
oscila entre 240 y 250 kilogramos.
El
capital disponible por la Sociedad constructora para la realización
de esta obra fue de 500.000 pesetas. La cantidad adeudada al
contratista por todos los conceptos, o sea el costo total, fue de
567.897,57 pesetas. Hay que advertir que la obra fue
considerablemente aumentada en su resistencia con objeto de ampliar
el programa de explotación; tales como un paso superior por encima
del tablero, un restaurante para 300 personas en las partes del
tablero próximas a los pilares, y algunas instalaciones menores a 18
metros de altura, en los pilares...”
Nos
hablaba de lo que se perdió en caso de haberse completado la obra de
acuerdo con el diseño inicial: “...La
obra no ha sido terminada, la casa de máquinas, que se halla a 8
metros de altura sobre los pilares de Las Arenas, estaba decorada con
estilo flamígero por el exterior para distraer la masa; debajo había
pabellones góticos, también para enlazar y cubrir los pies derechos
de la sala de máquinas. En su diseño original el transbordador
tenía dos clases, la de 1ª y la de 2ª. La de 1ª aparecía
ricamente decorada en el interior, cerrada por dos grandes volutas
cilíndricas y con ventanas con cristales de colores y reflectores
para dar varios matices de color al paisaje panorámico moviente que
se descubre durante la travesía que dura 1 minuto. Esta variedad en
los colores, unida a la movilidad del paisaje, hubiera sido
verdaderamente fantástica…”
También
hablaba de futuros proyecto del Sr,. Palacio, que desgraciadamente no
llegaron a realizarse: “...El
Sr. Palacio, cuyas iniciativas son notables, ha hecho posteriormente
un proyecto de puente para cruzar la ría de Bilbao en el Desierto.
Esta vez el puente ideado tiene una vía submarina por donde se
desliza el transbordador, que es la única parte de la obra que será
visible. Este proyecto se encuentra desde hace años pendiente de
despacho por el ingeniero jefe de la Provincia. También es autor del
proyecto de un gigantesco monumento a Colón...”
Una
fotografía de este emblemático arquitecto aparecía publicada el la
“Revista de Navegación y Comercio” del 15 de enero de 1896, de
él decían en aquel número:
“…Es
el autor del famoso puente transbordador que une en Bilbao a
Portugalete con Las Arenas, proyecto atrevidísimo que ha dado al Sr.
Palacio nombre universalmente conocido y admirado. Proyecta un
gigantesco monumento en honor de Colón que parece, con exceso,
grandioso a los poderosos americanos...”
Precisamente en el número del 15 de septiembre de 1893 aparecía un
precioso grabado del Puente de Palacio, que encabeza esta entrada.
Pero
no fueron solamente esas obras las que nacieron de la invención de
D. Alberto Palacio. El día 22 de junio de 1888 aparecía en la
prensa, en el “Noticiero Bilbaíno”, la noticia de que: “..Ha
sido presentado en la exposición de Barcelona, con su privilegio de
invención correspondiente, el proyecto de puente movible para el
cruce del Nervión entre Las Arenas y Portugalete, obra del
arquitecto D. Alberto Palacio...”
También se presentó en esa exposición: “...Por
la Comisión Hidrográfica un “Domo Astronómico”, aparato que
inventó en 1880, este mismo arquitecto, siendo alumno de la escuela
de Ingenieros Mecánicos...”
Aquel aparato tenía aplicación exclusiva para observaciones
astronómicas, cabían en su interior un observador y su ayudante.
Se construyó en esa misma época, 1880, por el Sr. Palacio en la
“Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona”, lo adoptó el
Gobierno, y desde entonces se estuvo utilizando por la Comisión
Hidrográfica.
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