“La
playa de los niños”, “el paraíso de los niños”. Con estos
singulares nombres se conocía a una de las playa de nuestro
municipio, la de Areeta-Las Arenas, también llamada “Ondarreta”.
Sus arenas y aguas bravas eran dignas de admiración en 1876. Sin
embargo, al estar en mar abierto, la fuerza del mar, en más de una
ocasión, puso en peligro a animosos bañistas e instalaciones
balnearias. Así lo contaban las paginas de prensa a primeros de
agosto de ese año: “...un
joven empleado del balneario de “Baños de Mar Bilbaínos” tuvo
la desgracia de ser arrastrado por la corriente del mar, algo
enfurecida...,
una
hora después de sucedido el percance no había vuelto en si...”
Eran
los tiempos en que estaba en construcción parte de la defensa del
balneario, su muro de contención, y se anunciaban las primeras
llegadas de veraneantes desde Bilbao a nuestras playas: “...Ha
empezado un movimiento no conocido, hasta hoy, de carruajes, vapores
y vehículos con toda clase de gentes, que se dirigen sin cesar a
Portugalete, Algorta y Las Arenas, sitios deliciosos que tanto
embellecen nuestros alrededores...”
Tiempos en que las aguas de nuestra playa eran un vergel marino para
la pesca del txipiron. Se llegaron a contar hasta 67 lanchas
faenando esta especie en agosto de 1885.
Fue
en 1888 cuando se inauguró un nuevo balneario. Pertenecía a Dña.
Felipa Bustingorri, propietaria del Hotel “Las
Delicias”.
Estaba junto a la playa de Las Arenas, en el que se anunciaban por
primera vez, los famosos helados “Las
Delicias”,
de mantecado, albérchigo, fresa, limón y ponche a la romana,
placeres que algunos niños disfrutaban camino de la playa. Durante
ese mismo año, en el mes de julio, el balneario de los Aguirre,
durante una de sus múltiples fiestas estivales, dedicó una polka
con el sugerente nombre de “Las
Arenitas”,
seguramente dedicada a esa bella playa.
Pese a que habían visto
mermar su espléndido tamaño, antaño 1,5 kilómetros en su pleno
apogeo, que se extendía desde Churruca a Balanar (La Bola), a
finales del Siglo XIX, no por eso dejo de ser una de las playas más
tranquilas y seguras de Bizkaia. Sus arenas eran blancas y suaves,
sus aguas tranquilas para la seguridad de los pequeños, sus
servicios eran otra de las características que la hacían ser
cotizada por los veraneantes, que llegaban de todos los puntos
geográficos.
A
finales del Siglo XIX, nuestra playa estaba casi tomada por las
plataformas de las casetas de baño, que tiradas por yuntas de
bueyes, acercaban a los tímidos bañistas hasta la orilla del mar;
más de un caballista se dirigió corcel en mano hacía aquella
espectacular playa. Eran famosas en la época las casetas de baño de
Nicasio Román por su característico color blanco y chocolate. Y a
pesar de que la playa era inmensa, las casetas de baño copaban casi
toda su extensión. Ahora, a pesar del reducido tamaño con el que
habían quedado sus arenas, (apenas 250 metros), ganaba en seguridad
porque estaba al resguardo del los contramuelles, las casetas de
baño. Además los bañeros y las maromas ampliaban su seguridad.
Era
habitual ver pasear a señoras de punta en blanco, luciendo
sombrillas estampadas, tocadas con pamelas a la última moda de
Europa. Los caballeros lucían también sombreros canotier
(gondolero) o bombín, que contrastaba con los vetustos atuendos de
los bañeros. Los niños de la alta burguesía lucían inmaculados
trajes de marineros, tocados de sus respectivos sombreros o viseras.
El grueso de los bañistas, más discretos, vestía sus atuendos
habituales, cubriéndose con tradicionales pañuelos o txapelas. Los
hábitos en cuanto a la indumentaria, fueron variando con el paso del
tiempo.
Iban
desde los trajes casi conventuales de finales del Siglo XIX en que
las señoras se enfundaban para cubrir sus formas hasta los trajes
formados por camisa pantalón, que cubrían mulos y subían hasta el
cuello. El color que dominaba era el negro, que evitaba cualquier
insinuación pecaminosa. Pasaron, a principios del XX, a ser también
largos, más atrevidos insinuando cuerpo, a rayas horizontales, en
los que ya entraban los tonos claros.
En 1925, comenzaron a aparecer
algunas cámaras fotográficas. Resultaba curioso ver a los
fotógrafos en medio de corros de niños y personas de edad, en una
playa de Las Arenas, que dejaba ver tras su paseo edificios, hoy ya
desaparecidos. Entre ellos la antigua iglesia de Las Mercedes.
En
los años 30 se seguía manteniendo la costumbre de estar vestido,
incluso de traje, en la playa. En los 50 los hombres llevaban trajes
de baño de una pieza, que podían ser alquilados en las casetas de
“Rita la bañera”. Eran los conocidos como “taparrabos” que
llegarían a finales de los 50. A partir de ahí el traje de baño
evolucionó rápidamente y con la llegada del “bikini” a mediados
de los 60 el cuerpo, sobre todo la mujer, se libró de las llamadas
“capas de cebolla”. También el material playero durante la
primera década de mediados del Siglo XX (1950) fue cambiando, y a
pesar de que las casetas de baño aún eran las reinas de la playa,
habían reducido su tamaño, y eran de tela a rayas, fijadas mediante
vientos. También se alquilaban las sillas de mimbre con techumbre,
aunque estas ya se usaban a principios de los años 30.
Durante
esos años y los 60 la primera línea de mar estaba tomada por los
botes de remo, algunos varados en la arena y otros como autenticas
plataformas de salto; eran embarcaciones que provenían de
embarcaderos cercanos, aunque muchas de ellas habían salido del
dique de Portugalete. Esa costumbre era antigua, ya que en algunas
fotografías de 1928, también se podían apreciar esos botes de
remos, en un frente playero lleno de casetas de lona.
La
playa de Las Arenas parecía estar acotada, según la procedencia de
los bañistas, la zona izquierda, la más próxima a Churruca, era
sobre todo lugar de esparcimiento de los habitantes de la margen
izquierda; la zona central era área de solárium de los habitantes
del barrio arenero, y la derecha parecía estar reservada para los
procedentes de Romo y la calle Urkijo, aunque muchos de estos, al
igual que decenas de jóvenes de todo el barrio, prefirieran el
embarcadero como lugar de baños. Las llegadas a las playas también
se efectuaban siguiendo rituales recorridos, los de la margen
izquierda de la ría lo hacían por el Muelle de Evaristo Churruca,
los de Areeta-Las Arenas preferían, en general, seguir la senda de
las calles Arieta o Barria, aunque también, al igual que los de Romo
accedían por Miramar. En general, había un hábito de vestimenta
entre los niños y jóvenes. Predominaban la zapatillas blancas, las
populares “Bamba”,
portando bajo sus brazos una toalla enrollada en forma de tubo. Los
que llegábamos por Miramar, al acercarnos a la fuente de Zugazarte,
ya percibíamos el aroma inconfundible del yodo marino, que traía
una refrescante brisa pelágica, era señal de que en breve
arribábamos a nuestra querida playa.
Ya
solo faltaban los velomares y los anuncios flotantes, pero con ellos
llegó la contaminación de las aguas, fruto de la industria y los
vertidos de fecales, que a veces nos pasaban rozando, de los que se
solía decir, como en la famosa canción bilbaína: “...Entre
las angulitas había un pez gordo, arrimamos el farol... y era un
MOC...,
así
de grande y así de gordo...”
Así aquella fantástica playa, que un día viera pasear por sus
orillas a la distinguida clientela de la casa de “Baños
de Mar Bilbaínos”,
a que la prensa denominara “La
playa de los niños”
fue degradándose y perdiendo a los pequeños revoltosos, que
aportaban alegría
y vida a aquella incipiente población. Rapaces que
con sus camisolas y gorros blancos iluminaban los días del estío.
En
ella formaban parte del paisaje: Los guarda playas impecablemente
vestidos de blanco, cuerpo que en mayo 1929, destinaría a uno de sus
miembros a la playa de Las Arenas, estableciendo que el servicio se
desarrollara de 9,30 a 13,30 por la mañana y de 16 a 20 horas por la
tarde. Todos ellos eran requeridos con cierta estatura, rondaban 1,75
de media. El guarda playa asignado a Las Arenas fue D. Fulgencio
Larrazabal. A todos ellos se les realizó un pequeño examen
destinado a comprobar sus conocimientos de las obligaciones del
cargo, y entre sus cometidos estaba: “...el que todos los
bañistas debían usar inexcusablemente para desnudarse las casetas o
cabinas...”, solamente eran escusados del uso los menores
de 6 años. También los barquilleros con sus inconfundibles tambores
de colores con ruleta de la suerte al hombro. Y algunas señoritas de
compañía, que cuidaban a los niños de “familia bien”. No era
extraño ver, sobre todo en la zona izquierda de la playa, a jóvenes
enjabonándose (aún no habían llegado las duchas). Los amigos del
lucimiento, jóvenes en pleno apogeo vital, aprovechaban la audiencia
para improvisar espectaculares saltos en plancha, sobre una orilla
prácticamente sin agua. Los bloques, en los años 50-60 fueron otra
de las atracciones para practicar el salto, esta vez sí, con
suficiente calado.
Hoy,
gracias a los tratamientos de las aguas industriales y residuales,
los vertidos contaminantes que antes iban directos a la ría, y con
ello a nuestras playas, poco a poco hemos visto mejorar la calidad de
las aguas y la del propio litoral. Nuestra playa y sus aguas están
volviendo a ser lugar de baños, recuperando a visitantes, amantes
del sol y mar, quizá algún día vuelva a ser "La playa de los niños". Y rememorando los versos de “Wordsworth”.
Finalmente decir: ”...Aunque
mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me
deslumbraba...,
el
recuerdo de aquellos días subsistirá para siempre...”.
Aupa Karla, urte berri on!
ResponderEliminarNo se corresponde con el tema del post (qué raro, eh!) pero me parecía que urgía ... si te hace falta concretar algo, te escribo al email ...
Paseando en navidades por el Bolue me encontré en estado ruinoso el precioso molino de Boluzarreta, que suele ser visitado en los paseos guiados por la zona ...
¿EXISTE ALGUNA POSIBILIDAD DE QUE EL AYTO. TOME CARTAS EN EL ASUNTO?¿es privado? ¿está contemplada alguna actuación en él? Sería una pena perderlo ...
Sarriko basoa
Boluzarreta (II): llamado también Bolunzarreta, Errotabarri o Primer molino, está enclavado en el valle de Baserri o Bolue y utiliza mediante un canal las aguas de arroyo Bolue o Larrañazubi (más adelante otro molino bajo la ermita de Santa Koloma tb utiliza esas aguas). Aún está en pie la zona de vivienda y de molienda.
ResponderEliminarSarriko basoa
Visita guiada a Bolunzarreta:
ResponderEliminarhttp://i2.wp.com/federacionplataformagetxo.com/wp-content/uploads/2015/10/humedales-9.jpg
http://metroo.es/b/getxo/molino-de-boluzarreta/
ResponderEliminarBoluzarreta (y III)
ResponderEliminarDatos que aparecen en Ibaialde (patrimonio 2002):
Larrañazubi 1 Un molino, una ermita.
Larrañazubi 2 Molino Boluzarreta, en obras; uso actual, domicilio.
Ermita Santa Coloma: Buen Estado
Larrañazubi 3 Un molino en mal estado.
Larrañazubi 4 Puente de madera, molino Errotabarri en ruinas, horno anexo, ermita de Santa Coloma.
Larrañazubi 5 Puente y Ibarrekoerrota.
Larrañazubi 9 Puente.
Sarriko basoa