Siguiendo
con estas entradas sobre caminos, vegas y otros aconteceres del Siglo
XIX, seguiremos con las veredas por las que transitaban los carros en
nuestro pueblo, y las incidencias de la Ley de Desamortización.
La
educación también formaba parte de las obras que se estaban
realizando en el Pueblo; en 1857 se creaba la escuela de Algorta (San
Nikolas), su primer maestro fue D. Juan José de Jauregui, el segundo
maestro fue D. Pedro Pascual de Alegría. Getxo ya contaba con 2.079
habitantes.
Las
aguas eran otra de las preocupaciones vecinales, algunos habitantes
de Getxo se dirigieron al Gobernador pidiéndole que conminara al
Ayuntamiento a abrir fuentes y manantiales de agua potable para el
abastecimiento de la población.
Tras
el decreto sobre caminos de la Diputación Provincial de septiembre
de 1860, siguieron diversas intervenciones municipales, fruto de un
largo conflicto con la dicha institución, ya que no terminaba de
enviarle una documentación que la misma requería, sobre las obras
de los caminos del Pueblo. Nuestros ediles sorteaban como podían el
asunto, indicando que los caminos acometidos mediante aportaciones
vecinales no eran los de 1ª y 2ª si no los de rueda: “...que
bien se les puede dar el nombre de rústicos, porque son para
servidumbre exclusiva de carros del país de llanta estrecha, que por
rutina se atiende a su reparación por prestación vecinal, sin
presupuesto...”
Al parecer en los cuatro años anteriores se aplicaba un impuesto de:
“...cuatro
maraverises en cántara de vino, con destino exclusivo a la
reparación de calzada peatíl o de herradura...”
La
representación vecinal en los actos que el pleno demandaba era
obligatoria en 1864. La asistencia de hombres y mujeres a los actos
convocados el 25 de septiembre de ese año, a decir de lo registrado
por las actas, cuando menos resulta curiosa a día de hoy: “...Todos
los vecinos, los que tienen juntas de bueyes, con ellos, y los que no
también, deberán de acudir, donde haya hombre, asistirá el hombre,
y donde solamente mujer o mujeres, la concurrencia será admitida por
medio de mujeres o de lo contrario por medio de jornaleros hombres;
con la condición de que la mujer que tenga su marido ausente deberá
presentar peón varón o en su defecto dos mujeres…”
En cuanto a la manutención de aquellos trabajadores, el Ayuntamiento
facilitaba: “...Diariamente
se dará por ración lo que sigue; a los carreteros medio azumbre de
vino, a los peones varones un cuartillo de vino, a las mujeres peones
medio cuartillo; a todos en general se les entregará media libra de
pan diario…”
El objeto de aquella convocatoria no era otro que la reparación de
los caminos vecinales de Getxo.
En
marzo de 1865 se sacaban a subasta, por el Estado, varios terrenos de
Algorta y Las Arenas, además de todos los solares de la Avanzada.
Entre
los pertenecientes a Algorta
estaban:
8.379
m² de juncales arenosos en Konporte, que fueron adquiridos por D.
Francisco Guinea.
37.344
m² de juncales en Konporte, que fueron adquiridos por D. Manuel
Achalandabaso.
Un
terreno en Konporte de 5.391 m² que fue adquirido por D. Vicente
Suarez.
Un
terreno en Zabalekopozo de 1.641 m² que fue adquirido por D. G. R.
de Urresti y D.Justo de Ugarte.
Un
pequeño terreno en Matikoena de 546 m² que fue adquirido por D.
Ignacio Meñaca.
Un
terreno en Zabalekopozo de 1.577 m² que fue adquirido por D. Niceto
Landesa.
Otro
de tan solo 125 m² que fue adquirido por el Sr. Oriosolo.
Un
terreno en Aiboa de 1.687 m² que fue adquirido por D. Jesús Bayo.
Los
terrenos de mayor superficie vendidos fueron los de:
Uno
en la Galea de 1.571.000 m² que fue adquirido por D. J. M. Martinez
Rivas, que fue adquirido por 157.150 reales.
Un
monte en la zona de Baserri de 264.430 m² que fue adquirido por D.
Victor Chavarri.
Y
un terreno en Aiboa de 440.700 m² que fue adquirido por D. Ignacio
Ituarte.
El
Estado a pesar de las protestas municipales, entre los días 27, 28 y
29 de julio de 1865, sacaba a subasta varios
terrenos de Las Arenas,
todos ellos de superficies superiores a los 10.000 pies², los
compradores fueron:
D.
Manuel de Zubillaga que adquirió 4 fincas, una de 12.712 pies² por
42.000 reales; otra de otros 12.712 pies² por 3.000 reales; la
tercera era también de 12.712 pies² por la que pagó 4.000 reales y
la cuarta de 10.136 pies² por la que pagó 5.000 reales.
D.
Robustiano Larrondo adquirió una finca de 12.880 pies² por la que
pagó 35.000 reales.
D.
Niceto Landesa compró una finca de 12.880 pies² por la que pagó
19.000 reales.
D.
Fernando Mieg adquirió una finca de 12.712 pies² por la que pagó
12.500 reales.
D.
Eduardo Aguirre compró dos fincas, ambas de 12.712 pies² por la que
pagó 4.000 y 4.100 reales.
D.
Pedro Gondra adquirió una finca de 12.712 pies² por la que pagó
3.600 reales.
D.
Diego de Uribarri, fue uno de los que más terrenos adquirió en
aquella subasta, el primero de 12.880 pies² por el que pagó 4.200
reales; el segundo de otro 12.880 pies² por el que pagó 3.300
reales; el tercero de 12.712 pies² por el que pagó 3.100 reales;
los otros cuatro eran de 10.136 pies² pagó por cada uno de ellos
1.574 reales.
D.
José Antonio de Elizalde adquirió tres terrenos de 10.136 pies²,
pagó por cada uno de ellos 5.000, 7.500 y 13.000 reales.
D.
José de Careaga adquirió 4 terrenos, dos de ellos de 12.712 pies²,
pagó por cada uno de ellos 15.100 y 5.000 reales; y otros dos de
12.880 pies², pagó por cada uno de ellos 5.000 y 3.500 reales.
D.
José María Gondra adquirió 5 terrenos, tres de 12.712 pies², pagó
por cada uno de ellos 4.300, 1.974 y 4.300 reales; los otros dos eran
de 12.880, pagó por cada uno de ellos 2.500 y 2.450 reales.
Finalmente
D. Marcelino Bareño adquirió un terreno de 12.251 pies² por el que
pagó 2.542 reales.
En
febrero de 1866 el Alcalde D. Juan Bautista Manene firmaba un decreto
por el que las reparaciones de los caminos pasaban a realizarse, para
evitar mayores gastos, por jornaleros. Así sorteaban las
disposiciones de las Juntas Generales. Para mayo de 1866 el
consistorio nombraba como peones camineros, encargados de las
reparaciones de los caminos del pueblo, a D. Francisco de Elustondo y
D. Ángel de Egusquiza. Los salarios eran de 6 reales diarios.
Durante
el verano de 1866 se sucedieron algunos conflictos, relacionados con
los argomales de Baserri con vecinos de Leioa, los de Getxo decían:
“...algunos
vecinos de Leioa llevan de los argomales comunes de esta Anteiglesia
argoma como si fuese propia...”
El consistorio ordenó identificar a los que sustraían dichos
fardos, que la comunidad utilizaba para abono: “...sean
identificadas las personas que realizan semejante abuso, sen multadas
y castigadas convenientemente...”
Para cumplir aquel acuerdo dieron curso del mismo al Alcalde de
Leioa.
La
circulación de carros y carruajes, con grandes cargas, deterioraban
la calzada que iba: “...desde
el barrio de Las Arenas hasta el punto llamado Arechondo en
Algorta...”
El consistorio afirmaba que los escasos recursos con que contaba
hacían imposible su reparación, por lo que en noviembre de 1866
habían solicitado a la Diputación, les autorizara a crear un
impuesto para aquellos carros, a fin de que sirviera para conservar
dicha vía.
Por
otro lado la libre circulación entre algunos puntos del municipio a
veces se veía impedida porque algún propietario, que aún no
siéndolo, cerraba los caminos. Fue el caso de la queja expuesta por
el vecino de Berango, D. José María de Larrabeiti, que el 21 de
julio enviaba un comunicado al consistorio, que fue tratado en el
pleno del 16 de agosto de 1866. En dicho escrito se decía: “...que
habiendo sido interceptado, sin duda de orden particular, el camino
vecinal que se dirige a Las Arenas, en el punto llamado Errotasarreta
(sin duda se refería al Caserío Errota-Sarra, próximo al Camino de
Larrañazubi), que se halla situado entre la compuerta y la fabrica
de cal hidráulica, se ordene la apertura de otro camino para el
libre paso...”
Sin embargo el Ayuntamiento afirmaba que: “...el
camino que atraviesa la expresada vía es propio común de esta
anteiglesia, y ha sido arrendado a D. Antonio de Echaniz, por orden
de quien sin duda ha sido cerrado. Esta corporación acuerda que se
oficie al denotado Echaniz, ordenándole que inmediatamente ponga el
camino cerrado, en el ser y estado que anteriormente ha tenido, para
que pueda transitarse por el mismo...”
Era
la época en la que se acometían las obras del paredón de Asuarca,
en el Puerto Viejo, porque las aguas que bajaban por la antigua
ermita de San Nikolas, perjudicaban los cimientos de otras
edificaciones. Acontecía en octubre de 1866, pero eso será asunto
de otra entrada. Al mes siguiente el consistorio acudía a la
Diputación a fin de cobrar parte de los depósitos, que tras la
venta de terrenos comunales, impuesta por la ley de desamortización,
le correspondía.
La
extracción de arenas de las playas era otra de las actividades que
para la construcción de edificios aparecía en nuestro pueblo,
aunque parece que se realizaba sin autorización municipal, las de
1866 en la playa de Ereaga, fue multada con 15 reales. Más tarde se
levantaría dicha prohibición. La traída de aguas potables a la
población fue otra de las actividades. En ese año se estudió el
suministro desde Berango al barrio de Las Arenas. Se aprobaba dicho
suministro un 10 de agosto, el importe de aquellas obras supusieron
para las arcas municipales 44.734 reales.
La
pobreza en el pueblo hacía carta de presencia y alguna familia era
socorrida con libra y media de pan diario, que iban a ser pagados con
fondos municipales; para ello enviaba un oficio al tendero D. Antonio
de Retureta, que tenía un establecimiento de bebidas y comestibles.
Mientras el Ayuntamiento compraba tres retratos del general Méndez
Núñez por 24 reales, de una partida destinada a gastos de oficina.
No era el único gasto, que se cargaba a oficina, ya que el
consistorio, por recomendación del Gobernador de la Provincia, en
enero de 1867, se suscribía a la “Enciclopedia la Ley” de D.
Juan Valero de Tornos, publicación que se editaba en Madrid, y cuyo
coste era de 100 reales al año.
En
la próxima entrada seguiremos viendo lo que supuso la Ley que dejó
a nuestro pueblo sin terrenos de propiedad comunal.
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