lunes, 16 de enero de 2017

LA PLAYA DE LOS NIÑOS



La playa de los niños”, “el paraíso de los niños”. Con estos singulares nombres se conocía a una de las playa de nuestro municipio, la de Areeta-Las Arenas, también llamada “Ondarreta”. Sus arenas y aguas bravas eran dignas de admiración en 1876. Sin embargo, al estar en mar abierto, la fuerza del mar, en más de una ocasión, puso en peligro a animosos bañistas e instalaciones balnearias. Así lo contaban las paginas de prensa a primeros de agosto de ese año: “...un joven empleado del balneario de “Baños de Mar Bilbaínos” tuvo la desgracia de ser arrastrado por la corriente del mar, algo enfurecida..., una hora después de sucedido el percance no había vuelto en si...”

Eran los tiempos en que estaba en construcción parte de la defensa del balneario, su muro de contención, y se anunciaban las primeras llegadas de veraneantes desde Bilbao a nuestras playas: “...Ha empezado un movimiento no conocido, hasta hoy, de carruajes, vapores y vehículos con toda clase de gentes, que se dirigen sin cesar a Portugalete, Algorta y Las Arenas, sitios deliciosos que tanto embellecen nuestros alrededores...” Tiempos en que las aguas de nuestra playa eran un vergel marino para la pesca del txipiron. Se llegaron a contar hasta 67 lanchas faenando esta especie en agosto de 1885.


Fue en 1888 cuando se inauguró un nuevo balneario. Pertenecía a Dña. Felipa Bustingorri, propietaria del Hotel “Las Delicias”. Estaba junto a la playa de Las Arenas, en el que se anunciaban por primera vez, los famosos helados “Las Delicias”, de mantecado, albérchigo, fresa, limón y ponche a la romana, placeres que algunos niños disfrutaban camino de la playa. Durante ese mismo año, en el mes de julio, el balneario de los Aguirre, durante una de sus múltiples fiestas estivales, dedicó una polka con el sugerente nombre de “Las Arenitas”, seguramente dedicada a esa bella playa.

Pese a que habían visto mermar su espléndido tamaño, antaño 1,5 kilómetros en su pleno apogeo, que se extendía desde Churruca a Balanar (La Bola), a finales del Siglo XIX, no por eso dejo de ser una de las playas más tranquilas y seguras de Bizkaia. Sus arenas eran blancas y suaves, sus aguas tranquilas para la seguridad de los pequeños, sus servicios eran otra de las características que la hacían ser cotizada por los veraneantes, que llegaban de todos los puntos geográficos.


A finales del Siglo XIX, nuestra playa estaba casi tomada por las plataformas de las casetas de baño, que tiradas por yuntas de bueyes, acercaban a los tímidos bañistas hasta la orilla del mar; más de un caballista se dirigió corcel en mano hacía aquella espectacular playa. Eran famosas en la época las casetas de baño de Nicasio Román por su característico color blanco y chocolate. Y a pesar de que la playa era inmensa, las casetas de baño copaban casi toda su extensión. Ahora, a pesar del reducido tamaño con el que habían quedado sus arenas, (apenas 250 metros), ganaba en seguridad porque estaba al resguardo del los contramuelles, las casetas de baño. Además los bañeros y las maromas ampliaban su seguridad.

Era habitual ver pasear a señoras de punta en blanco, luciendo sombrillas estampadas, tocadas con pamelas a la última moda de Europa. Los caballeros lucían también sombreros canotier (gondolero) o bombín, que contrastaba con los vetustos atuendos de los bañeros. Los niños de la alta burguesía lucían inmaculados trajes de marineros, tocados de sus respectivos sombreros o viseras. El grueso de los bañistas, más discretos, vestía sus atuendos habituales, cubriéndose con tradicionales pañuelos o txapelas. Los hábitos en cuanto a la indumentaria, fueron variando con el paso del tiempo.


Iban desde los trajes casi conventuales de finales del Siglo XIX en que las señoras se enfundaban para cubrir sus formas hasta los trajes formados por camisa pantalón, que cubrían mulos y subían hasta el cuello. El color que dominaba era el negro, que evitaba cualquier insinuación pecaminosa. Pasaron, a principios del XX, a ser también largos, más atrevidos insinuando cuerpo, a rayas horizontales, en los que ya entraban los tonos claros. 

En 1925, comenzaron a aparecer algunas cámaras fotográficas. Resultaba curioso ver a los fotógrafos en medio de corros de niños y personas de edad, en una playa de Las Arenas, que dejaba ver tras su paseo edificios, hoy ya desaparecidos. Entre ellos la antigua iglesia de Las Mercedes.


En los años 30 se seguía manteniendo la costumbre de estar vestido, incluso de traje, en la playa. En los 50 los hombres llevaban trajes de baño de una pieza, que podían ser alquilados en las casetas de “Rita la bañera”. Eran los conocidos como “taparrabos” que llegarían a finales de los 50. A partir de ahí el traje de baño evolucionó rápidamente y con la llegada del “bikini” a mediados de los 60 el cuerpo, sobre todo la mujer, se libró de las llamadas “capas de cebolla”. También el material playero durante la primera década de mediados del Siglo XX (1950) fue cambiando, y a pesar de que las casetas de baño aún eran las reinas de la playa, habían reducido su tamaño, y eran de tela a rayas, fijadas mediante vientos. También se alquilaban las sillas de mimbre con techumbre, aunque estas ya se usaban a principios de los años 30.


Durante esos años y los 60 la primera línea de mar estaba tomada por los botes de remo, algunos varados en la arena y otros como autenticas plataformas de salto; eran embarcaciones que provenían de embarcaderos cercanos, aunque muchas de ellas habían salido del dique de Portugalete. Esa costumbre era antigua, ya que en algunas fotografías de 1928, también se podían apreciar esos botes de remos, en un frente playero lleno de casetas de lona.

La playa de Las Arenas parecía estar acotada, según la procedencia de los bañistas, la zona izquierda, la más próxima a Churruca, era sobre todo lugar de esparcimiento de los habitantes de la margen izquierda; la zona central era área de solárium de los habitantes del barrio arenero, y la derecha parecía estar reservada para los procedentes de Romo y la calle Urkijo, aunque muchos de estos, al igual que decenas de jóvenes de todo el barrio, prefirieran el embarcadero como lugar de baños. Las llegadas a las playas también se efectuaban siguiendo rituales recorridos, los de la margen izquierda de la ría lo hacían por el Muelle de Evaristo Churruca, los de Areeta-Las Arenas preferían, en general, seguir la senda de las calles Arieta o Barria, aunque también, al igual que los de Romo accedían por Miramar. En general, había un hábito de vestimenta entre los niños y jóvenes. Predominaban la zapatillas blancas, las populares “Bamba”, portando bajo sus brazos una toalla enrollada en forma de tubo. Los que llegábamos por Miramar, al acercarnos a la fuente de Zugazarte, ya percibíamos el aroma inconfundible del yodo marino, que traía una refrescante brisa pelágica, era señal de que en breve arribábamos a nuestra querida playa.


Ya solo faltaban los velomares y los anuncios flotantes, pero con ellos llegó la contaminación de las aguas, fruto de la industria y los vertidos de fecales, que a veces nos pasaban rozando, de los que se solía decir, como en la famosa canción bilbaína: “...Entre las angulitas había un pez gordo, arrimamos el farol... y era un MOC..., así de grande y así de gordo...” Así aquella fantástica playa, que un día viera pasear por sus orillas a la distinguida clientela de la casa de “Baños de Mar Bilbaínos”, a que la prensa denominara “La playa de los niños” fue degradándose y perdiendo a los pequeños revoltosos, que aportaban alegría y vida a aquella incipiente población. Rapaces que con sus camisolas y gorros blancos iluminaban los días del estío.


En ella formaban parte del paisaje: Los guarda playas impecablemente vestidos de blanco, cuerpo que en mayo 1929, destinaría a uno de sus miembros a la playa de Las Arenas, estableciendo que el servicio se desarrollara de 9,30 a 13,30 por la mañana y de 16 a 20 horas por la tarde. Todos ellos eran requeridos con cierta estatura, rondaban 1,75 de media. El guarda playa asignado a Las Arenas fue D. Fulgencio Larrazabal. A todos ellos se les realizó un pequeño examen destinado a comprobar sus conocimientos de las obligaciones del cargo, y entre sus cometidos estaba: “...el que todos los bañistas debían usar inexcusablemente para desnudarse las casetas o cabinas...”, solamente eran escusados del uso los menores de 6 años. También los barquilleros con sus inconfundibles tambores de colores con ruleta de la suerte al hombro. Y algunas señoritas de compañía, que cuidaban a los niños de “familia bien”. No era extraño ver, sobre todo en la zona izquierda de la playa, a jóvenes enjabonándose (aún no habían llegado las duchas). Los amigos del lucimiento, jóvenes en pleno apogeo vital, aprovechaban la audiencia para improvisar espectaculares saltos en plancha, sobre una orilla prácticamente sin agua. Los bloques, en los años 50-60 fueron otra de las atracciones para practicar el salto, esta vez sí, con suficiente calado.


Hoy, gracias a los tratamientos de las aguas industriales y residuales, los vertidos contaminantes que antes iban directos a la ría, y con ello a nuestras playas, poco a poco hemos visto mejorar la calidad de las aguas y la del propio litoral. Nuestra playa y sus aguas están volviendo a ser lugar de baños, recuperando a visitantes, amantes del sol y mar, quizá algún día vuelva a ser "La playa de los niños". Y rememorando los versos de “Wordsworth”. Finalmente decir: ”...Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba..., el recuerdo de aquellos días subsistirá para siempre...”.



5 comentarios:

  1. Aupa Karla, urte berri on!
    No se corresponde con el tema del post (qué raro, eh!) pero me parecía que urgía ... si te hace falta concretar algo, te escribo al email ...
    Paseando en navidades por el Bolue me encontré en estado ruinoso el precioso molino de Boluzarreta, que suele ser visitado en los paseos guiados por la zona ...
    ¿EXISTE ALGUNA POSIBILIDAD DE QUE EL AYTO. TOME CARTAS EN EL ASUNTO?¿es privado? ¿está contemplada alguna actuación en él? Sería una pena perderlo ...

    Sarriko basoa

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  2. Boluzarreta (II): llamado también Bolunzarreta, Errotabarri o Primer molino, está enclavado en el valle de Baserri o Bolue y utiliza mediante un canal las aguas de arroyo Bolue o Larrañazubi (más adelante otro molino bajo la ermita de Santa Koloma tb utiliza esas aguas). Aún está en pie la zona de vivienda y de molienda.

    Sarriko basoa

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  3. Visita guiada a Bolunzarreta:
    http://i2.wp.com/federacionplataformagetxo.com/wp-content/uploads/2015/10/humedales-9.jpg

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  4. http://metroo.es/b/getxo/molino-de-boluzarreta/

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  5. Boluzarreta (y III)
    Datos que aparecen en Ibaialde (patrimonio 2002):
    Larrañazubi 1 Un molino, una ermita.
    Larrañazubi 2 Molino Boluzarreta, en obras; uso actual, domicilio.
    Ermita Santa Coloma: Buen Estado
    Larrañazubi 3 Un molino en mal estado.
    Larrañazubi 4 Puente de madera, molino Errotabarri en ruinas, horno anexo, ermita de Santa Coloma.
    Larrañazubi 5 Puente y Ibarrekoerrota.
    Larrañazubi 9 Puente.

    Sarriko basoa

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