Habrá
pocas monas en el mundo, que viviendo en un bar, se hayan hecho más
célebres que la “Mona de Romo”. Se trataba de un espécimen de
los llamados “Titis”.
Tenía por nombre “Txirri”,
y se hizo famosa por sus travesuras en los años 60. Pero previamente
conoceremos el local en el que estuvo alojada, cómo llegó a él, y
quienes la trajeron.
El
local, una bodeguilla de vinos, situada en la calle Gobelondo de
Romo, cuyo nombre fue “Vinos
y licores Julian Santamaría”,
establecimiento que en 1.965 abrieron Julian, su esposa Felisa y su
hija Carmen. La bodeguilla tenía por mostrador unos toneles de vino,
una balda alargada en su pared trasera hacía las veces de escenario
por el que nuestra mona, realizaba sus cabriolas; su espacio interior
lo ocupaban unos depósitos de uralita, apoyados sobre unas bases de
ladrillo que servían para almacenamiento de vinos, que traía un
camión cisterna.
Nuestra
mona llegó al establecimiento de la mano del “Titi”
y de “El Alemán”,
apodos de dos clientes habituales del establecimiento. Al parecer
estaban realizando unos trabajos en un chalet de Neguri, en el que
habitaba nuestro bullicioso simio. Era un ejemplar de pequeñas
dimensiones, de color gris oscuro y largo rabo, que había llegado a
saturar a sus propietarios por sus continuas trastadas: era traviesa,
gritona y muy astuta. Todo lo revolvía, por lo que sus dueños,
hartos de sus travesuras, ofrecieron a ambos amigos que se la
llevaran lejos.
Primero
la llevaron al bar “Tudelilla”,
donde José Mari, en la calle Santa Eugenia. La inquieta mona tiraba
todo cuanto se ponía a mano, por lo que les indicó que se llevaran
a tan revoltoso inquilino a otro sitio. A continuación la llevaron a
su nuevo alojamiento, la bodeguilla de Julian. Allí recibió su
nombre de guerra “Txirri”.
Vivía atada con una fina cadena al cuello, sujeta a la pared, y
correteaba sobre una barra de madera, que se hallaba situada tras los
bidones que hacían las veces de mostrador. Aquel fue el hábitat de
la mona, que con sus monerías causaba el regocijo de los clientes.
Algunos afirmaban que los clientes alteraban a nuestro pequeño
simio. Otros decían que era la propia mona quien los provocaba,
mientras ellos reían sus gracias.
Cuentan
que en más de una ocasión algún distraído cliente estuvo a punto
de perder su cartera que llevaba en el bolsillo trasero de su
pantalón. “Txirri” vació su cartera depositando con pulcritud
en el suelo todo su contenido. Avisado por otros parroquianos, pudo
recuperar sus pertenecias, !...“Txirri”
era una carterista hábil y rápida..!. En otra ocasión una señora
que acudía a comprar vino vio sorprendida cómo la mona, con un
rápido movimiento, le chorizó un pendiente. Tuvo que ser el dueño,
quien cogiéndola por detrás, le aplicó un buen correctivo, hasta
que soltó aquella pequeña joya magullada por sus fuertes dientes.
El perro de un comercio de comestibles de la calle Kresaltxu, también
era objeto de sus travesuras. En cuanto lo veía entrar acompañado
por su dueño corría hacia él para estirarle el pelo por lo que el
can se resistía a entrar en el establecimiento de Julián.
Todos
los clientes la conocían, sabían que era pillina y juguetona y
reían divertidos sus ocurrencias, sobre todo por su habilidad para
pelar cacahuetes, que degustaba con verdadera fruición. “Txirri”,
junto a su dueño, sujeta por medio de una cadena, solía recorrer
algunas calles del barrio, acompañando a su propietario, saludando
cariñosa a los niños.
En
ese establecimiento paso más de siete años, hasta 1.972, año en el
que se acometió la reforma del local. Fue llevada a una bodeguilla
de Karranza, allí murió; algunos decían que debido a unas aguas
contaminadas que ingirió, pero quienes la conocían de cerca,
afirman que fue debido a la cirrosis !Era una borrachina, asaltaba
los vasos de vino con una rapidez y habilidad, digna de un
malabarista!.
Pero
su recuerdo cuajó en el barrio de Romo, y el establecimiento, tras
su reforma, paso a llamarse “Bar
la Mona”,
aconsejado por el distribuidor de una marca de refrescos, que le hizo
ver lo comercial y popular de su nombre. Hoy es uno de esos lugares
de referencia que presta su nombre a la zona, antaño lugar de bailes
para los mayores del barrio durante las fiestas.
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