El
verano de 1886 se presentaba alegre, bullicioso y con gran afluencia
de visitantes en Algorta. De hecho el barrio comenzaba a salir de su
habitual monotonía con la llegada del verano. Aquella hermosa
estación era esperada “cual
náufrago en triste y apartada isla al buque salvador”. Se preveía
que la afluencia de bañistas iba a mejorar la de años precedentes,
al menos así lo indicaba la demanda de habitaciones, que familias
procedentes de Madrid, Zaragoza y otras poblaciones del interior,
estaban alquilando. Esto se percibía como una evidencia del crédito
y renombre que la población estaba empezando a adquirir como puerto
de baños, aunque Getxo tan solo contara con 2129 habitantes.
Tras
la decadencia de Las Arenas como lugar de baños, debida
fundamentalmente a la pérdida de su inmensa playa por las obras, que
de la mano de Evaristo Churruca, verían nacer los contramuelles.
Poco a poco irían desapareciendo sus emblemáticos establecimientos
veraniegos (Baños de Mar Bilbaínos, Felipa Bustingorri, Las
Delicias...), los hoteles y fondas que cubrían la demanda veraniega,
verían también mermar su demanda.
Empezaban
a ganar terreno los algorteños; primero en 1886 “La
Perla”
y más tarde en 1913 “Igeretxe”,
según se escribía en la época “debido
a los altos precios de los de Las Arenas”.
Sus fondas y hoteles (“La
Fonda San Ignacio”,
“Hotel
de Justo Ugarte”...)
y las casas particulares venían a mejorar la oferta. La compañía
de tranvías de Bilbao a Algorta estableció un servicio diario de
carruajes con salidas desde Algorta a las 9,30 de la mañana y 6,30
de la tarde. El precio del transporte era de 2 pesetas.
Por
otro lado sus nuevas obras de conducción de agua potable desde los
cercanos montes de Berango, se estaban ejecutando con extraordinaria
rapidez y los depósitos así como las conducciones estaban llegando
a su fin. Se preveía que su puesta en marcha fuera para últimos de
agosto de 1886. El proyecto de la traida de aguas potables llegaba
hasta el barrio de La Arenas, lo
que ayudaba a mejorar los servicios para esta población. El
consistorio contrató aquel verano una “renombrada charanga” para
que animara el ambiente en el barrio. La prensa decía “...para
alegrar el concurrido y lindo paseo de La Avanzada...”
Algún
vecino señalaba como prioritarias las obras a realizar para realzar
el barrio. Decía de la playa de Ereaga : “...¿Porqué
se tiene tan olvidada, o mejor dicho, tan abandonada la playa de
Ereaga?...”También
animaba al consistorio a emprender las obras de la carretera desde
Algorta al Semáforo (La Galea), criticando que se invirtieran dos
mil duros en la realización de la carretera que conducía a la playa
de Arrigunaga. No parecía que el referido sujeto fuera amante de las
diversiones mundanas, ya que al referirse a la celebración aquel año
de la festividad de San Antonio en Martiartu, que había visto
transcurrir en medio de un desapacible tiempo, comentaba: “...el
día de San Antonio en Martiartu, donde se venera en humilde ermita
al “Martillo de los herejes”...,
tuve
ocasión de ver a la mayor parte de las señoritas de este pueblo,
rindiendo culto, primero con especial fervor al santo de Padua , y
después a “Terpsicore” !contrastes de la Vida!...”
Relataba la vuelta a casa tras la romería: “...se efectúa por
estrechas veredas, interrumpidas por riachuelos. Esto hace que los
“pollos” rivalicen en finura y galantería con las damas. ¡Qué
cuadros tan pintorescos y animados!...” Añadiendo a continuación
una aseveración que hoy resultaría incomprensible: “...los
que ya somos casi viejos...”,
y citaba a Espronceda: “...!Treinta
años! Funesta edad de amargos desengaños...”
Parece la crónica de un joven convertido en viejo prematuro.
En
1879 se había publicado una guía médica de Bizkaia. “El
Noticiero Bilbaino”
hacía referencia a la misma en julio de 1886. En ella se hablaba
sobre la antigüedad y utilidad de los balnearios marítimos y
terrestres en el tratamiento de enfermedades. Aquella guía fue
elaborada por el Dr. Gil y Fresno. El galeno afirmaba que se
remontaban a la más oscura antigüedad, fabulaba sobre Venus, diosa
del amor: “...surgiendo
resplandeciente y hermosa del fondo de los mares...”
Para justificar sus aseveraciones recurría a Platón quien: “... a
su paso por Egipto con objeto de ver a los adivinos, cayó enfermo, y
los sacerdotes le curaron con los baños de mar...”
Y añadía: “... Lava
el mar las dolencias del hombre...”
Tras hacer un recorrido por los balnearios y playas de Bizkaia
(Pobeña, Zierbena, Portugalete, Plentzia, Baquio, Bermeo y
Ondarroa...) llegaba a los de Getxo. Las Arenas ocupaba el primer
lugar: “...Frente
por frente con Portugalete se ha creado en nuestro tiempo una
estación balnearia...,
indudablemente
es la primera de Vizcaya por la seguridad de su extensa playa...,
por
la hermosura de los edificios que la pueblan y sobre todo por Ia
particularidad, rarísima, a orillas del mar, de los dilatados,
sombríos y frescos bosques que casi tocan con su playa. El magnifico
establecimiento que lleva el nombre de “Baños de Mar Bilbainos”,
la galería balnearia adjunta, las fondas y casas de huéspedes que
allí abundan, y la gran comodidad y seguridad de la playa hacen de
Las Arenas un lugar recomendable como balneario...,
se
esta terminando, también en su centro, un teatrito, donde no tardara
en actuar un cuadro de modestos artistas...,
las
comunicaciones entre Bilbao y Las Arenas son cómodas y baratas por
medio del tranvía de Bilbao a Algorta y los vaporcitos que ya,
merced a las grandes obras de mejora de la ría, pueden hacer el
viaje sin necesidad de esperar a la pleamar...”
En
ella se mencionaba el barrio de Algorta, del que se decía: “...la
populosa, blanca, limpia y hermosa Algorta, de ricas y abundantes
aguas potables.
Se
asienta en una planicie que se extiende hasta la punta de la Galea.
Es una población naciente compuesta de elegantes y cómodas casas
colocadas sin orden de alineación, edificadas en su mayor parte por
navegantes que, cansados de romper mares, han venido a establecerse
en este punto con el fin de pasar tranquilos el resto de sus días.
Casi todos los edificios de Algorta son de purísimo color blanco. El
forastero encuentra en este puerto todas las comodidades que puede
apetecer. Playa de menuda arena y suave declive, resguardada de los
vientos.
Algorta
no ha cesado de progresar en población, en embellecimiento ni en
comodidades. La bajada y subida de la playa, que eran algo penosas,
no tienen ahora aquel inconveniente, porque acaba de hacerse un
hermoso camino, por el que transitan cómodos carruajes que por un
insignificante precio facilitan la bajada y la subida. La gran fonda
de San Ignacio los tiene propios para los que se hospedan en ella.
En
cuanto a hospedajes para el forastero, los tiene Algorta arreglados a
todos los gustos y fortunas...”
La Fonda San Ignacio era un establecimiento muy acreditado en los
medios bilbaínos, disponía de habitaciones y mesas de comedor con
vistas al campo y mar, salón de baile con dos pianos; disponía de
hermosos jardines con frondoso arbolado; el tranvía de Bilbao pasaba
junto al establecimiento. El fondista era el D. Jose Valle Toyos.
Tras
un largo repaso de todos ellos concluía: “...Causan
buenos resultados en las indisposiciones del aparato
gastrointestinal, digestiones difíciles, gastralgias, infartos del
hígado y bazo, de las vías genitourinarias como litiasis renal,
cistitis crónicas, espasmos del cuello de la vejiga, cólicos
nefríticos, enfermedades de los órganos respiratorios. como
laringitis, catarros bronquiales y pulmonares...”
La
propia Compañía del tranvía de Bilbao a Las Arenas mejoraba su
oferta veraniega, poniendo al servicio de los viajeros desde el día
5 de agosto, su cochecito salón de diez asientos, haciendo un viaje
diario, cuya salida de Bilbao tenía lugar a las cinco do la tarde, y
el regreso de las Arenas a las diez de la noche. El precio del
billete de ida era de dos reales. Aunque al parecer, en los días de
lluvia, se mojara uno dentro del coche, tanto como si fuera en el
exterior.
En
la próxima entrada seguiremos viendo los cambios y costumbres de
aquellos días del verano de 1886.
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